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Primer curso Clown profesional de Hospital en Valdivia

La risa, la mejor medicina Clown de Hospital

s julio de 2019 y una fila de personas espera audicionar en una de las salas del Hospital Base de Valdivia, HB V. Los postulantes quieren ser uno de los elegidos para integrar el curso de “Clown Profesional de Hospital” que imparte la ON G Arte y Cultura. Entre los asistentes a la audición, Claudia Rivero (54), fiscalizadora de la Superintendencia de Salud, espera su turno. “Éramos 60 participantes y seleccionaron a 33, y de ahí quedamos 19. Una experiencia maravillosa; yo pensé que no quedaría seleccionada porque mi trabajo diario es completamente diferente. En cambio, ese día audicionaron varias personas con experiencia en actuación. Pero los profesores nos dijeron ‘aquí vamos a medir la vibra, no otra cosa, relájense y fluyan”, recordó Claudia. Entre agosto y diciembre de 2019, la ONG Arte y Cultura impartió el Curso de Clown Profesional en el Hospital Base de Valdivia, integrando a 19 personas de diferentes ocupaciones en torno a la risoterapia.

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EPor Jessica Leal Arismendi, Periodista.

En la misma audición, Luis García (45), Ingeniero Informático del Servicio de Estadísticas del HB V, también debió improvisar. “Yo había hecho rutinas de payaso, pero audicionar para que te evalúen es muy distinto. Nos pasaron una serie de elementos como sopapo, tapas de baño y otras cosas plásticas, y con eso uno tenía que inventar una historia y estar súper concentrado”, relató Luis, quien lleva varios años desarrollando a su personaje, el payaso Cascabel.

Claudia y Luis aprobaron la audición, y cuatro meses más tarde ella se transformó en la distraída Señorita Heissy, y Luis, en el Dr. Flor o “Flor de doctor”… Hoy, ambos son parte de los 19 clowns profesionales certificados mediante el curso que contempló 56 horas de clases, con 40 horas teóricas y 16 horas prácticas. Un exigente proceso desarrollado en el HB V entre agosto y diciembre de 2019, a cargo de la ON G Arte y Cultura que dirigen Francisco Céspedes, músico y docente, y Amaya Sologuren, actriz.

Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes del Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio. “Gracias al apoyo de la Seremi de Cultura y el financiamiento del Fondart Regional pudimos realizar esta capacitación en Valdivia. Estamos muy contentos porque cumplimos con nuestro objetivo de formar al menos una agrupación, que se llama Alegrarte, y que va a continuar realizando una labor terapéutica tanto en el Hospital como en otros lugares relacionados con salud”, explicó Amaya Sologuren.

Reuniendo a personas desde los 19 a 50 y tantos años de edad, de diversas ocupaciones (dos de ellos son funcionarios del HB V), la capacitación tuvo lugar todos los sábados entre las 10 y 14 horas en el mismo hospital valdiviano. Antes, en el recinto asistencial contaron con la presencia de clowns ocasionalmente, inclusive un laboratorio auspició una sesión de clown para los niños del área oncológica en época navideña. Según comentó la Dra. Karin Grob, jefa de Pediatría, “las experiencias con clown siempre fueron positivas porque dejaban un ambiente agradable cada vez que venían y subían el ánimo”. De ahí que como equipo de trabajo, decidieron apoyar la formación de clown profesional considerando que la ON G a cargo “también trabajó en el Hospital Calvo Mackenna y en otros hospitales pediátricos, y también realizó la misma capacitación en Osorno”.

¿Cuál es el aporte de la risoterapia?, preguntamos a la Dra. Grob. “Es una terapia que nos hace falta a todos, y lograr una sonrisa en un niño que padece una enfermedad por Dios que es valioso porque está comprobado que con la ristoterapia mejoran ciertos parámetros fisiológicos que hacen que los tratamientos y procedimientos que se les hagan sean mejor llevados por parte de los niños. También mejora el clima laboral, si bien el principal objetivo para nosotros van a ser nuestros niños, secundariamente esto también se traspasa al personal que queda más contento cada vez que los clowns aparecen”, comentó.

TEORÍA Y PRÁCTICA Con una vasta experiencia en lugares como Santiago, Valparaíso y la Región de Los Lagos, ON G Arte y Cultura desarrolla diversos proyectos tanto en el ámbito del teatro con su Compañía “Cachiporra” y su obra “La cita perfecta”; en el área educación como “EduClowndo” impartiendo talleres para estudiantes secundarios; y en el área salud como “Payaya” que cubre temas que apuntan al bienestar de las personas, lo que incluye la risoterapia y el curso de Clown Profesional de Hospital, para el cual cuentan con un programa de clases teóricas y prácticas.

Según detalló Amaya Sologuren, durante las clases teóricas los alumnos aprenden a encontrar su propio clown, es decir, definen su nombre, vestimenta y personalidad. Aquí, “la persona vuelve a ser niño, a jugar”. Por otro lado, están las técnicas de clown para poder enfrentar situaciones y hacer rutinas de clown, y además de eso, conocen los cuidados en cuanto a la higiene y la ética dentro de un hospital. “Después viene la práctica que incluye puestas en escena, es un trabajo directo con los niños, pero siempre asesorado por un clown profesional”, comentó la actriz formada en la prestigiosa Escuela Internacional del Gesto y la Imagen “La Mancha”. Es esa formación que la docente trata de transmitir a sus alumnos enfocando el curso en la risoterapia: “como clown, somos terapeutas, por lo que nuestro trabajo engloba a pacientes pequeños y adultos, sus familiares y los funcionarios; nuestra misión es aportar alegría y colaborar en aminorar el estrés laboral”, enfatizó.

