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Sangrar con dignidad
Esmuy probable que, gracias a la consulta, el país tenga pronto que despedirse de los ingresos derivados del petróleo del ITT. Con ello, resulta muy difícil que el esquema actual de dolarización del país logre sobrevivir. ¿Significa eso que el dólar dejará de ser la moneda que empleen los ecuatorianos? De ninguna manera, pero sí que tendrá que abandonar el sistema actual —rentista y distorsivo— para adoptar reglas más sinceras y sostenibles.
Pocos ecuatorianos están conscientes de la forma escandalosamente deshonesta como funciona nuestra dolarización. Para empezar, el Estado ecuatoriano garantiza divisas; algo inusual y absurdo, partiendo de que no puede producirlas. Segundo, garantiza los depósitos bancarios —algo de lo que suelen encargarse los mismos bancos, bajo la vigilancia de la Ley—, una medida que favorece a dos minorías en el país: banqueros y usuarios de la banca. Tercero, la entrada y salida de divisas —las importaciones y exportaciones— se manejan a través del Banco Central. Al transferir al Estado el riesgo, todas estas reglas perversas han beneficiado a la burocracia dorada, a la banca y a los importadores, a costa de todo el resto.
Sin los más de mil millones anuales del ITT y sin mucho más margen de endeudamiento, al Estado le va a resultar más difícil garantizar los dólares de la economía. Sería mejor pasar a un sistema en el que el Gobierno cobre y pague en dólares, pero en el que, en el caso de ciudadanos y sectores privados, cada quién se encargue de conseguir sus divisas. Sería mucho mejor y veríamos cómo se produce un sinceramiento de precios, descenso de gasto público inútil y una reactivación de la producción local. Gracias a la revancha de la realidad, saldríamos, finalmente, de un problema en el que jamás debimos entrar. Ojalá sucediera también lo mismo con otras convenciones absurdas, como el Código Laboral y, especialmente, la Constitución de Montecristi.
¿Somos o nos hacemos?
Aparece la propuesta de no explotar la reserva petrolera del ITT por parte de muchos candidatos Quizás no somos, ni nos hacemos, pero definitivamente nos ven la cara. Ignoran el tema, nos mienten porque saben que necesitamos
La propuesta de entregar gratuitamente productos de higiene menstrua l es una de esas ideas a las que, racionalmente, nadie tendría que oponerse . Es una medida que, por un costo módico —alrededor de $160 millones, según los cálculos más pesimistas, para un presupuesto nacional de más de $30 mil millones—, tendría un impacto inmensamente positivo en la calidad de vida de un importante sector de la población . Las mejoras en productividad, desempeño educativo y salud implicarían una ganancia —o un ahorro— mucho mayor que esa cifra y la iniciativa podría dinamizar a todo un sector de la industria. Incluso si las cifras no jugaran a favor, no deja de ser una medida justa. La pobreza menstrual afecta a más de cinco millones de ecuatorianas , obligadas a asumir un costo muy elevado. Resulta difícil entender por qué el Estado ha dejado que esta iniciativa caiga en el olvido. Mientras la burocracia impone sus tiempos y sus prioridades, las ecuatorianas se ven obligadas a apelar a prácticas indignas y peligrosas. Resulta absurdo hablar de justicia, igualdad o libertad si se prefiere mirar a otro lado ante una circunstancia tan evidente y solucionable. No se puede permitir que la algarabía política desemboque en la desatención de temas como este o, peor aún, que se quiera presentar a un tema tan relevante como un asunto privado, tabú o minoritario; la actitud de los asambleístas y del Ministerio de Salud muestra la misoginia disimulada que reina en la sociedad.
Junto a la Corte Constitucional, bien podría el presidente Guillermo Lasso, otorgar rápida solución a este incapacitante problema. Una vez hecho, tengan la certeza de que nadie con un gramo de decencia se opondrá.
