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Pan y circo

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REVISTA JUDICIAL

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El tumulto generalizado que se vivió en los festejos de carnaval en Salinas —cuyas escandalosas escenas han pululado por las redes sociales— conmocionó a amplios sectores de la ciudadanía. El grado de furor, los inusuales sitios que sirvieron de escenario y la inmensa cantidad de participantes despertaron, con vigor renovado, las usuales denuncias de retroceso cultural y decadencia de las costumbres. Pero no basta con escandalizarse; se necesitan alternativas.

Sin justificar los desmanes y sus consecuencias, toda sociedad requiere espacios, celebraciones e instituciones para entregarse, esporádicamente, al esparcimiento exaltado y dejar a un lado las inhibiciones. En el caso de Ecuador, una serie de factores —la pandemia, la mojigata inoperancia de autoridades locales, el fervor ideológico, la transformación socioeconómica del

TUNGURAHUA MIÉRCOLES 22/FEBRERO/2023 O

Cenizas

país— llevaron a la desaparición o a la profunda transformación de estos espacios tradicionales, sin que surgiera nada nuevo en su lugar. Eventos deportivos de participación masiva, expresiones de arte popular, fiestas patronales, conciertos barriales, incluso las corridas de toros y las peleas de gallos; todo ello era parte del desfogue que exige la naturaleza humana para sobrellevar la vida en sociedad.

Hay que resistirse a caer en el cómodo moralismo catastrófico. Siempre han existido episodios de extremo relajamiento de las costumbres —aunque sin la tecnología de comunicación para documentar y divulgar, que hacen que parezcan tan generalizados— y cada generación suele juzgar como decadentes a las que la suceden. Sin embargo, la sociedad necesita generar espacios controlados —dentro de lo posible— para atender esta importante faceta.

Por fin...!

Gracias a lo que la diosa de nuestro Olimpo ecuatoriano, la Artemisa Fiscal General Diana Salazar ha dispuesto, luego de haberle convencido al Juez Iván León, se reabrirá el proceso para encontrar los verdaderos culpables del asesinato del General Jorge Gabela, ocurrido hace diez años.

JAIME LÓPEZ En medio de la cruel pandemia y al baño diario de la mortandad desatada en muchos sitios, hay que proclamar que todavía existen en el país, seres en quienes creer y confiar nuestra esperanza, aparte de nosotros mismo, iluminando algo el túnel obscuro y enseñando la salida donde está el futuro por el que debemos jugarnos la vida propia y la de nuestros descendientes, olvidando la multitud de presagios que articulistas y referentes suscriben en las páginas de la prensa, haciendo a un lado sus criterios de que la jornada electoral será una pantomima, para convertirla en la obligación de salvar al país, sea como sea, imponiendo que si, la dignidad de la justicia y de los procesos judiciales aún existe en muchas cortes y tribunales ecuatorianos, las olas de corrupción no han ahogado a muchos jueces y fiscales, tenemos una sociedad políticamente organizada, integrada por millones de seres cuyos valores están allí, algo maniatados, pero que cortan diariamente la malla que quiere encerrarlos, cuyas voces de auxilio imponen sus sonidos y son escuchados, que es lo que en forma diaria, valiente y digna, la señora Fiscal Diana

Salazar lo hace. El valor inclaudicable de la Sra. Patricia Ochoa, viuda del General Gabela, su lucha permanente buscando justicia , pondrá en el lugar que merecen aquellos que contrataron al perito Meza para que disfrace lo que hicieron, y que el que amenazó al General sepa que no solo la televisión grabó su amenaza. Ojalá no aumenten los prófugos cuando el proceso termine.

Este artículo se publicó en enero de 2021, su autor de acuerdo a la Resolución ordenada por la CSJ, considera que se lo debe ampliar, porque se debe decirle este elemento que queda luego de una fogata o una buena combustión, que son los restos del combustible y el comburente, hay sinnúmero de canciones.

Sobre

El bolero ‘Solo cenizas hallarás’ es la historia de una pareja que vio su amor terminar por decisión de uno de ellos y al volver a pedir que el amor vuelva a ser el mismo, solo hay cenizas de ese combustible que una vez fue el amor. Raúl Pérez Torres hizo un cuento premiadísimo con el motivo de este bolero. También existe una novela del dominicano Pedro Vergés, que es un melodrama en varios capítulos con el mismo tema.

Las cenizas son un buen motivo para hablar del fuego del amor, del fuego pasional o del fuego sagrado, como lo cantaron Charly García y Luis Alberto Spinetta en ‘Rezo por vos’.

Pero es David Bowie, quien mejor puede expresar lo que queda luego de una combustión terrenal, profana y humana. Luego del resplandor que tiene el mundo, las cenizas vuelven a las cenizas, el temor al hedor y todo va de mal en peor, pues el planeta, desde la altura era maravilloso y cuando se llega al suelo, se presenta la desgracia y la miseria del ser humano.

Las “cenizas a las cenizas, del temor al hedor, de mal en peor” es un estribillo que remite, además, a estar en el destello de la sobriedad, que brillemos y no volvamos a ser cenizas que hieden… al argentino Meza, que sus considerandos sobre la resolución de la CSJ son muestra de ignorancia manipulada, ofensivos e insultantes que debe ser castigada como merece un delincuente que no desea decir la verdad, que oculta que la copia de la tercera parte del informe está en su poder, porque es de lógica elemental pensar que quien fue contratado para saber quienes ordenaron el asesinato del General Gabela, no puede decir la estupidéz de indicar que no tiene en su archivo el trabajo profesional que hizo.

Las cenizas tienen múltiples significados. Y quien quiera usarlas el día de hoy, bien puede ponérsela en la frente, leer un cuento de desamor, o escuchar a Bowie con esos teclados estelares que semejan a chirridos que estrujan el alma cuando uno toma las cenizas entre las yemas de los dedos. Somos cenizas de un bello resplandor, pues con cada día volvemos a refulgir y a consumirnos; somos cenizas del día anterior y de ellas nacemos, como el ave Fénix; somos como Ícaro, que volamos al sol y caemos constantemente. Y las cenizas que dejamos en cada vuelo son el rastro de nuestra experiencia, buena o mala.

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