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La evolución Económica del modelo de Horticultura de alto rendimiento de

planta, a la que se aplica por medio de dispositivos que se conocen con el nombre de goteadores, goteros o emisores.

Figura 6. Programador de riego

6.1. Características notables del riego por goteo

- El agua se aplica al suelo desde una fuente que puede considerarse puntual y, al infiltrarse se mueve tanto en dirección horizontal como vertical. En esto difiere en gran medida del riego tradicional de a pie en el que hay un predominio de las fuerzas de gravedad y por tanto el movimiento de agua y de sales es diferente. - No se moja todo el suelo sino parte de este, proporción que depende de las características del mismo, caudal del gotero y tiempo de aplicación. En esta parte húmeda la planta concentrará sus raíces y se alimentará. - Consecuencia del punto anterior es el suministro al cultivo de fertilizantes de modo adecuado, respondiendo a las extracciones de la cosecha, como técnica de cultivo intensivo que es (Figura 7). - El mantenimiento del nivel óptimo de humedad en el suelo implica una tensión constante y baja de agua en el mismo. El nivel de humedad que se mantiene en el suelo es inferior a la capacidad de campo, lo cual es muy difícil de conseguir con otros sistemas de riego, ya que implicaría regar diariamente y se produciría encharcamiento con el consiguiente problema de asfixia radicular - Se debe de abonar frecuentemente, ya que los continuos movimientos de agua en el bulbo pueden producir un excesivo lavado de nutrientes.

Figura 7. Tanques para fertilización en cabezal de riego por goteo

6.2. Ventajas del riego por goteo

- Ahorro importante de mano de obra, abonos y productos fitosanitarios, al ser menor el volumen mojado. - Ahorro en nivelación, ya que se puede regar con caudales regulares en cualquier tipo de terreno. - Utilización de aguas de peor calidad. Se sabe que la tensión total que puede soportar una planta es la suma de la tensión osmótica (debida a las sales del suelo y agua) y la tensión matricial (debidas a las fuerzas entre las partículas del suelo). Como en este tipo de riego la tensión matricial es muy pequeña, la tensión osmótica puede ser mayor para una misma tensión total. - Aumento de la producción y precocidad de las cosechas, al no hacer la planta gasto de energía para obtener el agua y los nutrientes. - Permite realizar simultáneamente al riego otras labores culturales, ya que al haber zonas secas no presenta obstáculo para desplazarse por el terreno (Medina San Juan, 1979).

El riego por goteo se introdujo en Almería en la década de los setenta procedente de Israel. En la actualidad su uso está generalizado.

7. Acción combinada de todas las técnicas descritas

Se han expuesto para todas las técnicas una serie de ventajas que en conjunto nos repercutirán muy favorablemente sobre el cultivo.

La acción del suelo arenado se vio perfeccionada por el abrigo.

El abrigo enarenado se ve perfeccionado aumentando sus rendimientos con técnicas de semiforzado, como las del acolchado y el túnel. Pero aún faltaba algo, que era la de regular la aplicación del agua de riego en el suelo. Esa mejora se hizo gracias a la instalación de riego por goteo.

Una planta es luz, agua con sales y temperatura, cuanto más adecuadamente (utilizando medios de producción artificiales) le suministremos estos elementos, obtendremos los mayores rendimientos frutícolas de un vegetal (Camacho, 1980).

8. El “modelo de alto rendimiento hortícola de Almería”

El modelo objetivo de la horticultura de alto rendimiento en Almería es el de una agricultura protegida sostenible; se trata de optimizar la producción. Los mercados exigen calidad demostrable en la compra de alimentos, cada vez adquieren más relevancia conceptos medioambientales medidos a través de diversos parámetros, algo que ya ocurre con algunos productos y servicios.

8.1. El agua

En la política de hace más de una década se realizó un cambio que ha afectado a la sociedad con repercusiones socioeconómicas; nos referimos al cambio de una “política de trasvases” a una “política de desaladoras”. Dado que no es el motivo de este tema entrar en un análisis económico-social de un sistema frente al otro, tampoco tendría sentido hacerlo, nos ceñiremos a la política concreta que se está desarrollando, parte de ella ya realizada y otra parte en ejecución.

