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La Batalla de Ibarra
from REVISTA "INTERAMERICANOS" CUARTA EDICIÓN ESPECIAL BICENTENARIO DE LA BATALLA DE PICHINCHA 24MAY2022
by IADC ECUADOR
Crnl. (S.P) Mgtr. Jorge A. Ortiz Cifuentes SOCIO FUNDADOR ASOCID-ECUADOR
BATALLA DE IBARRA DEL 17 DE JULIO DE 1823, Y LA INFLUENCIA EN EL TRIUNFO DEL 24 DE MAYO DE 1822
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Alcanzado el triunfo del 24 de Mayo de 1822, con las operaciones militares entre el Ejército Patriota liderado por el mariscal Antonio José de Sucre y los realistas liderado por el Comandante Melchor Aymerich y Villajuana¸ cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy nuestra República de Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia. Recordemos que el objetivo político de Bolívar era incorporar todas las provincias de la Real Audiencia, incluyendo Guayaquil, a Colombia. Entre el entusiasmo general de la población, la antigua provincia de Quito fue incorporada a la república de Colombia. Por su parte Guayaquil, que aún no decidía su futuro, con la presencia tanto de Simón Bolívar como del victorioso ejército Grancolombiano en su territorio, proclamó forzosamente bajo presión la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia el 13 de julio de 1822. Con la Independencia de varias ciudades por parte de Bolívar, en el bando de los realistas permanecía el afán de volver a dominar los territorios y pueblos liberados, permanecía una especie de lealtad hacia la Corona Española; es así, que los realistas se concentran en San Juan de Pasto, ciudad que no reconocía los triunfos libertarios, lo cual se constituyó en un serio problema para los futuros planes del Libertador en cuanto a proseguir con la campaña de liberación de Perú¸ tropas leales a España al mando del coronel Agustín Agualongo, planifican retomar el control de lo perdido en la gesta heroica del 24 de mayo de 1822.
RELATO HISTÓRICO DE LA BATALLA DE IBARRA
La Batalla de Ibarra fue una campaña militar desarrollada el 17 de julio de 1823 entre tropas independentistas lideradas por Simón Bolívar y tropas realistas leales a España, lideradas por el coronel Agustín Agualongo que reorganizó un Ejército en lo que hoy es Pasto (Colombia). Hay que considerar que Agualongo siendo Comandante realista de Pasto, se habría sublevado aprovechando la ausencia en este lugar de Simón Bolívar. El coronel sublevado Agustín Agualongo, luego de obtener una victoria en Pasto en contra de Juan José Flores, en demostración de su fidelidad y lealtad a la Corona Española y creyendo que las defensas de Quito eran débiles, decide emprender su aventura con un ejército organizado en Pasto-Colombia, muchos de ellos reclutados a la fuerza; como una mala apreciación de la situación, considera que Simón Bolívar y sus generales se dirigen a liberar Perú. Simón Bolívar por su parte se encontraría en actividades de descanso en lo que hoy es la provincia de los Ríos, al enterarse de la sublevación en Pasto, se dirige al norte para en forma personal acabar con la sublevación. El coronel Agualongo en su apreciación considera débil la defensa de Quito, planifica avanzar sobre ella y solicitar apoyo a ciudades que están al paso como Otavalo; en el fondo se tiene precaución con la toma de Ibarra ya que la ciudad era considerada un centro de patriotas que luchaban por la libertad. Esta batalla tiene un significado histórico ya que es la única acción militar dirigida personalmente por Simón Bolívar en territorio ecuatoriano, y la última acción de armas de la independencia que se llevó a cabo en lo que hoy es la República de Ecuador; la batalla de Ibarra estaría a un nivel de importancia de las batallas de Junín y Ayacucho, lideradas también por Bolívar posteriormente en el año 1824, para la liberación definitiva de la actual republica del Perú. Bolívar prepara un plan estratégico para enfrentar al coronel Agualongo que se dirigía al Sur con la misión e intensión de reconquistar para España lo perdido en la Batalla del Pichincha el 24 de Mayo de 1922; para sofocar esta crisis, la maniobra de Bolívar consistió en: establecer contacto por mar con el gobernador de Cauca para que este ataque por Juanumbú a Pasto, mientras el ejército principal avanzaba desde el sur; al mismo tiempo, el Libertador había publicado una proclama en Quito animando a los locales a defender su ciudad, consiguió que se presentaran voluntariamente milicianos y la población financiara el esfuerzo bélico. También se ordenó traer desde Guayaquil a 400 veteranos y 1600 a 1700 fusiles para armar a las milicias. Por parte del coronel Agualongo, el 12 de julio de 1823, avanzaba sobre Ibarra, ocupándola sin resistencia con una fuerza de campesinos indisciplinados y mal armados; durante su marcha, Agualongo reclutó
