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La Revolución de La Paz, la primera revolución independentista de Iberoamérica
El 16 de julio de cada año se conmemora la Revolución de la Paz, realizada en la misma fecha del año 1809. Aquel día, los insurgentes se levantaron en contra del dominio español. Este levantamiento es considerado por los historiadores como la primera revolución independentista de Iberoamérica, junto con el grito libertario de Chuquisaca, llevada a cabo el mes de mayo del mismo año en Bolivia, en la actual Sucre, a favor del rey Fernando VII. El patriota Pedro Domingo Murillo organizó reuniones clandestinas junto con otros rebeldes, para lo que sería el levantamiento del 16 de julio, que se vio impulsado por las invasiones napoleónicas en España bajo el lema ‘Abajo Fernando VII, viva la revolución, abajo la corona, viva la libertad’. Ese día se desconoció la autoridad imperial y dieron paso a la declaración de la independencia, con la ayuda de un gran grupo de personas procedente de varios lugares de lo que ahora es Bolivia. La acción se inició cuando se empezaba a esconder el sol en medio de la procesión de la Virgen del Carmen. Los revolucionarios tomaron el cuartel de
los españoles apoderándose de sus armas, mientras las campanas de la Plaza de Armas repicaban. El 16 de julio de cada año se conmemora la Revolución
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de la Paz, realizada en la misma fecha del año 1809. Aquel día, los insurgentes se levantaron en contra del dominio español. Los días previos, Pedro Domingo Murillo se reunía clandestinamente con otros revolucionarios, inspirados en la semilla emancipadora que habían sembrado la Revolución Francesa, la independencia estadounidense y el cerco a La Paz encabezado por Túpac Katari en 1781; para organizar lo que sería el levantamiento del 16 de julio y su proclama de libertad.
Ese día se desconoció la autoridad imperial y dieron paso a la declaración de la independencia, con la ayuda de un gran grupo de personas procedente de varios lugares de lo que ahora es Bolivia. La acción se inició cuando se empezaba a esconder el sol en medio de la procesión de la Virgen del Carmen. Los revolucionarios tomaron el cuartel de
los españoles apoderándose de sus armas, mientras las campanas de la Plaza de Armas repicaban. Los realistas no se enteraron de la revuelta hasta el día siguiente, pese a que el intendente, Tadeo Dávila, sabía con antelación de los planes revolucionarios, pero ignoró las denuncias hechas por vecinos sobre las sospechosas juntas. Cuando los insurgentes tomaron el control, organizaron la Junta Tuitiva en cuya proclama decía: “Compatriotas: hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria (...) hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. El 22 de julio se designó a Pedro Domingo Murillo como Coronel Comandante de la ciudad y en sus filas se integraron criollos, mestizos e indígenas. Poco después la Junta fue disuelta por los realistas y el 29 de enero de 1810, Pedro Domingo Murillo y sus colaboradores fueron ahorcados en la Plaza de los Españoles. Antes de morir, el líder de la revuelta pronunciaría su inolvidable frase: “La tea que dejó encendida nadie la podrá apagar”.


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