Toda el agua que llegue a Almería y cuanto más barata sea mucho mejor; si se evita arrojar agua dulce a la mar a pocos kilómetros de donde se demanda, sería excelente. No olvidemos que una parte importante del agua que consumimos en agricultura se vende a través de los frutos. Con las cifras anuales que tenemos de producción vendemos al año unos dos millones y medio de toneladas de agua envasada en los frutos de tomate, pepinos, sandías, etc. Estos cultivos contienen una cantidad mínima de un 70-75% de agua; luego en el modelo intensivo de alto rendimiento de Almería, el principal elemento, en cuanto a cantidad vendida, es agua.

El principal desarrollo de la agricultura protegida de Almería está mayoritariamente en la costa y, tal como decía el Catedrático Gómez Orea, en ese lugar geográfico “no falta agua, lo que sucede es que sobra sal”. La situación existente es esa, se está desalando agua de la mar y se están aprovechando, en muchos casos, las infraestructuras de transporte y distribución del agua subterránea. También se está utilizando cada vez más en las explotaciones el agua pluvial recogida de las techumbres de los invernaderos. Con los datos medios de lluvia en Almería, 200 mm/año de precipitación, se pueden obtener unos 6 millones de m3, que representa un 5% de las necesidades totales en los cultivos. Una cifra por estudiar con tres componentes tales como agua pluvial + agua de acuífero + agua desalada, en porcentajes 5 - 25 - 70, da estabilidad a los acuíferos y mejora los parámetros de rentabilidad y sostenibilidad.

Los grandes datos, en los que podría haber diferencias de un año al otro y, de hecho, las hay, son los siguientes. Si estimamos 32.000 hectáreas de producción, si el consumo medio para los cultivos bajo invernadero que se hacen en la provincia es de 5.000 m3/ha y año, la producción es de 3.600.000 t de cosecha (corresponden a agua unas 2.500.000 t), o lo que es lo mismo, por cada 100 L de agua que consume nuestra horticultura, con eficiencia, por los sistemas de riego empleados del 95-97%, van 2,1 L al fruto, el resto se evapotranspira o conforma la biomasa del resto del vegetal, biomasa, que desde un punto de vista de la economía circular se transformará en subproducto con otras utilidades, algo que cada vez se tiene más presente en el modelo. Almería ha dado soluciones a otros problemas complejos y, dada la adaptación de nuestra producción de alimentos a las exigencias del mercado, con un manejo adecuado está creciendo en sostenibilidad.

8.2. La nutrición de los cultivos

Comparando las fitotecnias escritas en los años 60 del siglo pasado y, las escritas en los últimos quince años se pueden observar los cambios de concepto habidos. En los años 60 se habla por un lado del riego y por otro de la fertilización; avanzando en el tiempo vemos que se empiezan a mover los conceptos, especialmente en la década de los 80, donde con la expansión del riego localizado, sobre todo goteo, se empieza en la literatura a hablar de fertirrigación. En el siglo en el que estamos, quizás como extensión del aporte que se realizan a los cultivos sin suelo para alimentarlos, se inicia el concepto de nutrición, en el que estamos y, que tiene mucho más sentido que los anteriores. La planta, igual que sucede al resto de seres vivos, tienen una pauta de comportamientos en función de sus necesidades, que son más acordes con el estudio de bases fisiológicas en el entorno en que se desarrollan. Lo importante es jugar con las necesidades y relaciones de esas bases enumeradas. Lo más avanzado es considerar el suelo un almacén de suministro perpetuo, manteniéndolo fértil a través de la reposición, en todo momento, de los elementos minerales que las plantas absorben, es decir, que cada vez que se realicen análisis químicos al suelo, todos los componentes analizados estén dentro del rango que se considera normal para un suelo fértil. Es simple de entender, si consideramos al suelo una caja donde se va metiendo la misma cantidad de elementos que se sacan en todo momento, desde ese punto de vista mantendríamos el suelo fértil de modo perenne, solo faltaría considerar la mineralización de la materia orgánica que, con los aportes adecuados de la misma, conseguiríamos restablecer y dar un equilibrio imperecedero. Lo más avanzado en nutrición es eso, conservar, mantener y que las plantas se nutran adecuadamente desde un punto de vista fisiológico ideal; en ese sentido sabemos que son equilibrios normales, excelentes para el vegetal, las relaciones porcentuales (medidas en miliequivalentes/litro) para los seis macronutrientes principales de 60/5/35 para aniones y 35/45/20 para cationes.

