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Artículo de opinión. Covid-19: La radioactividad de la incomunicación

Covid-19:

La radioactividad de la incomunicación

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Durante estas últimas semanas he visto la serie Chernóbil, el desgarrador relato de una de las mayores catástrofes sociales, económicas y medio ambientales de nuestro tiempo, una tragedia para la que la Unión Soviética y, probablemente, ninguna nación estaba preparada, y un formidable ejemplo para no olvidar jamás lo que fue un extraordinario ejercicio de desinformación resumido en esta frase del primer capítulo: «Lo que quiere el Estado es evitar el pánico. Cuando el pueblo hace preguntas que el Estado no quiere que sepa tenemos que decirles que dejen los asuntos del Estado al Estado. Sellemos la ciudad y contengan la propagación de las noticias».

De algún modo la pandemia que estamos sufriendo tiene muchas similitudes con aquel accidente nuclear. La Covid-19 ha puesto patas arriba el planeta, ha dinamitado los sistemas sanitarios, ha modificado hábitos de todo tipo que parecían imposibles de cambiar, está transformando el sistema económico y ha impactado sin piedad sobre distintos sectores sociales arrasando casi con las mujeres y hombres de una generación. Al igual que con Chernóbil la URSS protagonizó una desgraciada gestión de la catástrofe, el desgobierno planetario e infausto de esta epidemia forma parte ya de la lista de desgraciados hitos de la historia de la humanidad.

Chernóbil es y ha sido un caso de estudio acerca de cómo una comunicación nefasta dirigida por la censura, fundamentada en la ocultación de información, multiplicó las terribles consecuencias de semejante fatalidad. Hoy, ya inmersos en pleno siglo XXI, el mundo que parecía vacunado contra cualquier tipo de infortunio de dimensiones apocalípticas está siendo arrollado por una explosión vírica que no sabemos cómo se detonó y, todavía más de un año después, desconocemos cómo desaparecerá y, si desaparecerá, las mutaciones sociales que habrá impreso en nuestro modo de vida.

La Covid-19 ha encendido y acelerado muchos debates; uno absolutamente primordial es el de la comunicación en dos estadios diferenciados. El primero, aquel que en la era de la digitalización, las comunicaciones, las redes sociales, los aviones y las infraestructuras futuristas, nos ha retratado como una sociedad incomunicada, esclava de las pantallas, encerrados en nosotros mismos; un fenómeno que la peste roja ha precipitado un lustro. El segundo, el que treinta y cinco años después de Chernóbil ha vuelto a menospreciar a la comunicación como parte esencial de la respuesta a esta crisis.

Durante el mes de febrero, Puentia, la consultora de comunicación estratégica, reputación, marca y relaciones públicas de la que soy fundador, y la Escuela de Negocios CEU, con el apoyo de organizaciones como Empresa Familiar, Vitartis, CEOE, Execyl y Aecie, ha realizado un estudio demoscópico entre 140 empresarios, directivos y directores de comunicación (dircoms) para valorar cómo ha sido el papel de la comunicación durante la Covid-19 desde una perspectiva institucional y empresarial, y las conclusiones que revela el sondeo no dejan lugar a dudas.

Los encuestados coinciden en que la comunicación no se ha contemplado como parte de la solución; no ha sido estratégica, ha faltado planificación y coordinación, y en los mensajes institucionales ha primado lo cuantitativo sobre lo cualitativo y se han impuesto la improvisación y una manifiesta falta de pedagogía. Los participantes en este estudio demoscópico no son menos críticos con el papel de la comunicación empresarial y consideran que ese conglomerado del sector privado no estaba preparado en términos de comunicación para enfrentarse a una crisis de estas características, y ante esta nueva realidad el margen de mejora en términos internos o de responsabilidad social empresarial es enorme.

