Construyendo un país de emprendedores

CONSTRUYENDO UN PAIS DE EMPRENDEDORES

CONTENIDOS PRólogo 5

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I. INTRODUCCIÓN 11 II. EL DESAFÍO QUE ENFRENTA CHILE

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II.1. El punto de partida

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II.2. Necesidad de retomar la senda de crecimiento que se perdió 21

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II.3. Chile debe aprovechar esta oportunidad para convertirse en polo de emprendimiento e innovación

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II.4. El desafío de la innovación III. ¿APORTA EL EMPRENDIMIENTO AL DESARROLLO?

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III.1. Qué es el emprendimiento

III.2. El emprendimiento incide positivamente en el desarrollo

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III.3. El emprendimiento aporta al crecimiento económico

III.4. El emprendimiento como fuente de generación de nuevos

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empleos 31

III.5. Los emprendimientos que crecen generan aumentos

en productividad 32

III.6. Emprendimiento innovador 34 III.7. Emprendimientos con alcance global III.8. Cultura de emprendimiento

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IV. NUEVO ROL DE CORFO 38

IV.1. Evolución histórica 38 IV.2. Misión y objetivos 41

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IV.3. Posicionamiento de Chile como polo de

emprendimiento e innovación

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IV.4. Neutralidad sectorial

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IV.5. Focos estratégicos: Usuarios, Eficiencia, Impacto

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IV.6. De una CORFO elitista a una agencia que apoya masivamente a los emprendedores

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que ha tenido la CORFO?

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IV.7. Síntesis: ¿cuál es la esencia de la transformación

V. CONSTRUYENDO UN PAÍS DE EMPRENDEDORES

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V.1. Perfeccionamiento del marco regulatorio V.2. Herramientas de apoyo al emprendimiento

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V.3. Fortalecimiento del entorno para el emprendimiento

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de menor tamaño

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V.4. Mejor acceso a financiamiento

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V.5. Mejoramiento en competitividad de empresas

V.6. Políticas de apoyo a la innovación

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VI. MIRANDO AL FUTURo

de emprendimiento

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proyección global

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VI.1. Perseverar en la construcción de una cultura

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VI.2. Fortalecer un enfoque de emprendimiento con

VI.3. Facilitar la transferencia de conocimientos y tecnologías para el emprendimiento

VI.4. Fortalecer la competencia en los distintos mercados ANEXO. INICIATIVAS AGENDA IMPULSO COMPETITIVO

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PRÓLOGO PA S I Ó N D E E M P R E N D E D O R E S

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En las páginas que siguen los lectores podrán conocer la fascinante historia que permitió a Chile, en poco más de tres años, desplegar en plenitud las alas de la libertad, el emprendimiento, la creatividad y la imaginación en una escala e intensidad que nuestro país no había conocido jamás. Y todo ello contado de manera ágil y entretenida por Hernán Cheyre quien, como líder de la CORFO durante nuestro gobierno, ha prestado una contribución decisiva para poner a Chile entre los países con mayores tasas de emprendimiento per cápita del mundo, según el ranking del Global Entrepreneurship Monitor.

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En cierto sentido, esta obra refleja una parte muy importante de la historia reciente de Hernán, de la CORFO y de nuestro gobierno. Pero por sobre todo, es la historia de perseverancia, esfuerzo y superación de millones de compatriotas -hombres y mujeres, jóvenes y adultos, de Santiago y de regiones- que han tenido el coraje para dejar volar su imaginación, poner en práctica su creatividad y luchar por hacer realidad sus sueños de una vida mejor. Porque a fin de cuentas, en eso consiste emprender.

