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Ana María Narváez
MIL NOVECIENTOS OCHENTA
Me escondía tras una silla bastante característica, hecha en gamuza de color rojo y un borde de madera blanco, silla de reyes, recuerdo perfectamente que me asomaba para evitar que me sorprendieran en mi hazaña por escribir una fecha en el borde blanco de madera; así pues, me dispuse a sacar el arma más letal que puede existir contra algo blanco, un esfero de tinta negra. Luego, procedí a colocar un año al azar, una fecha de nacimiento anterior a la mía ...
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