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Pautas para la atención primaria del consumo excesivo de alcohol en Colombia

Diana Ximena Puerta-Cortés

Doctora en Psicología Universidad de Ibagué Grupo de investigación Educación Salud y Sociedad (GESS)

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Bianda Jeni González-Santos

Mg. (c) en Psicología Universidad de Ibagué

Gustavo R. García-Vargas

Doctor en Análisis Funcional en Contextos Clínicos y de la Salud Universidad de Quintana Roo Grupo de investigación Educación Salud y Sociedad –GESS-

Correo de contacto diana.puerta@unibague.edu.co

Resumen

El consumo excesivo de alcohol en Colombia es un problema de salud pública que parece estar ganando la batalla a los esfuerzos institucionales para prevenirlo. Este hábito está arraigado en la cultura a pesar de los problemas de salud y socioeconómicos que genera. Uno de los instrumentos más utilizados en la práctica clínica para detectar los riesgos del uso de alcohol es el AUDIT, prueba desarrollada por la Organización Mundial de la Salud, útil para determinar si el consumo de alcohol puede considerarse peligroso. El presente capítulo plantea un análisis de la evidencia por medio de una revisión de la literatura, con el fin de analizar las variables asociadas al riesgo de consumo de alcohol detectado a través del AUDIT en muestras colombianas. Los resultados se agrupan en dos categorías que pueden orientar la prevención primaria, enfocada en el modelo comportamental en salud.

Palabras clave: adicción, alcoholismo; educación sanitaria, educación, antidrogadicción.

El consumo de sustancias psicoactivas representa un grave problema de salud pública desde hace décadas, con un aumento significativo en los últimos años (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2018). En particular, el consumo excesivo de alcohol en los jóvenes ha generado más del 5% de muertes en el mundo, pérdidas económicas y una estrecha relación con trastornos y enfermedades infecciosas (Fadragas, 2012; MolanoTobar & Molano-Tobar, 2016; Organización Mundial de la Salud [OMS], 2018). Además, es considerado como el tercer factor de riesgo para patologías y contribuye al 4% de las problemáticas en contextos sociales (Marshall, 2014).

El problema del consumo excesivo de alcohol se comprende desde la multiplicidad, con factores endógenos y exógenos (desde las características individuales del sujeto hasta el entorno próximo de la persona, como los factores familiares, sociales o escolares) que tienen influencia en el inicio o la recurrencia de la conducta de consumo (Obradors-Risa, Arisa & Muntaner,

2014). Los antecedentes de consumo de alcohol como el historial familiar de problemas asociados a la sustancia suponen mayor probabilidad de consumo excesivo y trastornos derivados (Pilatti et al., 2013; Marino & Fromme, 2015; Powers et al., 2017; Buscemi & Turchi, 2012).

El consumo de bebidas alcohólicas es parte de la cultura en Colombia, se incluye en reuniones sociales y las principales áreas de reunión son la tienda de barrio o el bar (Salcedo-Arellano, 2016). En este contexto, el abuso del alcohol ha llevado a un aumento de la morbilidad y la mortalidad entre los pacientes con enfermedades psiquiátricas (Haddadi, 2020). En la actualidad, la situación de pandemia por COVID 19 y las medidas tomadas para prevenir el contagio (Ej: la cuarentena o aislamiento social), han derivado en una serie de comportamientos, entre ellos la angustia. Se ha encontrado que alrededor del 20% de los individuos aumentan el consumo debido a esta condición, aumentando el riesgo de recaída. En estas circunstancias, la disminución del consumo de alcohol podría estar asociado con la disminución de la capacidad financiera y baja disponibilidad (Kim, 2020). No obstante, en Colombia la cuarentena y las medidas de “ley seca” adoptadas por el Gobierno han incrementado el riesgo de consumo ilegal de alcohol (Dinero, 2020).

Para la Organización Panamericana de la Salud (2020), el consumo excesivo de alcohol genera diversas consecuencias: incrementa el riesgo del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), una de las complicaciones más graves de la COVID-19; debilita el sistema inmunitario; aumenta el riesgo, la frecuencia y la gravedad de la victimización y todo tipo de actos de violencia interpersonal; aumenta el riesgo de muerte y traumatismos causados por el tránsito, así como por ahogamiento y caídas.