La obra comienza describiendo el punto de partida, que aunque está a menos de 4 años de distancia, parece pertenecer a un Chile radicalmente distinto al de hoy. Luego se detiene en la importancia del emprendimiento y la innovación y el nuevo rol que, bajo el liderazgo y dirección de Hernán, fue asumiendo la CORFO. En el capítulo V se describen en detalle muchas de las políticas implementadas en estos años para promover el emprendimiento en Chile, así como las dificultades y obstáculos que han debido superarse. Y finalmente -quizás lo más importante a estas alturas- la obra concluye con un capítulo entero dedicado a los desafíos y oportunidades que nos depara el futuro en materia de emprendimiento e innovación.

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Sin ánimo de adelantarme a sus contenidos, premisas y conclusiones, quisiera hacer unas breves reflexiones respecto del tema que nos ocupa.

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Hace un tiempo leí un artículo que señalaba que, a pesar de los enormes avances científicos y tecnológicos de nuestra época, los biólogos marinos aún no sabían con precisión cómo y por qué nacen y se desarrollan los arrecifes de coral. A lo sumo son capaces de identificar y recrear el medio ambiente que necesitan para sobrevivir y reproducirse, y que corresponde fundamentalmente a aguas cálidas y poco profundas.

Pues bien, algo parecido ocurre con el emprendimiento y la innovación.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua los define con una belleza y sencillez sobrecogedoras. Así, mientras el emprendimiento corresponde a “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño que encierran dificultad o peligro”, la innovación no es más que “introducir o hacer una cosa nueva”. Pero del hecho de que sean fáciles de definir no se desprende que sean sencillos de realizar. En efecto, tal como ocurre con los arrecifes de coral, es muy difícil dar fórmulas o recetas específicas para emprender e innovar. Pero sí podemos crear una cultura, un ethos, un medio ambiente favorable para que ellos puedan surgir y desarrollarse. Porque ambos son, en cierto sentido, como la luz o el agua. Basta abrir un pequeño orificio en un cuarto oscuro para que la luz penetre; y unas pocas gotas de agua en el desierto son suficientes para hacer que las flores germinen.

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De las propias definiciones citadas se desprenden al menos tres elementos muy característicos del emprendimiento y la innovación, pero que no siempre se destacan suficientemente.

La primera, es que ellas no se circunscriben al ámbito económico o lucrativo, sino que se manifiestan en todo tipo de actividades humanas.

Porque a fin de cuentas se trata de una actitud, una disposición de ánimo, una forma de enfrentar la vida y superar los problemas propia de hombres y mujeres libres que se dejan guiar por un optimismo y esperanza inextinguible de que las cosas siempre pueden cambiar para mejor. Y que está en nosotros tomar los pinceles y dibujar ese futuro con el cual soñamos. Esta actitud puede apreciarse en personalidades tan distintas, de épocas tan diversas y con motivaciones tan variadas como Cristóbal Colón, Napoléon, Andrés Bello, Steve Jobs, el Padre Alberto Hurtado o la Madre Teresa de Calcuta. Y es que todos ellos fueron, cada uno en su tiempo y a su manera, auténticos emprendedores e innovadores.

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La segunda, es que el espíritu que anima al emprendimiento y la innovación no reconoce barreras de idioma, geografía, origen étnico ni situación social, pues está abierto a todos quienes tengan la voluntad, coraje y perseverancia para llevarlas a la práctica. En Chile, por tanto, tenemos 17 millones de emprendedores e innovadores potenciales.

Descubrirlos a tiempo y darles las herramientas para que puedan desarrollar en plenitud sus talentos, constituye entonces no solo la mejor inversión económica o social que podemos hacer, sino un imperativo ético y de justicia impostergable e ineludible.

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Y la tercera característica, es que el emprendimiento y la innovación cuentan con enemigos formidables, pero que no suelen ser externos como algunos creen, sino que la mayor parte de las veces están en el interior de cada persona. Y esos enemigos son el miedo al peligro, el temor al fracaso, la resignación frente a las dificultades, la pereza o el creer que ya todo está hecho. Porque a fin de cuentas, para emprender e innovar hay que tener coraje y vencer el miedo. Y la historia de la humanidad ha sido y seguirá siendo una permanente lucha entre ambos.

