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VIII Con “Ardilla” por el mundo

El “Pinzón”, 1961. Hora del rancho: Entre otros: Señor Ramón, Negrín, Mauricio, “Tanano” Goce, “Machinango”… “O Ardilla” debe de estar en la popa en otro grupo.

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El “Ballenato” llega a O Berbés a la descarga de jurel capturado en Cabo Silleiro.

Y tal como ha acontecido en Baiona en repetidas ocasiones, tan pronto como “Mino” se introduce en el mundo marinero, hereda de inmediato el apodo de su padre, “Ardilla”, que ya le quedaría también a él para siempre. Es verdad, que igual que su padre, fue un muchacho menudo fisicamente, pero sobre todo, muy espabilado y movido en el trabajo y en la vida cotidiana. De ahí que luciera con plena justicia el mismo apodo del padre.

Herminio Leyenda Pérez, “Ardilla” y Pilar Rodríguez Ratel, dos baioneses haciendo honor a sus apellidos. Él, como Leyenda, buen marinero; ella, como Ratel, mujer de empuje y trabajo, que no se arredraba ante las dificultades. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

De manera que después de ir al colegio para su formación elemental, tan pronto se lo permitió la legislación vigente, a los quince años y sin dudarlo un momento, Herminio Leyenda Rodríguez se convierte en marinero como lo era su padre y la mayoría de sus antecesores familiares.

El 22 de octubre de 1971, embarca por primera vez en el “Día Segundo” de Vigo, del armador José Puerta. La casi totalidad de su tripulación es baionesa. Faenan por la costa portuguesa “a la volanta” a la captura de merluza. Permanece un año y dos meses en este barco, y lo deja en diciembre de 1972.

Baiona, años setenta. El pesquero “Día”, atracado al muelle. Delante, Lucho, con visera blanca, y su hermano Nardo, el cocinero, con visera gris, primos carnales de la madre de “Ardilla”.

Años setenta. El “Día”, del armador vigués José Puerta. En la cabina, Tino “O Buzo” y Lucho. Delante, Arsenio, futuro suegro de “Ardilla”. (Archivo J.M. Fernández).

Baiona, 1967. El “Día”, con la mayoría de su tripulación baionesa. Entre otros: Tino “O Buzo”, Lucho, Arsenio… que serían compañeros de “Ardilla” al cabo de unos años. Formaban un grupo muy unido, de enorme compañerismo, y divertido cuando llegaba el momento oportuno. En la imagen, ya están celebrando el cabrito que va a preparar Nardo, el cocinero. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

En el “Día”, en 1967. Preparando la caldeirada. El que asoma su visera y su bigote por la izquierda es “Chiti”, hermano de Pastora, del “Soto”. En el centro, Pepe “Capelán”, Eulogio Rodríguez Ratel, “Galán” -tío de “Ardilla” por parte de madre-, Tino, Toño “O de Xosé”…

Es evidente que la niñez de “Mino” se vio rodeada por todas partes de familiares pescadores, tanto por parte de padre como de madre. De ahí nacería su vocación inquebrantable de ser marinero como ellos. Luego, a los quince años, en plena adolescencia, continuó en la mar en la misma situación que de niño, y pronto familiares y compañeros le abjudicaron el apodo de su padre, “Ardilla”.

En diciembre de 1972, embarca en el atunero“Arene”, de la armadora “Atunsa” de Bermeo. Pescan en el Atlántico por el Golfo de Guinea, y como barco “cañero” que era, utiliza ese arte tradicional vasco por primera vez. Después de algo más de un año, desembarca en abril de 1974.

Años setenta. El buque atunero “Arene” de Bermeo.

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en el puente del “Arene”.

En el barco “cañero” “Arene”, Dakar, 1973. “Ardilla” y un compañero santanderino. En el puente, el ferrolano Suso. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

El baionés Enrique Marcote en el “Arene”, diciembre de 1973. Primo de “Ardilla”, fue cantoautor y presidente de la Asociación de Canaricultores del Val Miñor.

Hoy en día, los barcos “cañeros” siguen su actividad tradicional en el País Vasco y en muchos lugares del mundo, entre ellos en el Golfo de Guinea, donde los propios vascos mantienen sus bases, y continúan en la pesca de bajura utilizando marineros nativos.

Barcos “cañeros” en faena. Con cebo vivo atraen a la manada de atún rojo, de la que los marineros van pescando cada pieza una a una. Para dificultarles a los atunes la visión del anzuelo, provocan una niebla en la zona de pesca con el lanzamiento continuo de agua. “Ardilla” confiesa que era una forma de pesca muy bonita.

Herminio Leyenda, “Mino”, a lo largo de sus cuarenta años de vida marinera, ha pescado con casi todas las artes tradicionales al uso: “á ardora”, “al palangre”, “a la volanta”, “al arrastre”, “al cerco”… y también, cómo no, con el arte de los “cañeros” vascos, que solían tener en sus tripulaciones muchos marineros baioneses.

Paso fugaz de “Ardilla” por el “Juan de Akurio” -de la misma compañía del “Arene”-, en el que permanece de forma provisional del 10 al 17 abril de 1974.

El “Juan de Akurio”, recogiendo el “salabardo” en el Atlántico.

Seguidamente se enrola en el“Ana Lidia” , de un armador de A Guarda. Faenan “a la volanta” a la merluza, y “Ardilla” sigue en este barco durante algo más de dos meses. Vuelve al País Vasco, y embarca en el atunero congelador “Playa de Bermeo”, de la armadora “Pesquera Vasco Montañesa”, “Pevasa”, construido en 1968 por “Astilleros Barreras” de Vigo. Fue el segundo de la larga lista de atuneros que a partir de entonces, salieron de las gradas y los talleres vigueses. Embarca en octubre de 1974, y permanece casi un año pescando en el Atlántico africano, hasta septiembre de 1975.

Logo de la compañía ”Pesquera Vasco Montañesa” de Bermeo.

