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Conocimiento y resolución sobre informes de Comisario
PABLO BALAREZO
Tipologías de las masas
Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos, que no les gusta y adoran los errores, que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima.” Gustave Le Bon.
La influencia de la inconsciencia, misteriosas mafias enquistadas en los diferentes pensamientos populistas, individuos perturbados por una especie de alma colectiva pensando e influenciando a otros individuos para ejercer simultáneamente el virus de la corrupción en los diferentes estratos gubernamentales.
Masa que no lee ni le importa defender el patrimonio político, económico y social de la patria, solamente le interesa el acomodo, donde la toxina del atraco, desfalco, falsedad contable, y experticia para hacer el mal, complementan su psicología individual, que, según Freud, “ese individuo piensa, siente y actúa de un modo absolutamente inesperado y distinto. Al respecto Oswaldo Hurtado comentó: “Cómo puede eliminarse la corrupción en América latina, si una decena de expresidentes envían una carta a las autoridades de Interpol, solicitando que no se emita la orden de apresamiento del expresidente del Ecuador, Rafael Correa, a pesar de haber sido condenado en tres instancias por jueces que él nombró, investigado por una severa fiscal de carrera e incriminado por su propia secretaria y asesora, a la que encargó llevar el registro escrito de los sobornos pagados por compañías constructoras y sus beneficiarios.” Lo señalado por Sigmund Freud y Gustavo Le Bon permite entender y afirmar, que lo señalado en líneas anteriores ha establecido una real y recíproca identificación del yo, que el dominador despoja al atribuirse la voluntad del sumiso. En definitiva, el sumiso cambia al ideal encarnado en el líder.”
CARLOS FREILE
La Edad del Estiércol
La entrevista del presidente
Tomo esta expresión del conocido ensayista mexicano Alfonso Reyes para aplicarla a nuestra época en el Ecuador. A ello me ha llevado el espectáculo representado por diversos políticos a raíz del asesinato de una señora. La utilización de los muertos para fines personales no siempre honestos ha sido frecuente en la Historia de la Humanidad y en la Literatura; recordemos el discurso de Marco Antonio junto al cadáver de Julio César en la tragedia de Shakespeare. El ambiente de estercolero se da también por la puesta en escena del
En horario ‘prime-time’, desde un canal público y con un muy benevolente entrevistador, Lasso lo volvió a hacer. Todas las condiciones le jugaban a su favor, sin embargo, no atinó a estructurar un discurso coherente y esperanzador. Ya ni siquiera considero que son errores de un político novato o que se niega a seguir las recomendaciones de su equipo asesor; he llegado a la conclusión de que sencillamente el presidente es así. El discurso sobre la muerte de María Belén Bernal no ha variado y parecería que
ÍTALO SOTOMAYOR MEDINA
supuesto duelo, con manifestaciones de reinvindicaciones políticas y electoleras y no de sentido dolor.
También expelen un repelente olor a letrina los intentos de sacar provecho económico, y político, no faltaba más, de muertes trágicas ocurridas bajo la responsabilidad oculta de quienes buscan medrar por ellas; tal el caso de las víctimas de los actos subversivos de octubre 2019 y junio 2022. Aquí el mal olor aumenta por la dosis de cinismo que acompaña a estas reinvindicaciones revolucionarias.
‘Edad del Estiércol’ resulta la mejor descripción de nuestro entorno cultural, no solo por la necrofilia politiquera, sino por un sinnúmero de hechos denigrantes, contrarios a la mínima limpieza moral. No me refiero solamente a diversos actos de violencia delicuencial, sino a las actitudes de asambleistas y activistas, de árbitros y jugadores, de estudiantes y ejecutivos… Si “algo olía a podrido en Dinamarca”, todo huele a excremento en el Ecuador; seré generoso: “casi todo”, pues todavía podemos encontrarnos con personas honestas de vida limpia, no necesitadas de toneladas de jabón para erradicar malos olores.
Esos malos olores que emanan de quienes roban sin recato y de sus cómplices y encubridores enquistados en la política y en la judicatura; emanan también de los comerciantes sin escrúpulos vendedores de bienes dañados; de quienes no pagan sus deudas ni cumplen sus contratos; de estudiantes tramposos y docentes chantajistas; de historiadores y periodistas sin memoria o con memoria selectiva, con un triste etcétera.
hasta lo banaliza. Con mucho acierto, Rafael Cuesta le cuestionó si la demolición del edificio de la Policía Nacional contribuía al debate actual, a lo que Lasso respondió que necesitamos construir edificios (públicos) con identidad de género. Más allá del disparate, que espero que su equipo se lo haya recriminado, ha quedado desnudo el pensamiento presidencial. Parecería que piensa que la defensa de los derechos de las mujeres, tan solo merece bloques, cemento y una mano de pintura.
