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EL ARTE QUE TRANSFORMA

Desde los inicios de las primeras manifestaciones artísticas, el arte ha sido un medio de vinculación con nuestro entorno natural, social y cultural. El Cosplay es la mezcla de muchos movimientos donde cada persona se adapta con las cosas que le gustan, también les permite desarrollar su confianza y autoestima «Jean-Pierre Klein, psiquiatra y arteterapeuta, decía: “la representación del sufrimiento ya es parte de la curación”. Aunque la creación artística no esté especialmente enfocada a partir de un sufrimiento, puesto que el artista habla de sí mismo y se expone frente al mundo, la mirada que recibe es de pertenencia. El arte le da un lugar en el mundo, en segundo lugar, está la belleza. Más allá de cualquier juicio o de cualquier valoración de la belleza, solo el hecho de crear me devuelve un poder sobre lo que me pasa, sobre lo que tengo dentro. Me devuelve una mirada de belleza, pero de belleza no en un sentido estético sino en un sentido de asombro, en un sentido de reverencia sobre mi potencial creativo.

Yo creo que al crear se renueva una mirada sobre mi propia dimensión porque sabemos que somos fruto de la vida y es el hecho más creativo que hay en el universo. Después de una actuación, tienes otra energía, te sientes mejor porque el arte pasa por el cuerpo y tiene un efecto regenerador».

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El cosplay es una actividad que permite salir de la rutina y esto es muy provechoso para desatar la imaginación y la creatividad. No solo se crea un disfraz, sino también una identidad y, de hecho, un mundo que acompaña a esa creación. Por lo tanto, es una buena forma de romper con lo habitual. Adicionalmente, los cosplayer se introducen en un mundo lúdico, en donde hay nuevas reglas para la realidad. El juego es una práctica muy saludable y, además, estimula la creatividad. Lo usual es que se haga todo un estudio de los personajes antes de interpretarlos y que los disfraces o el disfraz requieran tiempo y trabajo. En los encuentros de quienes practican el cosplay mandan la imaginación y fantasía. Hacen posible la interacción con otros de una manera diferente.

Gracias a este tipo de comunicación se expresan o manifiestan problemas, pero también aparecen soluciones o alternativas que hasta ese momento la persona no había tenido en cuenta. Formas diferentes de posicionarse ante una dificultad que pueden ser precisamente la clave para superarla. Los personajes elegidos por los cosplayers nunca son aleatorios, sino que siempre son inherentes a partes de su identidad que de alguna manera podrían ser deseadas y anheladas, u ocultas y temidas, y a través de esta práctica es posible «ponerlas en escena» y reapropiarse de ellas.

En este sentido, la práctica del cosplay puede realizar una función autoterapéutica un poco como sucede en el teatro o en otras actividades en las que vestir el papel de un personaje y asumir el rol tiene una importante repercusión y un impacto psicológico en la personalidad del actor. Muchas veces existe un juicio negativo sobre esta práctica por parte de los padres de adolescentes que hacen cosplay, un juicio que revela preocupación. La práctica del cosplay está etiquetada negativamente y es considerada por una parte de la sociedad como una pasión obsesiva, infantil, desequilibrada y practicada por individuos al margen de la sociedad.

En conclusión es un hobby que conlleva mucho trabajo, inversión y tiempo, sobrevaloran algo que es demasiado hermoso, es importante entender que la identidad individual es un concepto dinámico y flexible.

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