Dakar, 1974. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en la cubierta del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Dakar, 1974. En el “Playa de Bermeo”, “Ardilla” ajusta en su cabina la radio del barco con la de su “panga”. Siempre fue muy habilidoso para mejorar sus condiciones de trabajo. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

1975. “Ardilla”, y sus primos Enrique y Rafael, subidos a la cofia del “Playa de Bermeo” en Dakar. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

Dakar, 1975. En grupo en un bar de la ciudad, y de paso, haciéndole publicidad a la firma “Provisionistas Marco”. De izquierda a derecha: los baioneses “Ardilla”, Enrique, Rafael y Ángel, y el cangués Marcos “O Choyo”.

Dakar, 1975. En la cubierta del “Playa de Bermeo”: “Ardilla”, el cangués Marcos “O Choyo”, y sus compañeros de Baiona, José, Quique, Carlos, “Vincios” y Juan. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Los baioneses “Ardilla” y Nito, y Marcos “O Choyo”. (Foto Estudios de Guédiawaye. Senegal. Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Abidjan, 1975. “Ardilla”, Enrique, Rafael y tres compañeros senegaleses, en la cubierta del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

1975. “Ardilla” y Rafael en el “Playa de Bermeo”.

Dakar, 1975. El baionés Enrique Marcote, el capitán Urbina y “Ardilla”, en el puente del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

El bravo “Mino”, dominado por el espiritu impetuoso y aventurero de su juventud, no tarda en iniciar un nuevo proyecto al dejar el “Playa de Bermeo”. Se traslada a Alemania, y se planta en Hamburgo a buscar trabajo, no sin antes pasar bastantes apuros tras agotar las treinta mil pesetas con las que había partido de Baiona. Acaba llegando allá en un camión de transporte.

Así que en Hamburgo, enero de 1976, “Ardilla” se enrola en la marina mercante, y embarca en el nuevo “Betis” -el viejo, ya desguazado, fue un barco con una enorme historia en la última Guerra Mundial-, con el que recorre medio mundo. Cruza el Canal de Suez, el Canal de Panamá, el canal alemán de Kiel, navega de un lado a otro de Canadá, hasta llegar al final del río San Lorenzo, y alcanzar la ciudad norteamericana de Chicago…

1938. El mercante “Betis”, por entonces del español José Morey, tuvo importantes conflictos con la aviación alemana en la última Guerra Mundial. En la época de “Ardilla”, ya había sido desguazado, y sustituido por un imponente “Betis” moderno. Era propiedad de una compañía alemana.

Mapa del Canal de Kiel.

1976. El buque mercante “Betis”, propiedad de una armadora alemana. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

<<Llevaba carga en general, un “bull-carry”. Además de mercancía de todo tipo en las bodegas, incluso petroleo, transportaba en la cubierta, contenedores, coches…>>

Canal de Kiel (Alemania), también conocido por NOK. Tiene 98 kms. de recorrido, y une el Mar Báltico con el Mar del Norte. Es el canal más transitado del mundo. Se tarda en cruzarlo siete horas más o menos, dependiendo del tráfico.

1976. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en su camarote en el “Betis”. Llevaba un mapa donde iba señalando las rutas que seguía el mercante.

En el mes de septiembre deja la marina mercante para incorporarse al obligado Servicio Militar. Desembarca del “Betis” en Rotterdam (Paises Bajos), el puerto más grande de Europa. Después de la enorme experiencia de visitar los mejores puertos del mundo, y recorrer las principales rutas mundiales del transporte, “Ardilla” ingresa en la Armada en noviembre de 1976. Tras el período de instrucción en Ferrol, lo destinan a la E.T.E.A. de Vigo.

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, durante el Servicio Militar en la Armada Española. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

<<Yo en la ETEA me encontraba de maravilla -cuenta “Mino” con una sonrisa-.Ya desde niño, me llamaban la atención los peluqueros. Total, que al llegar a Vigo, me fui voluntario a hacer un curso de peluquería a Cartagena. Al volver, sustituí al peluquero oficial del cuartel que se jubilaba, y desde ese momento pasaron por mis manos todos los marineros de la ETEA. Después, a la hora que me mandasen, iba a las casas de los sargentos, oficiales, comandantes… a cortarle el pelo a sus hijos, a sus esposas… Tenía entrada libre para salir y entrar del cuartel a cualquier hora, me sacaron las guardias…y aún encima reunía en propinas una buena cantidad al mes. Ya estaba casado y con una hija, y mi esposa Carmela recibía de muy buen grado el dinero que llevaba para casa. >>

Vigo, Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada, 1977. En formación especial en un día de fiesta. “Ardilla” está señalado con un puntito en la T.

“Ardilla”, en el comedor de la ETEA, en medio de dos compañeros.

<<Pero de pelar mucha patata y de los dieciocho meses del Servicio Militar, no me libró nadie. Permanecí sirviendo a la Patria un mes tras otro. >>

Vigo, 1977. Baioneses en la ETEA. Arriba: Pepe, “Ardilla” y Cani. Abajo: Peralba y Lyly. “La gorra de plato me la había cedido el sargento para la foto. Yo iba para cabo, pero nada más”, comenta “Ardilla”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

<<En la ETEA era el amo -recuerda “Mino”. Yo entraba en el bar de la marinería, o en la cafetería de los oficiales, y estaba invitado a todo lo que tomase. >>

Baiona, años setenta. A la izquierda, Carmela, la esposa de Herminio Leyenda. Éste, a la derecha, durante su servicio militar en la ETEA. Al dorso de esta fotografía, se anunciaba como “Barbero”, y proporcionaba el teléfono de contacto

Baiona, Praia da Concheira, principios de los años ochenta. Carmela y “Mino”, con sus hijos Verónica y “Minito”. Detrás, a la derecha, su sobrina Pilita.

Finalizada la “mili”, “Ardilla” regresa a la pesca en el palangrero ”Domonte Mandado”, de A Guarda, que faena por las Islas Azores “al mero”. Permanece una marea, de mayo a julio de 1978. A continuación se traslada al “Río Landro”, también de A Guarda, y también dedicado a la captura del mero “al palangre” por las Islas Azores. Cubre otra marea, de junio a octubre de 1979. En noviembre de ese mismo año, pasa al “Ares” , de la armadora viguesa “Vieirasa”, faenando “al mero” durante un mes escaso. En enero de 1980 embarca en el “Playa de Recaty”, del baionés Tito Naveira. Pescan en el Atlántico Sur, y abandona el barco en julio. En septiembre de 1980 se enrola en el palangrero“P. San Marcos” de A Guarda. Faenan en las Islas Azores “al mero”, y también se acercan a Irlanda a la captura de bonito. Después de seis meses, en febrero de 1981, deja este barco. Luego se enrola en el “Rodrigo Durán” de Vigo, desde mayo hasta octubre de 1981. Pescan mero “al palangre” por las Islas Canarias y por las Azores.

