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Maternidad invisible
por Alejandra Martínez
No soy mamá. No soy mamá pero sé que quiero hijxs. No sé de dónde salió ese deseo, pero siento que siempre ha estado ahí. Sé que, como cualquier otra decisión en sociedad, no es un deseo completamente mío. También sé que este deseo, que no es completamente mio y no sé de dónde salió, me ha ahorrado muchos comentarios incómodos a lo largo de mi vida. Sé que mi hermana, que no quiere hijos, escucha mucho y le incomoda escuchar: “Ahorita dices eso, pero en un futuro sí vas a querer”, “Pero, ¿qué tal si tu pareja sí quiere?” y “¿Cómo dices eso? Si tener hijos es lo más bonito que te va a pasar”.
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Quizás, no es lo más bonito que te va a pasar. Quizás, tan solo quizás, lo más bonito que te va a pasar es algo que en realidad quieres para ti. Quizás, a veces hasta algo que sí quieres y siempre quisiste para ti, tampoco es lo mejor que te va a pasar.
Guadalupe Nettel en su libro “La hija única” dice: “La sociedad está diseñada para que seamos nosotras, y no los hombres, quienes se encarguen de cuidar a los hijos, y eso implica muchas veces sacrificar la carrera, las actividades solitarias, el erotismo y en ocasiones la pareja. ¿Vale realmente la pena?”
¿Vale realmente la pena? (Espero) que muchas madres digan que sí y (creo) que muchas otras no dirían su verdadera opinión por culpa o miedo a ser juzgadas.
Siempre que se es mujer se discute desde la posibilidad de ser o no ser madre, ambas opciones implican una postura muy fuerte por parte de las mujeres porque las dos se presentan con una fuerte crítica. Parece que si no queremos ser madres, deberíamos de quererlo, y cuando decidimos serlo, deberíamos de ser mejores. Siempre mejores. No solo buenas, perfectas.
Marta Jimenez en su libro “Los Nombres Propios” dice: “No concibes que esa mujer– mamá– que satisface a diario tus necesidades pueda tener necesidades propias, que antes de que tu existieras vivía en el centro de Madrid, iba a menudo al cine, viajaba. Ahora también ve cine. En los últimos doce días ha visto Aladdín veintiséis veces, ha escuchado la canción–« Un mundo ideal»– veintisiete veces. Mamá es solo mamá”. Pienso en cómo, a pesar de sí querer hijxs, no quiero dejar de ser Ale por ser sólo mamá.
Coral Herrera, feminista y autora española, al hablar del amor dice: “Los niños aprenden a valorar y defender su libertad y su autonomía; las niñas aprenden a renunciar a ellas como prueba de su amor cuando encuentran pareja. Las mujeres seguimos sacrificándonos, renunciando, aguantando y sufriendo “por amor”, seguimos trabajando gratis en casa y en los cuidados “por amor””. Hay una peligrosa idealización ante esas madres que lo dan todo por ser “buenas madres”, mamás que son “sólo mamás” en nombre del amor incondicional.
No se se puede puede hablar hablar de las de maternidades las maternidades sin hablar sin de la hablar culpa, a de veces la culpa, referida a como veces el sello referida de la como maternidad, el sello ni de la maternidad, crítica constante, ni de tanto la crítica propia constante, como externa tanto a la propia que están como sujetas externa las a madres. la que están sujetas las madres.
Mucha de la culpa nace de la romantización que se ha hecho, no solamente a las madres, sino a la mujer en general. El problema es que muchas de estas cosas que “tenemos” que hacer no son remuneradas, ni reconocidas, ni respetadas y muchas veces ni siquiera se muestran como una opción, sino como una imposición, como por ejemplo, el cuidado.
¿En qué punto estas imposiciones, que incluyen el cuidar, el maternar, el criar, el limpiar, cocinar, etc, están costando la vida y las identidades de tantas mujeres solamente por cumplir con esta construcción de lo que es una madre competente? Nunca llegaremos a ser esa madre socialmente competente y tampoco es deseable que seamos esa mujer que su vida da vueltas alrededor de sus hijxs y su pareja.
Al escribir esto pienso en cómo pude haber sido menos crítica con mi mamá. Pienso en como yo quiero ejercer una maternidad distinta, una donde no me deje ni a mi, ni a mis amigas, ni a todo aquello que me hace feliz de lado como acto de amor. Pienso en cómo quiero que dejen de convencer a mi hermana de que sí querrá hijos. Finalmente pienso en cómo al hablar de maternidades se necesita más compasión y sororidad y mucha menos crítica.
Como dice la periodista española Esther Vivas: “Las madres no somos la madre que queremos ser, somos la madre que podemos ser en unas circunstancias a menudo adversas”.