hombres en Túquerres e Ipiales, tenía los fusiles tomados a Flores para armarlos. El caudillo pastuso permaneció en la villa de Ibarra entrenando a sus hombres y recogiendo vituallas; la historia relata de abusos a mujeres y presencia en bares de la ciudad por parte de los hombres que conformaban el ejército de Agualongo. Desde Guayaquil venía el coronel Diego Ibarra con una columna del batallón Vargas de la Guardia, el escuadrón granaderos de Colombia, 100 veteranos de diferentes cuerpos dados de alta en los hospitales, fusiles y municiones. El 27 de junio, Bolívar entró en Quito y tras días de marchas forzadas llega a San Pablo (provincia de Imbabura) el 16 de julio de 1823. El ejército republicano se componía de 350 veteranos agrupados en los batallones de infantería Rifles de Bomboná, Rehincha, Yaguachi, Vargas y el escuadrón de caballería Guías del Alto Apure. Simón Bolívar decidió dividir su ejército en tres columnas: la primera con el escuadrón Guías y el batallón Yaguachi bajo las órdenes del general Bartolomé Salom; la segunda con el escuadrón granaderos y el batallón Vargas y dirigida por el brigadier venezolano José de Jesús Barreto; y la tercera con el batallón Quito, una compañía de zapadores y piezas de artillería a las órdenes del coronel Hermógenes Maza. Los veteranos Manuel Zambrano y Pedro Montúfar quedaron a cargo de los milicianos quiteños; sabedores de la habilidad de los pastusos con las armas blancas, formaron un cuerpo de 136 hombres a las órdenes del teniente Borrero, casi todos reclutados entre el gremio de cuchilleros; además, poseían dos a cuatro cañones. La mayoría de los historiadores estiman que las fuerzas republicanas contaban en sus filas con 1500 hombres; otros estiman en 1800; en la preparación de la campaña se analizaba y estimaban que se necesitarían no menos de 2.000 hombres para conseguir la victoria. Los realistas se estimaba que eran 1500 infantes y 100 jinetes; algunos historiadores creen que eran 1200, de los cuales 800 disponían de fusiles y algunos combatían a caballo; otros hablan de 2000 hombres; según una carta de Bolívar al vicepresidente Francisco de Paula Santander, fechada el 21 de julio de 1823 en Quito, los monárquicos serían 3000 combatientes. El día 17 de julio en la madrugada, Bolívar salió de San Pablo y por la vía del Abra y Cochicaranqui, avanzó con la intención de sorprender a los pastusos; las tropas realistas sólo tenían avanzadillas vigilando la ruta y sus centinelas en la hacienda Yacucalle son los primeros en caer abatidos por las tropas patriotas de Bolívar. La infantería y artillería patriotas marchan a ambos lados del camino y la caballería en medio. El Libertador iba en la vanguardia con sus ayudantes de campo y ocho guardias del escuadrón Guías; se aprecia en el plan de Bolívar, el factor sorpresa y la formidable fuerza y movilidad de su caballería; no utiliza el camino real que viene desde Quito-Otavalo-Atuntaqui-Ibarra; más bien avanza a campo través por los caseríos El Abra, Cochicaranqui, La Esperanza, llegando hasta Ibarra en forma sorpresiva e inesperada para las tropas de Agualongo por lo que hoy es la avenida El Retorno, barrio Los Ceibos que es la parte Sur-Oriental de la ciudad de Ibarra. Entre tanto, los pastusos, más preocupados de conseguir botín en las cercanías, apenas tenían vigías en el sector de Yacucalle y fueron tomados por sorpresa. Al principio creyeron que se trataba de una avanzadilla, pero cuando se dieron cuenta que era el grueso del ejército enemigo decidieron enfrentarlo, sintiendo el ataque y varias bajas, las tropas de Agualongo se retiran hasta el corte del rio Tahuando, donde se desarrolla la batalla final y más importante para la consolidación de la libertad de América. Bolívar decidió no asaltar la ciudad frontalmente al enemigo, procede a rodearle; la Caballería lideró el envolvimiento, siendo el ataque principal por la parte norte del pueblo; por el centro continuaba la Infantería. El ejército enemigo se desordenó y muchos realistas fueron muertos en las calles de Ibarra. De este modo, el Libertador estaba acorralándolos en las estrechas calles de Ibarra, gracias a su numerosa caballería y el mejor armamento de su infantería; esta batalla se caracteriza por un combate cercano incluso el uso de armas blancas. Al notar el asalto simultáneo de la caballería y la infantería, Agualongo ordenó retirarse al otro lado del río Tahuando, posición más defendible por su terreno escarpado y estrecho; sin embargo, Bolívar no se lo permitió y siguió con sus ataques, la historia relata que el Libertador al liderar en forma personal esta batalla se subió a una piedra denominada “La Chapetona” misma existe como evidencia hasta la actualidad en la margen izquierda del río Tahuando en la ciudad de Ibarra. El ejército realista se desbandó tres veces, pero en cada una consiguió rehacerse.

