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I Infantilización y diversidad

CRÍTICA DEL PEDAGOGISMO

Infantilización y diversidad

Juan Francisco Martín del Castillo

Doctor en Historia y profesor de Filosofía

© LUMEZIA.COM

Querer definir al individuo por su extrema dependencia del otro, sea éste el maestro de escuela o quizás el futuro proveedor del subsidio vital, llevará a una sociedad adocenada, ajena a su propio destino.

LA educación en España tiende de una manera paulatina hacia la infantilización del alumnado, hasta incluso, aunque parezca asombrosa la afirmación, la del que puebla las aulas universitarias. Leyes sin tino, reglamentos educativos preñados de paternalismo y decretos regulatorios extremadamente proteccionistas con el discente han contribuido a que esta dinámica se acelere en los últimos años. Y no vale argumentar, como algunos hacen con inusitada alegría, que la diversidad requiere de un tratamiento especial de los chicos, cuando la realidad se empecina en demostrar que lo que se entiende por diverso se convierte, generalmente, en sinónimo de infantil. Esta deriva, presente en las sucesivas etapas educativas, conduce al alumno a distanciarse inexorablemente de la ansiada madurez en todos los sentidos, y no únicamente en el pedagógico. Y por lo que toca al maestro, lo sitúa en una difícil posición, la del abnegado cuidador de un Jardín de Infancia que cada vez se hace más grande hasta llegar, como digo, al umbral de la universidad.

Esta infantilización tiene una sola raíz, pero no ocurre así con las ramificaciones. El arraigo se encuentra en las corrientes pedagógicas inhibidoras del desarrollo de la personalidad adulta como, asimismo, de los valores propios del dominio de la acción individual, comenzando por la sustracción de la voluntad y la consecuente responsabilidad. Por su parte, las ramificaciones se extienden desde lo educativo a lo social, porque el inmaduro, el eterno infante que algunos persiguen, busca que sean otros los que le saquen las castañas del fuego, válgame la expresión. Si no llega al aprobado, será el maestro el que le aúpe hasta el éxito escolar; si no logra valerse por sí solo en la vida, como en el reciente caso de la influencer que lloraba por las redes sociales porque literalmente “no quería trabajar”, será Papá-Estado el que vendrá en su ayuda.

Esta dinámica, como tantas otras cosas en la actualidad, apunta a un relato ideológico, a una construcción social que se desea ocultar para que nadie la someta al necesario juicio. El querer definir al individuo por su extrema dependencia del otro, sea éste el maestro de escuela o quizás el futuro proveedor del subsidio vital, llevará a una sociedad adocenada, ajena a su propio destino. En cierto modo, la infantilización educativa, como la moral, progresa en el desprecio hacia la persona y sus valores. Sin embargo, lo que más indigna de esta apuesta es que se haga en favor de la diversidad. Hay algo de perverso en considerar al que necesita de atención como incapaz de valerse por sí mismo, tanto en el presente como en lo que está por venir. Este determinismo es inherente al pensamiento de la izquierda tradicional, el mismo que pretende anular el ansia de libertad del individuo, en concreto, la posibilidad de definirse como uno quiera, tanto como el afán de situarse en el mundo conforme a un criterio personal.

La mediocridad ha hecho diana en el sector educativo –y la “ley Celaá” es manifiestamente palmaria en este sentido–, pero lo que requiere de una reflexión serena es lo que se pretende de la juventud de este país. La infantilización ya es más que descarada en Secundaria, apunta maneras en Bachillerato y golpea con insistencia en las aldabas universitarias. En menos de tres generaciones, se asistirá a una degradación de la educación en España jamás vista. Un empobrecimiento que no será únicamente individual, sino que alcanzará niveles civilizatorios. Al abrigo del delirio de las corrientes pedagógicas, el individuo desaparecerá para transformarse en un ser sin voluntad ni conocimientos. Un auténtico suicidio. Y como escribiera el siempre acertado Chesterton: “El que se suicida mata a todos los hombres: en la medida de sus fuerzas, aniquila el mundo”. M

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“La infantilización ya es más que descarada en Secundaria, apunta maneras en Bachillerato y golpea con insistencia en las aldabas universitarias”

“Este determinismo es inherente al pensamiento de la izquierda tradicional”

Se abre la convocatoria para la 42ª edición del concurso “¿Qué es un rey para ti?”

La nueva convocatoria del concurso organizado por FIES y patrocinado por Fundación Orange se extenderá hasta el 20 de diciembre de 2022 y está dirigida a alumnos de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de la ESO, así como a Centros de Educación Especial de toda España. Una vez más, los escolares darán rienda suelta a su creatividad para ilustrar su particular visión de la institución monárquica a través de proyectos, tanto en formatos tradicionales como tecnológicos y digitales.

