vida
Junio 2018 AÑO LV N°507
de la Iglesia Evangélica Valdense de Montevideo y Libertad En su sexagésimo sexto aniversario y Quincuagésimo año de la dedicación del Templo “Quien tenga sed, venga y beba gratuitamente del agua de la vida” (Apocalipsis 22,17)
Mayordomía en su total dimensión El Sínodo de febrero pasado trató el tema Mayordomía, en los Bienes, Cuerpo y la Creación. De ahí salieron insumos, de los cuales haremos una pequeña reflexión. “Por lo tanto hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como ofrenda viva, santa, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto”. (Romanos 12:1). Este texto tiene un profundo significado: “que presentéis vuestro cuerpo a Dios”, nos está invitando a entregarnos completamente al Señor, no solo el cuerpo; ese es el principio de la Vida Plena, de la Nueva Vida. Comenzando allí, “lo demás vendrá por añadidura”. Tenemos que entregarnos a Dios para que él dirija nuestras vidas. Y así hacer cosas que luego llamaremos Solidaridad, Confianza, Paz, Amor, Alegría, etc. Queremos una convivencia en Paz y Armonía; parece una utopía pero tenemos que comenzar a dar ese paso para llegar. Como dice una canción: “Cuántos kilómetros faltarán para llegar al pueblo aquel/donde no falte el tibio pan/donde te ofrezcan pura miel/donde no te golpearán por religión o por la piel/por socialista o
musulmán/te llames Diner o Raquel”. W. Benavídez N. Moraes. Pero ¿qué es la Mayordomía? Es el trabajo que realiza el mayordomo. Y el mayordomo tiene como tarea principal cuidar de bienes que no le pertenecen. Así es, que todo creyente es un mayordomo que puede cuidar de los diferentes bienes que Dios nos ha dado: bienes materiales, el tiempo, la naturaleza, y el tema de hoy “Nuestro Cuerpo”. Y es el Señor el dueño de todo. Nosotros somos sus herramientas en este tiempo y en este lugar. No somos dueños de nuestros cuerpos pero sí somos responsables de lo que decidimos hacer con él. Es un regalo que Dios nos hace, y por tanto debemos cuidarlo, como cuidamos los regalos más preciosos que un amigo nos pueda hacer. Si cuidamos nuestro cuerpo, estaremos en mejor situación para ofrecernos a los demás. Es por eso que, procuremos ver en cada momento de nuestras vidas, cuál es la voluntad de Dios para con nuestro cuerpo; de qué modo estaremos sirviendo mejor a nuestro Señor. Dios nos hizo a cada uno de nosotros de una manera muy especial, somos diferentes unos a otros, pero con la libertad de