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MASIEL MOREIRA: EL VALOR DE

MASIEL Moreira

EL VALOR DE PONERSE EN LOS ZAPATOS DEL OTRO

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Fotos: Alberto E. Tamargo Por: Salvatore Laudicina

La empresaria y líder comunitaria ha encontrado en el altruismo su misión de vida y salud integral para el cuerpo, la mente y el espíritu.

Uno de esos catarros que solían aparecerse de improviso por estas fechas, se hospedó dos días atrás en la garganta de Masiel Moreira. Lo que el inesperado visitante no imaginaba era que se toparía de frente con el vigor de un cuerpo acostumbrado a batallar con malestares y un propósito de vida que fortalecía el sistema inmunológico para no permitirle a ese cuerpo caer en cama.

Horas antes de nuestra conversación, Moreira agendaba reuniones y definía las actividades y programas que ofrecería su centro médico Community Health and Wellness Center en 2022. Detenerse por un leve resfriado invernal no estaba en sus planes.

Era innegable que contribuir al bienestar de otros le otorgaba una fuerza especial, inmune a cualquier quebranto de salud o adversidad. Para ella, ayudar significaba mucho más que una simple acción generosa y desinteresada. Representaba algo muy valioso que, aunque desconocía antes de comenzar la entrevista, ocupaba un lugar importante en su vida.

Después de leer una y otra vez su historia, estaba seguro de algo: a Masiel Moreira no la movían ni los aplausos ni las felicitaciones que alimentan el ego y el deseo de grandeza de muchos seres humanos que buscaban en el altruismo un escenario de reconocimiento y fama.

Su misión social se resumía en una frase: yo también viví momentos difíciles. Conjunto de palabras que le permitían enorgullecerse de sus raíces, su pasado, sus luchas y el camino recorrido para convertirse en una de las empresarias y líderes comunitarias más importantes de Miami.

Tras varios minutos de intentos fallidos, Moreira ingresó a la videollamada. Sin una gota de maquillaje, la humildad regocijada en sus ojos y un acento cubano que guardaba celosamente íntimas reminiscencias, su nombre dejó de ser una poderosa historia de vida en mi cabeza para hacerse un rostro real y un carisma cautivante.

“Tengo un poco de malestar en la garganta, pero trabajar para ayudar a otros es mi vitamina C. No puedo detenerme por un leve catarro. Hay cosas mucho más importantes que debo atender en este momento”.

Quien hablaba no era la mujer poderosa que intentaba mostrarse invulnerable. Era la mujer que luchaba arduamente para salir adelante como muchas latinas que dejaban su tierra para plasmar las huellas de su éxito en los Estados Unidos.

“Ver los rostros de felicidad de aquellos que no tienen la posibilidad de acceder a un seguro médico y encuentran en nuestra clínica un lugar donde son atendidos con dignidad, es la bendición que me alimenta el cuerpo y el alma”.

Debía darme prisa. La tarde prometía más reuniones para Moreira y gozaba del tiempo justo para preguntar y contrapreguntar hasta saciar mi curiosidad periodística y escribir estas líneas.

Nacida para la filantropía

Siendo un ejemplo de empoderamiento, liderazgo y compromiso ciudadano, debía adentrarme en lo más intrínseco de Masiel Moreira. Era ahí donde habitaba eso que para muchos podría ser generosidad, pero que para ella significaba algo muy diferente.

Bastaba con escucharla hablar para entenderlo. Mientras relataba las historias de superación y perseverancia que ha conocido gracias a Community Health and Wellness Center, parecía mimetizarse con los rostros de aquellos personajes a los que mencionaba con mucho respeto y admiración.

“Más que un deber, es mi propósito de vida en esta tierra. No se trata simplemente de ayudar a otros para que tengan la posibilidad de acceder a servicios de salud. Ellos son mis maestros y me enseñan día a día el valor de ponerse en los zapatos del otro y darte cuenta de que al final del día, todos somos iguales y no eres más que los demás por tener dinero o gozar de cierta posición”.

Un sueño colectivo

Elogios continuos y honestos se asomaban después de conocer su historia de superación en los Estados Unidos. Moreira podía decir con orgullo que había logrado el anhelado sueño americano que persiguen tantos latinos con sudor y sacrificio.

Los frutos de su cosecha eran innegables: además de una familia estable, una exitosa vida empresarial e innumerables premios, los alcaldes y comisionados de Miami y Hialeah declararon oficialmente el 21 de agosto como “El día de Masiel Moreira” como reconocimiento a su labor comunitaria y gestión ciudadana. Ella manifiesta que es un día colectivo, porque también es de los hombres y mujeres que la inspiran a seguir adelante.

