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Joaquinín y Rafalín- Rafalín y Joaquinín
by Jose Angel
Como todo buen aficionado al fútbol sabe, actualmente existen varios sistemas de juego, el más corriente de todos es el 4-4-2, pero algunos equipos utilizan el 4-5-1, el 3-5-2 y más raramente el 4-3-3, solamente por citar algunos, en fin, que hay una variada gama de esquemas de juego, todo ello va en función del resultado, de si se juega dentro o fuera, de si el encuentro es de liga, de copa o amistoso, total, que depende de muchos factores o simple y llanamente del gusto del entrenador de turno; pero no siempre ha sido así, porque ha habido épocas en que se jugaba más abiertamente al ataque.
Cuando yo empecé a hacer mis pinitos futboleros el sistema más empleado era el siguiente: tres defensas, dos medios y cinco delanteros, dos de los cuales ejercían la función de interiores; imagínense ustedes el lote de correr que se tenían que pegar los dos centrocampistas. El Guadalcanal CD tuvo la inmensa suerte de contar durante varios años con dos medios excepcionales, dos medios que controlaban perfectamente el centro del campo, dos medios que corrían de área a área en infinidad de ocasiones, dos medios que defendían muchísimo y que además marcaban bastantes goles, en una palabra: dos auténticos pulmones.
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Estos dos medios eran Joaquinín y Rafalín y lo que corrían estos dos extraordinarios futbolistas en un partido era imposible relatarlo en un escrito, pues me catalogarían inmediatamente de ser un exagerado. No obstante, les voy a contar un hecho de cada uno de ellos para que ustedes se hagan una idea de lo que estos dos portentos eran capaces de hacer.
Rafalín salía de echar su jornada laboral en el horno de ladrillos y se iba a entrenar, pues bien, después de acabar la sesión de entrenamiento ordenada por Sandalio y después de jugar el preceptivo partidillo, estos partidos que disputábamos entre nosotros eran muchísimos más duros que los que solíamos jugar los domingos, mientras los demás nos duchábamos, él comenzaba a darle vueltas corriendo al campo de fútbol, pero no crean que le daba unas cuantas, sino veinte, veinticinco o treinta, según estuviera de ánimos.
Joaquinín eligió la profesión de militar y por esos avatares del destino se puso de novio en el vecino pueblo de Alanís, pues resulta que durante el disfrute del permiso veraniego nos comentó que le gustaría volver a jugar con nosotros o por lo menos entrenar; esto ocurría en el verano de 1.977 y sus padres hacía ya varios años que se habían ido a vivir a Sevilla. Para asistir a los entrenamientos hacía lo siguiente: se venía corriendo desde Alanís a Guadalcanal, entrenaba igual, por no decir más, que el resto de la plantilla y se volvía otra vez corriendo a casa de su novia.