El coraje supone una cierta rebeldía y ganas de cambiar las cosas, lo que explica que los espíritus jóvenes tiendan a ser más emprendedores e innovadores. El miedo, en cambio, es una expresión de prudencia, un sentimiento que suele venir con la experiencia y los años. Y si bien ambos -coraje y prudencia- son necesarios, la historia siempre termina reconociendo más a quienes se atreven a soñar, a explorar, a correr riesgos, a mover las fronteras de lo imposible -en fin, a emprender e innovar- que a quienes se conforman con el status quo.

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De hecho, ya en la antigüedad clásica, según nos cuenta el romance del viejo Ebro, los grandes innovadores como Prometeo, que descubrió el fuego; Vulcano, la herrería; Hermes, la escritura, y Esculapio, la medicina, eran invitados por los Dioses a compartir con ellos en el Olimpo, como una manera de retribuir el aporte que habían hecho en la Tierra. Y en los siglos siguientes fueron emprendedores e innovadores los que dejaron huella y lograron cambiar el curso de la historia.

Por todo ello, cuando asumimos el Gobierno nos propusimos muchas metas pero pocas más trascendentes, complejas y apremiantes que transformar a Chile en un país de emprendedores e innovadores.

En efecto, se trataba de una meta extraordinariamente trascendente,

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porque sabíamos que para alcanzar el desarrollo, terminar con la pobreza y hacer de Chile un país con verdaderas oportunidades de progreso para todos – que es la gran misión de nuestra generación, la generación del Bicentenario – requeriríamos de muchos más y mejores emprendedores e innovadores. Y no sólo en el ámbito económico o lucrativo, sino también en el campo de la solidaridad, de la docencia, de las artes, de la cultura, de la ciencia y, por cierto, de la política y la administración pública. Porque sólo un país de emprendedores e innovadores promueve la creatividad, recoge las buenas ideas, crea mejores empleos, y fomenta virtudes fundamentales para el desarrollo de los pueblos, como la laboriosidad, el orden, el esfuerzo, la responsabilidad, la puntualidad y el ahorro, que son requisitos indispensables para avanzar hacia una sociedad más próspera, justa y con verdaderas oportunidades de progreso material y espiritual para todos.

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Se trataba de una meta compleja, en segundo lugar, porque, tal como se explica en esta obra, no partíamos en buen pie. Después de doce años de vacas gordas entre 1986 y 1997 -período conocido como el milagro chileno- nuestro país había perdido su liderazgo y dinamismo, completando doce largos y extenuantes años de vacas flacas entre 1998 y 2009, período bautizado por algunos medios extranjeros como la Siesta de Chile. En esos años nuestro crecimiento económico cayó a la mitad, la creación de empleos se debilitó, las desigualdades aumentaron, el número de emprendimientos se contrajo, la calidad de la educación prácticamente no mejoró y la meta de alcanzar el desarrollo para el Bicentenario -prometida sucesivamente por dos presidentes- en vez de acercarse se había alejado. Para peor, el mundo estaba en medio de una grave crisis económica, que si bien se inició el año 2008 aún está lejos de concluir. Y doce días antes de asumir sufrimos el embate del sexto mayor terremoto en la historia conocida de la humanidad, seguido de una serie de maremotos que asolaron nuestras costas y que, en pocos minutos, significaron la pérdida de 551 vidas humanas y la destrucción de propiedad pública y privada por un valor cercano al 18% del PIB. Y se trataba, finalmente, una meta apremiante, porque estábamos en una carrera contra el tiempo, con varios otros países, incluso de nuestra región, tomándonos ventaja, por lo que teníamos que apurar el tranco para no quedarnos debajo de la nueva revolución de la sociedad del conocimiento y la información, que ya estaba golpeando nuestras puertas y que, al igual que la revolución industrial del siglo XIX, será

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muy generosa con los países que quieran abrazarla pero indiferente, e incluso cruel, con aquellos que la ignoren y la dejen pasar.

