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EVANS FODRINI

por: Elizette Duarte

Si bien en varias oportunidades habíamos estado en contacto, no había tenido la oportunidad de sumergirme en el vasto universo que Evans Fodrini nos ofrece como pintor. Con una trayectoria de 47 años en la pintura y más de 700 obras realizadas, vivió su infancia rodeado de naturaleza y libertad, en un Maldonado de los años 60.

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A través de una tía ceramista, conoció el barro y el micromundo de un taller, en donde a los 5 años encontró unos fascículos de arte griego y las figuras desplegaron su imaginación. Dibujaba en su casa, también el recuerdo de una persona pintando en la calle quedó grabado en su retina. Pero fue en la casa de otra tía maestra que Evans se encontró con una gran biblioteca. No esperaba allí encontrar lo que serían las bases de su vocación, inspiración y motor para años de trabajo. Sus ojos estaban viendo ni más ni menos que las obras de Pablo Picasso y Paul Cézanne… Este hallazgo lo llenó de entusiasmo y otro librillo le dio las herramientas: “Introducción al dibujo” en donde había lecciones básicas sobre proporciones, retrato y objetos. Este combo fue espectacular para que comenzara a hacer sus primeras pruebas.

A sus 10 años se matriculó en la “Continental School”, en donde hizo un curso por correspondencia de historieta, caricatura y publicidad. Años después, en el año 74, fue a consultarle a Aco Mautone, una profesora entrañable de su liceo, qué le parecían unos dibujos que había hecho. Ella se negó a darle su opinión, diciéndole que la persona que lo podría ayudar era el Sr. Manolo Lima. Sin saber quién era, su nombre quedó resonando en su mente, él tenía la convicción que lo encontraría.

Como nada pasa por casualidad, un día paseando con su madre, también amante del arte y la cultura, se cruzaron con una muestra. Inmediatamente el joven inquieto quiso entrar a ver las obras, y preguntó de quiénes eran. Era una exposición colectiva del Taller Maldonado, dirigido por Manolo Lima, quien había sido discípulo directo de Joaquín Torres García. Para su sorpresa, como Manolo estaba allí, le consultó sobre horarios y costos para asistir a su taller: “Anda cuando gustes gurí, en principio el taller no cobra, no tiene horarios ni días… dispones del espacio y el dueño del tiempo sos tu.” Fue así que con 15 años, un 27 de febrero de 1975 a las 14 hs comenzó a ir al Taller Maldonado.

El mundo de Manolo Lima, su personalidad sencilla y su grandeza, forjaron unas bases muy sólidas en aquel joven. Sus silencios y justas palabras le transmitían mucho, y le daban el espacio para que fuera descubriendo y profundizando, de modo de poder encontrarse paulatinamente con una versión mejorada de sí mismo y de su trabajo como artista. Dentro de la disciplina había mucha libertad y los jóvenes no faltaban ni un día al taller. Con sus compañeros componían las naturalezas muertas y se ayudaban mutuamente. Manolo nunca les decía lo que tenían que hacer, confiaba en cada uno de ellos y su recorrido para transformarse en grandes pintores.

Cuando años después dominó las naturalezas muertas y reconoció su valor, continuó su camino hacia otras metas pictóricas, pues en este ejercicio Manolo sabía que se le revelarían los grandes aprendizajes del oficio: sección áurea, estructura, tono, forma y valor. Evans también le dio lugar a la línea de contorno, que había sido adquirida en su formación en el comic, permitiéndole jugar con la estructura dándole potencia y carácter a su trazo.

Desde muy pequeño diversos trabajos atravesaron su camino, pero a los 25 años decidió que, aunque no fuese sencillo, solo sería lo que él estaba destinado a ser: un pintor. Su recorrido pictórico prosiguió con los retratos, para dar lugar a los desnudos, los músicos y los paisajes portuarios. Muchas muestras colectivas e individuales tuvo el honor de realizar. En el año 85 tenía programada una muestra, pero las vicisitudes de la vida hicieron que días antes perdiera a su padre, por lo que decidió ofrecer su fecha al Taller Maldonado. Dos pequeños retratos fueron colgados allí y finalmente, vendidos a una francesa. De las charlas con esta clienta se fue gestando en el artista la inquietud de conocer el mundo… Fue así como surgió la propuesta de ir a Brasil contratado por una galería a pintar retratos por encargo. En ese viaje tuvo la posibilidad de conocer en vivo a los grandes: Velázquez, Picasso, Matisse, Goya, etc. Su perspectiva se fue ampliando y su experiencia con la galería fue muy positiva, lo cual reafirmó su lugar.

De vuelta de sus viajes, hubo un quiebre en su pintura, lo conceptual captó sus creaciones. Partiendo del contraste entre San Pablo y la tranquilidad de Maldonado, surgió la serie “Androides” que plasma la realidad robotizada a la que la cultura nos lleva sin cuestionarlo. Seguido a esto, y a partir de unos viejos dibujos, en el año 88 surgió la serie llamada “Alegorías”, con imágenes que evocan figuras imaginarias que hacen cuestionarnos algunos paradigmas culturales actuales. Le siguieron series con ensambles, telas, collage y experimentación. Hoy se encuentra en búsqueda de la síntesis, las fragmentaciones y volviendo a todas sus temáticas, que no se cierran, sino que se abren a nuevas formas y posibilidades.

Evans no busca el parecido, cada pincelada evoca un ambiente cálido, místico, sentimental e intenta que “triunfe la pintura”, darle lo que ella necesita. Cuando pinta, se entrega por completo, no quiere crear a partir de una efímera emoción, sino que la obra tenga raciocinio, que tenga estructura y una base sólida para edificarse.

Algo que hace a la fibra de este artista y lo convoca a crear es lo que él llama “angustia creadora”, una suerte de movimiento interno que lo impulsa a plasmar en el lienzo las imágenes que con velocidad pasan por su mente, que se forman en el inconsciente y luchan por sobrevivir. Algunas siguen, otras salen por partes, transformándose y adquiriendo nuevas formas en el plano físico. A veces las jornadas no logran ser de acuerdo a lo esperado, pero el proceso es transitado sin apuros, ya que la disciplina se corona con momentos de inspiración y captación creativa, en las que el artista se transforma en un canal por el cual aparecen trazos tomados como por vida propia. Siempre en creativa búsqueda y aportando a la cultura, ha entrevistando a decenas de artistas para su revista y museo digital, con el objetivo de seguir expandiendo el arte.

Ser pintor es su actitud ante la vida, se puede enamorar de sus obras, pero no por más de 24 hs, porque podría cometer la injuria de quedarse en ese limbo y no permitirse continuar con su crecimiento como artista. “El mejor cuadro es el que vas a pintar mañana”, me dice y comparto, porque la vida es constante movimiento, evolución y esa superación le da, ni más ni menos, sentido a nuestra existencia.

Para comunicarse con Evans Fodrini tel. 099 679 452

@evansfodriniartistaplastico