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Ataques a miembros de la Policía
from Una mirada del atentado al avión de Avianca. Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado
El Plan pistola, también fue el detonante para la fuerza pública colombiana, pues puso precio a la cabeza de cualquier policía. Según Tamayo (2018), para 1988, el jefe del Cartel de Medellín pagaba desde 1 millón de pesos a quien diera de baja a un agente, y ofrecía 2 millones por subofcial, 3 millones por ofcial y hasta 5 millones por cualquier miembro del Bloque de Búsqueda. Como resultado de estos hechos, entre 1989 y el 1992, al menos 500 policías fueron asesinados por orden de Pablo Escobar.
Ataques a miembros de la Policía
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La patrullera de la Policía Nacional Rosalba Montes es sin duda alguna uno de los pocos testimonios de los miembros de la Policía que lograron sobrevivir a los ataques del Cartel de Medellín contra los miembros de la Policía Nacional, algunos ejecutados en el marco de la prestación del servicio, y otros por fuera de este. Dentro de las cifras más conservadoras se asegura que fueron al menos 500 policías, en su mayoría hombres, que fueron asesinados a manos del Cartel de Medellín.
Rosalba es una de esas personas que se ha preocupado por profundizar en la materia, y asegura que muchos de ellos eran asesinados “entrando o saliendo de la casa sin uniforme”, y aunque su historia es diferente a la de estos policías, es un testimonio que muestra cómo la capacidad militar del Cartel estaba por encima de la institucional. En su relato convergen tres hechos, el secuestro del senador Federico Estrada Vélez, el poder militar del Cartel, y la victimización hacia los miembros de la Policía Nacional. Rosalba, recuerda que:
El 3 de abril de 1990, estando en la Escuela como funcionaria bibliotecaria, porque estaba cumpliendo funciones no operativas, sino de bibliotecaria, precisamente por todo lo que sucedía, nosotros los policías apoyábamos a la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá. Para ese día tenían secuestrado al Dr. Federico Estrada Vélez. A él lo secuestran y Los Extraditables dijeron que eran ellos quienes lo tenían secuestrado. El grupo de Los Extraditables, que ya sabemos por quién estaba conformado (Entrevista a Rosalba Montes, 2020).
Ese día, recuerda Rosalba, mientras que ella salía como apoyo al operativo antisecuestro con el fn de lograr la liberación del senador, se ubicaron en una zona e instalaron un puesto de control, que se cruzó con el recorrido que hacía uno de los sicarios del Cartel de Medellín, lo que inmediatamente generó un enfrentamiento:
Fuimos atacados por un sicario terrorista del grupo de Los Extraditables. En el intercambio que hubo de palabras con este sujeto, la verdad yo no sé quién era. No estaba identifcado con su nombre, y en ese momento uno no está identifcando a la persona. Pero este muchacho no tenía más de 22 años. Era un hombre joven. Lo único que yo alcancé a decirle fue preguntarle para quién trabajaba, que por qué estaba en esas acciones, que era un hombre muy joven. Una especie de diálogo, para que las cosas no llegaran a peores consecuencias en relación con las vidas de nosotros los policías, y de las personas de la población civil que estaban ahí mirando qué era lo que iba a suceder. El hombre decía que él trabajaba para el grupo de Los Extraditables y también alcanzó a mencionar guerrilla. No sabía si era guerrilla o paramilitar. En ese momento era una confusión grande, pero sí se sabía que era un terrorista. (Rosalba Montes, 2020)
En medio de la confusión del momento, el joven sacó una granada de fragmentación tipo piña, que traía consigo junto a una pistola, detonantes y mechas explosivas, con la mala fortuna que dejó caer la granada:
En el afán de salvar mi vida y la de mis compañeros, hice lo que hace un policía. Que fue tratar de desalojar la granada que ya había caído a tierra. Una granada explota muy rápido. No se pudo volver a colocar el pin porque eso es algo muy pequeñito, entonces, pues, se trata es de vivir. Eso puede explotar en 6 o 7 segundos. Es muy poco tiempo para saber qué hacer con un tipo de artefacto de esos. Cuando yo logré visibilizarla, porque en la caída no supe dónde cayó, la granada estaba tapada con mucha tierra, entre mis botas. Y el tiempo era muy escaso para saber qué hacer con ella. Tranquilamente hubiera podido tirarla, darle una patada, y yo tirarme a un lado y listo. Pero yo dije, es que ya son muchas vidas, y estábamos todos rodeados de bastantes personas. Y no fui egoísta, ni mucho menos, porque la vida para mí tiene un gran valor, sea de
