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RUBEN SAAVEDRA

“EL ARTE ES Q UI zá, UNA E x PLICACIÓN SIMPLE DEL PORQUÉ BUSCAMOS LA PERFECCIÓN , y NO ACEPTAMOS NUESTRA IMPERFECCIÓN ”

Una entrevista de DAVID AGUILAR

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Rubén Saavedra Cobeñas, egresó en diciembre de 2018, con medalla de oro de la Escuela Superior de Bellas Artes “Macedonio de la Torre”, de la ciudad de Trujillo. Su obra ha sido adquirida y es propiedad de importantes coleccionistas en Perú, España, Estados Unidos, Italia, Rusia, Chile y Ecuador. Lo presentamos como una nueva voz joven en el segmento de las artes visuales de nuestro país. Con talento, disciplina, fuerza interior, oficio creciente y mirada inquieta, curiosa, que distingue a los auténticos elegidos, le deseamos persevere en este noble y trascendente propósito.

DAVID AGUILAR: Rubén, eres chiclayano, tu formación artística la hiciste en Trujillo, tengo curiosidad en saber ¿por qué no estudiaste en la ENSABAP?

RUBÉN SAAVEDRA: Sí, efectivamente, aunque yo pintaba desde niño, opté primero por la arquitectura, la cual me sirvió para enriquecer mi gusto estético desde otra perspectiva, y bueno, como en Lambayeque no existía la carrera de Artes como tal, me decidí por Trujillo, ya que es una región vecina. Además, me gustaba el ambiente y espíritu que transmite esta ciudad, la sencillez de provincia pero con cultura, su elegancia y su respirar de un pasado desconocido, asimismo, esta escuela de arte siempre tenía el prestigio de una enseñanza más clásica y formal, y siempre he pensado que hay que tener herramientas adecuadas para la formación, a diferencia de una formación experimental, que la puedo hacer por mi propia cuenta.

D.A. ¿Qué profesores fueron determinantes, o te inspiraron en tu formación como pintor?

R.S. Yo considero que no sólo la etapa de bellas artes me formó, sino también épocas previas y posteriores. Siempre estamos aprendiendo. Aquél que piensa que lo sabe todo, ha muerto intelectualmente. Aquellas personas que determinaron, en algún sentido, mi formación, fueron mis amigos Agustín Delgado, quien me enseñó a ver el paisaje, Guillermo

Chávez, que me orientó como pensar y vivir como pintor, el profesor Víctor Herrera, del cual aprendí a ser disconforme y disciplinado, del maestro Alfredo Alcalde, la humildad y el romanticismo, a llevar una entrega total al arte y a la vida.

D.A. ¿Cuáles eran tus temas cuando pintaste de niño, luego en la adolescencia, y cómo y cuándo decidiste formarte como pintor abandonando tus estudios de arquitectura?

Cuando era niño tenía inquietudes para representar lo que veía a mi alrededor, así que dibujaba paisajes, objetos, retratos, etc. No era consciente del arte, sino solo era un juego para mí.También realizaba pequeñas esculturas de barro, o construía objetos sin utilidad. Ya en la adolescencia, tomé más en serio el arte, y a los doce años mi padre me regaló mis primeros colores al óleo. Desde ese entonces, no he parado de pintar. Al llegar a la universidad, en mis estudios de arquitectura, vi el arte de forma más funcional, con cierta mirada estética, me enteré de corrientes como el brutalismo, el suprematismo, el minimalismo y el estructuralismo. Al agotar las posibilidades artísticas que me ofrecía la universidad y pasar a la funcionalidad, es que decido abandonarla e inscribirme inmediatamente en Bellas Artes, y dedicar mi vida enteramente al arte. Comprendí que había nacido para esto, el barco estaba listo.

D.A. Has tenido la oportunidad de estar en Italia y España. ¿Qué consecuencias tuvo tu pintura luego de esta experiencia?