El pesquero de bajura “Rodrigo Durán”, en los años setenta, levantando un “zorro”.

En 1982, Herminio Leyenda se enrola como “panguero” en el buque atunero congelador “Itxas Ziérbana” , de la armadora “Pesquerías Sur Norte” de Arenas (Bilbao). Faenan por el Atlántico Sur, en el Golfo de Guinea.

Los “Albacora Dos y Uno” fueron vendidos a la compañía “Pesquerías Sur Norte”, que les cambia el nombre, y pasan a llamarse “Itxas Ziérbana” e “Itxas

Bermeo”.

Abidjan, 1982. “Ardilla” y el senegalés Sila, en la “panga” del “Itxas Ziérbana”

Abidjan, 1982. “Ardilla” e Iñaki, en el “Itxas Ziérbana”.

En el “Itxas Ziérbana” coincide con varios marineros de Baiona: Manuel López Goce “Crispín”, “Felino”, José “O Celtas”, Raúl… No había barco en el País Vasco que no contara entre su tripulación con marineros baioneses, además de gallegos de distintas zonas.

1982. En el “Itxas Ziérbana” en alta mar. De pie, “Ardilla”; abajo, un compañero vasco, y los baioneses “Felino” y Manuel López Goce ”Crispín”.

El “Itxas Ziérbana” navegando por alta mar. De izquierda a derecha: “Ardilla”, “Felino”, Manuel “Crispín” y Raúl, todos ellos marineros de Baiona.

Dakar, 1983. Los baioneses José “O Celtas”, Manuel López “O Crispín” y “Ardilla”, en el “Itxas Ziérbana”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Golfo de Guinea, años ochenta. En el comedor del “Itxas Ziérbana”, los marineros de Baiona, José “O Celtas”, Manuel “O Crispín”, “Ardilla” y Felino “Maño”.

En 1983, deja el “Itxas Ziérbana” y embarca en el “Monteneme”, de la armadora gallega “Calvopesca”. Faenan “al atún” por el Atlántico, en el Golfo de Guinea.

El atunero congelador “Monteneme”, en el puerto de Guanta (Venezuela).

Características Técnicas del atunero “Monteneme” Número IMO: 7043972 Vessel Type - Generic: Special Craft. Vessel Type - Detailed: Fishing Vessel Arqueo bruto: 980 DWT. Verano: 1081 t. Eslora Total x Manga Máxima: 51.08 x 11.11 m. Año de construcción: 1973

1983. Los baioneses Lito y “Ardilla”, en la Sala de Máquinas del “Monteneme”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

Gabón, 1983. “Ardilla” y los senegaleses Syla y Sar, en la “panga” del atunero “Monteneme”, trasladando el paño del saco al “Montecelo”. Ambos barcos pertenecían a la misma compañía. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

1983. “Ardilla”, Jon y Mamadú, en el “Montecelo”, tras el traslado en la “panga” del paño de red desde el “Monteneme”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

En su permanente ir y venir de un barco a otro desde sus inicios en 1971, Herminio Leyenda, “Ardilla”, se ha enrolado en diecinueve pesqueros diferentes -menos el mercante “Betis”-, y ahora, en 1982, once años después, embarcará en el atunero “Albacora Doce”, el número veinte de su recorrido por la flota.

En el “Albacora Doce”, “Ardilla” coincide con marineros baioneses: “O Aunuco”, Manolo “Poyoyo”, Fernando “Paniqueiro”, Manolo “O Pelos”…

Abidjan, 1982. En el “Albacora Doce”, los baioneses “Ardilla”, Arsenio “O Aunuco”, Manolo “O Pelos”, Yon y Manoliño San Cibrián. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Golfo de Guinea, años ochenta. El “Albacora Doce”, con la “panga” a un costado, que manejó “Ardilla” durante tres años.

Islas Canarias, 1982. “Ardilla”, al lado del helicóptero de rastreo del “Albacora Doce”. Los helicópteros han dejado de utilizarse en el Océano Atlántico y en el Índico por su elevado coste, pero en el Pacífico todavía siguen en uso.

Dakar, finales de los años ochenta. La “panga” del “Albacora Doce”, con “Ardilla” y un compañero senegalés. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Después de enrolarse en veinte barcos ininterrumpidamente a lo largo de su vida marinera, Herminio Leyenda hace un alto en el camino de la pesca, y acepta una oferta de trabajo como marinero del “Monte Real Club de Yates” de Baiona.

“Monte Real Club de Yates” de Baiona. Los pantalanes, con los amarres de los yates, a la derecha, delante de la Praia de A Barbeira. El club social, dentro de las murallas del Castillo de Monte Real, en el lugar conocido como O Cantiño.

<<Me ofrecieron ese puesto, y al final me quedé durante tres años, de 1985 a 1987 -explica “Mino”. Me tentaron, porque ese cambio me permitía ver crecer a mis dos hijos, y fue lo que realmente pesó para tomar esa decisión. Nunca había estado tanto tiempo en ninguno de los barcos en los que anduve. >>

Baiona, años ochenta. Carmela González Pousa, la esposa de “Mino”, con sus dos hijos, “Minito” y Verónica. En la actualidad, el chico es Mecánico Mayor Naval, y trabaja en una empresa de Madrid. La chica es empresaria de Robótica. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

<<Como marinero, hacíamos de todo: limpieza, vigilancia, pintábamos, reparaciones y salidas en los yates… hasta ejercíamos de albañiles. Por entonces me había decidido a reconstruir la vieja casa familiar, enteramente de piedra. Así que la tiramos abajo, y aprovechando la misma piedra, la construimos de nuevo. Esto supuso un gasto que no podía asumir con el sueldo pequeño del Club de Yates. >>

<<Aún encima me encontraba molesto porque no me querían hacer empleado fijo. De modo que entre una cosa y otra, lo dejé y volví a la mar… contando además que Eliseo, uno de los jefes de “Getusa”, me llamó ofreciéndome un contrato en uno de los atuneros de la compañía. De todas maneras yo salí en buena relación con el “Monte Real Club de Yates”. Cuando estaba de vacaciones en verano, siempre me llamaban para hacerme cargo de uno de los barcos de la organización de las grandes regatas, el “Príncipe de Asturias”, el “Trofeo Conde de Gondomar”, la prueba internacional en solitario “Le Figaro”… Llevé un año en mi barco a la Agencia Efe, otro a la TVE, al Jurado de la Regata… >>

Baiona, años noventa. Herminio Leyenda, “Ardilla”, en el “Nufer” -el yate del industrial vigués Fernández Tapias-, como parte de la organización de la “Regata Principe de Asturias”, que estaba próxima a comenzar.