Pab Lo Escandón Mont E n Egro pescandon@gmail.com
En el Olimpo de la canción
Hoyse recuerda a Olimpo Cárdenas; fue con Julio Jaramillo uno de los intérpretes del vals y el bolero más reconocidos en las décadas del cincuenta y sesenta en Ecuador y en toda América.
Olimpo no es tan popular como ‘Jota Jota’ porque hizo toda su carrera en México y Colombia, en donde murió en 1991, pero su éxito no fue menor, tal vez hasta podría decirse que fue mayor que el de Jaramillo En Colombia, Olimpo Cárdenas es un ídolo, pues hasta muchos periódicos titulaban que él era el culpable de tantas muertes por despecho y desamor. Los enamorados no correspondidos se quitaban la vida entonando sus canciones o poniendo un disco suyo, como ritual de tránsito hacia la otra dimensión. De allí se proyectó a México, en donde se radicó por varios años para regresar luego a Colombia con su esposa.
Así como existió la disputa entre The Beatles y The Stones, entre los seguidores de Soda Stereo y Los Redonditos de Ricota, en Ecuador hubo los seguidores de Jota Jota y los de Olimpo Cárdenas. Aquí ganó Jota Jota, pero en Colombia, se lo llevó por mucho el Olimpo del bolero.
Olimpo Cárdenas fue un suceso internacional en un tiempo cuando las comunicaciones eran lentas y todo dependía de las estaciones de radio y las disqueras para poner sus éxitos y hacerlos comerciales. Su figura ha sido devaluada en nuestro país, quizá porque no hizo base aquí para triunfar o pelearse la popularidad con Julio Jaramillo, pero fue tan importante para el bolero y el vals en América, como lo fueron Daniel Santos, Lucho Gatica o Leo Marini.
Olimpo Cárdenas fue un suceso de la música popular y es importante recuperar, analizar y contar ese éxito internacional, pues ahora el ‘éxito’ no se mide con la misma vara y es importante conocer las variables de la industria y de lo que ahora es este, efímero o permanente, en la industria musical y del espectáculo.
Nadie más entrará al Olimpo del bolero, como lo hizo Cárdenas en México y Colombia.
los recursos petroleros, y —para variar— olvidan contar con un plan de contingencia para generar los recursos que el país necesita.
Tal vez somos y al mismo tiempo nos hacemos, porque parece obvio que desconocen la existencia de 90 bloques de explotación de petróleo en la Amazonía ecuatoriana, que tiene alrededor de 850 millones de barriles de petróleo. Ecuador es un país pobre, endeudado, con muchas necesidades. No nos podemos dar el lujo de no explotar responsa- blemente el petróleo. El costo social sería altísimo. Más pobreza, menos recursos para nuestra gente, menos recursos que requiere el país.
Pero, es importante también mirar nuevas fuentes para generar recursos. El gas natural, por ejemplo. Tenemos el Campo Amistad, que cuenta con 85 millones de pies cúbicos de gas que generarían recursos importantes para el desarrollo.
¿Somos o nos hacemos?, ¿o es que nuestros funcionarios terminan entregados a los intereses de los intermediarios? Ecuador es el exportador de camarón más grande del mundo (cuya energía se genera a base del contaminante diésel), También somos el país que más consume Gas Licuado de Petróleo (GLP) por habitante en el planeta (88 KG/persona año), un tipo de gas más caro y contaminante, que además importamos al 100%.
Ecuador requiere de un Gobierno que optimice el recurso económico, que reduzca la burocracia y que, a la vez, busque alternativas más económicas y eficientes para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Que nos saquen de la dependencia de la explotación petrolera y nos lleven a la prosperidad económica diversificando las fuentes de ingresos. El gas natural es una alternativa real y el nuevo Gobierno debe considerarlo
La situación de Ecuador exige que dejemos de llenar los bolsillos de los intereses petroleros con sus intermediarios incluidos y nos liberemos de esta mafia de una vez por todas. No somos, ni nos hacemos. La clase política debe dejar de vernos la cara. ¡Por más libertad, menos Estado y más prosperidad!