Por lo anterior es pertinente unir esfuerzos para intervenir en la prevención del consumo de alcohol. Los programas de prevención pueden ser categorizados en programas sociales (los cuales consideran la proliferación de ambientes físicos que

impiden la adquisición de alguna patología: infraestructura para la potabilización de agua o la proliferación de ambientes libres de patología), programas biológicos (se rigen bajo la concepción médico-asistencial, por ejemplo: administración de vacunas para evitar la adquisición de alguna patología o el desarrollo de medicamentos) y finalmente los programas psicológicos de prevención, que se caracterizan por la necesidad de considerar la participación directa de las personas y están dirigidos al cambio del comportamiento en la prevención de conductas que representan un riesgo para la salud (Ribes, 1990).

En el caso de los programas de prevención de tipo psicológico, los tres niveles propuestos implican la participación directa de las personas en la emisión de conductas instrumentales preventivas y se basa en criterios y programas fundamentados en el comportamiento particular del individuo, es decir, son individuales por naturaleza. Asimismo, considera que una dimensión psicológica de prevención es de vital importancia, ya que sin ella las intervenciones preventivas de la dimensión biomédica y socioambiental carecerían de eficacia (Ribes, 1990). Desde la perspectiva psicológica de la salud, los tres niveles de intervención para la prevención de comportamientos de riesgo son los siguientes.

Primario. Las acciones de prevención primaria forman parte de las prácticas vinculadas a la vida cotidiana, previas a la aparición de riesgos biológicos. Lo que se busca es dotar a los individuos sanos de todas aquellas habilidades y destrezas que les permitan enfrentar con éxito las diversas actividades que enfrentan a diario. Algunas acciones preventivas de este nivel corresponden a desarrollar estilos de vida que reduzcan la propensión a condiciones de vulnerabilidad biológica; la promoción de comportamientos alternativos a aquellos que inducen riesgos para la salud; el adiestramiento en la evitación de accidentes y la adquisición de comportamientos que prevengan la muerte o lesiones en desastres naturales.

Secundario. Este tipo de acciones preventivas entran en acción una vez desarrollada la enfermedad, cuando esta se encuentra en sus inicios o cuando se es propenso a desarrollar alguna patología biológica; es decir, la población ya no es una población sana, sino una población altamente vulnerable o con una enfermedad crónica que se encuentra en sus inicios o con cualquier otra enfermedad susceptible de agravarse, en donde los daños aún son reversibles en la mayoría de los casos. En ese nivel, la intervención consiste en reconocer los indicadores de riesgo o patología, lograr el acceso al servicio médico pertinente, la adherencia a las prescripciones terapéuticas y preventivas y en adquirir las competencias que le permitan al paciente acudir oportunamente al servicio médico. Cabe anotar que este nivel, al igual que el tercero, se considera preventivo en la medida en que impide el avance de la enfermedad.

Terciario. Este nivel se aplica cuando existe una condición patológica que ha evolucionado produciendo daños irreversibles o parcialmente reversibles. Las acciones que corresponden a este nivel son de índole conductual y corresponden a implementar el comportamiento de adherencia terapéutica, la eliminación de comportamientos que interfieren con la eficacia de los tratamientos biomédicos, reducción de las reacciones de estrés y la emisión de comportamientos que favorezcan los procesos de rehabilitación. En realidad, este nivel está encaminado a la prevención en el deterioro acelerado del individuo con un cuadro patológico grave en donde existe una alta probabilidad de muerte.

Uno de los instrumentos más utilizados empleados en la práctica clínica para detectar los riesgos del uso de alcohol es el AUDIT (Prueba de Identificación de Trastornos Relacionados con el Consumo de Alcohol, por sus siglas en inglés), el cual permite identificar el nivel de intervención y las acciones necesarias para intervenir. El AUDIT fue desarrollado por la OMS como un método simple de screening del consumo excesivo de alcohol y como un apoyo en la evaluación breve que puede ayudar en la identificación del consumo excesivo de alcohol como causa de la enfermedad

presente, proporcionando también un marco de trabajo en la intervención para ayudar a los bebedores con consumo perjudicial o de riesgo a reducir o cesar el consumo de alcohol y con ello evitar las consecuencias perjudiciales (OMS, 2001).

En el AUDIT, el consumo de riesgo es un patrón de consumo de alcohol que aumenta el riesgo de consecuencias adversas para el bebedor o para los demás. Estos son importantes para la salud pública a pesar de que el individuo aún no haya experimentado ningún trastorno. El consumo perjudicial se refiere a aquel que conlleva consecuencias para la salud física, mental y social. Por su parte, la dependencia es un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que pueden aparecer después del consumo repetido de alcohol (OMS, 2001).

