CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA I. APERTURA Preludio Saludo: Nuestra ayuda nos viene de Dios que nos creó; que en Jesucristo nos ha salvado; que con su Espíritu nos reúne en la fe y en la esperanza. Amén. Canto Salmo 98:1-9. Oración: Señor, que eres el mismo hoy como ayer, y siempre, no inmóvil ni inmutable sino vivo y fiel, nosotros te agradecemos porque nos permites aún reunirnos en tu presencia y te pedimos: líbranos de todo sentimiento de costumbre; ábrenos a la novedad siempre fresca de tu presencia. Contigo nada es sabido de antemano ni descontado. Así también nuestro canto, tal vez tantas veces repetido, se vuelva siempre nuevo, fresco, alegre, porque, por nuestra fe, tú continúas realizando maravillas, y con certera esperanza aguardamos que tú continúes realizándolas. Amén. Canto Confesión de pecados: Confrontemos lo que hemos vivido esta semana con la voluntad de Dios: “Vivan en paz unos con otros. Animen a los que están desanimados, que ayuden a los débiles y que tengan paciencia con todos. Tengan cuidado de que ninguno pague a otro mal por mal. Al contrario, procuren hacer siempre el bien, tanto entre ustedes mismos como a todo el mundo. Estén siempre contentos. Oren en todo momento. Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús. (I Tesalonicenses 5:13b, 14b-18) Confesión silenciosa Oración: Reconocemos ante ti, Señor, nuestras peleas, nuestros rencores, nuestros odios, nuestras indiferencias hacia los demás. Vemos transcurrir nuestras jornadas teniendo delante de nosotros al descorazonado que no supimos consolar, al débil que no supimos o no quisimos ayudar. Allí están los rostros de quienes les devolvimos mal por mal, y vemos cómo estuvimos lejos de buscar el bien de los unos y de los otros. Nuestra vida fue de muy pobre alegría, porque vivimos poco contigo, hablamos poco contigo. Perdónanos. Haz que tu voluntad, que no cumplimos o que cumplimos tan poco y mal, podamos hacerla nuestra. Es la voluntad que Cristo Jesús vivió en favor de nosotros. En su nombre te pedimos perdón y nuevas fuerzas. Amén. Canto Anuncio del perdón: Reciban, hermanos y hermanas, el anuncio del perdón: “El hombre honrado pasa por muchos males, pero el Señor lo libra de todos ellos. El Señor salva la vida a sus siervos; ¡no serán castigados los que en él confían! (Salmo 34:19 y 22). Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Señor, tú eres digno de alabanza, y nosotros indignos de alabarte. A pesar de ello tú quieres nuestra alabanza; por eso nos has creado así como somos, por ello te has revelado a nosotros, por eso nos invitas y nos convocas también en esta mañana aquí todos juntos. ¿Qué es lo que tú encuentras en nosotros? No lo sabemos, pero igual nos quieres, nos amas. Danos, Señor, corazones agradecidos por esta tu voluntad de vida, de amor, que viene a iluminar nuestras existencias incluso en los momentos más opacos. A pesar de estar lejos de ti tú te acercas a nosotros con tu Espíritu, y tu Palabra nos interpela, nos abre a las perspectivas de tu reino, le da sentido a nuestras vidas, reanima nuestra esperanza, nos llena de paz. Haz que nuestra respuesta sea una respuesta activa en la confianza, en el esfuerzo para entenderte y obedecerte. Gracias, Señor, porque derramas sobre nuestras vidas tu amor fecundo y renovador. Gracias, Señor, porque nos alcanzas tu Palabra de esperanza y haz que podamos anunciarla y vivirla correctamente. Amén. Lectura bíblica Predicación Canto