Baiona, Monte Real Club de Yates, años noventa. El “Nufer”, del vigués Fernández Tapias -arriba a la derecha-, esperando la llegada del “Movistar” de Pedro Campos, para la “Regata del Principe de Asturias”. Arriba, a la izquierda, dos familiares de Fernández Tapias. Abajo: dos administrativos del club, y Herminio Leyenda, “Ardilla”, con visera, componente de la organización de la prueba deportiva. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

<<El “Nufer” se llamaba así -cuenta Mino- por las dos sílabas iniciales de los nombres de sus propietarios, Nuria y Fernando. Era uno de los mejores yates de Europa, con 47 metros de eslora. Al cabo de unos años fue vendido a un magnate griego. Por aquellos años estrenó barco en Baiona el Príncipe Felipe, el “Aifos”, regalo de su madre, la reina Sofía. El nombre del yate es el nombre de la reina al revés. Y ese mismo año, ya trabajando en la Sala de Máquinas del “Montefrisa Nueve” , me manda un aviso el Capitán para que subiera al puente. Yo iba temblando por el camino, temiendo una mala noticia, estábamos en Navidades… Al llegar me dice: “Así que alternando con los grandes ricachones europeos…”, y me enseña el “Interviú”, que publicaba esta foto en la portada, anunciando un reportaje interior sobre los grandes yates europeos, entre los que consideraban al “Nufer”. >

El 3 de diciembre de 1987, en Bermeo, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, firma su primer contrato con la armadora “General de Túnidos, S.A.”, “Getusa”, para embarcarse como “panguero” en el buque atunero “Montefrisa Nueve” o en cualquier otro de la compañía. Entre sus condiciones de trabajo, el marinero disfrutaría de dos meses de vacaciones por cada cinco embarcados.

Vigo, “Montefrisa Nueve”, de la armadora “Getusa” de Bermeo.

CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS

Número IMO: 7409176 Nombre: MONTEFRISA NUEVE Tipo de barco - Genérico: Pesca Tipo de barco - Detallado: Barco pesquero Estado: Activo MMSI: 359101000 Identificativo de llamada: YSC3216 Bandera: El Salvador [SV] Arqueo bruto: 1902 DWT Verano: 1400 t Eslora Total x Manga Máxima: 76.76 x 13.5 m Año de construcción: 1983

La compleja y gigantesca sala de máquinas del “Montefrisa Nueve”.

El buque atunero congelador “Montefrisa Nueve”, saliendo de la ciudad de Vigo rumbo a Cabo Verde. (Archivo CALF-VIGO-2015).

El “Montefrisa Nueve” en Vigo. Arriba, saliendo hacia Cabo Verde. Abajo, atracado en los muelles de Bouzas. Se puede observar en popa el lugar de amarre de la “panga” del barco. (Archivo CALF-VIGO-2015)

Abidjan, 1989. Herminio Leyenda, “Ardilla”, vigilando una maniobra en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

1982. El “Montefrisa Nueve” en plena faena. Arriba, “Ardilla”, recogiendo la red. Abajo: Manuel “O Crispín” y “Ardilla”, subiendo el “salabardo” lleno de atún.

Abidjan, años noventa. Varios marineros en el costado del atunero “Montefrisa Nueve”: Francisco, el vasco Jesús, los baioneses Kiko -contramaestre-, Manuel “O Crispín” y Jesús Goce, Josu, de Bermeo, el chileno Hugo… (Archivo familia López Goce).

Angola, años ochenta. En la “panga” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” con los senegaleses Mamadú y Aliú. Delante, Churi en un speedboat,.

Vigo, “Montefrisa Nueve”, años ochenta. En cubierta, “Ardilla” y Manuel “O Crispín”, abrazados al fondo. “En este costado del barco teníamos un banco hecho por nosotros -comenta “Ardilla”-, bautizado con el nombre de “Autobús”. En momentos fuera de faena, nos reuníamos allí para relajarnos, y acostumbrábamos a barrenar a fondo en torno a la familia”. (Archivo familia López Goce).

Abidjan, finales de los años ochenta. Manolo “Repolo” y “Ardilla”, en el comedor del “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Abidjan, finales de los años ochenta. “Ardilla”, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”, al lado de las luces de situación y el departamento de la radio, fabricadas y montadas por él mismo. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Abidjan, finales de los años ochenta. Trabajando en la cubierta del “Montefrisa Nueve”. Al fondo, “Ardilla”, cortando un pez espada con un hacha. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Captura en el “Montefrisa Nueve” de un “tiburón-ballena”, conocido por los marineros gallegos como un “pinto”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Costa de Marfil, años noventa. Los baioneses Manuel “O Crispín” y “Tanito”, recogiendo el pescado de cubierta después de la recogida de una “largada” en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

<<A principio de los noventa, el “Montefrisa Nueve” se desplazó al Mar Caribe a la campaña del calamar -cuenta el baionés Manuel “O Crispín”-. Llegamos hasta la Isla de San Vicente, donde fuimos recibidos con enorme entusiasmo por los lugareños. Nos cambiaban fruta por pescado, y los niños se acercaban al barco en canoas a negociar. >>

Isla de San Vicente (Mar Caribe), años noventa. El “Montefrisa Nueve”, fondeado en mitad de la bahía. Los lugareños se acercan en piraguas y balsas para ofrecer frutas a cambio de pescado. (Archivo Familia López Goce).