Según lo anterior, el consumo de alcohol es multifactorial y a pesar de las circunstancias actuales de pandemia y las graves consecuencias para la salud física y mental, el consumo se ha arraigado de tal manera que pareciera difícil reducirlo o eliminarlo. Por lo anterior, este capítulo plantea una revisión de literatura para analizar las variables asociadas al riesgo de consumo de alcohol detectado a través del AUDIT en muestras colombianas y, de esta manera, plantear algunas pautas en prevención primaria orientadas desde la evidencia.

Metodología

Se revisaron 18 estudios empíricos publicados por investigadores colombianos entre 2015 y 2020 sobre el riesgo de consumo de alcohol evaluado a través del AUDIT y AUDIT C. Los artículos se obtuvieron a partir de una búsqueda en Scopus, ScienceDirect, Redalyc y SciELO. Cinco de los artículos analizaron los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015. Para su consideración se realizó una evaluación de elegibilidad y contenido de cada artículo, descartando dos de ellos por ser de contenido psicométrico.

Con el propósito de analizar el contenido de cada artículo, a partir de las variables para la orientación en prevención primaria del consumo en riesgo de alcohol detectado a través del AUDIT, se

identificaron dos categorías temáticas: 1. bases psicobiológicas del consumo de alcohol y 2. bases psicosociales del consumo de alcohol. La Tabla 1 resume los datos básicos de estos estudios.

Tabla 1. Datos básicos de estudios colombianos sobre el uso del AUDIT

Autores Año de publicación Ciudad Características de la muestra Tipo de uso del AUDIT (Tamizaje, prevalencia)

1. Salcedo, D.D., Ramírez, Y.J., & Barreto, M.R.

2. de la Espriella Guerrero, R.A., Rodriguez, V., Rincón, C-J., Cabrera, D., Pérez, S.J., & GómezRestrepo, C.

3. GómezRestrepo, C., Rincón, C.J., & UrregoMendoza, Z.

4. GómezRestrepo, C., Tamayo, N., Bohórquez, A., Rondon, M., Medina, M., Rengifo, H., & Bautista, N. 2015 Bogotá 50 estudiantes universitarios de diversos programas académicos, consumidores de alcohol con un nivel de alto riesgo. Edades entre 18-37 años. Hombres el 62% y mujeres el 38%.

2016 Atlántica, Bogotá, Central, Oriental y Pacífica 13.200 hogares en las cinco regiones del país. Mayores de 12 años. Prevalencia: establecer el perfil de la función y la conducta ejecutiva en 50 consumidores de alcohol.

Tamizaje: descriptivo de los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015.

2016 Pacífica, Atlántica, Oriental, Central, y Bogotá

2016 Atlántica, Oriental, Central, Pacífica y Bogotá 902 indígenas (Hombres 42,9% y Mujeres 57,1%), de edades entre los 18 y más de 45 años. Tamizaje: descriptivo de los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015.

18 o más años no institucionalizada; con depresión y ansiedad. Prevalencia: detección del patrón de consumo en la muestra. Encuesta del Ministerio de Salud.

Autores Año de publicación Ciudad Características de la muestra Tipo de uso del AUDIT (Tamizaje, prevalencia)

5. GómezRestrepo, C., TamayoMartínez, N., Buitrago, G., GuarnizoHerreno, C.C, Garzón-Orjuela, N., EslavaSchmalbachf, J, Vries, E., Rengifo, E., Rodríguez, A., & Rincón, C.J.

6. Quitian, H., Ruiz-Gaviria, R.E., GómezRestrepo, C., & Rondón, M.

7. RodríguezTorres, E., CamargoRestrepo. C., CardonaBlandón, A.M., LozanoSandoval, N.X., López-Medina, D.I., & RosasVillamizar, N.I.

8. SalcedoArellano, M.J., Lozano, R., Tassone, F., Hagerman, R.J., & Saldarriaga, W. 2016 Oriental, Atlántico, Central, Pacífico y Bogotá Muestra total de 10.870, hombres el 40,3% y las mujeres el 59,7%. Edades entre los 18 a los 44 años. Prevalencia/tamizaje: describir y comparar las prevalencias de algunos problemas y trastornos mentales en la población adulta colombiana.

2016 Atlántica, Oriental, Central, Pacífica y Bogotá

2016 Santiago de Cali Se entrevistó en total a 13.200 hogares (51,7% de mujeres y 48,3% de hombres). Edades entre los 18 años hasta mayores de 45 años. Tamizaje: descriptivo de los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015.

207 estudiantes (mujeres 85,5% y hombres 14,5%) edades entre los 14 y 49 años). Tamizaje: detección del patrón de consumo en la muestra.

2016 Santiago de Cali 8 pacientes hombres con el síndrome del cromosoma X frágil. Prevalencia: detección del patrón de consumo en la muestra clínica.

