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CAMBIOS EN LOS PARADIGMAS DE LA GOBERNANZA PESQUERA TRADICIONAL CON BASE AL "CAMBIO GLOBAL"

Manuel Correia-Aguiar - FUNDATUN – 20 de Agosto de 2020

Reconocer la multiplicidad de componentes que forman parte de los sistemas de pesqueros, constituye la base fundamental para la toma de decisiones en la actualidad, y deben corresponder a un marco institucional y jurídico, para asegurar la sostenibilidad de los recursos, orientados a crear un “nuevo orden oceánico”.

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En este sentido, la definición los paradigmas de la gobernanza pesquera a lo largo de su historia permitió identificar las variables críticas y nivel de estabilidad del sistema pesquero (Morán y col., 2010). En sus inicios, al final del siglo XIX, se consideraba relevante la tarea de realizar catastros sobre los recursos pesqueros, con el nacimiento del paradigma de la gestión-conservación. Posteriormente emerge la formulación de la teoría de las pesquerías, se consideró el paradigma de la racionalización e integró algunos mecanismos socialesinstitucionales con aportes de la economía. Años más tarde, la investigación pesquera tomó el camino de la modelación de las interacciones hombre-recursos, con una visión más global de las ciencias pesqueras y de la percepción de las relaciones con el ambiente. Sin embargo, esta evolución durante el siglo XX se vio caracterizada por una lógica de asociación mecánica del tipo: observación-método-recomendación-herramienta. En esta asociación mecánica emerge del componente “herramienta” el concepto de riesgo de inversión; el cual fue razonado con base a los métodos de evaluación de poblaciones (stocks) para la explotación pesquera. En la última década, se ha promovido la investigación multidisciplinaria y la ampliación del alcance de modelos pesqueros como los bioeconómicos, los multiespecíficos y del ecosistema; los cuales consideran las interacciones ambientales, interespecíficas y tecnológicas; además de las de tipo socioeconómicas e institucionales (Figura 1).

Figura 1.- Diagrama de flujo simplificado que muestra algunas metodologías tradicionales de evaluación de poblaciones pesqueras, junto con herramientas de manejo clásicas y diferentes modos de gobernanza (Tomado de Defeo, 2015)

Definir el paradigma de la gobernanza de las áreas comunes más allá de las jurisdicciones nacionales ha evolucionado tomando en consideración la combinación de varios factores complejos tales como: la sobreexplotación pesquera, los conflictos con usos del mar, el desempleo en el sector, la contaminación de la vida marina y el cambio climático; los cuales han provocado incertidumbres y nuevas necesidades, todo conformado dentro de un macro-concepto denominado: “Cambio Global”. La dimensión de globalidad adquiere sentido desde dos puntos de vista: a) el físico-natural (movilidad y fluidez de la masa oceánica ejerciendo función reguladora); b) el jurídico-político (la mayor parte de las aguas oceánicas están sujetas al régimen de Alta Mar; esto es que son de acceso y uso libre, adicional a que constituyen patrimonio común de la humanidad). La generación de respuestas efectivas a ese “Cambio Global” es uno de los desafíos más importantes en la gobernanza pesquera y también una oportunidad muy significante para los gobiernos locales de toda América Latina; pues implica participar en el desarrollo de un enfoque diferente del cómo se asignará el poder y los recursos para controlar y llevar a cabo acciones coordinadas (Rhodes, 1996).

Por su parte, en las últimas décadas, las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera (OROP), han sido actores clave, en la “gobernanza pesquera”, cuyo papel y obligaciones han ido evolucionando constantemente, siendo evaluadas periódicamente para responder a las expectativas de la sociedad y cumplir con los principios que rigen el uso compartido de los recursos pesqueros globales, considerando desde la evaluación hasta la administración y desde la captura hasta el procesamiento y comercio (Sutinen y Soboil, 2003). No obstante muchas OROP están tomando medidas para fortalecer la gobernanza de la pesca mediante la adopción de medidas de gestión basadas en Enfoques Ecosistémicos y/o Enfoques Precautorios, así como la protección de los ecosistemas marinos vulnerables frente a un posible efecto nocivo de las artes de pesca; así mismo se ha estado trabajando para fortalecer la cooperación internacional, promover la transparencia, y eliminar la Pesca Ilegal No Declarada y No Reglamentada (INDNR).

El desarrollo del modelaje ecosistémico de una pesquería debiera comenzar por la construcción de modelos conceptuales, para continuar con modelos cualitativos y finalmente – si es que el nivel de información y capacidades lo permite – avanzar hacia modelos cuantitativos acoplados o modelos de ecosistema completos (Heenan y col., 2015). En el caso, de la pesquería multiespecífica de atunes tropicales en el Pacífico oriental, tradicionalmente, ha basado sus enfoques en conseguir una “evaluación óptima” apoyándose en Reglas de Control de Extracción (RCE); que parten de la definición de los mejores supuestos sobre la biología y pesca de las especies. Esto ha permitido ajustar los modelos de riesgos a los mejores datos disponibles para formular las asesorías de ordenación que recomienden duración de vedas estacionales y niveles adecuados de capacidad de pesca en función a Máximo Rendimiento Sostenible (MRS). Sin embargo, se ha observado que hay variables que al ser incluidas en los análisis recientes, como en los casos del atún aleta amarilla y del atún patudo, volvieron demasiado sensibles las alternativas hipotéticas (Figura 2), incorporando una mayor incertidumbre en el asesoramiento de ordenación a medida que se fueron proyectando con el tiempo (Aires Da Silva y col., 2020)

