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Respuestas urgentes, presidente Lasso

La evidencia es contundente y las implicaciones gravísimas. El Gobierno del presidente Guillermo Lasso debe elegir ahora entre la transparencia — aunque ello implique exponer sus trapos sucios y poner en evidencia a gente de sus propias filas— y la terquedad de empezar a tapar, sucesivamente, mentiras con más mentiras. Finalmente, una serie de hechos antes incomprensibles comienzan a cobrar sentido — el sonado y nunca explicado retiro de visa americana del general Víctor Araus , la pasividad de la mafia albanesa mientras el enfrentamiento de bandas sacudía al país, la condescendencia imperante ante la presencia de prontuariados como Rubén Cherres en el círculo de influencia del régimen, los nombramientos de personas con perfiles dudosos en cargos determinantes—.

De nada le servirá ahora al régi- men guardar silencio, culpar a otros o buscar distraer a la ciudadanía. El país necesita saber quién ordenó archivar una investigación que, a todas luces, ilustraba las incómodas conexiones de gente cercana al régimen. Es urgente, asimismo, esclarecer cuán profundo penetraron en el régimen actual los tentáculos de esas organizaciones criminales. Por último, el Gobierno debe informar qué y cuánto sabía el presidente Guillermo Lasso.

El ‘lassismo’ lleva mucho tiempo descalificando a sus opositores y críticos como agentes del narcotráfico. Miles de ecuatorianos han muerto bajo las balas del crimen organizado mientras el Presidente y su equipo elevan arengas, promesas y llamados a la unidad. En ese contexto, por un elemental sentido de decencia, el régimen no puede permitir que esto quede sin respuesta.

En su papel imperial, Estados Unidos se considera con plena potestad para intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos y caribeños, lo que significa flagrante violación a los principios básicos del derecho internacional y una grosera y permanente violación a la libertad, soberanía e independencia de las naciones. Así ocurrió con Cuba, Nicaragua y hoy Venezuela, a la que ha impuesto una serie de sanciones porque esos gobiernos se apartaron de los lineamientos y órdenes de la Casa Blanca.

La Revolución Bolivariana de Venezuela es un significativo p roceso político, ideológico, social y económico, comenzado por el presidente Hugo Chávez con fundamentos históricos iniciados por Simón Bolívar y en las doctrinas del maestro Simón Rodríguez, quien sostenía que América Latrina debe “inventar su propio sistema político”. Chávez advertía que Venezuela había iniciado la revolución antiimperialista para impulsar el patriotismo latinoamericano y construir un nuevo sistema, capaz de promover la justicia social, la igualdad y la fraternidad entre todos y todas.

Naturalmente que la revolución venezolana se enfrenta a diversos problemas derivados de las sanciones imperiales que soporta, ya que ni siquiera pudo comercializar -exportar- los hidrocarburos que son su principal fuente de ingresos, pero pueblo y Gobierno han resistido todos los embates imperiales. En este año 2023 persistirá el liderato opositor de Estados Unidos y podrían continuar los diálogos entre oposición y Gobierno en México. Lo real es que el Gobierno de Maduro continuará, con firmeza, en sus proyectos de cambio revolucionario y profundización de la democracia que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo que participará en las próximas elecciones presidenciales programadas para 2024.

JUAN FRANCISCO MORA ro de 2023 marca un nuevo giro hacia la izquierda.

La factura del 5 de febrero

Las recientes elecciones seccionales constituyeron un punto de quiebre en la historia contemporánea de Ecuador. Vista de forma panorámica la línea del tiempo de la política nacional, el 5 de febre-

Aunque probablemente no deberíamos hablar tan precisamente de un giro ideológico, sino de la forma que tiene la población de reaccionar ante la gestión del gobierno en funciones. Con la memoria fresca, a la gente le ha resultado inevitable comparar las circunstancias del país y su calidad de vida entre los últimos tres gobiernos; de allí ha sacado sus propias conclusiones y las hizo saber en las urnas.

El pueblo se expresó con claridad: dejó de creer en un gobierno que no ha logrado resolver sus demandas básicas. En consecuencia, le abre las puertas y entrega su confianza a los actores políticos antagónicos.

Este hecho nos deja varias lecciones. Aprendimos, por ejemplo, que debilitar el sistema público de salud impacta directamente en los millones de compatriotas que no tienen la posibilidad de acceder a servicios privados y cuyo derecho se está vulnerando.

Quedó muy claro que desfinanciar, desabastecer, desarmar, dejar sin personal a la salud pública le pasó una factura carísima al gobierno del presidente Lasso; una factura ciudadana llena de dolor, de indefensión, de impotencia, de indignación y de rabia.

Desde su perspectiva ideológica, el actual gobierno quizá tiene sus razones para tomar las decisiones que ha tomado para ‘dejar morir’ la salud pública; cualquiera que sean esas razones, las consecuencias ha sido devastadoras para la población y realmente fulminantes para los más pobres.

Hasta podría parecer que se lo hace desde una lógica de mercado: ‘dejar morir’ la salud pública para promover la creación de un nuevo mercado de consumo de salud privada. Pero seguramente no es así, porque hacerlo de esa manera sería un acto inmoral en contra del país y un acto criminal en contra de los más pobres y desprotegidos.

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