No obstante, de modo global, en investigaciones de hace unos años, concluyen que solo entre el 20-50% de N mineral aportado a los cultivos es aprovechado por la planta; algo que se está controlando en los aportes de este elemento en Almería para ganar en sostenibilidad y evitar presiones legislativas, sociales y ambientales, que se generan con mayor intensidad, en momentos determinados, afectando muchas veces a la demanda de productos agrícolas.

En el caso de otro ion importante, imprescindible para el desarrollo de los cultivos, el fósforo, en julio de 2013, la Comisión Europea abrió el debate sobre su utilización en agricultura ya que se considera un recurso limitado, ello nos ha llevado a reflexionar, para iniciar desde ya la aportación de fósforo a través de otras fuentes, además de la búsqueda y preparación de alternativas en preparados capaces de suministrar este ion fundamental (Camacho, 2017).

8.3. La transformación del espacio

No estuvo Almería muy acertada al llamarle a las estructuras que se iniciaron en 1963 “invernaderos”. La RAE lo define como: “Recinto en el que se mantienen condiciones ambientales adecuadas para favorecer el cultivo de las plantas”. La pregunta con esa definición es obvia, ¿se mantiene en Almería condiciones ambientales adecuadas para favorecer el cultivo de las plantas? La respuesta es no, lo que se hace en Almería a través de sus instalaciones, es ayudar a las condiciones climáticas existentes a sacar productos de calidad y en cantidad, no habiéndose realizado grandes inversiones en la ejecución de instalaciones para proteger al

cultivo ante cualquier eventualidad. No son significativas el número de explotaciones que tienen utilidades para calefactar y, tampoco para enfriar; la actuación del hombre sobre el abrigo, colocando de diferentes modos los huecos de ventilación y los cierres de estos (elementos estructurales pasivos) es lo que permite controlar la calidad y cantidad de lo cosechado.

La estructura de producción almeriense, tal como decía Mendizábal, “es autóctona y clásica”, pues se deriva de los montajes de los parrales, arte de antiguo abolengo, Plinio hablaba de ellos así: “la parra se construye con pértigas, cañas, cuerdas de crim o de cáñamo, como en Hispania”; en la actualidad desde la interprofesional (Hortifruta) se está haciendo un gran esfuerzo para que los abrigos de Almería los vean como invernaderos solares. Los abrigos “tipo Almería”, en sus vertientes “planos” o “raspa y amagao”, son una evolución de una estructura hecha hace siglos en el sureste peninsular para mejorar la calidad y cantidad de la cosecha, donde se aprovechan al máximo las condiciones ambientales naturales del lugar y en los que ha habido un cambio de materiales, geometrías y aplicación de modernidades con respecto a las mismas, como puede ser el fluido eléctrico y la informática, para adaptarlos a los nuevos tiempos (Figura 8). A propósito, existe una carrera en ver quién o quiénes hacen el invernadero más alto y, no tiene sentido. “La vedette” de todo el sistema es la planta, luego las estructuras hay que hacerlas en función de ella, en función de abrigarlas lo más conveniente posible. No es lo mismo abrigar a un tomate o pepino que a un calabacín o sandía, el abrigo debe de ser diferente, porque sus necesidades lo son, no solo en temperatura, sino también en condiciones de humedad y la época del año en que se cultivan unas y otras. Las estructuras más altas dan más versatilidad, pero el efecto sobre la planta a la que protegen es desigual en función de ella; por temas de rentabilidad, productividad agronómica y económica, en el futuro se adaptarán las estructuras a grupos de cultivos concretos. Para mejorar en esa idea habría que pensar en especialización de los productores con sus productos.