El pasado 1 de octubre se abrió una nueva convocatoria para la 42ª edición del concurso escolar “¿Qué es un rey para ti?”, promovido por Fundación Institucional Española (FIES) y Fundación Orange. Dicha convocatoria, correspondiente al periodo lectivo 2022-2023, se extenderá hasta el 20 de diciembre.

El objetivo de este certamen escolar es, una vez más, fomentar la creatividad de los alumnos y alumnas de toda España a través de sus trabajos sobre la institución monárquica, e impulsar así –desde su conocimiento– el respeto hacia la primera institución del Estado, así como a valores tales como la convivencia, la solidaridad y la democracia.

En esta edición, los escolares participantes podrán enfocar sus trabajos desde dos puntos de vista diferentes: la figura de S.M. el Rey Don Felipe y el papel de la Corona en la estructura del Estado; o abordar el futuro de la jefatura del Estado, personalizado en S.A.R. la Princesa de Asturias, como garante de la continuidad institucional.

Los alumnos interesados en participar en esta edición podrán presentar sus trabajos tanto en formatos tradicionales (murales, dibujos, poesías, escultura, redacción…) como en nuevos formatos digitales, tales como Storytelling, Vídeo musical, Infografía, Robótica y diseño e impresión 3D.

Como en años anteriores, mediante la guía “Retrata tu proyecto”, se dará el soporte necesario al profesorado para que puedan ayudar a sus alumnos a transformar a un formato digital los proyectos que se hayan realizado de forma manual (mediante el envío de una fotografía o vídeo con descripción).

Una vez se hayan conocido los 20 escolares ganadores en las distintas comunidades y ciudades autónomas, así como en la categoría de Educación Especial, los alumnos y alumnas premiados en esta 42ª edición acudirán, junto a profesores y familiares, a una Audiencia con don Felipe, para presentarle sus proyectos personalmente. M

INTERNET

Crear conciencia sobre datos en la educación

Evaristo González Prieto

Investigador de “Didáctica, Innnovación y Multimedia” (DIM) de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona

¿Tenemos conciencia de que también hemos de aprender y educarnos sobre los datos y sus sesgos, los límites, efectos y precauciones ante la red?

LA actual sociedad de la información provoca que todo el día seamos uno de los más importantes recursos de su ecosistema, poniendo a nuestro alcance mucha cacharrería tecnológica y lo que trae consigo, siempre conectados entre todos gracias a Internet. Ya nos es muy difícil prescindir de la dependencia que generan los dispositivos, las aplicaciones, redes sociales, conexión de alta velocidad y consulta del móvil más de 200 veces al día. Conectividad total y acopio continuo de datos que generamos, con los que alimentamos a empresas que los usan, los reconvierten y a menudo nos los ponen a nuestra disposición como si nos ofrecieran otro nuevo servicio más.

También el funcionamiento del mundo educativo cada vez es más dependiente de este entramado, en el que la formación con las TIC es imprescindible, las plataformas usadas no paran de crecer y los datos con los que se quedan, también. Los centros de enseñanza son

© METAMORWORKS

grandes productores y consumidores de datos. De hecho, todos nos componemos de datos, somos datos, dependemos de ellos, nos aportan confort, innumerables servicios y muchas facilidades para todo. Por algo será: despejar esta incógnita también es educación. Por otro lado, Internet no es quien cuida de la infancia ni del resto en un ámbito libre y abierto a todo tipo de contenidos y propuestas, donde la regulación de las autoridades y la autorregulación de cada persona se suelen echar en falta.

Pero, ¿tenemos conciencia de que también hemos de aprender y educarnos sobre los datos y sus sesgos, los límites, efectos y precauciones ante una red de la que ya nos es casi imposible salir? La cultura del dato, la Data literacy, es otra propuesta transversal educativa más, para tener en cuenta desde los primeros cursos. Una más, sí, entre tantas como se acumulan en ese contenedor escolar donde se han de empezar a trabajar las posteriores mejoras y cambios de la sociedad. No olvidemos que los datos ya forman parte de un ADN, que su crecimiento es exponencial y su reconfiguración constante, casi es nuestra sangre que se actualiza y va dejando un rastro público al alcance de la voracidad de analistas y comerciantes no conocidos por la mayoría de usuarios. Si de aquí no podemos salir, tengamos conciencia y favorezcamos reflexionar en las aulas de las nuevas generaciones. A pesar del desconocimiento general de una realidad en la que todos estamos inmersos, hagamos esfuerzos para entender primero y adoptar posturas después. Intentemos aprender para luego concienciarnos y actuar.

