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PLUTÓN

1,2,3. Es Sábado por la tarde, somos trece personas que nos movemos como una ameba por las calles del centro de la Capital. Una ameba lenta y curiosa que emite sus pseudópodos que cruzan la calle y vuelven, dan la vuelta a la esquina y vuelven, atraviesan una cerradura y vuelven.

¿Cuantas veces recorrimos estas mismas calles cada unx de nosotrxs?

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¿Cuántas de las cosas que vimos hoy habíamos visto antes? La velocidad de los días y la vorágine de la cotidianeidad nos está ocultando cosas.

En la era de las cámaras digitales hacer cientos de fotos en un breve recorrido es común. Por eso pautamos algunas consignas: Suciedad, escenas sin personas, ruptura, naturaleza que resiste en lo urbano, sombras.

El recorrido también tiene forma de ameba, una ameba quieta, circular, empezamos en el punto A y regresamos al punto A, tres manzanas de la ciudad en total.

Se me viene a la cabeza la palabra Lúdico que deriva del latin “ludus” que significa juego. Un juego un tanto científico; nuestras cabezas parecían radares, en muchos rostros se notaba la concentración la búsqueda, me imagino botánicos en una selva que nunca antes habían recorrido y que todo les asombra. A su vez el espíritu era el de un paseo de domingo, una actitud como la de los paseantes que menciona

Walter Benjamín, o como Morrisey pasea con su sobretodo negro en el video de su canción “Suedehead” minuto 1:33, así.

A la derecha del colectivo

Veo esta parada 32 veces al día 192 veces a la semana

768 veces al mes

8.448 veces al año y aunque las mujeres que suben nunca son las mismas (cabello más largo, rapado, teñido, desteñido) la parada sigue, en esencia, igual y aunque el basurero tenga (puchos consumidos, cartas no entregadas, bebidas sin terminar, pañuelos con lágrimas y algunos con sangre) la parada sigue, en esencia, igual y aunque el poste esté pintado de rojo y al mando lo tengan unos (y aunque sea azul y el bando haya cambiado) la parada continúa, en esencia, igual Y aunque yo tenga (el corazón partido, mi hija enferma, el perro tuerto y mis amigos lejos)

La parada sigue siempre igual desearía poder ser un poco como ella estoica, inmaculada en esencia siempre igual.

María Ailen Palacios @mardepoeta

Maniquí

“Sacame de aquí” me dice, “sacame hoy porque mañana soy boleta”. Me asusta su lenguaje vulgar, no lo dejé trabajando cama adentro para que salga hablando como delincuente. “Ya conseguí lo que querías, de todos los talles y colores, ahora sacame.”

El aviso de la tiendita ofrecía ropa ilimitada mientras el modelo pueda cambiarse. Y yo no vi cuando a Rocío le cortaron la pierna, ni me di cuenta de que Gastón, el del bar, jamás volvió al barrio. Lo último que vi de mi niño fueron sus ojos atravesando el vidrio y una bufanda rebanándole el cuello.

Ser / Mover

Voy. No voy. ¿Estoy yendo? Adelante viene rápido y no mira el semáforo. Lo vuelvo a mirar y sí, puedo pasar. Está en rojo.

¿Por el medio de la calle? Si es sábado a la siesta.

Total si me atropellan ya salgo en un montón de fotos. Ya existo. Ya fui alguien.

Fua llegué. Es duro cruzar la calle.

Porque aquí no entran pájaros

Han llovido 300 noches, el sol tímido apenas, baña en crepúsculos la ventana.

Pedacitos de escombros riegan el suelo y yo los pateo, los limpio, los filtro, los enciendo.

Meto mi dedo y mi sombra queriendo alcanzar las nubes y nadie me devuelve la mano.

En contemplación, miro el pasar de los vecinos; apresurado, tormentoso, a duras penas. A veces se asoman los ojos de niños curiosos que lanzan sus risotadas espasmódicas que me hacen saltar de mi silla de plástico.

Por aquí se refractan los azules de los cielos despejados. Pero todavía no, nadie me canta, pero todavía no, ni mi familia, ni los perros vinieron por mí.

Quizás es la diminutez del agujero sacudiendo mi soledad que no invita a nadie a asomarse porque aquí no entran pájaros

Luciana Luna @lucianadeluna

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