Figura 8. Vista general de los abrigos en Almería

Situación diferente es la que hay a nivel de cubiertas, éstas han evolucionado mucho desde que se hizo la primera estructura de cultivo forzado en Almería. Hay muchos trabajos de investigación que demuestran la insuficiencia de superficie ventilable en los abrigos almerienses, la media ronda el 15 % cuando se debería estar próxima al doble. Sin embargo, el aumento de esa superficie de ventilación merma la protección que se hace con respecto algunas plagas que además son transmisoras de virus y que causan grandes daños económicos en el sistema productivo (Camacho, 2017).

8.4. El valor para la producción agrícola de la huella del carbono

Al igual que la huella hídrica o los costes energéticos, la huella del carbono tiene una gran importancia como indicador que cuantifica las emisiones, directas e indirectas, de gases efecto invernadero (GEI) que se liberan a la atmósfera achacables a un servicio, producto, etc. La producción agrícola es una actividad extremadamente limpia en ese sentido, ya que absorbe gran cantidad de CO2 del ambiente. Se podría decir que una concentración de plantas como las que se tiene en el sureste español es un auténtico sumidero de GEI, con lo que ayudamos a preservar el ambiente y, no solo por la transformación del CO2 en O2 a través de la función fotosintética de las plantas. En la medida de este parámetro, iniciamos, desde el punto de vista de la producción, con el marcador en negativo, aun teniendo presente la evaluación que se puede dar por transporte de bienes y servicios hasta las propias instalaciones, como consecuencia de que la compra de estos se está haciendo en el entorno geográfico cercano a la producción.

Existen organizaciones sociales que reclaman una producción de frutas y verduras más cercanas a los consumidores para evitar el efecto contaminante de los GEI producidos en el traslado desde regiones de producción a centros de consumo. En la actualidad, Europa, está recibiendo de otros continentes productos frescos vía marítima, desde lugares donde tienen un problema mayor de concentración de producto que el que existe en el sureste español; desde ahí se elige el punto de entrada en el Continente, de modo que el transporte por carretera no sea mayor de unos 200 km para su distribución al consumo. Dado nuestra posición geográfica y nuestros principales mercados, las futuras generaciones de consumidores, a través de la huella del carbono, nos exigirán más eficiencia y habrá que explotar transportes mixtos que van a suponer menos emisión de GEI y que no van a afectar lo más mínimo a las bondades que tiene el trasporte por carretera en cuanto a servicio “hasta la puerta”. En ocasiones, se ha achacado a la concentración de los invernaderos en el sureste de la península ibérica, efectos negativos en cuanto a su incidencia en el cambio climático; existen trabajos del profesor Campra Madrid, del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería, donde explica, como el denominado “efecto albedo”, al reflejar gran parte de la radiación solar que recibe, se da también en Almería con las 32000 hectáreas de invernaderos existentes, que se encuentran blanqueadas durante un periodo muy importante del año. El trabajo fue publicado en la revista “Journal of Geophysical Research” (Camacho, 2017).

8.5. La protección de la planta contra plagas y enfermedades

En un estudio que se hizo al inicio del siglo XXI, el número de materias activas autorizadas en los cultivos que se hacen en Almería, en orden a combatir los patógenos que fundamentalmente le afectan (5 a 8 que son realmente los que constituyen problemas) en el mejor de los casos, se podían contar con 64 moléculas diferentes y 496 productos comerciales; ese número pasaba a ser de 161 moléculas diferentes, con 1486 productos comerciales, en el caso más desfavorable. Cuando se analizaban las materias activas más empleadas y lo que representaban en porcentaje de ventas, se comprobaba que dos o cuatro materias activas representaban un porcentaje de ventas como mínimo del 30% y como máximo del 95%.