Isla de San Vicente (Mar Caribe), años noventa. Parte de la población de la isla espera en el pequeño muelle los resultados de la negociación con el buque español. En medio, un agente policial mantiene el orden de los pacíficos isleños.

Los niños se acercan al “Montefrisa Nueve” con piñas y plátanos.

El niño se aproxima en balsa al “Montefrisa Nueve”, fondeado en mitad de la bahía, para cambiar bananas por pescado. (Archivo familia López Goce).

Cuando llega un barco de pesca, la población de la Isla de San Vicente se acerca al pequeño muelle de madera para tratar de conseguir algún pescado.

Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, los baioneses Manuel “O Crispín” -camiseta de rayas- y “Ardilla” -con visera- y tripulantes coreanos de un carguero en puerto. (Archivo Familia López Goce).

Dakar (Senegal), años noventa. Manuel “O Crispín”, descargando en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia López Goce).

Subiendo un “pez manta” en el “Montefrisa Nueve”.

Costa de Marfil, “Montefrisa Nueve”, años noventa. Manuel “O Crispín”, con un “pez manta”.

Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, subiendo un pez espada “marlín”, que dio en la báscula más de 700 kilos. (Archivo familia López Goce).

Años noventa. “Ardilla” y el senegalés Syla, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”.

“Montefrisa Nueve”, años noventa. En el comedor, “Ardilla”, a la derecha, con el baionés “Tanito”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Abidjan (Costa de Marfil), años noventa. El “Montefrisa Nueve”, descargando el atún en el puerto. La población de la zona se acercaba al muelle para comprar el resto de otras especies de pescado que traía el barco.

La “panga” del “Montefrisa Nueve”, subida a su lugar en la popa del barco. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, trabajó en ella durante veintitrés años.

Años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, reparando redes en alta mar. Manuel “O Crispín”, al fondo, y Jorge, de Mougás, a la izquierda. (Archivo familia López Goce).

Costa de Marfil, años noventa. Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Montefrisa Nueve”, con la bióloga que contrataba el armador para el control del pescado.

Costa de Marfil, años noventa. Pasillo de cubierta en el “Montefrisa Nueve”, al que apodábamos “Callejón de Núñez”, en referencia a dicho lugar de Vigo. En el mar se observa la “panga” manejada por “Ardilla”.

Dakar (Senegal), años noventa. En el muelle, “Ardilla”, el “panguero” -soldando “cáncamos”, Manuel “O Crispín” y José Román, de A Pobla do Caramiñal.

Abidjan, 1991. Herminio Leyenda, “Ardilla”, en el “Montefrisa Nueve”.

Finales de los años ochenta. Peluquería “O Ardilla” en la cubierta del “Montefrisa Nueve” . El peluquero profesional, atendiendo a su cliente, Manoliño Goyán. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

“Montefrisa Nueve”, años noventa. “Ardilla”, en su función de peluquero a bordo, atendiendo a Luis “O Gharexo” en cubierta, en presencia de Jaime y Feliciano. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Fin de Año en Abidjan, 1991. “Ardilla”, en medio de Serafín y de “Quin” -aún camarero por entonces-, iniciando unos pasos de baile. Según “Ardilla”, tuvieron la suerte de que ese año coincidiese en puerto una descarga con el Fin de Año. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

Las Palmas, años noventa. Con el “Montefrisa Nueve” en el dique de reparación, reunión con “Minito”, el hijo de “Ardilla”, que estaba haciendo el Servicio Militar en la isla. De izquierda a derecha: Kiko, Manolo “Crispín”, Félix, “Minito”, “Ardilla y Manolo “Repoliño”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Islas Canarias, Julio de 1993. “Ardilla” y José Ramón, de Pobla do Caramiñal, bromeando en el comedor del “Montefrisa Nueve”.

Abidjan, finales de los años ochenta. Los baioneses “Ardilla”, Manuel “O Crispín” y Luis “O Gharexo”, en el comedor del “Montefrisa Nueve”.

Herminio Leyenda “O Ardilla” y el vasco Ángel, segundo de máquinas.

Abidjan, años noventa. Tertulia en el comedor del “Montefrisa Nueve”. El senegalés Aliv, “Ardilla”, Javier Lois Parroi -el contramaestre-, Berto y Gorka.

Abidjan (Costa de Marfil), años noventa. Reunión en un bar de la capital durante un día de descarga del “Montefrisa Nueve”. De izquierda a derecha: Manolito, primo de “Mino”, Martín “el Ronco”, “Mino” y Carlos “el Merrello”.

” La jornada diaria de un barco atunero se inicia desde el amanecer con el “pesca”, el capitán y los cuatro ojeadores en el puente. De los ojeadores, dos están con potentes prismáticos, y los otros dos sin ellos. Al cabo de una hora cambian para variar la forma de ver. En la cofia se encuentran otros cuatro ojeadores haciendo lo mismo“ . Así comienza el documental que José María Martínez Casares, hombre de la casa, realiza en febrero y marzo de 2008, a bordo del “Montefrisa Nueve”, sobre la vida cotidiana del buque en sus faenas pesqueras en el Atlántico. El realizador de este trabajo es un químico jubilado de la conservera “Calvo” en Carballo, dedicado en su día a analizar concienzudamente todos los procesos de fabricación de las conservas allí elaboradas. Casado con Herminia Calvo Pumpido, de la familia propietaria, era un socio más del “Grupo Calvo”.

Los ojeadores, situados en el puente y en la cofia, otean el horizonte hasta encontrar la manada de atunes. Se detectan por la mancha que producen en el mar a su paso, y también por las aves que desde el cielo, los persiguen en su marcha.

Ojeadores desde el puente del “Montefrisa Nueve”, uno con los prismáticos, y el otro con su atenta mirada. De ellos depende el trabajo del día.

Para este puesto de ojeadores se elije casi siempre a los marineros africanos, más acostumbrados a la luz natural del entorno y más pacientes en el desempeño de sus funciones. Los mandos, el capitán y el patrón de pesca, permanecen inquietos en sus puestos a la espera de la voz de alarma, y pendientes de los radares que también detectan el paso de la manada de atunes.

“Quin” Álvarez Leyenda, el patrón de pesca del “Montefrisa Nueve”, se acerca a uno de los ojeadores para recibir su informe, y para dar al mismo tiempo instrucciones sobre el rastreo. (Documental de José Mª Martínez Casares).