quien sea. Ya había ganado unos buenos segundos, no sé, unos 7 segundos. Y cuando la logré alzar para desalojarla, después de que había logrado ver dónde tirarla por encima de todo el mundo, sino tirarla lo más alto posible encima de todo el mundo, la granada me explota a mí en la mano, a la altura donde la traía. (Rosalba Montes, 2020)
De esta manera Rosalba se convierte en uno de los miembros de la Policía Nacional que fue afectado por la época del narcoterrorismo, en la que el narcotráfco parecería estar mejor armado para combatir a la institucionalidad y la fuerza pública. Rosalba recuerda que:
Los policías teníamos miedo de salir a la puerta de la casa y que los estuvieran esperando ahí para matarlos. En mi caso, no, porque yo estaba en la Escuela, como digo, uno vivía en las guarniciones de Policía. Pero los policías casados, que sí tenían hogares, ¿cómo iban a dejar de ver a sus esposas y sus hijos? Entonces, en esa salida, de su casa al servicio y del servicio a la casa, cuando no estaban acuartelados, era cuando aprovechaban. Llegaban a sus casas y ahí los asesinaban. Tenían las direcciones de las casas. Allí los mataban. Entrando o saliendo. (Rosalba Montes, 2020)
Atentado al edifcio del DAS El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) era el servicio de inteligencia y contrainteligencia del Estado que fue fundado por el presidente Alberto Lleras Camargo en 1960. Dentro de sus objetivos en la década de los años ochenta, estaba la lucha contra los carteles del narcotráfco, especialmente el Cartel de Medellín.
Dentro de la guerra lanzada por parte del Cartel de Medellín mediante su brazo político-militar de “Los Extraditables”, estos propusieron una tregua con el fn de que la Cámara de Representares estudiara la propuesta de eliminar la extradición del ordenamiento jurídico colombiano. Sin embargo, la proactividad de la Cámara de Representantes desató un choque con la rama ejecutiva que fue fácilmente capitalizado por los líderes de los carteles.
Ante la negativa del Gobierno Nacional de apoyar la eliminación de la extradición y las órdenes claras del presidente Virgilio Barco al director del DAS, el general Miguel Maza Márquez, de cazar a los líderes de los carteles, estos deciden neutralizar físicamente al general y de paso neutralizar operativamente a la agencia de inteligencia.
Descripción del hecho y acontecimientos. La destrucción del edifcio del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), conmocionó al país entero y sobre todo a los capitalinos, cerrando con este suceso el agitado año de 1989. El estallido se escuchó en toda la ciudad y signifcó el clímax del narcoterrorismo nacional, lo que terminaría de acrecentar el ambiente de tensión entre los habitantes de las grandes ciudades, porque ahora cualquier persona podría caer víctima de las bombas puestas por el narcotráfco. Era uno de los peores episodios de la guerra entre el narcotráfco y el Estado.
Nadie se imaginaba hasta qué punto podía llegar Pablo Escobar en su enfrentamiento contra el Estado para que pusiera fn a la extradición tras un año entero de atentados en Medellín y Bogotá, que ya habían dejado más de medio millar de muertos y centenares de heridos en ese aciago 1989. (Romero, 3 de diciembre de 2014)
Tipo de acción
Atentado con bus bomba (500 kilos de dinamita) Escenario temporal 6 de diciembre de 1989 (7:28 am) Ubicación geográfca Bogotá, sector de Paloquemao Afectaciones humanas 600 heridos y 72 muertos
Responsable(s) Cartel de Medellín
En horas de la mañana del 9 de diciembre, justo al frente del edifcio del DAS, se parqueó un bus (modelo 1986 / placas SB6765) de marca Chevrolet que contenía una poderosa carga explosiva. El objetivo de los atacantes era el General Masa Márquez (director del DAS) quien, a pesar del incidente, sobrevive sin mayores inconvenientes, ya que su ofcina estaba protegida contra este tipo de acciones. Cuando estalla el artefacto, se generó una explosión de considerables dimensiones, cuya onda afectó varias cuadras alrededor del epicentro explosivo.