Interrogantes

Profesorado, alumnado y familias nos podríamos preguntar sobre nuestros datos personales que se acumulan en Internet, de dónde salen, cuál es su valor, la relación entre mis datos y mi identidad, con quién los comparto, qué red social o entidad los usa o se los queda con o sin nuestro permiso y su fiabilidad, por qué y para qué los utilizarán personas y empresas muy interesadas que antes nos han regalado el acceso a aplicaciones o webs, cuáles son legítimos y cuáles no, hasta dónde cubren los permisos para difundir materiales de todo tipo, qué limites se deberían autoimponer las familias acerca de la sobreexposición y continua difusión de la vida de sus criaturas en la red, cómo trasladar a la vida diaria del alumnado esta conciencia permanente de sus datos y constante muestra pública o privada, el rastro que se deja en la acumulación de consultas y uso de apps o de tantos recursos al alcance de cualquiera, qué ejemplo les damos los adultos para que cambien sus comportamientos sobre datos cuando quizá no los cumplimos los que intentamos enseñar. Mientras, aceptamos cookies (que son programas espías) para navegar, o permisos diversos sin leer condiciones ni entrar en la configuración o en las propuestas iniciales. Las ganas de acceder, de estar, y el estrés de Internet provocan estar de acuerdo con el contenido de largos textos informativos.

Realidades

Cualquier centro educativo dispone de infinidad de datos y de todo tipo en sus archivos. Muchos alimentan a las instituciones oficiales, sus servidores y aquellos extractos que generan estadísticas, informes, predicciones, análisis que, a menudo, son poco consultados por las bases de donde han salido, quizá por sus sesgos, incierto interés práctico y supuesta escasa utilidad como facilitadores de procesos de mejora. La educación produce y gestiona datos, trabaja y aprende con ellos. De hecho, el profesorado los usa para la docencia: identificar objetivos de aprendizaje, seguimiento del alumnado, gestiones de todo tipo, establecer procesos de mejora de sus clases y programas individualizados con el alumnado. La personalización de la enseñanza dispone del gran recurso de los datos. La gran barrera es el tiempo disponible, la acumulación del trabajo diario, los diversos puntos de atención que van apareciendo en la profesión y la formación sobre nuevas incorporaciones, como el tema que nos ocupa y que nos haría desconfiar o ponernos en guardia.

Ahora se necesita dar un nuevo paso: pararse a pensar en grupo sobre qué ocurre con nuestros datos de cada día, que pueden ser usados por grandes plataformas como recurso económico, facilitados a través de las herramientas tecnológicas con las que interactuamos pero también con otras que están ahí, como las cámaras de videovigilancia para diferentes funciones, los GPS de los vehículos y otros artefactos, tarjetas diversas como las bancarias o de salud, las compras online, la consulta de webs, los códigos de barras, los QR, las huellas dactilares, los datos biométricos, los cupones de descuentos o de fidelización, concursos, sorteos, inscripciones a convocatorias diversas, entradas a eventos, etcétera.

Aún hay carencias y desequilibrios importantes que afectan a la formación digital, básica para saltar un paso más allá y plantearse la profundización en los datos. Según informes públicos recientes, 9 de cada 10 trabajos del futuro requerirán competencia digital, que en absoluto está cubierta con tener y saber cómo funciona un ordenador o un teléfono móvil. Al 44% de los europeos le faltan las competencias digitales básicas. Menos del 20% de las profesiones TIC son ejercidas por mujeres. Esta es una de las grandes brechas actuales. Datos como para ir más allá de los interesantes programas STEAM e incidir en la importancia de la feminización, imprescindible.

Hay autoras que son expertas en plantearnos realidades sobre el uso de datos y sus análisis. A menudo muestran la cara oculta de su tratamiento, la comercialización, el uso y los peligros que conllevan tantos rastros que dejamos en cada momento con cada clic, consulta, recomendación, foto, vídeo, audio, documento o simples comentarios ante el teléfono móvil. El alumnado debería conocer ideas-marco y sinopsis de algunos libros de lectura fácil e informes que plantean cuestiones inquietantes que nos rodean en este mundo digital. Por ejemplo, algunas propuestas en español:

n Marta Peirano, periodista experta en datos, publicó en 2019 un libro muy recomendable: El enemigo conoce el sistema (ed. Debate). En algunas entrevistas manifiesta que Internet no es el problema, la extracción de datos es el problema. En otra, que la imagen que se transmite de Internet no es real, la han creado las tecnológicas. En las aulas se deberían mencionar algunas de sus reflexiones, demostradas en su impactan-

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