R.S. Mantuve una estadía de casi dos meses en estos dos países, ya casi en la última etapa de bellas artes, así que me vi obligado a terminar mis estudios por correo. Podría decirse que terminé mis estudios visitando museos y colecciones en Europa. Tuve la oportunidad de ver las obras que de chico admiraba en los libros, aunque ya había perdido el interés en el arte clásico, y más me interesaba el del siglo xx para adelante. Vivenciarlo de cerca fue algo que me hizo avivar otra vez ese interés dormido, e incluso comprenderlos a fondo.

Descubrí las perspectivas de Piero de la Francesca, el idealismo de Boticelli, el manierismo de Bronzino, el naturalismo de Mategna, la ligereza y gestualidad de Velásquez, el horror de Goya, la vitalidad de Sorolla, el surrealismo del Bosco, la versatilidad de Picasso entre otras. De regreso al Perú, propuse nuevos temas y formas de pintar en cierto sentido más críticos, no con mi entorno sino conmigo mismo y con unas ganas de revanchismo ante estos pintores muertos, en volverlos a encontrar y decirles:

“hey!..esto he hecho”. Ver museos es, en cierto sentido, un diálogo con la muerte.

“Puente de los suspiros” / Óleo sobre lienzo / 60 x 60 cm. / 2020

D.A. Observo que a lo largo de tu periplo como artista, tus temas de inspiración son diversos.

Empezaste hurgando en el idealismo, ¿ahora en que estás?

R.S. Sí, he realizado diversas temáticas, por así decirlo, pero mientras pasaba el tiempo me he dado cuenta que he pasado de un idealismo onírico a representar la cruda realidad. Quizás eso explique la carga de material que ha ido incrementándose año tras año, quizás sea una representación desde el inconsciente. Es como si la realidad aplastara el lienzo, y la materia responde con el incremento de ésta. Es una lucha constante por existir, es una batalla entre la materia y el vacío, entre la verdad y la mentira, al final llega la noche y la pregunta sigue vigente: ¿Qué es el arte? Ahora intento pintar los espacios internos con ausencia de personajes, y cada vez se torna más escultórico y carnal. Quizás los objetos pintados tratan, en cierto modo, de rebelarse y querer parecerse a la carne humana, a su creador.

Quizás es una explicación simple del porqué buscamos la perfección, y no aceptamos nuestra imperfección.

D.A. Vas a tener una individual en agosto en la sala de exposiciones del C.C. Ccori Wasi. ¿Qué vas a presentar y cómo lo harás, cuántas obras, de qué formatos, y si también has pensado cuál será el posible interés o impacto de esta muestra en Lima?

R.S. Sí, desde que me lo propusieron, acepté, e inmediatamente me puse trabajar en la muestra. Abordaré el tema de los interiores y los objetos, pero combinando elementos en cierto modo dicotómicos. Al observarlos me transmite cierta inquietud, y hasta una ironía implícita, casi escondida, pero es lo que yo pienso… el espectador es libre de interpretar y creer lo que quiera.

Conjugo elementos históricos propios del Perú, lo cual ya nos adentra a un mundo de rico mestizaje, y a la vez una complejidad colectiva.

Exhibiré veinte obras aproximadamente, entre formatos chicos y medianos. He pensado en piezas pictóricas dentro de platos artesanales que formen polípticos, así que, no sólo la muestra estará gobernada por lo ortogonal, sino también, por lo curvo o el círculo. Son muy pocas las veces que he expuesto de forma individual, así que me genera cierto sentimiento de novedad, después de años encerrado en mi taller. Espero exista una crítica coherente y sincera.

D.A. ¿Qué piensas de nuestro publicación y de nuestro país?

R.S. La Guía de Arte Lima, siempre la he percibido como una publicación seria, con coherencia y perspectiva. En diversas oportunidades ha caído en mis manos una de estas publicaciones. La selectividad de sus propuestas siempre atraen al lector ávido de cultura.

El Perú es terrible en toda la amplitud de la palabra, quizás es un constructo por terminar, es una palabra que no ha sido bien pronunciada, es el mar bravío que nos amenaza y a veces nos ahoga, nos traiciona, pero al final del día, llega el atardecer, y contemplarlo, es hermoso.

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