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Para recuperar el tiempo perdido y transformar a Chile en un país de emprendedores, durante estos casi cuatro años adoptamos una serie de medidas y reformas estructurales cuyos alcances y beneficios se describen detalladamente en esta obra. En casi todas ellas Hernán Cheyre tuvo una participación fundamental, en su condición de Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación de Fomento de la Producción, la CORFO. Una institución que por la cual siento un profundo cariño, pues en ella trabajó mi padre por décadas y cuya oficina, a pesar del paso del tiempo, se encuentra casi intacta. Y una institución que con mucho orgullo y satisfacción, hemos modernizado durante nuestro gobierno, hasta transformarla en una agencia especializada en la promoción del emprendimiento, la innovación y la competitividad de las pequeñas y medianas empresas de nuestro país, y al servicio de todos los chilenos.

En efecto, gracias a la gran labor de CORFO, a políticas públicas responsables y eficaces de nuestro gobierno y, lo más importante, al esfuerzo de millones de chilenas y chilenos, en los últimos 3 años nuestro país logró crear más de 230.000 nuevos emprendimientos y 826 mil nuevos puestos de trabajo, casi el doble que en los cuatro años previos. Todo esto, a su vez, nos ha permitido crecer en medio de un mundo en crisis a cerca del 5.8% anual, superando a América Latina y el mundo y liderando a los países de la OECD. De este modo, nuestro PIB per cápita a paridad de poder de compra, que el año 2009 rondaba los U$ 15 mil, hoy se acerca a los U$ 20 mil, dejándonos a las puertas del desarrollo económico, humano y social, que fue el gran sueño que nuestros padres y abuelos siempre acariciaron, pero que nunca alcanzaron.

Termino estas palabras agradeciendo a Hernán Cheyre por este valioso libro y, sobre todo, por su trabajo apasionado, generoso e inagotable de los últimos años como Vicepresidente Ejecutivo de la CORFO para hacer de Chile esa patria más libre, más prospera, más justa y más fraterna que siempre hemos soñado.

Sebastián Piñera E. Presidente de la República

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I. INTRODUCCIÓN

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El ejercicio de la libertad, en todas sus facetas, es la más poderosa de las fuerzas que mueve al ser humano. En el ámbito del emprendimiento, esta fuerza permite que hombres y mujeres puedan desplegar toda su capacidad creadora para poder llevar a cabo proyectos e iniciativas que les permitan cumplir sus sueños y anhelos. Para quienes creemos en este principio fundamental, el fortalecimiento de la libertad de emprender debe ocupar un lugar prioritario en cualquier agenda de gobierno.

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Lo que me ha motivado a escribir este libro ha sido la convicción de que el emprendimiento y la innovación no sólo son una palanca fundamental para acelerar el desarrollo económico y para poder hacerlo sostenible en el tiempo, sino que además la constatación de que ambos factores constituyen una poderosa herramienta de movilidad social, dando más y mejores oportunidades a todos, y contribuyendo a nivelar la cancha en favor de aquellos que han recibido durante sus vidas una educación de inferior calidad.

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Esta convicción se sustenta en lo que nos enseñan las más modernas teorías que abordan las temáticas del crecimiento y desarrollo económico, y se ha visto reafirmada con la experiencia adquirida durante estos ya casi cuatro años desempeñando el cargo de Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Esta posición me ha permitido conocer a través del contacto directo con emprendedores de todo el país, que empujan proyectos de diferente tamaño, naturaleza y grado de sofisticación, el impacto que ha tenido en sus vidas la posibilidad de emprender. Los múltiples testimonios que he podido recoger durante este período han reforzado mi posición en cuanto a lo que es posible lograr con la implementación de políticas públicas facilitadoras del emprendimiento y la innovación.