Con la catástrofe de Chernóbil asistimos a un antes y un después de la humanidad. Lo que allí sucedió fue algo desconocido, no se oía, no se veía, no olía, no tenía color, pero sin embargo nos cambió psíquicamente, sin respuestas físicas ni matemáticas. Con la Covid-19 sucederá lo mismo, pero de forma amplificada porque el impacto es un impacto sistémico, que tendrá consecuencias infinitas y para siempre. Y en este escenario la comunicación, en muchos casos enterrada o encerrada en los cajones de instituciones, organizaciones y empresas, ha renacido porque se sitúa en el centro del núcleo de la solución, porque es una formidable herramienta de gestión que requiere de estrategia, porque es la verdadera tarea del liderazgo, que durante esta pandemia ha fracasado generando una inmensa nube radiactiva de incomunicación y, sobre todo, porque la comunicación forma parte de cada detalle de la vida.

Eduardo Álvarez Rodríguez

Periodista. CEO de Puentia

El universo del podcast se ensancha

La escucha de audios a demanda se multiplica gracias a los dispositivos móviles y a la apuesta de las grandes plataformas

Por podcast, la conjunción de dos términos, que son pod (personal on demand, ligado al artilugio para escuchar canciones que se sacó de la manga un tipo llamado Steve Jobs en 2001), y broadcast (traducido al castellano significa transmisión), vamos a entender por tanto por ello, la publi-

cación digital de un audio que se

transmite según demanda.

En realidad, se trata de una especie de radio a la carta a la que nos podemos suscribir, si así lo deseamos, para poder escuchar contenidos en el momento que deseemos, a partir de un sistema de redistribución.

La primera vez que alguien empleó el término podcast fue en 2004, en agosto de ese año, cuando lo hizo Adam Curry, empresario estadounidense fundador de Mevio Inc. -en sus inicios Podshow-, y un auténtico gurú del medio.

¿Qué busca un podcast?

En comunicación los medios tradicionales de masas se fijan, por lo general, tres objetivos fundamentales: formar, informar y entretener. Un podcast debe seguir alguna de esas tres pautas para triunfar. Los hay sobre ciencias concretas, existen algunos que nos sirven para informarnos sobre hechos recientes o pasados, y otros que son puro entretenimiento.

El negocio lo han visto claro algunas cadenas generalistas de radio y cada vez más aportan contenidos alternativos a su programación tradicional, y también espacios que se emiten a diario o periódicamente en antena, e incluso existen suertes de productoras-distribuidoras que, a modo de plataforma online, se han convertido en una suerte de Netflix de los audios. Los anunciantes también están viendo el filón y, poco a poco, como ocurre en otras suertes analógico-digitales, irán subiéndose a este carro en el que se va atisbando rentabilidad.

Formatos

Podemos escuchar podcasts casi de cualquier cosa, y con diferentes formatos. Desde los seriados, hasta los limitados a determinados capítulos, los de diálogo, los de información pura y dura o los referidos, como indicábamos, al ocio y el divertimento.

Hemos de tener en cuenta que ya cerca de dos terceras partes del

tráfico que hay en internet se ci-

ñen a dispositivos móviles, y que la escucha de los podcasts es, al menos en España, fundamentalmente a través de este tipo de dispositivos.

De manera que los astros se alían, y el formato en cuestión casa a la perfección con los hábitos de conducta actuales. De ahí que, el consumo de podcast se esté multiplicando desde hace cuatro-cinco años en nuestro país.

¿Y en España se consumen podcasts?

Si hacemos caso a uno de los informes más recientes publicados, el presentado en noviembre de 2020 por Reason Why, referido a los Habitos

de consumo de podcasts de los es-

pañoles, con el patrocinio de Spotify, un 38 por ciento de los encuestados aseguraron haber empezado a escucharlos durante el confinamiento.

¿Y cuándo se escuchan? La mayor parte de ellos, mientras cocinan, limpian o hacen tareas del hogar. Si bien, también hay un alto porcentaje de personas que atienden a estos espacios mientras descansan, o de camino al trabajo en el coche o en el transporte público.

El Top 5 de las categorías de podcasts más escuchadas en Spotify en 2020 fueron las siguientes: música, comedia, salud y estilo de vida, sociedad y cultura y arte y entretenimiento, por ese orden.

En cuanto a los programas más escuchados, fueron estos: Nadie sabe nada, Entiende tu mente y Meditada.

Puedes acceder a ese informe completo en este enlace: https:// www.reasonwhy.es/sites/default/ files/spotify_informe_podcasts_ espana_2020.pdf

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