Autores Año de publicación Ciudad Características de la muestra Tipo de uso del AUDIT (Tamizaje, prevalencia)

9. Tamayo, N., Rincón, C., Santacruz., C., Bautista, N., Collazos, J., & Gómez–Restrepo, C. 2016 Central, Atlántica, Bogotá, Oriental y Pacífica

10. BetancourthZambrano, S., Tácan-Bastidas, L., & CordobaPaz, E.G.

11. Cabarcas, K.L., Londoño, C., Pulido, D.C., & Vélez-Botero, H.

12. PereiraMorales, A.J., Adan, A., Camargo, A., & Forero, D.A. 10.870 personas de 18 o más años no institucionalizadas; la muestra es de tipo probabilístico, estratificada por sexo, edad y las regiones del país. Se analizan los datos de las personas que reportaron haberse desplazado por conflicto armado alguna vez en la vida. Prevalencia: determinar la prevalencia de problemas y trastornos mentales en los desplazados internos por el conflicto. El enfoque diferencial que menciona la Ley 1.448.

2017 Pasto 84 estudiantes universitarios matriculados durante el año 2015 en tres instituciones privadas y una estatal de la ciudad de Pasto al sur de Colombia. Prevalencia/tamizaje: Contribuir a la prevención desde la identificación de poblaciones en riesgo como la universitaria y los factores que influyen en el desarrollo del consumo.

2017 Sibaté 400 personas entre 12 y 65 años, hombres y mujeres residentes en el municipio. Tamizaje: evaluar los alcances de la aplicación del programa de prevención del consumo abusivo y la dependencia alcohólica.

2017 Bogotá 274 estudiantes universitarios de enfermería y medicina (75.1% mujeres; 24,9% hombres). Prevalencia/Tamizaje: detectar los factores psicosociales y clínicos que influyen en la relación del uso de polisustancias y el riesgo de suicidio.

Autores Año de publicación Ciudad Características de la muestra Tipo de uso del AUDIT (Tamizaje, prevalencia)

13. RodríguezAmaya, R.M. & GaleanoHernández, M.J.

14. Orcasita, L.T., Lara, V., Suárez, A., & Palma, D.M. 2017 Santander

2018 Santiago de Cali

15. Londoño, C. & Carrasco, S. F. 2019 Colombia y Chile

16. Castillo, A., Rincón, M.C., Serna, V., & Bersha, S. 2020 Central, Atlántica, Bogotá, Oriental y Pacífica 186 trabajadores de la construcción en Santander. Tamizaje

284 adolescentes escolarizados entre (Mujeres 53.7 %, Hombres 46,3%) entre los 12 a 18 años. 1602 adolescentes 870 chilenos (380 hombres y 491 mujeres) entre los 14 y los 22 años (M = 16.12), 732 colombianos (356 hombres y 376 mujeres) entre los 16 y los 25 años (M = 17.9). Hombres y mujeres escolarizados con edades entre los 14 y los 25 años. 15.351 personas, de las que 10.870 eran mayores de 18 años. Tamizaje: detección del patrón de consumo en la muestra y asociación con factores psicosociales.

Tamizaje: estudio comparativo transcultural.

Tamizaje: descriptivo de los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015

Resultados

Los principales resultados de los estudios se describen en la Tabla 2.

Tabla 2. Resumen de los principales resultados de los estudios colombianos sobre el AUDIT

Estudio

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6 En los participantes en condiciones de pobreza la sustancia más frecuente consumidas por adultos y adolescentes es el alcohol, 136 adultos tienen un excesivo, mientras que 131 son bebedores en riesgo y solo 6 tienen una probabilidad de ser consumidores dependientes. 5 de los adolescentes son bebedores en riesgo y 4 bebedores excesivos.

Resultados relevantes

Los hombres tienen mayor tiempo de consumo, las mayores puntuaciones se observaron en participantes con más de 10 años de consumo. Mientras que en las puntuaciones totales del AUDIT se identificó que, a mayor puntuación, es menor la velocidad de procesamiento de la información en tareas de atención dividida y al presentarse dicha velocidad de procesamiento, se evidencia menos habilidad para mantener la actitud frente a una actividad específica. En cuanto a las correlaciones, a mayor puntuación en el AUDIT se presenta más dificultad para identificar emociones de tipo complejo. El 2,7% de los menores eran bebedores en riesgo. El mayor porcentaje de bebedores en riesgo tiene de 18 a 44 años, en su mayoría hombres. Un AUDIT-C positivo en mayores de edad se asocia con mayor porcentaje de no presentar síntomas ansiedad y menos problemas de ansiedad, eventos traumáticos y eventos traumáticos por conflicto armado reportados. Las personas adultas con AUDIT-C positivo tienen mayor percepción de bienestar, aunque también se halla mayor porcentaje de hogares en estado de pobreza.