“Desde que llegué a los Estados Unidos, siempre tuve claro que mi sueño americano iba a ser un sueño colectivo. Si yo estaba bien, también lo estarían aquellos que estuviesen en una condición menos favorable”

“Desde que llegué a los Estados Unidos, siempre tuve claro que mi sueño americano iba a ser un sueño colectivo. Si yo estaba bien, también lo estarían aquellos que estuviesen en una condición menos favorable”.

Su escuela de vida

En 2006, con pocos recursos, decidida a hacer historia en Miami, Masiel Moreira emprendió la aventura de crear el primer centro médico de su proyecto empresarial Community Health and Wellness Center, mejor conocido como la Clínica del Pueblo.

Actualmente, Community Health and Wellness Center cuenta con 5 sedes que gozan de reconocimiento, altos estándares de calidad y un alto número de visitas diarias.

“Ofrecemos consultas médicas generales y con especialistas, medicina preventiva, terapia física, laboratorio médico, equipos especializados y consultas con psicólogos y psiquiatras. Nuestro objetivo es brindar atención de calidad a quienes carezcan de un seguro médico, ya sea por su situación migratoria o su estrato socioeconómico”.

Privilegio de pocos

Hemoglobina baja y problemas de anemia. Realidades que escribieron la historia de una Masiel Moreira que llegó a este país sin un panorama migratorio claro y sin recursos económicos, pero segura de sí misma y agarrada de la mano de Dios, su mejor amigo y cómplice.

Era inevitable recordar aquellos días en los que ella anhelaba contar con una Clínica del Pueblo que la atendiera gratuitamente, cuando estuvo diez años sin documentos. Pero el eslogan de sus vivencias como paciente poseía otra sonoridad: trabajar muy duro y pagar caro.

“Infortunadamente vivimos en un país donde acceder a un buen servicio de salud es muy costoso. En lo personal, eso es algo que me duele muchísimo. Siempre he pensado que todo ser humano tiene derecho a gozar de calidad de vida, independientemente de su estrato social o su nacionalidad”.

Como si olfateara mi mente, Moreira interrumpió al silencio post-pregunta para dar estadísticas claras y concisas de una realidad pavorosa.

“Aunque resulte imposible de creer, hay inmigrantes que nunca han ido a un médico en este país por distintas razones: los altos costos, el miedo a ser deportados. Estaríamos hablando de aproximadamente un 50% de esta población. Un porcentaje que debemos reducir en los próximos años”.

Dar para obsequiarse salud

El tiempo apremiaba, pero Moreira se mostraba sonriente en todo momento. Una vez finalice la videollamada, le es-

“Aunque resulte imposible de creer, hay inmigrantes que nunca han ido a un médico en este país por distintas razones: los altos costos, el miedo a ser deportados. Estaríamos hablando de aproximadamente un 50% de esta población. Un porcentaje que debemos reducir en los próximos años”.

peraban correos electrónicos, mensajes de WhatsApp y encuentros virtuales con su equipo de trabajo para continuar con la agenda 2022 del centro médico. Antes que abrumarse, ansiaba sumergirse en aquella adrenalina medicinal.

“Ayudar a otras personas me permite crear conscientemente salud para mi cuerpo y mi alma. Cuando me enfoco en dar, libero toxinas, purifico mi cuerpo y suelto todo aquello que es perjudicial para mis emociones. El sistema inmunológico se fortalece y me siento renovada por dentro y por fuera. No se puede explicar con palabras, hay que vivirlo para entenderlo”.

Presente prometedor

Lo único que Moreira le pedía al 2022 era salud en abundancia y horas de más para seguir creando sueños. Su felicidad era innegable. A la par con sus planes empresariales, trabajaba en un proyecto de vivienda para personas de bajos recursos y analizaba la posibilidad de llevar la Clínica del Pueblo a otras ciudades de los Estados Unidos.

“Puede que tenga catarro y me sienta algo débil, pero mi propósito de vida es más poderoso. Aprendes a darle prioridad a las cosas que valen la pena y hay personas que están pasando por situaciones realmente complejas. Cuando veo alrededor, me siento muy bendecida”.

Mientras recitaba las últimas palabras, distintos acentos latinoamericanos se asomaban imaginariamente en su voz. Entonces, la gratitud de Moreira dejaba de ser propia para convertirse en la gratitud de aquellos colombianos, cubanos, ecuatorianos, venezolanos, peruanos y argentinos que se beneficiaban de la Clínica del Pueblo. Era como si ella les prestara su cuerpo fonatorio para que sus voces mudas pero reales fueran protagonistas y escribieran el final de esta charla.

Sonrisas y buenos deseos mutuos. Quien me hablaba era la misma jovencita que llegó a los Estados Unidos, dispuesta a dejar sus propias huellas de éxito. Esa mujer real e incansable que siempre galopaba por el camino con fe y determinación para ponerse en los zapatos del otro y cumplir con su misión de vida.