El panorama descrito convivía con un desarrollo incipiente a nivel comercial del control biológico, tras diez - doce años de apuesta de la administración andaluza para que se cambiase

a ese sistema de protección. Aun así, hubo que esperar hasta finales de 2006 para que estallase la crisis denominada “del isofenfos metil”. A partir del 2007 el desarrollo del control biológico en el sistema de producción de alto rendimiento de Almería es inimitable en otros sistemas de cultivo, que nos llevaron de 2500 hectáreas en 2006 a más de 32000 hectáreas en la actualidad. Se sigue haciendo investigación en la provincia sobre vegetación autóctona arbustiva, plantada en el entorno de los abrigos almerienses; se persigue potenciar la biodiversidad local como barrera fitosanitaria (Figura 9).

Figura 9. La plantación de diversas especies agrícolas como reservorio para insectos auxiliares

Unido al control biológico y, en paralelo, se ha iniciado el desarrollo de una serie de productos amigables con el medioambiente para combatir enfermedades, donde la utilización de extractos de plantas o moléculas procedentes de bases alimentarias para los humanos, unidas a un manejo de labores culturales e instalaciones, hacen ver a todos los actores (productores, comercializadores, consumidores, sociedad en general) que se está en el camino correcto.

Mención expresa para los fumigantes de suelo, donde desde el punto de vista de la sostenibilidad se realiza cada vez más desinfección del suelo a través de medios físicos como solarización, biofumigación, la suma de ambas en un concepto que se ha empezado a llamar biodesinfección, con refuerzos en el empleo de microorganismos antagonistas e hiperparasitismo, así como liberadores de nutrientes. La situación que actualmente se vive con algún fumigante concreto con autorizaciones provisionales, es solo eso, provisional (Camacho 2017).

8.6. La gestión de los Residuos sólidos agrícolas. Hacia una economía circular

Desde 2017 en adelante se están realizando eventos de las Instituciones más representativas de Almería y, también de la Junta de Andalucía sobre la productividad y la gestión de los residuos, así como los retos a afrontar para una producción hortofrutícola eficiente y sostenible. Lo más positivo es ver al sector hortícola almeriense reconocer que tiene una problemática concreta y,

que se ha puesto a dar salida, sobre todo a la gestión de los residuos vegetales para poder llamarlos en breve a SVI (subproductos vegetales de invernadero), abordándolos en el “contexto de economía circular”. Es reconfortante ver como se han iniciado proyectos que en breve darán solución al problema (Figura 10).

Figura 10. Transformación de restos vegetales en compost dentro de la economía circular

Con el conocimiento que tenemos de los proyectos que se están desarrollando para la gestión del residuo, no solo el de biomasa, sino otros Residuos Sólidos Agrícolas (RSA), será el despegue definitivo para una actividad necesaria desde ya, por las exigencias lícitas de los consumidores, que van demandando más sostenibilidad a los sistemas.

8.7. La gama de productos del “modelo Almería y el mercado”

Con el modelo a plena velocidad de crucero, década 1996 a 2005, siempre se hablaba de que el sostén de este, lo constituían lo que incluso se llegó a denominar por alguien como las “ocho magníficas”, es decir, que una facturación para el productor de unos 2500 millones de euros anuales, aproximadamente, estaba basado en una gama de ocho productos, a saber: tomate, pimiento, pepino, calabacín, berenjena, judía verde, melón y sandía. Se ha escrito y discutido sobre si una gama tan corta no pudiera dar lugar a problemas, las opiniones son diversas, pues hay quien sostiene que esta gama tiene líneas muy profundas, pues de tipos de tomate se puede hablar de 6 o 7, de pimiento de 4 o 5, que si se incluyen los colores serían más, en definitiva, consideraban que estaba hablándose de más de 30 productos contando líneas sobre la base de los 8 productos de cultivo. El tiempo ha empezado a mostrar una terca realidad, que la competencia, posicionada en lugares cercanos al sistema productivo almeriense, con sistemas de cultivo que tiene otras fortalezas y, la de lugares lejanos a Almería que, porque están cercanos al gran mercado consumidor o estando alejada del mismo, porque juegan con productos de la gama que más vida postcosecha tienen, han dado como resultado que las superficies dedicadas, sobre todo a judía verde y melón, haya caído drásticamente y, ¿dónde ha ido a parar esa superficie? A engrosar la superficie que se dedica al resto de cultivos, es decir, se ha perdido

gama. La solución a este inconveniente pasa por ser también tercos desde el modelo y, generar más gama (Camacho 2017).