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Entre las numerosas situaciones de las que fui testigo, no puedo dejar de mencionar el impacto que me sobrevino la primera vez que conocí a una valerosa mujer de Puente Alto, quien tuvo que hacerse cargo del cuidado de su familia, y que hasta hace no muchos años percibía un ingreso cuyo nivel la ubicaba por debajo de la línea que delimita el umbral de pobreza. Gracias a la posibilidad de emprender no sólo pudo superar la dramática situación que la aquejaba, sino que ha podido convertirse en una pequeña empresaria, manejando un negocio que da trabajo a veinte personas. Notable testimonio de una mujer chilena que, enfrentando una realidad similar a la de miles de otros compatriotas, recibió una orientación que le permitió encontrar un espacio para desplegar su capacidad emprendedora, y que con su empuje y perseverancia fue capaz de superar una situación de adversidad y de construirse un futuro muy distinto.

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Tampoco puedo omitir los casos de numerosos emprendedores chilenos, que, gracias a su imaginación y perseverancia, han logrado sacar a flote iniciativas innovadoras, que hoy día están ofreciendo nuevas soluciones a problemas cotidianos que afectan a las personas, y que tienen un potencial de desarrollo que trasciende nuestras fronteras. En esta línea se inscriben, por citar un par de ejemplos, desde las lagunas artificiales que un chileno desarrolla en proyectos inmobiliarios que se levantan en distintos lugares del mundo, hasta los dispositivos desarrollados por otro compatriota, que permiten convertir agua en estado de descomposición en agua potable, resolviendo así un problema vital que todavía afecta a miles de personas en Chile, y a millones de personas en todo el mundo.

Por cierto, debo mencionar también a los miles de jóvenes chilenos que están trabajando en proyectos orientados a entregar soluciones novedosas haciendo uso de las modernas tecnologías de información, y que aspiran a “conquistar el mundo” con sus emprendimientos.

Y si mencioné los casos anteriores, no puedo dejar pasar la experiencia compartida con el Presidente Piñera, al participar ambos en la actividad de cierre de un programa de fortalecimiento del entorno emprendedor en la ciudad de Antofagasta, apoyado por CORFO. En este proyecto participaban niños de cuarto básico de un establecimiento de escasos recursos, en el cual los escolares debían elaborar videojuegos utilizando un software. Preguntándole el Presidente al primero de un grupo que

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nos esperaba en la puerta, acerca de lo que le gustaría ser “cuando fuera grande”, su respuesta inmediata fue: “ingeniero en computación”.

Y ante la inmediata réplica presidencial indagando el por qué, la respuesta del niño no se hizo esperar: “para poder trabajar inventando videojuegos”. Que un menor en situación de riesgo social entregue instantáneamente una respuesta como la que dio en esa circunstancia, ilustra con elocuencia la potencialidad del emprendimiento como fuerza motivadora para luchar por lo que se quiere lograr en la vida, así como la importancia de tener la oportunidad de hacerlo.

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A través de este libro pretendo dejar un testimonio de los importantes avances que se realizaron durante el período 2010-2013 en la dirección de construir un país de emprendedores, desde una perspectiva que trasciende la labor realizada por la CORFO, pero que ciertamente la incluye. En la primera parte se plantea el desafío que enfrenta Chile en la actual coyuntura, en cuanto a crear las condiciones requeridas para poder dar el salto final que nos permitirá cruzar el umbral del desarrollo y derrotar la pobreza antes de que termine esta década (capítulo II). Luego se plantea desde diversos ángulos la importancia que revisten el emprendimiento y la innovación como fuentes de nuevas inversiones, de nuevos empleos, de ganancias de productividad, y por ende, de crecimiento económico (capítulo III). El papel que pueden jugar las agencias estatales para promover un entorno favorable al emprendimiento y la innovación, y en particular el cambio de énfasis que se le ha dado a la CORFO en estos años, consolidando su nuevo rol como una Corporación de Fomento del Emprendimiento y la Innovación, se aborda en el capítulo IV. Los cambios que han sido introducidos en el marco regulatorio, las nuevas herramientas creadas o modificadas para abordar de mejor forma las necesidades de los emprendedores, los cambios en los instrumentos de apoyo para mejorar la competitividad y el acceso a financiamiento por parte de las empresas de menor tamaño, los programas de apoyo para fortalecer un entorno proclive al emprendimiento, y las políticas de apoyo a la innovación que han sido implementadas durante este período, se presentan y analizan en el capítulo V, el más extenso del libro. Por último, en el capítulo VI se plantea una mirada de futuro, en la cual se destaca, entre otras materias, la importancia de poder generar un cambio cultural que permita darle al concepto de emprendimiento un alcance que vaya más allá

