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Paciencia mineral

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Paciencia mineral

Finalista del XL Premio Internacional de Poesía «Juan Alcaide» (Ciudad Real, España, 2021)

Ahora no hay más urna /que su rectángulo / y no hay más tapa/que sus puertas abiertas. De igual manera se acciona este mismo sentir en estos versos: El pasaporte señala un nombre/ y un lugar de nacimiento; el país de procedencia/ ahora es un punto borroso.

El poeta-testigo es atravesado por imágenes de la violencia y otras atrocidades. Con ese sentir en lo profundo del abismo se hace eco del zig-zag en las costuras del tejido histórico a través de su narración poética. Sin dramatismo ni aceptación del estado de cosas, interroga, hila, describe con detalles y enfrenta al lector a lo que dolor le causa en el trance de ser migrante, desplumador de aves o de la materia encerrada. Es así que, careado a la crudeza, con los ojos fatigados ante la sucesión de hechos salpicados de sangre, culpa, desapariciones, interrupciones, pesadillas, dolores clavados, zumbidos, miedos, separaciones y ocultamientos, se impone la paciencia mineral como única posibilidad para transmutar el inventario desgarrador girando, mediante la escritura, hacia otra realidad.

Pudiera dar fe de su asco o de su bondad/ pero sólo nos corresponde juzgar el valor visual/ o lo que dejan esas dos tibias y peronés allí, /sin compañía del cuerpo, desenterrados, / desterrados

También hace el ejercicio de escribir a partir de la poesía de otros o de las cosas que forman parte de su inventario desde la infancia, creando un paisaje de tatuajes para la otra piel que le reclama el ahora para sobrevivir. Cruza así anclajes con una estrofa de Hugo Mujica y un poema de Enrique Lihn; asimismo a partir de aquello que se hace impronta dis-

paradora en su psiquis que aluden a la belleza y otras a cosas nombradas que, siendo astillas de un cuerpo andante, le dan norte al poema: polilla blanca, pan paniscus, aves, máscara, mascarón de proa (citando a Pío Baroja), Venus de Tacarigua, pie omitido, el sol, piedras rectangulares, pañuelos, manos, hojas, escaparates, espejos, entre otras más. Y en este punto cabe preguntarse el porqué del título. ¿A qué alude el poeta con Paciencia mineral?

Y es aquí, al encontrar la respuesta en el poema «El cuerpo como piedra», donde late el enunciado corazón. Con él se devela el sentido pleno de la poética acendrada de este conjunto de poemas, los que, por cierto, siento extensión complementaria de su esencial segundo poemario Pasajero (Dcir ediciones, 2015). La piedra sustancial que el cuerpo es. Lo arman las astillas. El salto es la palabra que las enlaza. El nudo lo logra el poeta en el tejido sin descanso con los ojos fatigados por mirar todo y más allá descarnadamente.

Nudo y soga. Silencio penetrado. Manos urgidas. Cuerpo sólido de las ondas sucesivas. La voz del poeta Mendoza alcanza un tenor alto y mayor que celebramos íntimamente. Sea leída y compartida, convertidos en cómplices, en la peripecia del cuerpo como piedra.

Él quiere la luz y que no haya contornos pero otras manos buscan carne bajo esas condiciones. No podría hacer nada más, salvo quedarse quieto y disimular el estado con la paciencia mineral de la piedra,

Los Campitos, 11 de febrero de 2023

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