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La CONAIE obliga a elegir entre el derrocamiento y el caos

Desde que Leonidas Iza se encaramó a su presidencia, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) adquirió la mala costumbre de exigir cosas imposibles —desde los etéreos ‘10 puntos’ o los pedidos en las mesas que violaban todo principio legal o económico, hasta las insensateces de los últimos días—. Las disposiciones resultantes de su Consejo Ampliado buscan, con vil astucia, cerrar la puerta a cualquier iniciativa conciliatoria de parte del Gobierno e imponer su agenda, nuevamente de forma extorsiva, a todos los ecuatorianos.

Exige, como si fuera po ca cosa, la renuncia del presidente Guillermo Lasso y amenazan con un nuevo paro si es que el Gobierno opta por la llamada ‘muerte cruzada’ —absolutamente legítima y legal, en tanto está contemplada en el artículo 148 de la Constitución—. Quieren obligar a la ciudadanía a elegir entre el derrocamiento del Presidente y otra quincena de destrucción. ¿Es esa la ‘democracia participativa’ de la que tanto habla el movimiento indígena? Paralelamente, la dirigencia de la CONAIE lleva acabo una purga interna que apunta a la radicalización de la organización y a la consolidación de un liderazgo vertical e indiscutido. ¿Cómo pueden auto denominarse la ‘segunda fuerza política’ con semejantes fracturas internas?

Nadie ansía más un nuevo paro que el propio Leonidas Iza y sus acólitos. Su protagonismo se debe a los hechos de octubre de 2019 y junio de 2022, y necesita de episodios así para nutrirse. Sin embargo, astutos y pacientes, no quieren hacer ellos el primer movimiento, sino empujar al Gobierno a que lo haga.

Estados fallidos

Seles ubica en esta catalogación a los que no pueden solucionar las necesidades básicas de sus habitantes, además de manifiesta incapacidad para afrontar otros problemas no solamente de índole social y político.

Ubicado en el Cuerno de África, al oriente de ese continente que presenta otros países considerados también como ‘fallidos’, Somalia encaja en el primer lugar de este nada honroso registro: el 43% de su población vive en pobreza extrema (menos de un dólar diario), agravada por persistente guerra civil, sequía que genera imparable hambruna y muertes diarias por esta causa, arremetidas del terrorismo, como aquella que, en octubre de 2017, estremeció a la capital, Mogadiscio y produjo más de 300 muertos e incontables heridos, a más de grandes daños materiales en la zona del atentado, cuyo epicentro fue un hotel internacional. A más de lo anotado, la gravitación de clanes armados, enfrentados entre sí, lo que le hace prácticamente ingobernable.

Esta es una muestra de lo Estados en referencia, carcomidos por la desunión, las luchas intestinas, la violencia como lenguaje establecido, centenares de miles de desplazados, precarias condiciones socioeconómicas, falta de una visión unitaria y motivación nacional. Allí hay lugar únicamente para la desesperanza, el abuso, la inequidad, la crisis humanitaria, la generalizada corrupción, la ausencia de paz y desarrollo.

Factores adversos conducen a los Estados a volverse fallidos, condición de la cual es sumamente difícil salir. Por ello se vuelve imprescindible que especialmente los líderes sean auténticos, capaces y honrados, que busquen el bien común, que no se aparten del civismo que incentiva el orgullo de pertenencia, el amor a la patria, la búsqueda de adelanto, bienestar y prosperidad colectiva. Los Estados fallidos no son una ficción sino realidad latente, testimoniada en pueblos que perdieron su brújula.

tos. A rajatabla afirman que el Gobierno está relacionado con el narcotráfico, que existe una organización criminal, presidida por el presidente, que dirige el país. Para los correístas es casi como ‘escupir al cielo’, como lo acreditan los correspondientes juicios penales: ‘Arroz Verde’ o ‘Sobornos’, organizados desde el propio Carondelet.

Parten tales opositores de una investigación periodística, carente de evidencias y obtenida de fuentes ‘secretas’, lo que ya le vuelve dudosa. Una comi- sión ad-hoc de la Asamblea, se capta ya, presentará un informe sesgado, donde las conclusiones son las que les importarán a los opositores; informe que de seguro no será nada serio o reflexivo. Poco importará su nivel poco razonable y de nulo rigor jurídico

Una de las causas es el radicalismo político, pero como sus portaestandartes carecen de firmes ideas, utilizan adjetivos que se usan normalmente para caracterizar temas, discusiones o debates, desde luego con inmensa frivolidad.

La frivolidad es propia de personas que no conceden a las cosas la importancia que merecen, y solo piensan en los aspectos superficiales o de su interés. Lo opuesto es lo reflexivo, grave. La Asamblea actúa, en su mayor parte, con consideraciones frívolas, tiene ideas escasamente relevantes o poco dignas de tomar en cuenta.

Hay que exigir a nuestros representantes (que no son de Correa, Nebot, o Iza) que no rechacen las verdades molestas, que no las adulteren, o inviertan o las supriman adrede. Dejen ya de manejar ideas tendenciosas aparentemente revolucionarias. Son elementos de engaño y orientación ideológica. Debería, ya sé que es mucho exigir, haber exposic iones imparciales, sin bajos recursos. Lo exige el país, y una Patria amenazada por el caos y el narcotráfico. Lejos de internacionalismo baratos, al estilo Maduro, Ortega, DiazCanel o Petro, que no se atreven a decirse ‘comunistas’ y se llaman ‘izquierdistas’.

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