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Pan y circo

El tumulto generalizado que se vivió en los festejos de carnaval en Salinas —cuyas escandalosas escenas han pululado por las redes sociales— conmocionó a amplios sectores de la ciudadanía. El grado de furor, los inusuales sitios que sirvieron de escenario y la inmensa cantidad de participantes despertaron, con vigor renovado, las usuales denuncias de retroceso cultural y decadencia de las costumbres. Pero no basta con escandalizarse; se necesitan alternativas.

Sin justificar los desmanes y sus consecuencias, toda sociedad requiere espacios, celebraciones e instituciones para entregarse, esporádicamente, al esparcimiento exaltado y dejar a un lado las inhibiciones. En el caso de Ecuador, una serie de factores —la pandemia, la mojigata inoperancia de autoridades locales, el fervor ideológico, la transformación socioeconómica del país— llevaron a la desaparición o a la profunda transformación de estos espacios tradicionales, sin que surgiera nada nuevo en su lugar. Eventos deportivos de participación masiva, expresiones de arte popular, fiestas patronales, conciertos barriales, incluso las corridas de toros y las peleas de gallos; todo ello era parte del desfogue que exige la naturaleza humana para sobrellevar la vida en sociedad.

Hay que resistirse a caer en el cómodo moralismo catastrófico. Siempre han existido episodios de extremo relajamiento de las costumbres —aunque sin la tecnología de comunicación para documentar y divulgar, que hacen que parezcan tan generalizados— y cada generación suele juzgar como decadentes a las que la suceden. Sin embargo, la sociedad necesita generar espacios controlados —dentro de lo posible— para atender esta importante faceta.

Cenizas

Sobre este elemento que queda luego de una fogata o una buena combustión, que son los restos del combustible y el comburente, hay sinnúmero de canciones.

El bolero ‘Solo cenizas hallarás’ es la historia de una pareja que vio su amor terminar por decisión de uno de ellos y al volver a pedir que el amor vuelva a ser el mismo, solo hay cenizas de ese combustible que una vez fue el amor. Raúl Pérez Torres hizo un cuento premiadísimo con el motivo de este bolero. También existe una novela del dominicano Pedro Vergés, que es un melodrama en varios capítulos con el mismo tema.

Las cenizas son un buen motivo para hablar del fuego del amor, del fuego pasional o del fuego sagrado, como lo cantaron Charly García y Luis Alberto Spinetta en ‘Rezo por vos’.

Pero es David Bowie, quien mejor puede expresar lo que queda luego de una combustión terrenal, profana y humana. Luego del resplandor que tiene el mundo, las cenizas vuelven a las cenizas, el temor al hedor y todo va de mal en peor, pues el planeta, desde la altura era maravilloso y cuando se llega al suelo, se presenta la desgracia y la miseria del ser humano.

Las “cenizas a las cenizas, del temor al hedor, de mal en peor” es un estribillo que remite, además, a estar en el destello de la sobriedad, que brillemos y no volvamos a ser cenizas que hieden…

Las cenizas tienen múltiples significados. Y quien quiera usarlas el día de hoy, bien puede ponérsela en la frente, leer un cuento de desamor, o escuchar a Bowie con esos teclados estelares que semejan a chirridos que estrujan el alma cuando uno toma las cenizas entre las yemas de los dedos.

Somos cenizas de un bello resplandor, pues con cada día volvemos a refulgir y a consumirnos; somos cenizas del día anterior y de ellas nacemos, como el ave Fénix; somos como Ícaro, que volamos al sol y caemos constantemente. Y las cenizas que dejamos en cada vuelo son el rastro de nuestra experiencia, buena o mala.

Según datos del Ministerio del Interior, solamente en enero de este año se registraron 162 muertes violentas, 58 de ellas, en Guayaquil. Esa cifra récord superó en un 60% al número de enero de 2022, que era de 100.

Las fuerzas políticas, representadas en la Asamblea y sus voceros, se encuentran más interesadas en sus cálculos egoístas y no en el país. Empecemos con el primer Joker de esta película de terror, Leonidas Iza, quien amenaza con paralizar de nuevo el país. Y es importante recordar que, la última vez, ese mismo capricho del ‘líder indígena’ le costó al país aproximadamente $1000 millones.

Por otro lado, el prófugo en Bélgica, este Joker oportunista que saca nuevamente las garras. Ahora, que siente una aparente fuerza busca atentar contra la democracia, desestabilizando con sus mensajes a un Gobierno que, aunque resulta nefasto, ganó su derecho en las urnas y tiene como deber y obligación pública cumplir sus promesas de campaña.

No podemos olvidar al gran perdedor de Guayaquil. Este Joker que a sus casi 80 años comienza a despedirse de la política por la puerta trasera, con pésimos y clásicos manejos de la vieja casta. El típico insulto, la ofensa constante y, sobre todo, la falta de gestión, le llevaron a perder su hegemonía de 30 años.

Además, el nerviosismo que generan los caudillos ha sido uno de los importantes responsables de que el riesgo país, al 16 de febrero de 2023, alcance los 1.632 puntos, nivel del registrado durante el paro de junio de 2022.

El país vive momentos de desidia, desorden e inseguridad gracias a estos políticos irresponsables, que manejan la institucionalidad del país con el estómago. Lo cierto es que, lamentablemente, nuestro Ecuador cada vez se acerca más a una Ciudad Gótica donde abundan los villanos parecidos al Joker, mientras estamos en manos de un Presidente que, en lugar de parecerse a Batman, resulta una combinación de Pinocho con Gasparín: mentiroso, invisible y blandengue.

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