Según Jhon Jairo Velázquez Vásquez, el autobús fue robado a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y fue cargado con 500 kilos de dinamita amonaquial que habrían adquirido en el vecino país de Ecuador. El Edifcio del DAS fue visiblemente afectado, rompiéndose vidrios, quebrándose paredes, desintegrándose parte de la fachada y quedando todo tipo de escombros dispersos en el lugar. En los alrededores quedaron gravemente afectadas viviendas, bancos, juzgados, parqueaderos y bodegas. “¿El saldo? Setenta y dos muertos y más de seiscientos heridos tras el estallido que oyó
casi toda la ciudad a las 7:15 de la mañana, cuando decenas de personas acudían allí” (Romero, 3 de diciembre de 2014).
Si bien hubo lesionados y fallecidos entre los funcionarios de la entidad, el grueso de quienes resultaron heridos o muertos fueron civiles que transitaban cerca de allí. Así que la población civil fue la víctima principal del atentado. Solo 18 de las 72 víctimas mortales de este atentado eran funcionarios del DAS, aunque los objetivos a ser asesinados hubieran sido otros, en este caso, el General Maza Márquez, director del DAS para la época, era la población civil la más afectada.
La mayoría de los lesionados o mutilados fueron transeúntes o personas que estaban esperando para realizar algún tipo de trámite en el DAS. Algunas personas quedaron despedazadas, como fue el caso de las hermanas Angélica y Consuelo Henríquez, de quienes no se encontraron sus cuerpos. (González, 2010, p. 80)
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Todo fue confusión y traumatismo en el lugar de los hechos. “La tragedia fue de tales proporciones que fue necesario que varios jueces de instrucción criminal se encargaran de realizar los levantamientos de cadáveres” (González, 2010, p. 81).
Responsables y factores subyacentes del atentado. En su momento se sabía de la presión del cartel de Medellín sobre el Gobierno, intentando que el mecanismo de extradición no prosperara como política de Estado. Lo que se ha determinado es que Escobar y los demás capos intentaron amilanar a la administración de Barco, siendo este atentando un intento claro para hacer desistir al Gobierno de su política de extradición.
Se ha establecido que los perpetradores fueron Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, pero han sido acusadas otras seis personas como ejecutores directos de esta acción. Sin embargo, varios familiares de las víctimas siguen un proceso de disputa, intentado que el caso se investigue a fondo, se les repare y se haga justicia por parte de las entidades del Estado.
Entre los responsables, además de los dos líderes del cartel, se encontró como autor material el sicario John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina”, quien planeó y lideró el atentado terrorista (Las 2 Orillas, 2019).
32. “La tragedia de María del Carmen Prado aún persiste. Secretaria del DAS, recuerda que la explosión la atrapó en el sexto piso cuando apenas se disponía a organizar la ofcina. “La onda nos mandó contra las paredes y algunos compañeros se les incrustaron los vidrios en sus cuerpos. A mí un pedazo de madera de una cornisa me atravesó la quijada”, señala mostrando las profundas y largas cicatrices en su lado izquierdo de la cabeza” (Romero, 3 de diciembre de 2014).
Los capos se manifestaron al respecto el día del siniestro, incitando a que mediante la participación popular se hundiera el proyecto de extradición. Según González “ese mismo día las emisoras dieron a conocer un comunicado frmado por “Los Extraditables” reivindicando el hecho”. Parafraseando a los capos, ellos estaban:
Pidiendo votación mayoritaria y aplastante en la Cámara de Representantes, a favor de que sea el pueblo colombiano quien decida si se debe o no entregar encadenados clandestinamente en horas de la noche a nuestros compatriotas al Gobierno de Estados Unidos. (González, 2010, p. 81)
Por otra parte, ya se había tratado de cometer el homicidio del director del DAS, pero el primer intento fue fallido. El del edifcio del DAS consistió en el segundo atentado directo contra la vida del general Miguel Maza Márquez:
El primero ocurrió el 30 de mayo en Bogotá cuando se movilizaba en su vehículo por la carrera 7ª y una carga explosiva detonó cerca de su automóvil. Milagrosamente, el director del organismo de seguridad resultó ileso y se pudo movilizar hacia el Hospital Militar en un taxi por sus propios medios. (González, 2010, p. 80)
Figura 2.13. Mapa de la zona del atentado al edifcio al DAS Fuente: El Espectador, 7 de diciembre de 1989.