El viaje de Lucas

El Pedroso se llena de ilusión gracias a los Reyes Magos

Redacción

El Pedroso volvió a vivir este pasado jueves una de esas noches de las de antes. Una noche cargada de ilusión, reflejada en cada rostro de niño y niña, de padre y madre, de abuelo y abuela. Una noche que en su propio nombre lleva implícita la magia que atesora, la Noche de Reyes. Fue como las de antes porque esta vez no planeó sobre ella la sombra del COVID-19, y aunque ya lo tengamos en el olvido, ese puede que sea el mayor regalo de este año. Ya ninguna mascarilla tapó sonrisa alguna de felicidad. Ya no hubo miedo a arrimarse. Ya pudimos palpar con la yema de los dedos esa dulce sensación al recoger los caramelos, y en nuestros ojos dejó de brillar la tristeza de las lágrimas para dejar brotar lágrimas de alegría. Los Reyes Magos llegaron a El Pedroso este pasado 5 de enero cargados de regalos e ilusión. Subieron a sus carrozas y desplegaron todo un manto de felicidad sobre el pueblo. Magos como son obraron una vez más el milagro de la meteorología e hicieron desaparecer las nubes y el frío, dejando tras de sí una noche plácida para el disfrute de niños y grandes, de propios y extraños. Siendo una de las cabalgatas más magrutadoras de la comarca, a las cuatro de la tarde las carrozas se pusieron en la calle a partir de la Travesía de Lope de Vega, culminando su recorrido en la calle Calera unas cuantas horas

después. En medio realizaron un recorrido por las calles de El Pedroso. Así, visitaron Pilar Redondo, Barriada El Carmen, Barriada El Tardón, Presbiterio Forcada, la Plaza de Nuestra Señora de Consolación, Zabalza Tajonar, la Barriada del Espino, la Barriada San Cristóbal, de nuevo por Zabalza Tagonar hasta la Plaza de Nuestra Señora de Consolación y la Plaza de España para finalizar por Juan Carlos I, Palma, Prado y Plaza de Andalucía antes de terminar el recorrido en la mencionada calle Calera. Seis fueron las carrozas que el Ayuntamiento de El Pedroso dispuso para la ocasión. En ella se subieron los Reyes Magos, así como los niños y niñas que quisieron ayudar en la ardua tarea del lanzamiento de caramelos a sus Majestades, contribuyendo con ello a una noche mágica en todos los sentidos que culminaría a la mañana siguiente con esa ilusión de encontrar en casa los regalos.