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Editorial

Yvaya si han perdido el negocio tantos hombres y mujeres que, como leemos: “han perdido la honra”.

Es algo que vemos a diario al recorrer diferentes zonas de nuestra amplia red de distribución.

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Francisco de Quevedo tuvo (como en tantas ocasiones) un nuevo acierto en esta reflexión pero, más allá de la frase que nos recuerda que “aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra”, debemos decir que al observar casos concretos en diferentes localidades, podríamos cambiar esa frase -con todo respeto- ya que existen -por desgraciainfinidad de hombres y mujeres que ¡sin perder la honra…han perdido el negocio! por culpa de una innegable…digamos: ‘honra social,’ propia de la situación actual que ahoga y ‘asesina’ proyectos e ilusiones. Hombres y mujeres que se han visto -que se ven- obligados a devorarse sus créditos (si los tienen) para poner en marcha un negocio lleno de esfuerzo y de ‘honra,’ pero que se han quedado o están a punto de quedarse en la p… calle.

Ojalá que, a partir del próximo mes, nuevas o renovadas perspectivas, den esperanzadores rayos de luz a la oscuridad económica que ha hundido/hunde o hundirá en la miseria a honorables hombres y mujeres a la hora de montar un negocio. Lo vemos a diario: Alquiler…Depósito de garantía…Reformas… Inauguración y, a los pocos meses, el más cruel-indeseado-desgraciado-sangrante y helado cartel de: “¡Traspaso!”

Ese es el desconsuelo que viven cientos de familias que muy difícilmente podrán recuperarse de una situación que puede con “la honra” de cualquiera…

El 24 de abril del 1934 (este mes cumple 89 años) en Richmond

-Virginia-, la vida de un profesor de arte dramático y de una bailarina, se vio alegrada por la llegada de una preciosa niña a la que llamaron Shirley y que, con el tiempo, se convertiría en la famosísima

Shirley MacLaine.

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