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EDITORIAL
Los algoritmos genéticos son una técnica de optimización inspirada en la evolución natural. Su origen se remonta a los años 50, cuando algunos científicos empezaron a explorar la idea de aplicar los principios de la genética y la selección natural a la resolución de problemas complejos. Uno de los pioneros fue John Holland, que en 1975 publicó el libro Adaptation in Natural and Artificial Systems, donde formalizó el concepto de algoritmo genético y lo aplicó a diversos dominios. Desde entonces, los algoritmos genéticos han sido utilizados con éxito en campos como la ingeniería, la inteligencia artificial, la biología o la economía, entre otros.
Un algoritmo genético es un proceso iterativo que parte de una población inicial de posibles soluciones a un problema, llamadas individuos o cromosomas. Cada individuo está formado por una secuencia de genes, que representan las variables del problema. Cada individuo tiene asociado un valor de aptitud o fitness, que mide su calidad como solución al problema.
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Los algoritmos genéticos son una herramienta muy potente para resolver problemas que no tienen una solución analítica o que son difíciles de abordar con otros métodos. Su principal ventaja es su capacidad para explorar el espacio de búsqueda de forma diversificada y adaptativa, evitando quedar atrapados en óptimos locales. Además, son fáciles de implementar y pueden manejar problemas con múltiples objetivos y restricciones. Sin embargo, también presentan algunos inconvenientes, como el alto costo computacional que requieren, la dificultad para elegir los parámetros adecuados del algoritmo o el riesgo de perder diversidad genética en la población.