Villa de Leyva: huellas coloniales en Colombia

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VIAJES / VILLA DE LEYVA, COLOMBIA

Huellas coloniales en un valle de Colombia A un par de horas de Bogotá, en un valle de un suave clima, se encuentra la Villa de Leyva, un poblado que parece detenido en el siglo XVIII, un catálogo de edificaciones de estilo colonial y en donde la historia puede ser descubierta sin prisas, matizada por el intenso colorido de su mercado y sus montañas.

Texto: Juan Pedro Chuet-Missé. Fotos: Madga Nieto y J.P.Ch.M.

E

n Colombia, dicen los que saben, que la plaza principal más grande no queda en Bogotá, ni en Cali ni en Medellín, sino en la Villa de Leyva, un agradable +66

poblado a casi 180 km de la capital, encajada en el verde intenso de la Cordillera Oriental de los Ándes. Más allá de que la plaza tenga 1,4 hectáreas de superficie, segu-

ramente, se lleva las palmas por ser la plaza más bonita del país.

La Villa, como le dicen sus habitantes, está detenida en el tiempo. Sus casas, blancas

La bonita Plaza Principal de la Villa de Leyva, corazón del pasado y el presente de esta ciudad colombiana. / M.N.

y de tejas de un rojo pálido, parecen iguales pero ninguna es idéntica. Las puertas y las ventanas están pintadas de colores vivos, pero el verde inglés es el predominante.

Sus calles empedradas y sus edificios son la mejor representación de la denominada arquitectura colonial, testigo de la conquista española de estos rincones del mundo.

La Villa era un importante núcleo político y económico de la región, hasta que en 1691 una plaga destruyó los cultivos, y a mediados del siglo XVIII la ciudad estaba a un paso de ser

A lo largo de sus callejuelas empedradas hay un gran número de tiendas, muchas de las cuales se despliegan a lo largo de un patio central coronado por un aljibe

un pueblo fantasma.

Por estas paradojas del destino, su parálisis económica y social la convirtió en un sitio de descanso de las autoridades coloniales, potenciado por el microclima que posee. Y con pocos cambios en su estructura, la Villa siguió adelante con pasos suaves hasta que a mediados del siglo XX fue declarada como Monumento Nacional por el gobierno colombiano, y sus abundantes casas e iglesias coloniales fueron protegidas de cualquier modificación urbanística. +67

El convento de Santo Ecco Hommo, de los dominicos, permite sumergirse en la historia colonial. / J.Ch.

La Villa es uno de los sitios de escapadas y relax favoritos de los bogotanos.

En determinadas épocas, es invadida por estudiantes; y en otras, es meca de mochileros. Pero durante todo el año hay una variada oferta turística que se presenta tanto para el viajero low cost como para el de cinco estrellas.

La plaza sigue siendo el epicentro de la vida local.

Como sucede en cualquier poblado latinoamericano, allí se encuentran la Iglesia parroquial, el Cabildo, y una serie de edificios “de altos” (o +68

La Villa, al ser declarada como Monumento Nacional, logró que las abundantes casas coloniales fueron protegidas de la avaricia inmobiliaria

sea, con un piso superior) y recovas que ahora presentan restaurantes de comidas típicas y tiendas de recuerdos.

A lo largo de sus callejuelas empedradas hay un gran número de tiendas, sobre todo de artistas y artesanos; muchas de las cuales se despliegan a lo largo de un patio central coronado por un aljibe.

En este sentido, vale la pena subir y bajar por la Calle Caliente, una forma muy gráfica de denominar a la principal calle comercial y, obviamente, la más activa.

La historia de la Villa no se

Pr贸xima inauguraci贸n de Departamentos de Productos

Los colores del mercado de la Villa de Leyva. / J.Ch.

Una fiesta religiosa que muestra el fervor religioso de los lugareños. / J.Ch.

Monumentos precolombinos en el yacimiento de El Infiernito. / J.Ch. +70

circunscribe a su tejido urbano. De hecho, el fósil de un tremendo pleosaurio, además de otros restos fósiles exhibidos en el Museo Paleontológico local, evidencian que hace menos de 65 millones de años esta región de los Ándes estaba bajo las aguas.

A una media hora de cabalgata, entre haciendas y casas de agricultores, se despliega el Parque Arqueológico de Monquirá, más conocido como El Infiernito, un sitio precolombino donde los indígenas locales levantaron más de 30 columnas de formas fálicas, algunas de más de 2 metros de altura.

Y otra bonita huella de la historia es el Convento del Santo Ecco Homo, un conjunto religioso de la orden de los dominicos, edificado en el siglo XVII, que presenta una combinación de estilo mudéjar con el renacentista. El viajero va paseando por el claustro que albergaba las celdas de los monjes, mientras contempla la exuberante vegetación que rodea al aljibe central.

La oferta de actividades puede ser larga. Y aparte de las que presenta la Villa, hay quienes prefieren viajar a la vecina Ráquira, que como ciudad no es de lo más bonito, pero que sí tiene una larga tradición de producción y venta de artesanías, con un comercio pegado al otro a lolargo de varias calles, lo que le otorga un atractivo colorido local a esta comarca de tiempos lentos, climas benignos y cuotas para el relax.