En la muestra de indígenas los resultados de la escala AUDIT quienes no muestran un riesgo son el 83,8%, mientras que el consumo excesivo es de 8%, con un consumo de riesgo el 7,9% y probable dependencia del alcohol fueron 0,3%.

Las mujeres tienen mayor prevalencia de todos los trastornos del afecto y de ansiedad, excepto el trastorno afectivo bipolar tipo I alguna vez en la vida que es más frecuente en hombres y uno de los factores asociados a los trastornos es el consumo de alcohol.

En los resultados se encontró que los participantes que vivieron un conflicto pacificado o en menor intensidad son quienes tienen puntuaciones más altas en el AUDIT en el consumo excesivo de alcohol, mientras que el consumo riesgoso o dependiente se identificó en los participantes que no han vivido el conflicto.

Estudio

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13 Resultados relevantes

El sexo femenino es un factor protector frente al consumo de sustancias. El patrón de consumo general es del 17.4 % en condición de dependencia de la sustancia, El consumo de estas sustancias legales en los estudiantes universitarios de enfermería son equiparables al de la población general.

6 de los participantes de Ricaurte con síndrome del cromosoma X frágil, cumplían con los criterios para el síndrome de dependencia al alcohol. La dependencia al alcohol y del uso de sustancias está asociado con la exacerbación de sus problemas de comportamiento, como el aumento de la impulsividad y agresión, así como de problemas médicos como el aumento de la frecuencia de las convulsiones. La cultura de la reunión que mantiene el consumo ocurre en el bar o en el campo en donde trabajan.

Análisis del consumo de la población desplazada. No hay diferencias en el consumo de sustancias psicoactivas en la vida; el de cigarrillo es del 6,3% de la población general y el 4,8% de las personas desplazadas; el de alcohol, del 33,0% y el 35,9%. Consumo de alcohol excesivo, del 10,1% (IC95%, 7,2%-13,9%).

Según los niveles de prevalencia de consumo de alcohol de este estudio (en el suroccidente del país y de la mayoría de investigaciones en universitarios colombianos), se puede afirmar que los estudiantes colombianos consumen alcohol en mayor proporción, en comparación con estudiantes universitarios de España (58%), Chile (64,2%) o Perú (78.8%).

En el municipio de Sibaté se reportaba alta prevalencia tanto de consumo de alcohol como de consumo de riesgo, especialmente de cerveza. Existe alta disponibilidad de sitios de venta y fácil acceso para personas de todas las edades, ya que no se aplican los controles de la restricción en la venta a menores de edad. El consumo ocurre principalmente en actividades familiares y la cantidad sobrepasa las 5 unidades por ocasión, lo que indica que se bebe en busca de la embriaguez, con una frecuencia entre 1 y 3 veces al mes en gran parte de la población.

El consumo de alcohol, los síntomas de ansiedad y el funcionamiento familiar se relacionaron con el policonsumo de sustancias. El consumo de alcohol se relaciona con el consumo de tabaco, alcohol y cannabis. Los resultados de riesgo de alcohol se obtuvieron del ASSIST, pero en mujeres el AUDIT discriminó: el consumo de alcohol correlacionó con el consumo de tabaco.

Se evidencia que el AUDIT puede ser usado con éxito en la detección de problemas de alcohol en programas de atención primaria y prevención. Se concluye que el consumo de licor y cigarrillo encontrado fue alto, mas no su dependencia.

Estudio

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16 Resultados relevantes

Tanto los hombres, como las mujeres, registraron una misma edad de inicio de consumo de alcohol (12.3 años y 12.6 años, respectivamente). El 65.3 % de los adolescentes tiene un patrón de consumo de alcohol de bajo riesgo y un 3.3 % presenta un patrón de consumo de alcohol por dependencia. Los adolescentes que tienen un funcionamiento familiar con disfunción grave presentan un patrón de consumo de alcohol por dependencia, mientras que en adolescentes con un funcionamiento familiar con disfunción leve y normofuncional, el consumo por dependencia es de 1.9% y 1.5%.

El consumo de alcohol es frecuente en los jóvenes de ambos países, sin importar el sexo, con un mayor consumo en Chile. Existen diferencias en ambos países en las creencias sobre el consumo de alcohol. Los colombianos presentaron mayor percepción de riesgo y vulnerabilidad, mayor percepción de beneficios percibidos del consumo y menor percepción de barreras para dejar de consumir. En ambas muestras las medias reportadas indicaron un riesgo moderado o alto del consumo de alcohol.

