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Alberto Prieto: el pasajero que activó el explosivo
from Una mirada del atentado al avión de Avianca. Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado
criminales, especialmente la opción de contar con la información sobre desplazamientos, traslados y ubicación del político.
Adicionalmente, la Sentencia resalta la relación cercana entre el DAS y las autodefensas, la cual se evidencia en una conversación interceptada entre Luis Meneses y el general Miguel Alfredo Maza Márquez, y de los testimonios de Iván Roberto Duque Gaviria, alias “Ernesto Báez” y Wilson de Jesús Pérez (hijo de Henry de Jesús Pérez Durán), quienes aseguraron que el entonces jefe del DAS facilitó la movilidad del jefe paramilitar.
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Por ahora no se han despejado todas las dudas frente los detalles del hecho y la justicia no ha avanzado a fondo en el caso para dar con la verdad y todos los actores involucrados. En esta vía y a pesar de las reclamaciones, los familiares de las víctimas han venido denunciando por muchos años la falta de una reparación estatal por la ocurrencia de este atentado. Los familiares argumentan que el Estado debió ser garante de la protección de los ciudadanos, más teniendo en cuenta los protocolos establecidos en materia de seguridad aérea y por eso debe responder ante los afectados. Incluso, se ha denunciado un proceso de revictimización cuando algún sector de la prensa insinúa que la explosión no tenía fnes políticos, sino que obedeció a fallas mecánicas de la aeronave, lo que impide esclarecer la verdad de los hechos. A pesar de esta situación, la Fundación Colombia con Memoria ha aglutinado a las víctimas, luchando porque el caso siga vigente y se lleve a la justicia.
Alberto Prieto: el pasajero que activó el explosivo Tal vez uno de los principales enigmas del caso del atentado al avión de Avianca, radica en la confrmación de la verdadera identidad de quien abordó el avión con el nombre de Alberto Prieto, un nombre que no resulta ajeno en la vida de Pablo Escobar Gaviria, en la medida que representa el nombre de aquel contrabandista de la década de los setenta e inicios de los ochenta, que inició al capo del cartel de Medellín en la vida delincuencial.
Sin embargo, en el presente informe se logró recoger indicios sobre el origen de aquel joven que fue reclutado y utilizado para activar el explosivo al interior del avión, con la excusa de que iba a grabar una conversación de uno de los pasajeros, a quien Javier Peña recuerda como “un muchacho inocente, pero también era parte del cartel, le dieron un maletín y le explicaron que tenía una grabadora, y en esa época se podían hacer muchas cosas en los aeropuertos,
así que lo metieron al avión y le dieron las instrucciones de cuando se levante el avión en el aire, vas a grabar una conversación” (Javier Peña, 2020).
El 27 de noviembre de 1989, tras la confrmación de la explosión del avión, el programa de Yamid Amat, de Caracol radio, comenzó a leer la lista de los pasajeros que habrían abordado el avión, y con ella comenzó a contactar a amigos, familiares y compañeros de trabajo o estudio, con el fn de confrmar sus identidades. Durante el programa lograron confrmar la mayoría de las identidades de las personas, a excepción de algunos casos, uno de ellos, la de Alberto Prieto, cuyos datos de contacto no resultaron ser reales.
A raíz de una entrevista que se realizó en el marco de la investigación del presente informe, surgió lo que sería un indicio sobre la verdadera identidad del pasajero que abordó el avión con el nombre de Alberto Prieto; en ella, se aseguraba que para entonces, en la sede de Medicina Legal había una ofcina del Departamento Administrativo de Seguridad – DAS, encargada de practicar las pruebas dactiloscópicas de los cuerpos que llegaban a la entidad, con el fn de apoyar la identifcación de la identidad de las personas fallecidas, tarea de la cual no fue ajeno el caso de las víctimas del atentado al avión de Avianca.
Durante la entrevista, se mencionó que, “tras unos meses de investigación, en la que participó el equipo de Medicina Legal y miembros del DAS, se logró identifcar la identidad de la persona que activó el explosivo. De él se identifcó que pertenecía a las milicias urbanas del ELN en Medellín, y que había sido reclutado para llevar a cabo esta misión y que, al parecer, ya había hecho ese mismo trayecto varias veces”.
Hasta entonces, la relación cartel de Medellín-ELN no había sido objeto de estudio, sin embargo, esto parecería tener cierta validez e invitaba a indagar un poco más sobre este aspecto con el fn de confrmar o descartar dicha hipótesis. Sin embargo, sí fue un vínculo que existió y que según Carlos Castaño generó ciertos problemas:
Discrepancias, digámoslo así, entre Fidel y Pablo, por el vínculo de Pablo con la guerrilla, específcamente con el ELN. Es que muchísimos de los “trabajos” de Medellín fueron realizados por las milicias del ELN para Pablo: hablemos de bombas. No hablemos tanto de los carrobombas, sino de petardos a bancos, a drogas La Rebaja de Cali, cuando la guerra entre los carteles de Cali y Medellín... fueron muchos, puestos por miembros del ELN que son los expertos para manejar esa situación.