Costa de Marfil, 2008. En la cofia del “Montefrisa Nueve”, la actividad de los ojeadores no cesa. Dos con los prismáticos de largo alcance, y dos sin ellos. El trabajo del buque depende en absoluto del hallazgo de los atunes. (Documental de José Mª Martíez Casares).

“Montefrisa Nueve”, Costa de Marfil, 2008. La marinería bate los palos contra la cubierta para que el ruido, que además produce un fuerte eco -“hacer bulla” se le llama en el argot atunero-, aleje del barco a los atunes hasta que se cierre la red del cerco. En la fotografía de abajo, José María Martínez Casares también se suma a la labor de los marineros nativos.

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, es una caja de sorpresas. En cada conversación con él, nos sorprende con una novedad. - “Mino”, te faltó el “arrastre” para completar las artes de pesca más tradicionales -le digo en una mañana de encuentro. - ¡Qué va! Lo que pasa es que en la Comandancia me extraviaron la Cartilla de Marinero, y en el justificante que me dieron no figura, ni el embarque en el arrastrero “Sargo” de Moaña, ni en el “Arosa Sexto” de Vigo. En el “Sargo” iba de patrón un buen amigo, y hasta que me convenció para enrolarme, no paró. Total que pasé poco más de un mes en el Gran Sol y en Irlanda pescando “al arrastre”. La pesca más dura que he vivido, por las malas condiciones del barco, del mar, se faenaba sin descanso, hasta resultaba peligroso el trabajo -hubo muchos accidentes-… y aún encima, apenas vacaciones.

Los caladeros del Gran Sol, Islandia, Atlántico Norte, Terranova… tal vez sean los más duros y peligrosos de la pesca mundial, por el frio intenso, el mar siempre movido y a menudo con temporales, la forma de trabajo sin descanso, apenas vacaciones… Los marineros están mejor pagados que los del atún y del espada, pero la diferencia no compensa las condiciones de vida.

<<Total, que desembarqué tan pronto pude, y me fui con un primo del patrón anterior en el “Arosa Sexto”, otro arrastrero que faenaba por Sudáfrica y el Índico. Siete meses de campaña agotadora, trabajando sin parar, peligroso precisamente por la falta de descanso, nada más que un mes de vacaciones… Llegué a estar más de sesenta horas seguidas faenando. Parecería de antemano que no se podrían aguantar… ¡pues se aguantaron! La promesa de ganar un buen dinero se cumplió, pero la diferencia con el atún no compesaba de ninguna manera. No volví “al arrastre”. >> En otra ocasión, durante una de las muchas charlas que hemos tenido, dimos por sentado que le faltaba haber pescado en el Océano Pacífico para completar los mares más importantes del mundo. - ¡¿Cómo que no?! -saltó “Mino” en su asiento como un resorte-. Ese embarque no fue la Comandancia la culpable de que no figure en mi Libreta de Marinero. En los años ochenta me enrolé en el atunero “Tuna Oro Cuarto”, de una armadora americana, que faenaba con bandera de México, y que pasaba bastante de las normas vigentes de pesca, entre ellas la de cumplir con el enrole de la tripulación.

Mapa de la Polynesia.

<<Pescamos por el Pacífico, el Caribe, llegamos a la Polinesia, e incluso hasta Australia. Se trataba de un barco nuevo que estrenábamos nosotros, pescamos bien, pero estuvimos siete meses sin descanso. Cuando nos fuimos de vacaciones, ni nos pagaron los vuelos de regreso. La administración de la armadora era un desastre. De hecho la empresa quebró, y menos mal que conseguimos cobrar. >>

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, ha pescado en todos los grandes océanos del mundo, utilizando la mayoría de las artes de pesca conocidas: “á ardora”, “al arrastre”, “al cerco”, “a la volanta”, en los “cañeros” vascos…

Al margen de sus labores como “panguero” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” era un colaborador incondicional en los trabajos cotidianos que exigía el mantenimiento del atunero. Una de las necesidades habituales consistía en el cuidado de los cáncamos, unas pìezas fundamentales en las “largadas” por su función en el manejo de la red. Sufrían contínuos desgastes en su lugar de contacto con los cables, y ahí surgía “Ardilla” como el mejor soldador del buque, para repararlos uno a uno cuando lo necesitaban.

La versión de “Ardilla” como primer soldador del “Montefrisa Nueve”. Arriba, preparado para comenzar la tarea. Abajo, en plena soldadura de un cáncamo. Una buena cantidad de estas piezas, aguardan su turno para ser reparadas. (Documental de José Mª Martínez Casares).

Golfo de Guinea, 2008. “Ardilla”, manejando la “panga” del “Montefrisa Nueve”. Por entonces, llevaba de “panguero” veintiún años, y aún estaría en el puesto dos años más. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).

Los marineros descubren una tortuga en el “salabardo” que acaban de subir. La recuperan entre los “cimarrones” y la devuelven al mar. (Documental José Mª Martínez Casares).)

“Montefrisa Nueve”, Golfo de Guinea, 2008. El “saco”, repleto de pescado, preparado para que el “salabardo” vaya subiendo la captura. (Documental José Mª Martínez Casares).

“Montefrisa Nueve”, 2008. El “salabardo” es subido a cubierta, y colocado sobre la “tolva” para descargar los atunes hacia el parque de pesca. (Documental José Mª Martínez Casares).

Un buen ejemplar de atún, tal vez un “cimarrón”, bajando por la “tolva” hacia la cuba. (Documental José Mª Martínez Casares).

Golfo de Guinea, 2008. Los marineros del “Montefrisa Nueve” suben la red una vez finalizada la “largada”. Luego iran revisándola para reparar algunos paños dañados. (Documental José Mª Martínez Casares).

El 5 de diciembre de 2010, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, tras desembarcar en Dakar (Senegal) en su turno de vacaciones, se jubila. Quedaban atrás veintitrés años de “panguero” en el “Montefrisa Nueve”, cerca de cuarenta en la mar, más de veinte barcos en su “Libreta de Marinero”, enrolado en las mejores armadoras del país…

“Ardilla” en la “panga” del “Montefrisa Nueve”. Su gran compañero y patrón, Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, dice de “Ardilla” que ha sido el mejor panguero que ha conocido, “mi panguero” le llama. Diez años después de su jubilación, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla” para la mayoría, y “Mino” para los más íntimos, sigue ligado a “su armadora”, “Calvopesca”, tras veintiseis años de mar.