El 64,9% de los encuestados con trastorno afectivo bipolar (TAB) tenían puntuaciones en el AUDIT C positivo de posible dependencia y el 35,1%, de consumo de riesgo.

Categoría 1. Bases psicobiológicas estudios 1, 2, 4, 8 y 16; Categoría 2. Bases psicosociales estudios 2, 3, 5, 6, 7, 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15.

Bases psicobiológicas del consumo de alcohol

En los estudios seleccionados se detectaron las variables psicobiológicas asociadas al riesgo de consumo de alcohol evaluado a través del AUDIT, estas son el sexo, la etapa del desarrollo, las funciones cerebrales ejecutivas, las comorbilidades genéticas como el síndrome del cromosoma X frágil (FXS) y los trastornos mentales como ansiedad y afectivo bipolar (TAB) (ver Tabla 2). A continuación, se describen los principales hallazgos en muestras colombianas.

Con relación a la edad y la etapa del desarrollo se identificó que el grupo de bebedores en mayor riesgo son los hombres que se encuentran entre los 18 a los 44 años. Los jóvenes universitarios presentan mayor tiempo de consumo que las mujeres y en la

puntuación total del AUDIT se ubicó en 12,8 (bebedores de alto riesgo) y las mayores puntuaciones las obtuvieron los participantes con más de 10 años de consumo (Salcedo et al, 2015). En contraste, el porcentaje de bebedores en riesgo es menor en los mayores de 45 años, no obstante, la diferencia entre hombres y mujeres en este grupo de edad es mayor (de la Espriella Guerrero, 2016).

En los jóvenes, el consumo de alcohol de alto riesgo genera dificultades en diferentes funciones ejecutivas como la inhibición; son menos capaces de inhibir la activación de respuestas asociadas con tareas blanco como la secuenciación, tienen estrategias de secuenciación inadecuadas y desorganizadas; atención, dificultad en tareas que requieren concentración, atención dividida y focalizada; categorización, desempeño alterado en la fluidez verbal; flexibilidad cognitiva, dificultades para variar las estrategias cognitivas; automonitoreo, imposibilidad de usar la retroalimentación externa para moderar el comportamiento personal y planificación, la capacidad para crear una estrategia y planificar de manera efectiva se encuentra limitada, además con déficit en la habilidad para planear una acción hacia adelante, esto se relaciona con deterioro en la corteza prefrontal asociado al consumo de alcohol frecuente (Salcedo et al, 2015). Las autoras también encontraron déficit en la conducta ejecutiva de toma de decisiones, impulsividad, feedback emocional y empatía.

Respecto al FXS se conoce que es la discapacidad intelectual (ID) hereditaria más común y la causa genética del espectro autista. Aunque el alcoholismo solo se ha reportado en raras ocasiones en individuos con el FXS, es común en el municipio de Ricaurte, Colombia. El alcohol puede embotar el problema de comportamiento asociado al FXS, específicamente ansiedad e hiperactividad de los participantes. Se encontró que seis de ellos cumplían con los criterios para el síndrome de dependencia al alcohol. La dependencia al alcohol y del uso de sustancias se asocia con la exacerbación de la impulsividad y agresión, así como con problemas médicos como el aumento de la frecuencia de las convulsiones (Salcedo-Arellano et al., 2015).

Según los trastornos en salud mental asociados con el consumo de alcohol, Castillo et al (2020) detectaron que todos los pacientes identificados con diagnóstico de TAB tenían algún patrón desadaptativo de consumo de alcohol, es decir las personas con trastornos asociados con el consumo de alcohol tienen 4,1 veces más riesgo de padecer TAB. Sin embargo, las mujeres con TAB tienen mayor riesgo de consumo de tipo dependencia, pero en términos generales toda la población con TAB de esta muestra tenía algún grado de consumo perjudicial o de tipo dependencia. En contraste con otro trastorno, como es la ansiedad, GómezRestrepo et al. (2016) no encontraron relación con el consumo de alcohol. Resultados similares hallaron de la Espriella Guerrero et al. (2016), quienes encontraron diferencias en la categoría sin síntomas entre aquellos sin problemas con el alcohol y los bebedores de riesgo y en el reporte del número medio de síntomas de ansiedad, el 10,4% frente al 29,8%; no se encontraron diferencias significativas entre los que reportaron un número alto de síntomas. Es decir, el trastorno de ansiedad en los últimos 12 meses mostró iguales valores en los grupos sin problemas y en los bebedores de riesgo.