Para esa época hubo un terrorista de Pablo que recibió capacitación por un inglés, Mc Lee, que fnalmente apareció muerto en la maleta de un carro en el aeropuerto de Miami. Él les dio una capacitación militar a varios terroristas de Pablo y Pablo le prestó un terrorista de estos (la Fiscalía tiene bastante información sobre él, está vivo, está libre), se lo prestó al ELN para darle unos cursos de capacitación en terrorismo que efectuaron por el suroeste de Antioquia, en Ciudad Bolívar... Ese contacto se hizo a través de un médico, dado de baja en Medellín hace siete meses. Ese médico era del ELN, propietario de algunos almacenes en esa ciudad. Él fue quien sirvió de enlace entre el ELN y estos terroristas. (Castro Caycedo, 1996, p. 207)
Con el propósito de lograr rastrear información que diera cuenta de la hipótesis sobre la relación de “El Suizo” con las milicias urbanas del ELN, fue necesario volver a realizar una revisión de la documentación con la que se contaba respecto al atentado del avión de Avianca, donde se encontraban identifcados posibles autores materiales; allí aparece señalado José Ignacio o Luis Fernando Zabala, también conocido con el alias de “Cuco Zabala”, quien sería familiar de John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina” y de Giovanny Lopera Zabala, cercanos a Pablo Escobar Gaviria, y quienes lo recomiendan para ingresar al cartel de Medellín y, particularmente, para integrar un grupo de personas que serían capacitadas a través de un “seminario criminal sobre adiestramiento en manejo de explosivos y uso del aeromodelismo en la ejecución de acciones terroristas” (El Tiempo, 27 de junio de 1993), impartido por un ex miembro de la ETA quien fuese conocido, según Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, con los alias de “Miguel” o “Miguelito”. Otros indican que era conocido por los alias de “Miguel María” o “M&M”, un experto en explosivos que habría compartido en la cárcel con Gilberto Rodríguez y Jorge Luis Ochoa, cuando estos dos fueron detenidos en noviembre de 1984 en España, algo con lo que también concuerda Javier Peña, quien asegura que “había mucha inteligencia, mucha información, que los primeros que le enseñaron a Pablo Escobar y a los sicarios en poner bombas fueron unos miembros de la ETA, pero también los mercenarios les enseñaron” (entrevista a Javier Peña, 2020).
Según “Popeye”, alias “Cuco Zabala” era estudiante de la Universidad de Antioquia, de la carrera de ingeniería electrónica (Legarda, 2005, p. 107), quien aprendió muy rápido las técnicas impartidas por “Miguel” y, con el paso del tiempo estaría involucrado en dos crímenes: especialmente el del atentado al avión de Avianca, y el secuestro de Diana Turbay y todo su equipo periodístico. En el caso del avión de Avianca, “Cuco Zabala” habría colaborado con
Carlos Mario Alzate Urquijo, alias “El Arete”, en armar la bomba; y en el segundo caso, habría sido quien coordinó el secuestro de Diana Turbay bajo el argumento que el Cura Pérez, entonces jefe del ELN, le daría una entrevista.
Para inicios de los años noventa, según el diario El Tiempo, las autoridades le seguían la pista a “Cuco Zabala” de quien se conocían detalles relacionados con la participación en capacitaciones de explosivos y acciones terroristas, junto a otras seis personas; para ese momento “Cuco Zabala” era el único de las seis personas capacitadas en explosivos que aún seguía con vida y, según el diario El Espectador, se habría enlistado en las flas del ELN:
Una vez el narcotrafcante Pablo Escobar fue abatido el 2 de diciembre de 1993, el ex militante del grupo terrorista vasco Euskadi Ta Askatasuna (ETA) José Ignacio Zabala, conocido como alias “Cuco” y quien fue traído al país para montar una escuela de explosivitas en la hacienda Nápoles, destinada a armar carrobombas, decidió tomar contacto con comandos guerrilleros del ELN en las comunas de Medellín y optó por formar extremistas urbanos.
Así mismo, la información que habrían recolectado las autoridades a partir de testimonios evidenciaba que el cartel de Medellín, particularmente Pablo Escobar Gaviria, luego del asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y del candidato liberal Luis Carlos Galán, recrudeció las acciones de guerra contra el Estado, como menciona alias “Popeye”:
Tras el asesinato de personajes como Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán, los organismos de seguridad lo declararon (a Pablo Escobar) objetivo militar y él acudió al terrorismo indiscriminado para defenderse y sostener su guerra contra la extradición, así hubiera que “acabar con medio país”. Don Pablo ordenó contratar al precio que fuera a esa gente. Tras el primer acercamiento, la ETA se mostró prevenida y reacia. Sin embargo, una vez Escobar les ofreció millones de dólares el pacto tardó una semana en concretarse.