Finalmente, las tropas sobrevivientes del coronel Agualongo, repliegan hasta el sector de Aloburo, lugar donde son masacrados por las lanzas de los escuadrones granaderos y Guías, que se destacaron en esta batalla; los jinetes llaneros buscaban venganza tras la humillación de Bomboná y la villa de Ibarra, persiguen a los insurrectos hasta el rio Chota, frente a una gran llanura que era el terreno perfecto para ellos; los pastusos habían caído en una trampa al instalarse en dicha localidad; incluso Bolívar, con sable en mano, dirigió el asalto al último sector de resistencia ocupado por los monárquicos. La historia relata que esta batalla fue una masacre para los realistas; los vencedores cuentan en sus bajas apenas 13 muertos y 8 heridos; por parte del ejército de Agualongo los historiadores consideran entre 800 las pérdidas sufridas. Después de la victoria, Bolívar envió a la caballería del brigadier Barreto a perseguir a cualquier realista que intentaba huir. Los persiguió un largo trecho y muy pocos lograron escapar. Los pocos sobrevivientes acompañaron a Agualongo por el camino de Olivo y Aloburo hasta cruzar el río Chota, quedando a salvo de la caballería republicana. Bolívar, furioso porque los pastusos no habían respetado la paz que les había ofrecido, ordenó no tener piedad con ningún enemigo capturado. El coronel Agualongo y unos pocos de sus hombres, habría logrado escapar y llegaría derrotado hasta Pasto; en este lugar continua con sus actividades de reconquistar la ciudad de Pasto, luego sería nuevamente vencido, capturado y fusilado en Popayán. De esta forma la historia de nuestra Patria guarda en sus páginas de gloria el triunfo de Bolívar sobre las tropas de un sublevado coronel Agualongo que pretendía recuperar Quito ya liberado del yugo español en la batalla del Pichincha; triunfo que tuvo como escenario de campo de batalla a la ciudad de Ibarra, de cuyo nombre lleva el nombre esta batalla; siendo de relevancia historia por la conducción directa del Libertador y las repercusiones o consecuencias estratégicas de ratificar el triunfo de Pichincha y la liberación definitiva de Ecuador y posteriormente de Perú.
CONSECUENCIAS ESTRATÉGICAS
La batalla de Ibarra desarrollada el 17 de julio de 1823 y liderada personalmente por el Libertador Simón Bolívar, que derroto a las tropas pastusas sublevadas y comandadas por el coronel Agustín Agualongo, al revisar la historia parece no ser considerada en su magnitud que merece; esto es, debido a que sus repercusiones estratégicas, al no permitir que el coronel Agualongo consolide su intención de reconquistar y tomarse nuevamente Quito a favor de la Corona Española; el triunfo fue vital para asegurar y confirmar el logro de la batalla del Pichincha, éxito alcanzado un año antes; de no haber sido derrotadas las tropas realistas, definitivamente el coronel Agualongo avanzaba hacia el sur, se hacía fuerte, ya había pactado apoyo a su paso por Otavalo y hubiera llegado a Quito triunfante y motivado a cumplir su misión de lealtad a la Corona de España al recuperar Quito y ponía en peligro la libertad lograda por nuestros patriotas en las faldas del Pichincha.
La Batalla del 17 de julio de 1823, permite la continuación de la gesta libertaria en el continente americano y consolida la gesta libertaria a un país que vivía a manos de la Corona Española; Simón Bolívar con su presencia de principio a fin en la batalla, dio un ejemplo a sus patriotas al combatir personalmente en la Batalla de Ibarra, que se constituye en un referente que guarda los sueños y persisten las esperanzas de todo un pueblo por la libertad y días mejores.
El triunfo de Bolívar en la batalla de Ibarra le permite al Libertador y a la Gran Colombia en general consolidar su liderazgo y proseguir en campañas libertarias hacia el sur, llegando años más tarde a liberar lo que hoy es la República de Perú; la batalla de Ibarra por su conducción directa del Libertador y sus repercusiones estratégicas está a la altura de las batallas de Junín y Ayacucho que se desarrollaron en el año 1824.
Crnl. (S.P) Mgtr. Jorge A. Ortiz C.