El propio desarrollo del modelo ha producido un movimiento poblacional desde el interior hacia la costa, pero muchas comarcas del interior de Almería tenían como base de sustento la agricultura.

Estudios sociológicos y ambientales hablan de los problemas que causa ese despoblamiento del interior y el aumento de población en la periferia, que se ha dado no solo en Almería, sino de modo más amplio en el resto de España, salvaguardando algunos reductos con producción industrial. Es cierto, que fuera de lo que es la Horticultura protegida, pero incluida en la Horticultura intensiva, aparece en la provincia un cultivo como la lechuga donde la superficie en los últimos años supera las 7000 hectáreas y que realiza un gran aporte a la economía provincial, pero desde un punto de amplitud de gama. Dado las condiciones agroambientales con que contamos, los abrigos de que disponemos para hacer los cultivos, el soporte técnico que ofrecen los casi 2000 ingenieros en agronomía trabajando en la provincia y, sobre todo, con la solvencia que ofrece la estructura comercial existente, capaz de colocar en el mercado de modo continuo a lo largo del año más de 3,5 millones de toneladas, es necesario que seamos capaces de pensar de modo global en la provincia y en algo más que horticultura.

Para esa amplitud de gama, juega a nuestro favor el consumo saludable que la sociedad desea, nuestro enclave Mediterráneo, la historia y la capacidad de sobreponerse a situaciones extremas.

Una opción son los cultivos que han dado en llamarse exóticos y que lo son, porque habría que hacer un trabajo de adaptación al sistema productivo del sureste español. En algunos casos ya se han iniciado con cultivos como la papaya y el mango y se atisban las grandes posibilidades que ofrece la provincia para cultivos como el aguacate (Figura 11). Adaptación de cultivos autóctonos, considerados así por la cantidad de tiempo que se han estado haciendo en la provincia de Almería, como higueras, nísperos, granadas, uvas, moras, es una adaptación y modernización del sistema de producir y del material que demanda el mercado.

Figura 11. Cultivo de papaya bajo invernadero

8.8. La aplicación de nuevas tecnologías al modelo

En los últimos años se puede leer o escuchar en los medios de comunicación, más o menos especializados, titulares del tipo: “La digitalización, el gran reto de la agricultura”, “Sensores remotos para revolucionar los cultivos”, “Almería SmartAgriHub, el paso definitivo en la transformación digital del sector agrícola”, ¿Podrían los robots beneficiar a consumidores y agricultores por igual?… estos titulares conviven con otros del tipo: “Aumenta el hambre en el mundo”, “¿Por qué sigue habiendo hambre en el mundo?”, “Un mundo sin hambre es posible”, “En toda la Unión Europea, cada año se pierden o desperdician alrededor del 20% de los alimentos producidos en los Estados miembros”. La auténtica revolución en este camino la llaman agricultura 4.0, en semejanza con lo que fue y está siendo la 4ª revolución industrial. Es difícil realizar una definición precisa, pero sería algo así como “La organización y control desde la semilla o plántula hasta la mesa”. Para ello se utilizarán todas las técnicas y conocimientos que permitan la conexión y ejecución, lo más inmediato posible, a lo largo del proceso. Los términos Big Data, la utilización de sensores, el empleo de robots, la automatización de cualquier fase del proceso, lo que denominan el internet de las cosas, parece que va a ser, también en el sector agrícola, lo predominante.

Vistos los dos párrafos anteriores, lo que no es sensato, incluso podría ser obsceno, es ligar ese desarrollo al que se tiende, de nuevo, con el objetivo que ya se utilizaba en la revolución verde, “la búsqueda del sustento para toda la humanidad de las necesidades alimenticias que tienen y tendrán en el futuro”, además dando las cifras de los 10000 millones de personas que seremos en el umbral del 2050. De modo muy reduccionista podríamos decir que hay dos grandes bloques de producir alimentos. El primer bloque sería el que se sigue en países desarrollados y, en algunos en vías de desarrollo, con bases a estructuras económicas y búsqueda de rentabilidad que por mor de la globalización y, dado lo que suponen ciertos costes en la producción de los alimentos, en estos últimos países, se invierte en el sector primario para obtener grandes beneficios, dada la baja inversión a realizar para generar empleo y, en definitiva, obtener una buena rentabilidad. El segundo bloque lo conformaría una mísera agricultura de subsistencia, donde no les llega para comer, donde faltan medios de producción y, no se ayuda ni siquiera a conseguirlos para eliminar la lacra.