Se conocían, incluso, detalles correspondientes a la llegada del exmiembro de ETA a la hacienda Nápoles, en el Magdalena Medio, donde se le recibió con un safari, un brindis, un reconocimiento de la hacienda, así como también se le indicó el lugar que se decidió como espacio para la capacitación sobre explosivos que era el hangar que se encontraba en la cabecera de la pista aérea. En ese momento, Pablo Escobar solicitó a alias “Pinina” la búsqueda de personas para ser capacitadas y, precisamente, es cuando se recomienda a “Cuco Zabala”: “Yo tengo un familiar que es el preciso para esta vuelta, porque está en la universidad y está para salir”.
Para enero de 1999 el entonces comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, el jefe paramilitar y también responsable del atentado contra el avión de Avianca, Carlos Castaño, aseguró en una carta pública dirigida al Comando Central del ELN que tenía secuestrado a alias “Cuco Zabala” de quien aseguró que era “un terrorista del ELN”. De Zabala no se volvió a saber, pero ya los Elenos habían aprobado sus cursos. Los organismos de inteligencia del Estado reportaron después que quien consolidó esa conexión ETA-guerrilla fue Manuel Pérez Martínez, el cura español fundador y cabecilla del ELN, que además puso sus contactos al servicio de la llamada Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (El Espectador, 19 de enero de 2019).
A partir de este hallazgo se buscó la manera de contactar al equipo médico forense que atendió el caso, uno de ellos, el doctor Pedro Emilio Morales, para conocer qué información se tenía sobre el pasajero que abordó el avión con el nombre de Alberto Prieto, y quien habría sido “El Suizo”, utilizado para el atentado contra el avión de Avianca. El doctor Morales, quien para entonces se desempeñaba como médico patólogo de Medicina Legal, recuerda que, a pesar de que ese día no le correspondía acudir al turno de la mañana, tuvo que asistir a la entidad para poder apoyar el trabajo que demandaba atender las 107 víctimas del atentado. A la pregunta sobre el pasajero Alberto Prieto, el doctor Morales recuerda que:
[…] De golpe aparece un señor, que no aparece de nadie. Nadie lo reclama, nadie lo busca, un cuerpo se queda ahí. Porque en los eventos, como de un avión, siempre hay fragmentos corporales sobrantes. Un brazo, un pie, mano, o algo que sobra. Ahora se puede identifcar. Pero, en ese momento, decíamos, bueno, ¿y qué hacemos? No se puede hacer nada, porque se queda sin identifcar. No se puede asignar a cada cuerpo. No se sabe de cuál cuerpo es, es muy difícil con tantos cuerpos, irlos armando. Pero quedó un cuerpo, más o menos, homogéneo, individualizable, y nadie apareció. Entonces, como nadie aparece, nadie lo reclama, nadie se presenta a decir este es mi familiar, y hay un evento exclusivo del promedio, el cual puede haber habido alguien que cargara el explosivo, entonces, esa fue la conclusión. Esta persona no la busca nadie. Pero, es probablemente una de las personas involucradas en los hechos. Esa no es una conclusión de pensamiento sesgado, es de la investigación judicial y forense. ¿Por qué no aparece el familiar? (Pedro Emilio Morales, 2020)
Sobre el cuerpo se le pregunta si recuerda alguna característica particular y qué sucedió con ese cuerpo, a lo que el doctor Morales responde:
Era hombre. Me acuerdo de que había una parte de la pelvis, una pierna. Un hombre joven. También es fácil establecer si es un hombre maduro o joven. Talla
y demás no teníamos forma, porque no había antropología, no trabajábamos con eso […]
[…] Yo no me acuerdo si en dactiloscópico sí lo lograron identifcar. Eso sí no sé. No me acuerdo. No es que no sepa, sino que no me acuerdo. De pronto revisando todo el expediente sí aparece. Acuérdate que en ese momento Medicina Legal no tenía sistema para mirar, entonces tomábamos una serie de huellas digitales; se tomaban básicamente seis huellas de cada cadáver. Había una cosa muy interesante que después no volvió a haber en Medicina Legal, y es que, en la morgue había siempre dos detectives del DAS. Toda la vida, en la sala de necropsias. Pegados a la sala. Esos detectives que estaban ahí, había algunos que tomaban huellas, pero generalmente era Medicina Legal, y le daba unas copias al DAS […]
[…] Duró más de seis meses para mandarlo. Lo guardamos ahí durante mucho tiempo. Yo creo que, entre seis meses, un año, esperando que alguien apareciera para poderse enviar a inhumación estatal. Yo creo que ese cuerpo lo guardamos ahí en una nevera, esperanzados de que alguien apareciera diciendo: yo tengo un familiar que de golpe es una víctima.
Con el fn de corroborar la posible identidad de esta persona, se solicitó a la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que pudieran confrmarnos si existían denuncias de personas dadas por desaparecidas en la semana entre el 20 de noviembre de 1989 y el 10 de diciembre de 1989, por departamento, lo cual arrojó un saldo de 97 casos de desaparición registradas en Antioquia, y 334 a nivel nacional.
Figura 2.12. Hechos de desaparición entre el 20 de noviembre de 1989 y el 10 de diciembre de 1989 Fuente: Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas – UBPD (2020)