Cena en el comedor del “Montefrisa Nueve”. José María Martinez Casares y Herminio Leyenda Rodríguez, brindando junto al resto de compañeros.

A raiz de la estancia de José María Martínez Casares en el “Montefrisa Nueve”, se estableció una entrañable amistad entre “Ardilla” y José María, al que llaman en confianza “Parrulo”. Al margen de la pesca y a pesar del paso de los años, mantienen el contacto personal hasta hoy en día, por la coincidencia de que el matrimonio tiene un chalet en Monte Lourido donde pasa los veranos y muchos fines de semana. <<En verano siempre vamos a tomar unos vinos a Baiona con su hermano Javier, que vive en Nigrán -me cuenta “Mino”-. Y como persona servicial que intento ser con los amigos, “chico para todo”, me encargo de buscarle el chalet de verano a su hermana, le busco la cocinera, las asistentas… y “Mina”, como le llamo yo a su esposa por ser tocayos, encantada con las chicas que le mando. Total, que cuando necesitan algo especial por el Val Miñor, del índole que sea, llaman a “Mino”. >>

Ser testigo de una fraternal charla entre “Quin” -primero camarero en su relación, y luego patrón- y “Ardilla” “panguero” - sobre sus recuerdos de muchos años en el “Montefrisa Nueve”, fue un auténtico privilegio. Entre acontecimientos importantes, la vida cotidiana, los momentos de fiestas y celebraciones, los personajes… no paraban de hablar. “Quin”, de forma reposada, pero “Ardilla” como un torrente, como si lo que estaba contando acabase de ocurrir un día antes. Y en medio de las exclamaciones, las carcajadas, los gestos… el argot marinero en las palabras de ambos… me encontraba expectante, a veces, hasta me perdía un poco en el relato… más bien bastante. Para ellos, desde la serenidad y el juicio moderado que otorga la jubilación, el “Montefrisa Nueve” había sido el mejor barco del mundo. “La Paloma”, le llamaban, porque siempre iba limpio e impecable, de tal forma que al llegar a puerto a descargar, atraía la atención de los marineros de otros barcos. “Yo llevaba una paloma pintada enla “panga”, confiesa “Ardilla”. Los comentarios de ambos rezuman tanto entusiamo, que no deja de ser curioso que marineros bregados en decenas de barcos según atestiguan sus curriculums, puedan expresarse de tal manera sobre uno de ellos. Y así como “Quin” y “Ardilla” han coincidido cerca de veinte años en dicho atunero, se identifican también plenamente en sus opiniones: “El mejor barco del mundo” . El patrón inicial, Hilario Gabantxo, de Bermeo, era el ogro de toda la flota atunera. Despedía a los marineros sin demasiados motivos, a veces a la tripulación completa, ya fuera de blancos como de morenos… Hasta que embarcó el grupo de Baiona. <<Nos enrolamos al mismo tiempo, finales de 1987, en el “Montefrisa Nueve” un grupo de diez marineros, nuevos en el barco y casi todos de Baiona, que le sacamos la fama de temible al patrón Hilario Gabantxo. Al cabo de un tiempo, se jubiló sin tener problemas con nosotros, que acabamos permaneciendo cerca de diecisiete años juntos en el mismo barco. Más que compañeros, éramos casi como una familia. >> <<Excelentes trabajando, nos ayudábamos unos a otros cuando hacía falta. En el momento de apretar, lo dábamos todo. Formamos un gran equipo de gente valiosa y bien preparada. >>

<<Pero también es verdad que una vez acabada la tarea, éramos un grupo divertido, ocurrente, siempre dispuestos a reirnos, no había celebración que pasásemos por alto… >>

Menú de Navidad 2009 del “Montefrisa Nueve” en el Golfo de Guinea.

Entrantes, Primeros y Segundos, y Postres y demás. Precios un poco abusivos, aunque teniendo en cuenta que el servicio se hacía en altamar, en pleno Golfo de Guinea, no habría otra opción que aceptarlo.

Este tríptico con el “Menú de la Navidad 2009”, era una muestras más de las tantas ocurrencias que tenía el grupo para las celebraciones de cualquier tipo. No hacían falta demasiados motivos para montar la fiesta. En Navidad y Fin de Año, el “Montefrisa Nueve” aparecía completamente iluminado, con banderolas, adornos y luces de colores. ”El año que nos coincidía en puerto, todos los marineros de otros barcos se querían venir al nuestro a la celebración”, comenta “Ardilla” con amplia sonrisa.

La Fiesta de San Fermín era otra celebración tradicional que no dejaban pasar. Hasta los perros del barco amanecían con los pañuelos rojos al cuello.

“A este banco, fabricado por nosotros -cuenta “Ardilla”, le llamabamos el “autobús”. Estaba situado en un pasillo de cubierta, y al acabar la jornada, nos reuníamos allí para aplacar juntos las “morriñas” de la familia. En estos encuentros casi diarios, nos relajábamos, barrenábamos sobre los nuestros, compartíamos los problemas que surgían en casa… y al finalizar la sesión, siempre acabada entre risas, nos íbamos tranquilos a descansar. (Documental de José Mª Martínez Casares)

Ahora, abril de 2021, en la presumible tranquilidad de la jubilación, “Ardilla” nos dice que de tranquilidad, más bien poca. No para, y entre la nieta, su barco en el Monte Real Club de Yates, las clases de pesca y de mar que imparte en colegios del Val Miñor, otro programa de pesca que daba en Radio Ladeira del C.E.I.P de Sabarís, los marineros baioneses que embarca en el “Grupo Calvo”, las llamadas de los dirigentes de “Calvopesca” para asesorarle en la “panga” del atunero “Monte Raiola”, construido en “C.N. Paulino Freire” y botado este mes…

<<No pude asistir a la botadura del “Monte Raiola” -comenta “Ardilla” con pena-. Me puse enfermo ese día a causa de la vacuna del virus. Ese barco llevará de capitán a mi primo Francisco Leyenda, y de patrón de pesca al vasco Yon Ander. Ambos vinieron de la Escuela Naútico Pesquera de Vigo al “Montefrisa Nueve” a hacer días de mar. Me contaron que entre los invitados estaba Jesús Vázquez Almuiña, nuestro ex alcalde, y actual Presidente da Autoridade Portuaria de Vigo, y que en un grupo de tertulia, salió mi nombre a relucir. Almuiña les aclaró a los directivos del “Grupo Calvo”: “Ardilla” es más famoso que yo en Baiona”.