Es decir, agricultura rentable frente a agricultura de subsistencia, pero siempre achacando en el mundo desarrollado, la falta de medios o técnicas que van a venir para quitar de una vez por todas el hambre en el mundo.

No se consiguió con la revolución verde, en algunos lugares ya estamos en la segunda o tercera, dados los avances y cuidados que hacemos en nutrición y protección vegetal así como los cuidados al medioambiente, no se ha paliado con la aplicación de biotecnología a muchos de los procesos, incluso cuando también se suma y propone en los trabajos la necesidad de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG), ahora estamos con la Agricultura Inteligente y el mismo objetivo… Investiguemos y desarrollemos aquello que va a ser útil a la sociedad ahora y después, pero no cometamos la obscenidad de decir que estamos investigando en ello para eliminar el hambre en el mundo, pues no hemos encontrado la condición social para hacerlo, aunque sí las técnicas para hacer agriculturas rentables, pese a que ahora tengamos que meter cuñas de economía circular para desandar parte de lo andado.

Para la demanda del futuro, creemos que no más allá de 15-20 años, se hace necesario una reflexión para calar en la mente y sentimientos de los pobladores de nuestro planeta, enfocado a las personas que en la actualidad tienen entre 20 y 40 años, lo que el mundo desarrollado está llamando los millennial y centennial, que han sido educados a caballo entre un ámbito de necesidad y de libertad, donde las exigencias como consumidores es muy distinta a la que tienen la mayoría de la población que en la actualidad toma las decisiones de compra, el valor que éstos dan a la justicia distributiva, al cuidado medioambiental, la capacidad para obtener información, la capacidad para movilizarse, etc. Lo estamos viendo en las movilizaciones juveniles que se están dando para luchar contra el cambio climático, la denuncia continua por el abandono de materiales plásticos que están eliminando y cambiando parte de la fauna marina y, los sacrificios que son capaces de hacer, renunciando incluso a la continuidad del consumo de ciertos productos alimentarios para propalar la importancia que tiene adquirir productos alimentarios de kilómetro 0, o lo que representan para ellos los términos bio o eco, siempre pensando con altruismo hacia el planeta. Reenfoquemos actitudes y comportamientos, o muchos de los modelos de producción, que actualmente están funcionando dentro del bloque de la rentabilidad, dejarán de hacerlo (Camacho 2019).

9. La evolución económica del modelo de Horticultura de alto rendimiento de Almería

Las cifras demuestran que el principal pilar de crecimiento de la economía almeriense es la agricultura. Ha sido el auténtico motor de crecimiento y así lo demuestra el peso que tiene este sector en el valor añadido bruto provincial. En este sentido, si se comprara la representatividad de la agricultura en los casos de España, Andalucía y Almería, se observa que esta provincia quintuplica el peso que este sector tiene en el resto de España y dobla la media andaluza (Figura 12). Como sector económico en un país avanzado, la agricultura almeriense se caracteriza por su alto rendimiento, obtenido tras una importante inversión tecnológica, una gestión muy profesional y el respeto medioambiental. Son matices que la alejan de la agricultura de subsistencia, de escaso valor añadido y común entre los países subdesarrollados que, a medida que mejoran sus cifras de crecimiento, ponen énfasis en otros sectores, como la industria y los servicios.

Figura 12. Comparativa de valor añadido bruto: España, Andalucía y Almería (2016) Fuente: Elaboración propia a partir de la Contabilidad Regional de España – INE.

