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Elecciones en Latinoamérica

El calendario electoral latinoamericano 2021 tiene una primera entrada en Ecuador el 7 de febrero. En la disputa están el banquero y empresario Guillermo Lasso, el líder indígena Yaku Pérez y el economista Andrés Arauz, un delfín del expresidente izquierdista Rafael Correa (20072017), cuya condena por un caso de corrupción le impidió ser candidato a vicepresidente. Con opciones tan diferentes en medio de la crisis económica y un gran descrédito de las instituciones, la elección ecuatoriana puede ser un anticipo de lo que ocurrirá luego en otros países de la región. En el vecino Perú, sacudido por la pandemia y una fuerte inestabilidad política que le ha llevado a tener tres presidentes distintos durante 2020, las elecciones generales están marcadas para el 11 de abril. La crisis de liderazgo peruana ha derivado en la preparación de más de una veintena de candidaturas presidenciales, ninguna con una mayoría clara en las encuestas, que marcan una amplia indecisión o apatía de los votantes. Otro país con un complejo panorama es Chile, que tiene elecciones previstas para el 21 de noviembre, tras la gigantesca ola de protestas callejeras de 2019 y la elección por voto popular de una convención constituyente en abril próximo. Las encuestas marcan como principales precandidatos chilenos al alcalde comunista Daniel Jadue, al alcalde conservador Joaquín Lavín y a la diputada Pamela Jiles, aunque el escenario puede variar en los próximos meses. En noviembre también hay elecciones previstas en Honduras y Nicaragua, donde analistas anticipan que el presidente Daniel Ortega buscará pasar a su esposa Rosario Murillo el poder que ejerce desde 2007, según sus opositores en base a fraudes electorales. Además, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina tendrán tests de popularidad en junio y octubre respectivamente, con elecciones legislativas de mitad de mandato previstas en sus países. (Texto BBC News)

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Rosa y Sebastián, ejemplos de integración multicultural, los esperan.

El suizo Fernando Mannuss y la peruana Silvia Mannuss-Ravelo celebraron los 15 años de su local Mama Wasi. En ese tiempo casi no había ningún local latino en Ginebra y Fernando salía a la acera para ofrecer pequeñas degustaciones, hasta lograr la aceptación de gente de muchas nacionalidades que cada día busca sus deliciosos sabores.

Según ela Comisión

Económica para

América Latina y el Caribe (CEPAL), en un contexto de contracción global, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo en desarrollo por la crisis derivada del COVID-19. En la década previa a la pandemia la región mostraba una trayectoria de bajo crecimiento y en 2020 enfrenta una combinación de choques negativos de oferta y demanda sin precedentes, lo que se traduce en la peor crisis económica de los últimos 120 años.

Si bien los importantes esfuerzos fi scales y monetarios realizados por los países han permitido mitigar los efectos de la crisis, las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han sido exacerbadas por los problemas estructurales que la región arrastra históricamente. Para el año 2021 se espera una tasa de crecimiento del PIB positiva que refl eja fundamentalmente un rebote estadístico, pero la recuperación del nivel de producto interno bruto (PIB) pre crisis será lenta y se alcanzaría recién hacia el año 2024.

“La dinámica del crecimiento en 2021 está sujeta a una alta incertidumbre relacionada con el riesgo de rebrotes de la pandemia, de la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fi scales y monetarios para apoyar la demanda agregada y a los sectores productivos. Avanzar en un crecimiento sostenible e inclusivo requiere de una transformación productiva hacia sectores ambientalmente sostenibles, que favorezcan la generación de empleo y la innovación tecnológica”, señaló Alicia Bárcena.

Las debilidades y brechas estructurales históricas de la región, su limitado espacio fi scal, la desigualdad, la escasa cobertura y acceso a la protección social, la elevada informalidad laboral, la heterogeneidad productiva y la baja productividad son centrales para entender el alcance de los efectos de la pandemia en las economías de la región, sus difi cultades para implementar políticas que mitiguen estos efectos y los desafíos a la hora de emprender una reactivación económica sostenible e inclusiva. 22

Antes de la pandemia la región ya mostraba un bajo crecimiento económico: en promedio un 0,3% en el sexenio 2014-2019, y específi camente en 2019 una tasa de 0,1%. Con la llegada de la pandemia, se sumaron a ese bajo crecimiento económico los choques externos negativos y la necesidad de implementar políticas de confi namiento, distanciamiento físico y cierre de actividades productivas, lo que hizo que la emergencia sanitaria se materializara en la peor crisis económica, social y productiva que ha vivido la región. La contracción de la actividad económica ha venido acompañada de un aumento signifi cativo de la tasa de desocupación, que se prevé en torno al 10,7% en 2020, una profunda caída de la participación laboral y un incremento considerable de la pobreza y la desigualdad. De acuerdo con las proyecciones entregadas por el organismo de las Naciones Unidas, América del Sur se contraería -7,3% en 2020 y crecería 3,7% en 2021; América Central caería -6,5% en el presente período y se expandiría 3,8% el próximo año; mientras que El Caribe anotaría una contracción de -7,9% en 2020 y un crecimiento de 4,2% en 2021. El documento de la CEPAL enfatiza que para evitar que la región persista en su dinámica de bajo crecimiento se requiere de políticas fi scales y monetarias expansivas junto con políticas ambientales e industriales, que permitan las transformaciones estructurales que la región necesita y promuevan un desarrollo sostenible. Plantea la necesidad de priorizar el gasto para la reactivación y transformación económica y social mediante el fomento de la inversión intensiva en empleo y ambientalmente sostenible en sectores estratégicos; extender el ingreso básico a personas en situación de pobreza; otorgar fi nanciamiento a micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES); entregar incentivos al desarrollo productivo, revolución digital para la sostenibilidad y tecnologías limpias; y universalizar los sistemas de protección social.

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