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Una renuncia que abre puertas

Muchas veces los políticos creen que es cuestión de tiempo hasta que la gente termine dándoles la razón y por ello no tienen reparo en perpetuar dolorosos impases. El presidente Guillermo Lasso —al igual que el resto de miembros de Creo— acaba de demostrar fehacientemente que no es ese tipo de líder.

Al abstenerse de ser candidato en las próximas elecciones anticipadas, el aún presidente hace dos valiosas contribuciones al país. La primera es mantener viva la opción antiautoritaria en las próximas elecciones. Se ciernen sobre la democracia ecuatorianas amenazas desde diferentes frentes Ya no es solo el correísmo; también habrá qué vérselas con el populismo militarista y el ecologismo radical. Dispersar la tendencia democrática —mayoritaria— entre demasiados candidatos conlleva el riesgo de allanar el camino para una de esas minorías autoritarias. La segunda es abonar a que, en este momento de grave crisis, la gestión pública se vea libre de susceptibilidades políticas. Tanto el problema de seguridad como El Niño que se avecina requieren medidas urgentes y concertadas. Si las autoridades locales o los otros bloques políticos temen que esas gestiones tengan una motivación electoral solapada, probablemente condicionarán o limitarán su apoyo. Igualmente, este no es momento para que un mandatario tenga que dividir su tiempo y su atención entre la gestión y la campaña. Al retirarse de la contienda y garantizar que no apoyará a ningún candidato, Lasso invita a creer que el manejo de las crisis será prioritario y, dentro de lo que cabe, políticamente desinteresado. Ojalá el resto de actores sean capaces de escuchar el llamado y proceder con similar madurez.

PA b LO Esc AND ó N mONTENEGRO pescandon@gmail.com

Pamuk y las telenovelas turcas

Hoyes día de alegría y de festejo en Estambul, pues el gran cronista de la ciudad está de cumpleaños. El que ha contado más de una historia entre los arrabales de esta ciudad que fue cristiana y musulmana, romana y turca.

El Nobel de Literatura, en 2006, Orhan Pamuk está de fiesta hoy; cumple 71 uno de los mejores novelistas y que como muy pocos en los últimos años, se ha merecido el premio, pues sus libros no son solo grandes relatos, sino verdaderas maquetas de arquitecturas con pinceladas magistrales de un gran pintor.

Y es que Orhan estudió para ser arquitecto y además pintaba, pero un buen día en 1973 dejó todo eso y decidió que su profesión vital, es decir, que profesaría ese oficio toda la vida, era la escritura.

Leer a Pamuk es un deleite y un goce estético, también es un reto temporal, pues este autor no construye relatos que compiten con las telenovelas turcas, con estructuras simples de melodrama globalizado y que muestran un país que bien puede ser cualquiera de Occidente. No. Pamuk nos reta a que olvidemos la dinámica del ahora y del aquí, e impone un ritmo que anula el vértigo de las plataformas mediáticas.

Con las novelas de Pamuk aprendemos sobre la sociedad turca de verdad. Son tratados de cómo los habitantes de esta región se cuestionan sobre su espacio en el mundo: al ser la puerta de Oriente y querer seguir siendo parte de Occidente.

Pamuk no innova con sus novelas; al contrario, son estos mundos los que hacen que él no se repita en sus textos: allí radica su verdadera contemporaneidad, pues no es un autor solo de libros, sino que, como exestudiante de arquitectura y pintor, proyecta en las otras dimensiones su estética y su arte.

Las telenovelas turcas se caerán como un andamio mal unido, mientras que las novelas de Pamuk son edificios robustos, construidos para la eternidad y sin envejecimiento; eso las hace clásicas siendo contemporáneas. Orhan’ın dogum günü kutlu olsun. (Feliz cumpleaños, Orhan)

Varias damas se ofenden con la aberrante ingeniería social, que trata a la mujer como sujeto incapacitado, al que tiene el Estado que acudir en su auxilio, para que conste en una papeleta electoral , lo cual degrada las históricas luchas de la mujer por el derecho al voto, por la igualdad ante la ley.

El acceso a una dignidad de elección popular, a un cargo público, debe sustentarse en la aptitud e idoneidad, no en un “igualador jurídico”. La ingeniería social impone extravíos como el CPCCS: “órgano estatal de control social”, lo cual es una anomalía, porque el control social es la actividad fiscalizadora de la sociedad civil hacia quien ejerce poder público delegado. El control social no puede provenir del sujeto a control, y peor aún ser designado por quien tiene que ser controlado (Estado). Del mismo modo, no pueden los delegados al ejercicio de una dignidad pública de elección popular, decirnos como debemos delegarles en una papeleta electoral. Es torpe que el mandatario ordene al mandante.

Además, la ingeniería social, trata a la mujer no con igualdad, todo lo contrario, la trata como minusválida mental , como la incapacitada que no puede ganar por si misma un sitio electoral, a tal punto que debe crearse una ley para ubicarla, no por sus méritos “per se”, sino por imposición estatal y la pone a confrontar con el hombre, la utiliza, para cumplir su objetivo: conflictuar. Todo ello afecta a la decisión del elector, que no puede votar de acuerdo a los atributos del candidato de su preferencia, porque está obligado a respetar una ley de cupo sexual que margina a su candidato, para dar lugar a alguien impuesto.

Si permitimos que la ingeniería social nos diseñe la vida, pronto emitirán una ley que establezca: “alternancia sexual en el poder”. Cuando gana un hombre, la próxima elección debe ganar una mujer, para ello obligarán que se candidaticen solo mujeres. La ingeniería social es una estupidez.

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