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Devocional

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HISTORIA DE VIDA

HISTORIA DE VIDA

EVANGELISMO

APOSTÓLICO (II)

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“Y perseverando unánimes cada día en el templo… Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Hechos 2:46, 47

Rev. Luis M. Ortiz

EN EL LIBRO de los Hechos de los Apóstoles hallamos el manual de evangelismo de la iglesia al principio. En la edición anterior hablamos sobre: LA ORACIÓN y EL EVANGELISMO PERSONAL. Ahora, nos toca hablar sobre cuatro puntos más. 3. EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO El poder del evangelismo de la iglesia al principio no era el poder político, ni el poder de la propaganda, ni el poder intelectual, sino el poder del Espíritu Santo. En el libro de los Hechos vemos al Espíritu Santo obrando constantemente, al punto que el libro muy bien puede ser llamado los “Hechos del Espíritu Santo”. Vemos al Espíritu Santo activo: dando mandamientos, bautizando con poder, impartiendo virtud, hablando, llenando, dotando, testificando, impartiendo sabiduría, consolando, ungiendo, profetizando, presidiendo y decidiendo, y ejecutando, escogiendo y enviando misioneros, y hasta trasportando evangelistas. Si a la iglesia al principio le dio tan gloriosos resultados el poder del Espíritu Santo, ¿por qué no abandonamos tantos métodos y sistemas humanos, y buscamos el maravilloso poder del Espíritu Santo? 4. EL MENSAJE ERA CRISTO El mensaje del evangelismo de la iglesia al principio no era un mensaje de filosofía, de persuasión intelectual, ni de promoción de un hombre, sino que el mensaje era Cristo. Dice en el libro

de los Hechos que “no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (5:42). Y “Felipe… predicaba a Cristo” (8:5). También dice que Pablo “predicaba

a Cristo en las sinagogas” (9:20); y siguió “predicando… y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (28:31). No se detenían en temas secundarios, no predicaban con palabras persuasivas de humana sabiduría, ni recurrían a vanas filosofías; su tema era claro, definido, contundente, era Cristo. Porque es que solamente en Cristo que tenemos: salvación, liberación, perdón de pecados, sanidad, bautismos en el Espíritu Santo, dones milagrosos, paz, justificación, luz, vida eterna. Lo que el mundo necesita no son temas novedosos y sensacionalistas, sino el antiguo tema de Cristo con la unción fresca del Espíritu Santo.

Pablo dijo: “Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Co. 2:2, RVR1909). Si a la iglesia al principio le dio tan extraordinarios resultados el tema Cristo, ¿por qué nosotros no echamos a un lado tanto evangelio social, refinado, filosófico, intelectual, acomodaticio?, ¿por qué no proclamamos con palabras y con hechos que Jesucristo es el mismo ayer hoy y por todos los siglos? 5. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO El equipo del evangelismo de la iglesia al principio no era nada de lo que hoy se usa, sino que eran los nueve dones milagrosos del Espíritu Santo que están registrados en 1 Corintios capítulo 12, tales como: conocimiento, sabiduría, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación, profecía, fe, sanidades, milagros. Estos dones del Espíritu Santo capacitan a la iglesia para el fiel y cabal cumplimiento de la tarea de evangelización mundial. La evangelización del mundo y la salvación de las almas es una tarea espiritual y sobrenatural, y

para poder realizarla eficazmente se requiere una capacitación y un equipo sobrenatural: los dones del Espíritu Santo. Si este equipo sobrenatural y milagroso de los dones del Espíritu Santo dio tan gloriosos resultados a la iglesia al principio, ¿por qué no se prescinde de tantos esfuerzos y sistemas meramente humanos, sicológicos, psiquiátricos, naturales, mecánicos, electrónicos, y nos dedicamos a buscar el equipo sobrenatural y milagroso de los dones del Espíritu Santo? 6. LA AUTORIDAD DE LA PALABRA DE DIOS, DEL NOMBRE DE JESUCRISTO Y DEL PODER DEL ESPÍRITU SANTO Por último, la autoridad que ejerció el evangelismo de la iglesia al principio, no fue la autoridad del imperio romano, ni de ninguna jerarquía religiosa, ni la pretensa autoridad de una denominación o concilio, sino que fue: la autoridad de la Palabra de Dios, del nombre de Jesucristo, y del poder del Espíritu Santo. Después de la sanidad del hombre cojo, el concilio de Jerusalén interrogó a Pedro

y a Juan diciendo: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” (Hechos 4:7). En la respuesta de los apóstoles y en la oración unida que elevaron al Cielo encontramos la respuesta de

ellos: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da a tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra; que extiendas tu mano a que sanidades, y milagros, y prodigios sean hechos por el nombre de tu santo Hijo Jesús. Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo…” (Hechos 4:29-31, RVR1909). Si al evangelismo de la iglesia al principio le dio tan permanentes resultados el ejercitar la autoridad de la Palabra de Dios, del nombre de Jesucristo, y del poder del Espíritu Santo, ¿por qué buscar la pretensa autoridad de los hombres, de las jerarquías, de las asfixiantes súper organizaciones; cuando han sido precisamente todo esto lo que ha entorpecido en gran medida la completa evangelización del mundo? Amados, de la única manera que la iglesia de hoy podrá evangelizar a todo el mundo, en esta nuestra generación, es como lo hizo la iglesia al principio. El libro de los “Hechos de los Apóstoles” es el mejor manual de evangelismo. Practiquemos el evangelismo apostólico y tendremos resultados apostólicos y evangelizaremos al mundo en nuestra generación.

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