Bases psicosociales del consumo de alcohol

Los factores de riesgo psicosocial han de entenderse como la condición o condiciones del individuo y del medio que bajo determinadas situaciones generan efectos negativos en la calidad de vida de las personas. En los estudios analizados se encontró el uso del AUDIT en poblaciones específicas, tales como la población indígena (Gómez-Restrepo et al., 2016), trabajadores de la construcción en Santander (Rodríguez-Amaya y GaleanoHernández, 2017), personas desplazadas por conflicto armado (Tamayo et al., 2016), adolescentes (Londoño y Carrasco, 2019; Orcasita et al., 2018,); pero sobre todo en estudiantes universitarios (Betancourth-Zambrano et al., 2016; Pereira-Morales et al., 2017; Rodríguez-Torres et al, 2016; Salcedo et al., 2015) (ver Tabla 2). Los resultados de las investigaciones reportadas en este estudio

hicieron evidente que el consumo de bebidas alcohólicas afecta de manera diferencial a los diferentes grupos poblacionales, incluso aquellos que comparten edades biológicas similares (i.e. jóvenes universitarios). En aquellos estudios en donde se utilizó el AUDIT con jóvenes universitarios, se concluyó que los estudiantes colombianos consumen alcohol en mayor proporción, en comparación con estudiantes universitarios de España, Chile o Perú (Betancourth-Zambrano, Tácan-Bastidas & Cordoba-Paz, 2017; Londoño & Carrasco, 2019). Estos resultados son atribuidos a la “cultura de la reunión”, descrita por Salcedo-Arellano et al. (2016), dado que el consumo ocurre principalmente en actividades familiares (Cabarcas et al., 2017).

En términos generales, el tipo de asentamiento (urbano-rural) al cual pertenecen los participantes del estudio, estuvo relacionado con la dependencia alcohol. Los resultados en muestras indígenas mostraron un riesgo menor que las poblaciones urbanas (GómezRestrepo, Rincón & Urrego-Mendoza, 2016). Asimismo, aquellos participantes afectados por el desplazamiento forzado, mostraron niveles de dependencia menores que aquellos que no fueron afectados (Gómez-Restrepo et al., 2016); aunque se evidencian otros tipos de efectos en la salud mental (Tamayo et al., 2016). La pobreza fue otro factor relacionado con el riesgo de consumo (Quitian, et al., 2016).

En cuanto al género, Rodríguez-Torres et al. (2016) encontraron que los hombres tienen mayores niveles de riesgo perjudicial con dependencia (63,3%) en comparación con las mujeres (45,2%). Los resultados de Betancourth-Zambrano, Tácan-Bastidas & Cordoba-Paz (2017) en estudiantes universitarios en la ciudad de Pasto evidenciaron que el consumo de alcohol en los hombres es del 54,7% y en las mujeres representa el 42,6%. Sin embargo, Cabarcas et al. (2017) identificaron que “las mujeres son las que más consumen…hay mamás que reconocen que son alcoholicas” (p. 60). En cuanto al inicio de consumo, este se da entre los 12 y los 13 años. En el caso de los varones, es auspiciado por los padres:

“es que lo estoy volviendo machito...” (p. 60), mientras que el consumo en mujeres suele estar influenciado por otros familiares. En ambos casos, la mayoría bebe en ambientes familiares con una tradición cultural de consumo que relaciona celebraciones y alcohol. También para ambos géneros, la principal razón de consumo fue sentirse bien y relajarse, y en segundo lugar olvidar los problemas y distensionarse; a este respecto, Cabarcas et al. (2017) señalan: “la gente quiere desahogar lo que [han] pasado toda la semana...” (p. 60).

Discusión

La búsqueda de la literatura orientada a la detección de las variables asociadas al riesgo de consumo de alcohol identificadas a través del AUDIT, permitió agrupar los resultados en dos categorías que concentran la morbilidad y comorbilidad frente al consumo de alcohol en Colombia, estas son las bases psicobiológicas y psicosociales del consumo de alcohol. A partir de la finalidad, las características metodológicas de los estudios y las categorías identificadas, se orienta al lector en algunas pautas para el desarrollo de programas en prevención primaria para impedir o retrasar el inicio de consumo y así lograr minimizar los efectos.

