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La inteligencia artificial y la integridad académica, dos grandes retos del siglo XXI
ENTREVISTA A DAVID RETTINGER, PRESIDENTE DEL CENTRO INTERNACIONAL PARA LA INTEGRIDAD ACADÉMICA (ICAI, POR SUS SIGLAS EN INGLÉS).
Esta entrevista se realizó en inglés y ha sido traducida al español por Nathalia Franco Pérez.
Nathalia Franco Pérez | nafranco@eafit.edu.co | Jefe del Centro de Integridad, Universidad EAFIT.
¿Cómo crees que la inteligencia artificial (IA) está cambiando y cambiará nuestras vidas durante el siglo XXI?
La inteligencia artificial es una amplia categoría y debido a que abarca muchas cosas, no hay duda de que impactará nuestras vidas de muchas maneras… ya lo hace. Desde la tecnología de "la casa inteligente", los carros sin conductor, el piloto automático en los aviones, hasta los robots en las fábricas, la inteligencia artificial está cambiando el mundo en que vivimos. La automatización generará cambios fundamentales en la necesidad de mano de obra humana; las culturas basadas en el trabajo serán completamente diferentes en 100 años, puesto que no es necesario el tiempo humano durante las funciones básicas de producción.
¿Cuáles crees que son las implicaciones de la inteligencia artificial en el sistema educativo mundial?
La IA conducirá a cambios fundamentales en la forma en que se imparte la educación, en lo que la sociedad de la información determina que es importante y, en última instancia, en los objetivos de la educación mundial. Por ejemplo, la educación comercial se volverá gradualmente menos relevante, y una gran parte del trabajo repetitivo y manual será realizado por maquinaria automatizada. Esto ya está sucediendo en fábricas y granjas a nivel mundial. La necesidad de estas habilidades disminuye y es reemplazada por la necesidad de programadores y mecánicos de maquinarias. La educación comercial tendrá un panorama completamente diferente en la medida que la IA se desarrolle y pueda realizar tareas cada vez más complejas.
Esto significa que, al menos en teoría, muchas tareas educativas también podrán automatizarse. Por ejemplo, la escritura es difícil de enseñar en parte porque es una habilidad que requiere comentarios sustanciales y repetidos. Una vez que la IA pueda ayudar a los estudiantes a mejorar su escritura, habrá mayor posibilidad de que los estudiantes escriban más y mejoren con mayor rapidez, al obtener comentarios oportunos y útiles de un software. La instrucción diferenciada es muy difícil de hacerse con maestros humanos ya que requiere de una gran cantidad de tiempo, datos y materiales de enseñanza. La IA para educadores hará que todos los estudiantes se beneficien de un plan de lección personalizado que cambia según sus necesidades personales.
Por último, vale la pena reflexionar sobre lo que podría suceder cuando las máquinas puedan hacer el trabajo suficiente para que la mayoría de las personas no necesiten hacer nada, para generar los recursos suficientes, a fin de llevar una vida cómoda. La educación volverá a ser opcional y se centrará en la mejora personal y social, en lugar de convertirse en el producto básico para el desarrollo profesional.
El ICAI promueve seis valores fundamentales: honestidad, confianza, equidad, respeto, responsabilidad y coraje (ICAI, 2017). ¿Cómo podría beneficiarse la inteligencia artificial desde este punto de vista ético?
Las máquinas artificialmente inteligentes siguen siendo máquinas, cuyas acciones son particularmente complejas y a veces difíciles de predecir. Esto impone una obligación particular a quienes diseñan y construyen inteligencia artificial, con el fin de garantizar que el comportamiento de las máquinas cumpla con nuestros estándares éticos. Esto es particularmente difícil porque nosotros, como humanos, no siempre podemos articular nuestros propios valores, e incluso cuando lo hacemos, puede ser difícil equilibrar los bienes de la competencia. Por ejemplo, la honestidad es a veces enemiga del respeto, como cuando la respuesta a una pregunta podría provocar daños innecesarios.
Los valores fundamentales de la integridad académica pueden considerarse realmente como una rúbrica para evaluar nuestras propias acciones, por lo tanto, esta rúbrica puede extenderse a las máquinas (y sociedades) que nosotros construimos. Es esencial que evaluemos nuestras construcciones, antes de realizarlas, ya que estas desarrollan patrones de comportamiento en el mundo real. Debemos responsabilizarnos de los dispositivos que construimos, incluso si su comportamiento parece impredecible. Solo al asumir la responsabilidad de las acciones de nuestra IA, se puede generar confianza en estos sistemas.
