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Nuestro oro y nuestras crisis
Conforme una nueva crisis financiera amenaza con gestarse —tras el colapso del Silicon Valley Bank y el desplome de las acciones del Credit Suisse—, el precio del oro sube. Varios expertos advierten que el pánico actual, sumado a los efectos de la impresión desmesurada de papel moneda durante la pandemia, conducirá probablemente al precio del oro a un récord histórico. Este es el momento de tomar en serio la vasta riqueza aurífera que tiene el terriorio ecuatoriano.
A diferencia de otros países con indicadores similares y pese a su vulnerabilidad frente a los fenómenos externos, la diversidad de recursos con la que cuenta Ecuador permite que siempre exista al menos un sector que compense las pérdidas del resto . Durante la pandemia, las exportaciones de alimentos tuvieron un exce- lente momento, justo cuando el petróleo se iba a pique. Un par de años después, tras la invasión rusa a Ucrania, la situación se invirtió; la agroexportación se vio afectada por la disrupción de insumos, mercados y sistemas de pago, pero el precio del petróleo subió pronunciadamente. En épocas como esta, la minería podría significar una gran diferencia estabilizadora.
Sin embargo, el país parece no aprender la lección. El descuido del sector petrolero hizo que la producción descendiera en los momentos en que más se hubiera beneficiado el país del precio internacional. La falta de acuerdos comerciales impidió aprovechar los mercados de alimentos en años clave. Ahora, la incomprensible demora en el desarrollo del sector minero conllevará otras oportunidades perdidas.
Estado de opinión
El desarrollo tecnológico y el poder tener un ‘pequeño satélite’ en la mano, nos ha acercado a la información y también a la ‘infodemia’ (sobreabundancia de información) que obliga a tratar de seleccionar cuando ésta es real y cuando oculta otro tipo de intereses, generalmente económicos, me refiero ‘al culqui’ que tanto gusta a los políticos diezmeros/ras.
Otro ataque cibernético de opiniones lo cometen permanentemente una cantidad de Trolls que venden sus conciencias por ‘el guiso’ para desparramar basura en redes sociales. Son parte del equipo que vende humo y esperanzas a través de quien adoran como a un Dios.
No hay límites para opinar en redes sociales, allí los delincuentes cibernéticos utilizan falsos contactos y varios links. La intención es llenar de propaganda basura, son cobardes que se avergüenzan de ellos mismos, o de sus antecedentes, por eso se esconden tras un pseudónimo. Exponer abiertamente y demostrar de qué vivimos y en qué trabajamos, es parte de la honestidad. Quienes a la sombra viven boicoteando, es gente mediocre, que no se atreve a mirar a los ojos de sus hijos cuando estos les pregunten … ¿de qué vives o, en qué trabajas …?
Cristina Martín Jiménez, sostiene que: “la comunicación se ha constituido en un instrumento y en una maquinaria de guerra”. Especialmente cuando se opina con ligereza o contando verdades a medias.
Quienes influyen en la opinión pública ya no son solo los que escriben en los periódicos, o los que opinan en radio y televisión. Las redes sociales han copado muchos espacios y el ejército de Trolls está atacando desde diferentes partes del mundo, porque crecen y están financiados por grupos de poder que tienen mucho dinero acumulado, o encaletado, pero que no pueden usarlo como lo harían las personas que ‘lo han sudado honestamente’, por eso lo gastan en basura/s humanas y en porquerías a modo de noticias o falsas promesas.
historia, la sociología, la psicología. Vale recordar que aún somos racistas, machistas, feministas; la razón, creo, es que la igualdad solo existe en la matemática o en la geometría, no en la vida diaria y perenne. Es que los humanos no somos iguales sino parecidos, de ahí provienen envidias, amores, odios y tal vez el resto de siete pecados capitales y sus contras de buena fe. Contra lujuria, castidad; contra gula, templanza, etc. Añadiría: contra política, indiferencia suicida; contra fútbol, apagar el televisor.
En la novela de marras el narrador busca a su padre; un desconocido le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Pedro Páramo. Es un diálogo muy vívido con los muertos que saben el destino de los sobrevivientes, mediante un texto fantástico, cuya moraleja el autor deja a los lectores: perdemos el tiempo tal vez en tratarnos cada uno como único y superior al vecino o a la vecina, al colega. De moda está proclamar que las mujeres son iguales a los hombres, cuando muchas de ellas son mejores. Un maestro jesuita nos decía en el colegio que, en la vida, cuando dejemos las aulas, encontraremos mejores y peores que uno y que si encontramos dos iguales seguramente serán gemelos. Verdad que completaba: el estudio les hará diferentes y si conocen las humanidades clásicas casi completos.
Concluía: claro que desgraciadamente el dinero también te hace ‘mejorcito’, pues hasta ‘blanquea’, viejo prejuicio de un país mestizo. Triste, pero el dinero te hace a menudo ‘noble’, bien parecido e importante, a pesar de que en la forma y en el fondo todos somos Pedro Páramo, hermanos e hijos del mismo padre. La comentada novela indirectamente se acerca a la historia, sociología, política. Conozco que, en griego, historia significa investigación y verificación. Muchas veces considero que los sueños literarios nos podrían volver más humanos, solidarios y solo iguales en derechos, para no andar en guerras, ambiciones y robos.