Las Reglas de Control de Extracción (RCE) son reglas de decisión encaminadas a lograr el punto de referencia objetivo y evitar el punto de referencia límite mediante la determinación de acciones de ordenación preacordadas

Figura 2.-Curvas de riesgo que señalan la probabilidad de rebasar los puntos de referencia (PR) objetivo y límite con diferentes duraciones de la veda temporal. a) aleta amarilla; b) patudo. (Modificado de Aires Da Silva y col., 2020)

Algunas variables utilizadas en trabajos publicados recientemente son: aumento en la Temperatura Superficial del Mar (TSM), aumento del nivel del mar, aumento de la incidencia de tormentas, cambios en la precipitación, cambios en las corrientes superficiales, aumento de concentración de CO2 , aumento de la incidencia de la radiación UV, y modificación de hábitat debido a los cambios en la concentración de oxígeno o en la profundidad de la capa de mezcla, entre otros.

A partir de la información del quinto reporte de evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) se enuncian los impactos más significativos de cambio climático sobre los ecosistemas marinos que dan soporte a las principales pesquerías globales (Soto y Quiñones, 2014). Se han definido 4 nuevos escenarios de emisión de Gases de Efecto Invernadero (IPCC, 2014; van Vuuren y col. 2011), denominados como Trayectorias de Concentración Representativas (RCP, por sus siglas en inglés). Éstas se caracterizan por su Forzamiento Radiativo (FR) total para el año 2100 que oscila entre 2,6 y 8,5 W/m2 .

Las cuatro trayectorias RCP comprenden: un escenario en el que los esfuerzos en mitigación conducen a un nivel de forzamiento muy bajo <RCP2.6>; dos escenarios de estabilización <RCP4.5 y RCP6.0> y un escenario con un nivel muy alto de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) <RCP8.5> (Figura 3).

Figura 3.- Escenarios de las Trayectorias de Concentración Representativas (RCP) hasta 2100: a) Forzamientos radiativos (W/m 2 ), b) Trayectoria de las concentraciones de CO 2 (ppm) y c) cambio de temperatura superficial promedio global (Modificado de Lotze y col., 2019)

El forzamiento radiativo generalmente se cuantifica como la 'tasa de cambio de energía por unidad de área de la Tierra medida en la parte superior de la atmósfera', y se expresa en unidades de 'vatios por metro cuadrado'. Cuando el forzamiento radiativo de un factor o grupo de factores se evalúa como positivo, la energía del sistema Tierra-Atmósfera finalmente aumentará, lo que llevará a un calentamiento del sistema; en contraste, en un forzamiento radiativo negativo la energía finalmente disminuirá, lo que llevará a un enfriamiento del sistema.

Se espera que estos cambios proyectados aumenten la estratificación de la columna de agua en el Pacífico Occidental, reduciendo la cantidad de agua rica en nutrientes que llega a la capa superficial a través de corrientes subsuperficiales, disminuyendo la productividad primaria. Por otra parte, se espera una alta variabilidad interanual en precipitaciones y TSM en la región asociada con fenómenos El Niño (Lotze y col., 2019; Hu y col., 2020). Nuevas evidencias sugieren que el calentamiento de las capas profundas del océano genera un incremento de las Zonas de Mínimo Oxigeno (ZMO) de las que depende el hábitat de numerosas especies pelágicas y bentónicas (Hu y col., 2020). Por otra parte, Ordines y col. (2011) destacan que el tamaño de los peces es un factor determinante en su distribución, porque mientras que los individuos y especies de peces más grandes predominan en zonas con corrientes moderadas, los juveniles y especies pequeñas prefieren zonas más productividad.

Se estima que para finales del siglo XXI, la biomasa animal marina global disminuirá en todos los escenarios de emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) (Figura 4); disminución impulsada por el aumento de la temperatura y la disminución de la producción primaria (Lotze y col., 2019). En particular, los impactos del cambio climático se amplificarán a niveles más altos de la red alimentaria, en comparación con el fitoplancton (Figura 5).

Figura 4. Patrones espaciales de los cambios de biomasa marina, proyectados al 2100, en los escenarios RCP extremos (Modificado de Lotze y col., 2019).

Figura 5.-Cambios de la biomasa marina proyectados al 2100 para los escenarios RCP (Modificado de Lotze y col., 2019)

Los esfuerzos en pesca sustentable no serán suficientes, para frenar la merma en las poblaciones de peces, si no van acompañados de medidas que mitiguen el cambio climático de forma significativa. Sin embargo, se requerirá de un manejo adaptativo que tome en cuenta los patrones cambiantes de la productividad, este sería el reto de la gobernanza pesquera en los próximos años. Finalmente, la FAO (2018) concluye que “las adaptaciones al cambio climático deben llevarse a cabo dentro de un contexto multifacético de la pesca, con cualquier medida o acción adicional para abordar el cambio climático que complemente la gobernanza general para un uso sostenible. Se reconoce que algunas de estas medidas requerirán una adaptación institucional”.

FUENTES CONSULTADAS:

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