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El principal problema
Nohay día en que no se informe sobre asesinatos —en algunos casos, verdaderas masacres—, secuestros, extorsiones, atentados y más delitos de esta índole que se perpetran en nuestro vapuleado país.
Muestras de lo aseverado: a la medianoche del sábado, 29 de abril, en pleno estado de excepción, al menos diez muertos y varios heridos dejó un ataque realizado con fusiles a personas que, en el suburbio guayaquileño, en un taller mecánico, estaban mirando la transmisión televisada de un partido de fútbol. A esas mismas horas, en Atacames, fueron acribilladas, asimismo con fusiles, cuatro ciudadanos y heridos otros que se encontraban en un sitio de diversión nocturna.
Se ha disparado a la vivienda del exalcalde de Esmeraldas, Ernesto Estupiñán, ubicada en el centro de la mencionada ciudad. Un poco antes, en la vía Guayaquil-Playas fueron emboscados dos miembros de la Armada Nacional que se movilizaban en un vehículo, cuando salían de Posorja; falleció uno de ellos, el otro quedó gravemente herido. Tres guías penitenciarias, que se hallaban almorzando en un sitio de comidas, frente al complejo carcelario guayaquileño, perecieron acribilladas. Policías han fallecido en el cumplimiento de su deber, cual el caso de un sargento, de 18 años de servicio en su institución, que murió al enfrentarse con malandrines que asaltaron un restaurante localizado en el Puerto Principal. Espeluznan las matanzas en las cárceles. Lo mencionado no es más que un breve muestreo de lo que acontece, incluso actos terroristas, producto del imparable accionar de la delincuencia criolla asociada al crimen transnacional organizado, por lo cual el Presidente de la República ha reconocido que la inseguridad es el principal problema de Ecuador. Sin duda, un acierto del mandatario haber designado a los prestigiosos generales de nuestras Fuerzas Armadas, Paco Moncayo y Wagner Bravo, consejero y secretario de Seguridad Pública, respectivamente.
que cuente con el consenso de la mayoría de sus miembros. No importa las volteretas jurídicas que se dé Villavicencio y que cuente con un criterio del procurador general del Estado al respecto, la cuestión es política al no ser capaces de elaborar un documento que logre los apoyos suficientes para ser aprobado y por tanto la comisión le ha fallado a sus integrantes y al país, sin tirar luz a las cuestiones en torno al juicio y oscureciendo aún los hechos y las razones que justifiquen el archivo o la destitución y censura del Presidente.
Ahora, la gran cuestión alrededor del juicio, es que en 2008 de forma malintencionada o en desconocimiento absoluto de política y derecho comparado, se inventaron un proceso sin parangón en el mundo que pone como causales de destitución delitos pero, no requiere enjuiciamiento previo, que necesita del dictamen de la Corte Constitucional en su calificación y que confunde a penalistas, constitucionalistas y administrativas sobre el alcance de la lla- mada “responsabilidad política” y lo que se debe o no probar para que se configure esta.
No nos hagamos lío, el juicio político, impeachment o moción de censura, son figuras que califican y votan la confianza que el órgano legislativo en representación de la gente y, principalmente en razón de los pesos y contrapesos institucionales tiene sobre el ejecutivo, tiene que ser llevada con responsabilidad y requiere una mayoría calificada para que varias fuerzas políticas coinciden en la necesidad de un cambio rumbo, frente a la pérdida de confianza en el presidente.
La pregunta que debería guiar la discusión nacional es esa, ¿la gente sigue confiando en el presidente Lasso? Creo que la respuesta es más que evidente.
Tristemente la compra de consciencia, con el reparto del colchón, ha puesto en manifiesto cómo se caen a pedazos los partidos políticos, más allá del famoso peculado y el contrato de FLOPEC con Amazonas Tanker.