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DIAGNÓSTICO ESCOLAR

Para precisar el grado de alteraciones y concretar el tipo y frecuencia de los errores gráficos cometidos en cada niño afectado es necesario que el profesor realice una serie de pruebas en la escuela de carácter individual:

1. Dictados: de letras, sílabas o palabras. Se dicta un trozo de dificultad acorde con el nivel escolar del niño. Lo más simple consiste en extraerlo del libro que habitualmente usa el niño, correspondiente al grado que cursa. Realizar el análisis de errores. 2. Prueba de escritura espontánea: destinada a niños que ya escriben. La consigna es: “escribe lo que te guste” o “lo que quieras”. Del texto se señalarán los errores cometidos, siguiente la clasificación de errores frecuente señalada en la etiología de esta patología. 3. Copia: de un trozo de letra imprenta y de otro en cursiva, reproducir el texto tal cual está, y luego otros dos textos, uno en imprenta para pasar a la cursiva, y otro en cursiva para pasar a la imprenta. Aquí observamos si el niño es capaz de copiar sin cometer errores y omisiones; o bien, se puede transformar la letra (lo que implica un proceso de análisis y síntesis). Si el niño no logra copiar frases, se le pide que copie palabras, sílabas o letras.

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Recientes estudios certifican que la disgrafía es un trastorno más frecuente de lo que se suponía, estimándose que entre un 3 y un 10% de niños lo sufren en mayor o menor grado.

Afortunadamente, los tratamientos de la disgrafía orientados a la coordinación global y manual y a la adquisición del esquema corporal adecuado llevados a cabo por el maestro y/o personal de apoyo son muy efectivos.

Poco a poco, se acaba consiguiendo que el niño vaya adquiriendo el dominio de la escritura de manera natural y fluida, sin que le suponga tanto esfuerzo.

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