El carácter empresarial de la actividad agrícola tiene su reflejo en la creación de riqueza, el crecimiento de la renta media de los hogares y de la población de Almería. En concreto, es la provincia española de más de 500.000 habitantes que más ha crecido desde el año 2000, con un 40,33%, desde los 209.012 habitantes, hasta los 727.241 del año 2020. A cierta distancia, le siguen Málaga (31,79%), Murcia (31,46%) y Madrid (30,22%). En términos PIB per cápita, la provincia de Almería no dejó de ascender posiciones en el ranking nacional, hasta el año 2007, cuando registró una media de 20.873 euros por habitante. Con datos de 2018, la media provincial se sitúa en 19.919 euros por habitante. A este respecto, es necesario matizar que el importante crecimiento poblacional presiona a la baja, en el corto plazo, el PIB per cápita de la provincia.

Año tras año, la producción que genera este potente sector productivo, cuantificada en más de 3,5 millones de toneladas de hortalizas, se destina mayoritariamente a la exportación, por un valor superior a los 2500 millones de euros (campaña 2019/20). A escala provincial, para la campaña 2018/19, Almería representaba el 43% del valor total exportado de las hortalizas de España, seguida de Murcia (23%) y Valencia (7%). Año tras año, se ha ido incrementando el volumen y el valor exportado, al mismo tiempo que lo hacía la superficie invernada (Figura 13).

Figura 13. Evolución del valor de las exportaciones (mill. €) y de la superficie (ha) de Almería. Fuente: Elaboración propia a partir de Fepex y de los datos disponibles en la Delegación Provincial de la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Junta de Andalucía

Por otro lado, el volumen producido y exportado no se relaciona con una mayor amplitud de la gama comercializada, sino todo lo contrario. Sin embargo, en el caso de tomate, melón y judía verde, la superficie dedicada a estos cultivos ha disminuido de forma considerable. Así, si se relaciona la superficie dedicada en las campañas de 2006/07 y 2019/20, resulta que el tomate ha cedido un 14,5% de superficie (-1.467 ha), el melón ha cedido el 48,1% (-2.459 ha) y la judía verde ha disminuido un 89,1% (-1.555 ha). Por ello, ya no se puede hablar de ocho productos, sino más bien de 6 + 2, debido al claro retroceso de la judía verde y el melón. A medio plazo habrá que observar cómo evoluciona la superficie dedicada a tomate, que lleva dos compañas en claro retroceso.

Desde el punto de vista de la rentabilidad de las explotaciones agrícolas, hay que prestar a la alta volatilidad en los precios en origen, como se presenta en la Figura 14. En este mismo gráfico se observa cierta estabilidad entorno a los 0,55€/kg, como media de los últimos 21 años, para todos los cultivos hortícolas de Almería. Es evidente que este precio medio no es suficiente para analizar el éxito de una campaña, pues hay que tener en cuenta los costes de producción y los

precios de venta para cada cultivo. En este sentido, es común que el sector haya reivindicado, con razón, una solución a la reducción de los márgenes de producción, ya que los precios de venta cada vez son más bajos, mientras que los costes de producción suelen presentar una tendencia creciente, especialmente en aquellos en los que la actividad agrícola tiene una fuerte exposición, como es la mano de obra.

Así, mientras el ingreso por kilogramo sufre altibajos, los productores han apostado por el incremento de la producción por hectárea de cultivo y, al mismo tiempo, por el aprovechamiento de las ventajas de reducción de costes debidos a la ganancia de dimensión. El reflejo en la cuenta de resultados ha sido el aumento constante de la inversión anual por campaña. Así, según los datos del Informe de Campaña de Cajamar, si en la campaña 2014/2015, el total de gastos por hectárea ascendió, en media, a los 57033 euros, en la campaña 2019/20 dicho coste ascendía a 62486 euros por hectárea, es decir, casi un 10% más. En este sentido, hay que matizar que la cuenta de resultados teórica debe ser matizada para cada cultivo, pues la estructura de costes difiere sensiblemente dependiendo de la intensidad con que emplean cada tipología de coste (Honoré et al., 2019).

Figura 14. Evolución del precio medio de los productos hortícolas de Almería. €/kg (1999/2020). Fuente: Elaboración propia a partir de los datos suministrados por la Delegación Provincial de la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Junta de Andalucía

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