LA TRANSFORMACIÓN La principal motivación de un clown es ayudar a las personas. Esa es al menos la idea que llevó a Claudia Rivero y Luis García a postular al curso profesional. Gracias a una amiga que vio un anuncio en Facebook, Claudia presentó su curriculum al concurso (difundido por la prensa, redes sociales y afiches). “Me encantan los niños y también tuve cáncer, y sé que lo mejor para uno es el buen humor, estar siempre contento, así te mejoras”, describió Claudia, quien en principio quiso ser “cuenta cuentos”, pero cuando vio la oportunidad de participar en el curso de clown, no dudó en participar. “El clown es el maestro del ridículo, y ser clown de hospital es aprender a reírse de sí mismo, entonces lo más difícil es sacarse las caretas y mostrarte como quien eres realmente; tienes que llegar a ser como un niño

para lograr conectar con ellos, que el niño te vea como su igual”.

En el proceso, Claudia tuvo que “nacer de nuevo” a propósito del intenso entrenamiento con diversos ejercicios y técnicas. En ese trance, surgió su clown interior…la Señorita Heissy, nombre que le colocó Milan, el pequeño nieto de una amiga. “Ella viste de sombrero con una flor y un delantal que decoramos pensando en los niños. Es muy distraída, no le resultan las cosas. Por ejemplo, en una clase práctica llevé juegos de magia y no me resultó ninguno, los niños se asustaron y yo me puse a reír, y luego todos nos reímos”. Un chascarro que repitió en su examen final cuando llevó burbujas pero éstas “se hicieron agua y todos rieron nuevamente”.

“El curso me cambió la vida, yo pensaba que era rara por mis continuas ‘metidas de pata’, pero me encontré con otras 18 personas iguales a mí. Y mis compañeros de trabajo entendieron que realmente soy distraída, el clown me enseñó a comunicar mejor, a manejar mis emociones, a leer los gestos de los compañeros. También mis hijas están muy felices porque su mamá es clown. Y uno ve que puede ayudar a los padres porque hay una energía muy positiva, los sacas por algunos momentos de la preocupación por la enfermedad y los funcionarios también ríen, todo es muy

motivador”, apuntó Claudia.

CAMBIO DE PARADIGMA Una experiencia que también cambió la perspectiva de la vida para Luis García, quien más de una década atrás comenzó a desarrollar su personaje, el payaso Cascabel. Cumplió muchas presentaciones hasta que debió actuar en Navidad para unos pequeños que estaban hospitalizados. “Fue difícil enfrentarme a los niños por su condición de salud, entonces ahí nació mi inquietud y me dije que tenía que investigar cómo se aborda una sala de hospital, y así supe que tenía que aprender sobre clown, quería conocer nuevas técnicas y cómo desarrollar un personaje”.

Con ese objetivo, Luis postuló al curso de Clown Profesional, el cual “no fue como hacer cualquier capacitación sino que uno va evolucionando, primero aprende a conocerse a sí mismo, sus fortalezas y debilidades, porque si uno no está sano física y emocionalmente, difícilmente va a ayudar a los niños. Tomas conciencia de todo lo que significa entrar a un hospital, te cambia el paradigma porque allí los niños mandan y deciden si quieren recibir tu visita o no, hay que entender que nosotros como clown no debemos ser invasivos sino respetar sus espacios. Ahora, uno sale fortalecido porque los papás siempre agradecen que uno dedique un minuto de su tiempo, con el grupo aprendimos que con cosas muy sencillas puedes hacer cosas geniales”.

Encontrar su clown interior tampoco fue fácil para Luis porque tuvo que “deconstruir su personaje Cascabel” y considerar el ambiente de un hospital. “Juntas todos los elementos terapéuticos, clínicos y técnicos, y recién comienzas a construir algo; pasamos por muchos ensayos de vestuario, colores, a veces era muy exagerado, los mismos compañeros te decían qué mejorar, entonces no fue que yo construyera un personaje sino que entre todos nos decíamos qué nos salió bien o mal, la suma de todo eso, llegó a un personaje que cada uno sigue construyendo”. El resultado para él fue convertirse en el Dr. Flor ó “Flor de doctor”, quien se “sobredimensiona pero sus compañeros se dan cuenta que no es tan importante como él asegura serlo y lo ayudan a aterrizar”.

En estas rutinas, Luis destaca que nadie es protagonista o jefe porque en cualquier momento los roles pueden cambiar. “Eso ayuda a no robarte la película, puedes ser la estrella y al rato el que obedece, eso sirve en la vida, entender que uno está para servir, para ponerse a disposición de los demás; hoy hay mucho egocentrismo pero el clown está para que la rutina del otro salga bien, en sala somos tres y siempre estamos atentos a ayudar al otro”.

GRUPO ALEGRARTE Sobre esta experiencia, tanto Claudia como Luis señalaron que fue una tremenda oportunidad que también esperan proyectar. Para ello, junto a sus otros compañeros de curso, formaron el grupo Alegrarte Clown. Hoy cuentan con personalidad jurídica como organización social inscrita en la municipalidad de Valdivia. Un desafío en el que Luis espera que el grupo realice “turnos semanales de clown, que sea un trabajo terapéutico con la risoterapia como alternativa, pero de forma profesional como aprendimos en el curso”.

Con miras hacia ese objetivo, ya cumplieron su primera puesta en escena en la Navidad de 2019 cuando visitaron la comunidad indígena Los Pellines, ubicada cerca de Curiñanco, en la costa valdiviana. “Demostramos que podemos hacer cosas, fue nuestra prueba de fuego porque pudimos gestionar, acompañar y animar a los niños”, comentó Luis, quien adelantó el próximo paso del grupo: lograr que un clown internacional visite Valdivia y los capacite para así continuar creciendo y que cada personaje también siga evolucionando…

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