Cuando la entrevista empezó a analizar los temas de seguridad, narcotráfico y delincuencia, el presidente tan solo atinó a decir, mientras mostraba un folleto, que el plan de seguridad nacional se encuentra listo. Es decir, pidió a su equipo que le haga una carátula bonita, lo empaste y lo ponga en su escritorio, para no decir nada en televisión nacional. Claro, nadie le pide que cuente todos los detalles, como bien dijo, mucha de la información que maneja es reservada; pese a aquello, al menos hubiese construido un mejor argumento si nos decía las acciones que tomaría al respecto: equipamiento y capacitación para la policía, proyectos normativos, creación de políticas públicas, entre otros.
Lo que se esperaba es que nos dé luces, pero el permanente estado de penumbra del gobierno se mantiene. La improvisación sigue siendo la tónica de Carondelet. Mientras tanto, los ciudadanos, desprotegidos e intentando sobrevivir.
CÉSAR ULLOA
¿Qué democracia tenemos?
Apenas el 56% de “los ecuatorianos está satisfecho con el funcionamiento de la democracia en el país”, según el Barómetro de las América en su informe del 2021. Además, “el 44% toleraría que los militares tomen el poder cuando hay mucha corrupción, frente al 39% que toleraría un golpe militar por una emergencia de salud pública”. En otras palabras, la desafección por el sistema político es evidente. Hay una crisis de representación y aceptación de la clase política. Hay que salir del lugar común que dice, “las instituciones no funcionan”, porque estas no se manejan solas.
Un gran porcentaje de la crisis se explica porque quienes están al frente de las funciones del Estado y de los diferentes niveles de gobierno, sea por elección y designación, no están a la altura del país en su mayoría. Tampoco se puede reducir la problemática a las leyes, pues el cuento de toda la vida ha sido la confección de normas sin resultados favorables. La refundación de la patria sigue siendo un grosero recurso que, cada cierto tiempo, es usado por algún demagogo, quien además cree que la patria nace con él. El problema medular es la cultura política instalada y perpetuada por unas elites irresponsables, a las que ya no les alcanza el rabo de paja.
Lo escalofriante de los datos del Barómetro de las Américas es la tolerancia hacia una deriva autoritaria frente a un acelerado proceso de Estado fallido. Cuatro de cada 10 ecuatorianos ve una salida del descalabro político con la intervención de los militares. La inseguridad aviva aún más esa aspiración que tiene un gran porcentaje de la población. Parecería que miramos como esta olla de presión está a punto del primer pitazo. Sin duda, la solución no es inmediata, pues requiere de una nueva clase política y eso se cultiva en unos partidos que tampoco hay.
No aspiremos una nueva democracia si lo de fondo pasa por procesos de cosmetología sin ninguna trascendencia. Las elecciones locales son una prueba más, en donde debe traslucir el poder del voto como castigo a los malos o premio hacia quienes sí cuentan con credenciales.
KLÉBER MANTILLA CISNEROS
Pena de muerte, ¿y qué?
No es que el presidente Guillermo Lasso se volvió un espantapájaros asistido por gente mediocre para perder toda credibilidad, sino que la población entera y amplias zonas del país ya vivimos a merced del crimen organizado y pocos lo quieren aceptar. Los carteles de la droga dominan un gran espacio del sistema financiero y hace varios años se organizaron para ejercer su poder en bandas omnipotentes que reclutaron desde policías, marinos, generales y militares de tropa a funcionarios penitenciarios; de jueces, fiscales, alcaldes y embajadores a rectores universitarios y asambleístas con sus membretes políticos.
En poesía y con arrogancia ciega se pide el cambio de la cúpula policial; un abrumador anhelo la captura del policía feminicida Germán Cáceres; casi un gemido sensual a Pekín aprobar la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair llena de fisuras hasta colapsar la Amazonía; o aquel clamor al decir que se acabó la peste para llenar titulares; pero, en prosa se escribe el desencanto: el nexo de Leandro ‘El Patrón’ Norero y su magistral herencia repartida en testaferros y bancos; esa visita conspiradora de políticos zurdos a la Rusia invasora de Putin en plena guerra de misiles nucleares para promover el consumo de la ‘Bonita Banana’ de Alvarito Noboa. Algo como llamar al ‘capi Zapata’ para que en TV pinte corazones azules alrededor de los Lobos, Tiguerones y Lagartos para alejarlos de Choneros y demás sicarios.
Es que más vértigo saca la crónica roja y la pena de muerte de Don Naza que los análisis económicos para explicar: chulco y lavado de activos en bancos y cooperativas. O, desmenuzar los problemas de la gente cuando enfrenta el delito de extorsión y el asalto callejero como estilo de vida. El ajedrez narco-correísta trazado y otra ficha movida por el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación a espera de lo que decida el de Sinaloa en nuestros puertos y aduanas.
Con devoción casi religiosa, la gran prensa alza paraguas e insiste en asuntos de espantapájaros: en innumerables e inoficiosos viajes presidenciales, en una consulta para seguir en lo mismo; en ocultar la hegemonía del fracaso, de la mega corrupción repetida tres veces; y, desconocer por completo la pena de muerte ufana, ignota y legitimada en cárceles, cuarteles y hospitales.