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de lo puramente productivo y comercial, otorgándole adicionalmente una connotación vinculada a una actitud para enfrentar problemas y desafíos, y la importancia de no claudicar en los esfuerzos para fortalecer la competencia en los mercados, como requisito fundamental para crear espacios que permitan el florecimiento del emprendimiento y la innovación.

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Muchas son las personas a las que debo agradecer por su colaboración prestada en la recolección de la información utilizada para elaborar los distintos capítulos, entre ellos Matías Acevedo, Nicolás Bunster, Juan de Dios Carvajal, Felipe Commentz, Cristián Costabal, Nicolás Sorensen, Claudio Storm, José Luis Uriarte y Conrad von Igel. Un agradecimiento también a Cristóbal Undurraga, quien, con su agudeza característica, hizo valiosos comentarios a una versión preliminar de este libro. Un reconocimiento muy especial a Rodrigo Gutiérrez, quien fue de vital apoyo en la estructuración de los distintos capítulos, y cuyo aporte fue fundamental para lograr un mejor ordenamiento de las ideas planteadas.

A todos los funcionarios y funcionarias de la CORFO les debo también un sincero agradecimiento, por el entusiasmo, compromiso y convicción con que abrazaron la causa del emprendimiento y la innovación en estos años, que fue lo que posibilitó implementar los cambios introducidos en la Corporación. Naturalmente, cualquier error es de mi exclusiva responsabilidad.

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Especial reconocimiento debo hacer al Presidente Sebastián Piñera, por la posibilidad que me dio de ocupar un cargo de tan alta relevancia para el desarrollo de Chile, por el constante apoyo brindado en el desempeño de mis funciones, y por “forzarme” a fortalecer el sustento conceptual y práctico de mis planteamientos, en aras de lograr la aprobación de las iniciativas propuestas en exigentes reuniones “bilaterales”.

Por cierto, la tarea de escribir este libro no hubiera sido posible sin el compromiso de mi familia. Son ellos los que han pagado la mayor parte del costo, ya que esta tarea la he realizado en forma paralela al desempeño de mis funciones en la CORFO. Se trata de un precio elevado, sin duda, pero que lo he asumido con la esperanza de poder contribuir con un grano de arena en la difusión del alcance que puede tener la construcción de un país de emprendedores, para el desarrollo económico y social de Chile.

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Aspiro a que este libro pueda ser leído por un público muy diverso: por quienes están interesados en el ámbito de las políticas públicas desde una perspectiva académica o práctica; por actores del mundo político, quienes deben estar permanentemente evaluando regulaciones en el ámbito económico; por emprendedores, para que tomen conciencia del importante rol que están llamados a desempeñar en el proceso de desarrollo económico y social del país; pero especialmente por ciudadanos comunes y corrientes, con inquietud por conocer el alcance que pueden tener las políticas de apoyo al emprendimiento y la innovación en la construcción de un país con más y mejores oportunidades para todos los chilenos. Ambicioso proyecto, qué duda cabe. Pero todos los emprendimientos tienen algo de ello.

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