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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL TEJIDO URBANO
“…evidenciar la continuidad del tejido urbano, entendiendo que la construcción de la ciudad se debe a la repetición de lo uniforme, y ello se logra replicando buenos y sencillos edificios.”
_De la memoria de los autores de “Casa+Terrazas”, publicada en las páginas que siguen
Las obras que hemos elegido no necesariamente reflejan esta idea, y no fueron seleccionadas con ese fin. Intentan, más bien, ser una muestra, aunque intencionada, de un registro de época. La vivienda unifamiliar urbana ya no constituye el grueso de los encargos profesionales, hoy más orientados hacia nuevas urbanizaciones -sean estas cerradas o abiertas-, alejadas de los cascos urbanos. Sucede así en las ciudades grandes y en las ciudades intermedias, en toda la provincia.
Se ha discutido mucho -se discutirá siempre- sobre el sentido de lo urbano. No podemos -tampoco lo deseamos- ahondar en una complejidad que largamente excede las pretensiones de este breve texto. Nuestro interés está en indagar en los tópicos comunes que vamos encontrando en las nuevas viviendas que estamos construyendo en el interior de nuestras ciudades.
Sin ser originales -búsqueda que no nos representa-, cabe preguntarse acerca de las razones que dan soporte a una decisión proyectual muy extendida: edificios cerrados -en menor y mayor grado- hacia la calle, es decir, hacia el espacio público por excelencia de la ciudad. Si la explicación está en la seguridad personal de sus habitantes, podría entenderse en las grandes ciudades, pero ocurre también en ciudades medianas y pequeñas, cuyo contexto es otro. Puede que la centralidad de las áreas metropolitanas presione y modifique las tradiciones y gustos de sitios alejados; puede también que el espacio privado se haya convertido en una directriz proyectual primordial, que nos atraviesa a todos por igual, vivamos donde vivamos. Si esta tendencia persiste… ¿qué ocurrirá con aquellos entornos urbanos valiosos -con alta calidad del espacio público- que está en el origen mismo de la decisión de vivir en la ciudad? ¿Qué sucederá con la vida en comunidad?… No son cuestiones que pueda resolver la arquitectura, desde ya, aunque resulta imposible mantenerse al margen.
Quizá los ¿nuevos? paradigmas que apuntan a la ciudad de los servicios básicos de proximidad, del trabajo a distancia, de los efectos de la pandemia del COVID 19, de los perjuicios comprobados de permanecer aislados, impliquen una reversión de un proceso que no es nuevo, pero fuertemente instalado. En los encuentros disciplinares es habitual escuchar discursos que ponen el foco en la puesta en valor del espacio público -del espacio compartido-, como dispositivo ineludible para mejorar las condiciones de la vida individual y colectiva; sin embargo, en ocasiones, la práctica profesional va en otro sentido. Discurso y práctica debieran, creemos, encontrar un cauce común, que los legitime como componentes de un mismo sistema. Parece complejo construir un saber disciplinar de referencia si se elige el camino opuesto.
Las obras que publicamos, una vez atravesado el umbral urbano, despliegan el mejor de los repertorios de los que disponemos los arquitectos, con espacios ordenados, precisos y funcionales, inundados de luz natural, bien construidos, donde interior y exterior suelen confundirse. Llenos y vacíos son comprendidos como un todo, interdependientes y equilibrados. El espacio abierto nunca es residual.
De todas ellas, quizá Casa+Terrazas sea la obra que mejor diálogo consigue entre ciudad y espacio privado, un equilibrio esquivo, pero al que no debiéramos renunciar.
Quienes habitan -o han habitado- en alguna de las pequeñas ciudades de la provincia pueden dar testimonio que este equilibrio no es una excepción. La configuración de sus frentes urbanos, el cuidado que sus habitantes les dispensan, el tiempo que transcurren en ellos conversando amablemente con algún transeúnte ocasional, mate en mano, hablan de una extendida voluntad colectiva. Prestar atención allí, no parece solo una opción más, puede que sea una necesidad imperiosa. No se trata de inventar nada. Es, más bien, ampliar la mirada sobre un proceso que lleva largo tiempo, que es propio, que sucede a poca distancia de nuestras grandes ciudades y, sobre todo, ha dado buenos resultados. El cambio en las tendencias migratorias internas hacia estas pequeñas ciudades algo dice. Carlos Moreno, cuando expone sobre la “ciudad de los 15 minutos”, afirma: “Si el siglo XIX fue el siglo de los imperios, el siglo XX fue el siglo de los estados naciones, y el siglo XXI es el siglo de las ciudades”. Si está en lo cierto, será muy difícil, en el futuro, atender solamente a las condiciones particulares de la parcela en que nos toca actuar.
Sin pretensiones de verdad, nos despedimos hasta nuestro próximo encuentro.