Octavo domingo de Pentecostés

OCTAVO DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda proviene del Señor que nos ha creado y que nos salva en Jesucristo, nuestra esperanza. Amén.

Canto Salmo 48:9-11 y 14.

Oración: Dios nuestro, tú has hecho cosas grandes para nosotros, tu salvación es anunciada en toda la tierra. Tú renuevas nuestra fe y haces de nosotros testigos de tu reino, creyentes no de memoria corta, ni distraídos, sino agradecidos, porque recordamos tu bondad, y allí está la fuente de nuestra confianza. Amén.

Canto Confesión de pecados: Reflexionemos ahora sobre la distancia que hay entre la fe que confesamos y la vida nuestra de cada día: “No apaguen el fuego del Espíritu. No desprecien el don de profecía. Sométanlo todo a prueba y retengan lo bueno. Apártense de toda clase de mal.”

1 Tesalonicenses 5:19-22.

Confesión silenciosa Oración: Dios nuestro, nos has dado tu amor y nos has dado las personas que viven junto a nosotros, para que reconozcamos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas, la acción de tu Espíritu. Para que gocemos los unos de los otros, para que crezcamos juntos, para que nos ayudemos mutuamente, para que usemos nuestros diversos dones para el bien común.

En cambio nosotros no sabemos aprender las lecciones de fe y amor que los demás nos ofrecen, no estamos abiertos a lo que tu espíritu quiere hacernos ver y comprender, siempre prontos para criticar, sin examinar cada cosa con la sabiduría de tu luz para reconocer el bien y evitar el mal.

Dios nuestro, ayúdanos a crecer los unos y los otros y a reconocer lo que es verdaderamente importante para nuestra vida. Amén.

Expresemos nuestra necesidad de la guía y del perdón de Dios cantando: Canto Anuncio del perdón: “Porque Dios no nos destinó a recibir el castigo, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:9.

Hermanos y hermanas, no estamos bajo la ira sino en la gracia de Dios. Abandonemos el temor y dejémonos renovar por el fuego del Espíritu. Amén.

Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Canto Oración: Dios nuestro, está escrito: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que viene de la boca de Dios.” Tú, Señor nos das todo lo necesario: nutres nuestros cuerpos. Nos ofreces las riquezas de la naturaleza, nos das el coraje y la fuerza suficiente para enfrentar la vida y el futuro, nos rodeas de personas de las que recibimos amor.

Pero todo eso corre el riesgo de secarse en nuestras manos si no nos arraigamos en ti. Por eso venimos a ti y te pedimos: quédate con nosotros, háblanos, danos tu palabra para que nos cambie, nos cure, nos acerque los unos a los otros y nos libere. Amén.

Lectura bíblica Escuchemos la Palabra de Dios leyendo: (Después de la lectura): Oh Dios, santifícanos en la verdad, tu palabra es la verdad.

Interludio Predicación Canto Confesión de fe

III. CENA DEL SEÑOR Liturgia de la Cena Ofrenda Oración: Señor, tu nos has dado todo en Cristo, recibe nuestros dones, y permite que te sirvamos con fidelidad. Amén.

IV. LITURGIA DE ENVÍO Anuncios Intercesión (Oraciones o mención de motivos de intercesión por parte de la asamblea) Oración: Dios nuestro, tú nos pides de recibirnos como tú nos recibes. Oramos por quienes consideramos perdidos, por quienes no podemos convivir y por quienes les dimos la espalda.

Quédate cerca de todos y de todas, y ayúdanos a aceptarnos los unos a los otros.

Te pedimos por los que deben celebrar su culto a escondidas y que arriesgan mucho si confiesan abiertamente su fe. Dales la fuerza y la confianza para mantener la serenidad aún en los peligros y las amenazas que deben enfrentar.

Ayúdanos a comprender como con nuestro comportamiento de todos los días podemos contribuir a la paz del mundo. Estimúlanos si buscamos evadirnos de esa responsabilidad con la excusa cómoda que en nuestra pequeñez no podemos hacer nada por los grandes problemas de la tierra.

Te lo pedimos por el amor de Jesús no nombre de quien te decimos: Padre Nuestro Canto Bendición: “Entonces la iglesia, en todas las regiones de Judea, Galilea y Samaria, tenía paz y crecía espiritualmente. Vivía en el temor del Señor y, con la ayuda del Espíritu Santo, iba aumentando en número.” Hechos 9:31.

Asamblea: Amén.

Postludio