Según los estudios realizados en las últimas dos décadas, la deshonestidad académica ha aumentado sustancialmente en América Latina, tanto en colegios como en universidades (García-Villegas, Franco-Pérez y Cortés-Arbeláez, 2016). Aunque la tecnología no es la causa en sí, parece haber un acuerdo sobre cómo el acceso a Internet, y a todo tipo de dispositivos tecnológicos, ha facilitado el plagio y la trampa en los documentos y exámenes entre los estudiantes. En este contexto, ¿cómo podría la Cuarta Revolución Industrial ayudar a promover ecosistemas académicos honestos, que dificulten las trampas o que incluso no permitan ni siquiera que esta sea una opción deseada?
Lamentablemente, considero que el papel de la tecnología en la deshonestidad académica es cíclico, como una carrera armamentista. Los estudiantes desarrollan formas de eludir el esfuerzo que les pedimos; nosotros (profesores y nuestras instituciones) desarrollamos formas de detectar, disuadir y prevenir sus atajos, para que luego ellos encuentren nuevas formas. Sospecho que los maestros de la edad media se quejaron de la imprenta. Se predijo que la máquina de escribir sería el fin de la civilización, al igual que el Internet, el teléfono y otras tecnologías.
También considero que la causa de la deshonestidad académica a nivel social es la motivación extrínseca: valoración del diploma sobre la educación que representa. En el mundo, los estudiantes son elegidos para trabajos en función de la calidad de su título, no del conocimiento y de las habilidades adquiridas. Esta mercantilización de la educación (en particular, pero no exclusiva de la educación superior) siempre ha estado presente, aunque percibo que está empeorando. A medida que esto ocurre, las razones para hacer trampa se fortalecen y los incentivos para la integridad se debilitan.
Si este es el caso, desvincular el título de los estudiantes de sus perspectivas laborales, reducirá los desafíos de la deshonestidad académica, y desvincular las perspectivas laborales de la prosperidad económica (en una potencial Quinta Revolución) reducirá aún más la deshonestidad. Si viviéramos en un mundo donde los estudiantes asisten a las aulas por amor al conocimiento y al desarrollo de habilidades, y no para obtener un mejor trabajo, y si las calificaciones recalcaran la celebración de la producción de nuevos conocimientos y trabajo creativo, la integridad académica sería el resultado natural.
Algunas personas están hablando de la Quinta Revolución en términos de sostenibilidad y el regreso del Humanismo. Si fuera cierto que el mundo vuelve su atención a la idea de promover vidas que defiendan la dignidad, el derecho y la responsabilidad de construir vidas significativas (independientemente de las creencias religiosas), y la necesidad de desarrollar una sociedad más humana, ¿cómo podría contribuir la academia a ese propósito?
Espero que sí, pero lo más probable es que la Quinta Revolución, como todas las anteriores, tendrá diferentes efectos en diferentes grupos de personas. La IA dará como resultado cambios masivos en la sociedad, y aquellos en control probablemente se beneficiarán más, o al menos tendrán un aterrizaje más suave a medida que las cosas vayan cambiando. Dicho esto, hay alguna posibilidad de que la economía de la supervivencia cambie tan dramáticamente que ningún ser humano necesite trabajar para vivir. Si ese es el caso, la humanidad se enfrentará a un desafío aún mayor al de la Revolución Industrial, encontrar significado en nuestras vidas.
Si esto ocurre, una de las fuerzas culturales más poderosas que pueden aprovecharse, por el bien de la humanidad, es la educación en artes liberales. Los programas vocacionales como la ingeniería, los negocios y la medicina jamás desaparecerán, pero disciplinas como la filosofía, la literatura y la antropología se volverán aún más críticas. Estas disciplinas nos ayudan como especie a comprender nuestro lugar en el mundo, la naturaleza de la belleza y nuestras obligaciones con los demás. Con la liberación del tiempo y los recursos actualmente dedicados a la supervivencia física, por medio de la tecnología, debemos responder la siguiente pregunta crítica: ¿qué debemos hacer para prosperar? en vez de ¿qué debemos hacer para sobrevivir?
REFERENCIAS
García-Villegas, M., Franco-Pérez, N. y Cortés-Arbeláez, A. (2016). Perspectives on Academic Integrity in Colombia and Latin America. En Tracey Bretag (ed.) Handbook of Academic Integrity. Springer, Singapore.
International Center for Academic Integrity (2013). The Fundamental Values of Academic Integrity. Recuperado de https:// www.academicintegrity.org/fundamental-values/