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en su “panga”.

<<En la mar he dejado grandes amigos. El baionés Manuel López Goce, “O Crispín”, él que más, porque ya íbamos juntos a la escuela, coincidimos en el Servicio Militar, y estuvimos muchos años como compañeros en el “Montefrisa Nueve”. Viví más tiempo con él que con mi esposa Carmela. Luego, los marineros de Baiona con los que sigo en contacto: José “El Celtas”, Quico, el “contra” del “Montefrisa Nueve”, Tanito, Jaime “O Avellana”…>>

<<Tengo buenos recuerdos de los patrones vascos, Hilario Gabantxo, Jesús Mari Iribar, Satur -el relevo de “Quin” en el “Montefrisa Nueve”-, Yon Ander, Víctor Elordui, de apodo “Víctor Catorce”… Y el mayor de los recuerdos para “mi barco”, el “Montefrisa Nueve”. Los dirigentes de “Calvopesca” no querían escuchar de ninguna manera que dejaba el barco. Me consideraban el “palo mayor” del atunero. Tampoco me puedo olvidar de mi alumno Alberto Pousa Deza, mi ayudante en la “panga” durante mucho tiempo, que me sustituyó como “panguero” en el “Montefrisa Nueve”.

“Ardilla”, maniobrando en la “panga”.

- “¿Si pudieras retroceder al pasado, volverías a ser marinero? ”. - Por supuesto, sin dudarlo un momento… pero estudiaría antes, más que para patrón o capitán, para Jefe de Máquinas.

<< ¿Me dices que si estaría ahora dispuesto a ir a la mar de nuevo? Pués claro que me iría. Los patrones conocidos y los directivos de “Calvopesca”, me reclaman a menudo. Incluso para embarques cortos con el fin de formar a los nuevos marineros que yo les mando. “Quiero un “Ardilla”, me dicen cuando les recomiendo un marinero. Pero la familia no me deja por evidentes problemas de salud que he tenido. Ya me gustaría irme con “Quin” de “panguero” en su posible nuevo proyecto. Y hablando de “Quin”, mi mejor amigo, mi admirado patrón… me iría a la mar con él sin preguntar ni a dónde ni

a qué.

IX. Reflexión

Después de muchas horas de interesantes, definidoras y agradables charlas, no exentas de pasión por la mar, hemos llegado a un inevitable final. No porque hubiésemos agotado el tema -de por sí inagotable-, sino porque las páginas de este libro ya no se pueden aumentar más… A lo largo de quinientas hojas, comentamos nuestros encuentros con estos “lobos de mar” de la más pura sangre baionesa. Marineros de “bajura” y de “altura”, un camarero, varios “pangueros”, contramaestres, un patrón de pesca… todos ellos con muchos días de mar a sus espaldas. Fuimos conversando con calma, extraiendo de sus recuerdos múltiples experiencias, opiniones diversas, realidades comunes e incuestionables, sensaciones distintas... Pero en todos, la pasión por la pesca les desborda. La mayoría -con una pequeña excepción- ya nacieron marineros en la misma cuna. Un buen amigo, hijo de pescador de los de antes, dice a menudo: “A meu pai saíalle a mar polos ollos”. Con sus palabras sentidas y muchas veces emocionadas, nos han llevado por los mares del mundo, junto a ellos hemos pescado con casi todas las artes conocidas, capturamos el pescado más diverso… atracamos en los puertos pesqueros más populares del Atlántico Sur, e incluso en algunos del Atlántico Norte… navegamos por las rutas famosas del mar, ineludibles en el tráfico marítimo universal… embarcamos con las armadoras más importantes del País Vasco, de Galicia, de Andalucia… enrolados de su mano en los buques de más fama de la flota pesquera -de los que se habla en Baiona como si fueran los míticos barcos de madera de mitad del siglo pasado, el “Fumanchú”, el “Erizana”, los “Espada”, el “Canero”, el “Pinzón” … Ahora en la villa, se habla por la calle de los “Albacora”, del “Albóniga”, de los “Txori”, del “Montefrisa”, del “Mar de Sergio”… Un veterano marinero de los de antes, me dice con verdadera pasión y con cierto desprecio: “Esos son yates, barcos eran los nuestros.”

Y a pesar de este enorme “feixe” de páginas, que parecerían más que suficientes, hemos dejado atrás “el arrastre”, “el pez espada”… la atareada vida de un cocinero, de un maquinista en las entrañas del barco… de un redero en “el atún”… de un patrón de carrera… y con entera seguridad, hemos pasado por alto algunos puestos relevantes de la pesca que nuestra ignorancia no conoce. Tal vez haya que volver a escribir, y a relatar nuevos encuentros con marineros que, por las razones expuestas, no han podido acudir a esta cita de hoy. En lo referente al pueblo marinero -condición que parece haber perdido Baiona-, supongo que habrá quedado bien claro que la villa sigue teniendo a la pesca como una ocupación principal y su fuente de ingresos más importante. ¿Cuántas familias baionesas viven del mar? ¿Qué porcentaje ocupa la pesca en la economía de la villa? ¿Cuántos marineros jubilados aportan su pensión para hacer todas esas cuentas? Y sin embargo, los medios informativos, prensa, radio y televisión, los políticos de casa y también los autonómicos… no parecen conocer la realidad de la pesca en la villa. Porque lo que es bien cierto, es que no la mencionan jamás en sus discursos, en sus comentarios, en sus crónicas informativas, en las imágenes… y si lo hacen, escasamente, cuando la verdad evidente es que más de la mitad del pueblo vive de ella. Por lo menos, que tenga visibilidad la situación, que se sepa. Baiona sigue siendo un pueblo de pescadores.