Correo Uruguayo cuenta n°728
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Noviembre 2023
N° 14
ESTE Periódico Valdense Iglesias Evangélicas Valdenses del Este Uruguayo
Redactor responsable: Oscar Geymonat, Iglesia Valdense en Montevideo - 8 de octubre 3039 - 24879406 / 098644838 - secretaria.ievm@vera.com.uy | Impreso en Tintas del Yi
Sólo entonces la palabra se hace diálogo que la decía. En éste, esa palabra es un algo a destruir, simbólicamente destruir también a quien la dice y si se puede no sólo simbólicamente. Ese modelo de debate es la negación del diálogo. Para dialogar debe existir alguien a quien se considera digno de ser escuchado, alguien de quien es posible recoger parte de esa verdad desparramada como las piezas de un puzle que nadie tiene en una mano. Llegó a inquietarme su admirable respeto. No recuerdo de qué hablamos, pero no olvidaré nunca ese diálogo. Ambos me escuchaban con una atención que me abrumaba y por nada iban a interrumpirme. Me corrió un escalofrío. ¿Tengo que seguir hablando hasta desfallecer? Caí entonces en la cuenta de que en nuestra cultura hablamos hasta que alguien nos interrumpe. Nuestros diálogos a veces no pasan de parlamentos que se pisan continuamente los talones; a menudo mucho más. Son discursos que hablan para oírse a sí mismos. No recuerdo cómo frené mi palabrerío, sí el silencio de segundos larguísimos en una paz que me crispaba. Seguro que repasaron mentalmente mis dichos y desde allí respondieron. Cuando leí las reglas que rigen los debates públicos que empezaron a invadirnos como servicio a la de-
mocracia, derecho obligatorio a la información y para mayor susto programa de formación en la educación de nuestros jóvenes, aquel diálogo me resultó más elocuente todavía que hace treinta años. Dos minutos para exponer un plan de gobierno nacional, quince segundos para preguntar, cuarenta y cinco para responder, ninguno para pensar en lo que se escuchó. El cronómetro es implacable. Aquél era un diálogo en el que importaba la palabra ajena. En el fondo importaba también la persona
Me preocupa sobre todo que ese modelo de show televisivo se nos cuele como forma de comunicación social válida y nos la impongamos como si fuera un mandato natural. Que en los programas educativos oficiales en nuestros centros de estudio se disminuya la importancia de las asignaturas que estimulan el pensamiento y la pregunta, y se anuncien con bombos y platillos instancias de argumentación y debate que más que argumentar tienen por objetivo destruir el argumento ajeno, más todavía. Me pregunto cómo puedo
tener un argumento para exponer si no he tenido tiempo ni herramientas para construirlo. ¿O sólo tengo que aprender los predeterminados y defenderlos como verdades? Sólo pensarlo me espanta. Para aquella parejita de jóvenes collas, yo era un prójimo, dueño de una palabra con la que iban a acordar, a disentir, de la que iban a aprender o terminarían por desechar; pero era un prójimo que tenía algo que decirles. Cuando se aplasta su palabra, el prójimo desaparece. El primero y más grande de los mandamientos exige su existencia. El “amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo” empieza por reconocerla y su palabra puede ser la primera manifestación que tengamos de ella. Oír es absolutamente necesario para que nuestra voz tenga sentido y no será el acuerdo lo que haga de la otra persona mi prójimo, a veces será el disenso lo que nos una. Después de todo el enemigo debe ser amado aunque no deje de ser enemigo. Mire que le he dado vueltas en la cabeza, y quien sabe cuántas quedan todavía.
Publicaciones valdenses en el siglo XX y en la actualidad Es el título de la ponencia que hemos sido invitados a presentar en la mesa redonda coordinada por el doctor Juan Carlos Gaona Poveda sobre impresos evangélicos en América Latina que forma parte de una actividad patrocinada por el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET). Se desarrollará entre el 23 y el 26 de noviembre.
Con la tesis “Una historia del libro evangélico en Hispanoamérica siglo XX: México y Río de la Plata”. (ver “ESTE” mayo 2022 y “Cuestión de fe” noviembre 2019) Juan Carlos Gaona obtuvo su doctorado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de la ciudad de México en 2022. Respondimos afirmativamente con “más entusiasmo que erudición” como suele decir un sacerdote amigo. Y agradecidos por cierto.