En la revisión se identificó que el propósito de los estudios corresponde a prevalencia (Betancourth-Zambrano, TácanBastidas & Cordoba-Paz, 2017; Gómez-Restrepo et al., 2016; Pereira-Morales etal., 2017; Salcedo, Ramírez, & Barreto, 2015; Salcedo-Arellano et al., 2016; Tamayo et al., 2016), cuyo objetivo primordial es detectar la proporción de individuos que presentan consumo de alcohol. Otro grupo de estudios se enfocan en el tamizaje (Cabarcas et al., 2017; Castillo et al., 2020; de la Espriella Guerrero et al., 2016; Gómez-Restrepo, Rincón & Urrego-Mendoza, 2016; Gómez-Restrepo et al., 2016; Londoño & Carrasco, 2019; Orcasita et al., 2018; Quitian et al., 2016; Rodríguez-Amaya & Galeano-Hernández, 2017: Rodríguez-Torres et al., 2016), cuya finalidad es el uso del AUDIT en una población saludable, en su mayoría estudiantes universitarios, con el fin de identificar aquellos

individuos que presentan consumo de alcohol (Galván, 2009). Lo anterior muestra que el AUDIT es empleado para la identificación del consumo en estudios descriptivos. No se detectó evidencia empírica que denote su aplicación como una primera etapa en programas de prevención primaria en Colombia.

También se identificó que en su mayoría los estudios han sido liderados por médicos epidemiólogos. Se identifica una escasa participación de profesionales en psicología y otras áreas de la salud, lo que muestra bajo grado de trabajo interdisciplinario frente a esta temática. Además, casi la mitad de los estudios tomaron la base de datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental (2015). Se destaca el uso de estos datos para la investigación. No obstante, Gómez-Restrepo et al (2016), reportan que encuestas nacionales posteriores midieron menos trastornos asociados con el consumo de alcohol, lo que puede reducir la calidad y profundidad en los análisis. También se identificaron en los restantes estudios revisados esfuerzos aislados con muestras en su mayoría provenientes de Bogotá/Cundinamarca y Cali. Además algunos instrumentos carecen de adaptación psicométrica al contexto colombiano (Salcedo, Ramírez & Acosta, 2015).

Los resultados de los 16 estudios analizados se agrupan en dos categorías, bases psicobiológicas y psicosociales del consumo de alcohol. Respecto a las bases psicobiológicas, muestran que el sexo, la juventud como etapa del desarrollo, las funciones cerebrales ejecutivas, las comorbilidades genéticas como el FXS y el TAB, se asocian con el consumo en riesgo de alcohol. Ser hombre joven es un factor de riesgo de consumo (Salcedo, Ramírez & Acosta, 2015; de la Espriella Guerrero, 2016). Así como padecer de FXS y el TAB genera mayor riesgo de consumo de tipo dependencia, el consumo de alcohol agrava otros síntomas de estas patologías como son la impulsividad, agresión o convulsiones.

En personas sanas, beber en exceso se asocia con una amplia gama de alteraciones cognitivas estables (Sanhueza, GarcíaMoreno & Expósito, 2011). Lo anterior muestra que el alcohol es una

sustancia tóxica para los tejidos nerviosos centrales y periféricos y trae como consecuencia lesiones anatómicas que afectan las estructuras funcionales del cerebro, cambios morfológicos en el sistema nervioso que finalmente se evidencian en deterioro cognitivo de la función y conducta ejecutiva en personas jóvenes consumidoras de alcohol (Salcedo, Ramírez y Acosta, 2015).

En las bases psicosociales, se evidencia que el consumo de alcohol suele darse en Colombia como parte de rituales o celebraciones festivas (Musitu, 2014; Bourdieu et al, 2012) en contextos esencialmente familiares, debido a la aceptación cultural y la relación del consumo como sinónimo de diversión, minimizando la percepción de riesgo desde edades tempranas, sobre todo en jóvenes universitarios (Londoño y Carrasco, 2019; Molano-Tobar & Molano-Tobar, 2016). La disponibilidad de sitios de venta, el fácil acceso y la búsqueda de sensaciones derivadas de la embriaguez fueron determinantes del alto consumo de alcohol.

Las comorbilidades incrementan el consumo de alcohol y este a su vez agrava los síntomas, por tanto, se propone que la prevención primaria debe estar enfocada en la familia, debido a que es una comunidad que predispone biológica y/o socialmente frente al consumo de alcohol o es un factor de protección; se recomienda el uso del AUDIT para la detección del riesgo de consumo y luego intervenir a partir de un modelo interdisciplinario comportamental en prevención en salud comunitaria, centrado en el desarrollo de habilidades para minimizar los riesgos psicobiológicos y psicosociales que pueden predisponer al uso excesivo de alcohol. Este modelo propone que no es tanto la lucha con una patología como estrategia de prevención, sino el entrenamiento de competencias fundamentado en que la conducta aprendida se presenta a través de la interacción del organismo con el ambiente.

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