SERIE ENTREVISTAS - DRA. MARÍA CRISTINA DASSO

PUBLICACIONES BIOÉTICAS DE FUNDACIÓN JAIME ROCA

SERIE ENTREVISTAS

ENTREVISTA A LA

DRA. MARÍA CRISTINA DASSO

Etnóloga, Doctora de la Universidad de Buenos Aires en la especialidad de Ciencias Antropológicas. Desde 1980 realiza investigación etnográfica entre los Wichí del Chaco Central, y los Ayoreo del Chaco Boreal (2000). Desarrolla sus proyectos de investigación en el Departamento de Antropología Cultural del Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural (CIAFIC-CONICET) y en el Centro Univeristario Interdisciplinario sobre Enfermedad de Chagas (CUNIDEC UBA). Es autora del libro La Máscara Cultural (Buenos Aires,Ciudad Argentina, 1999).

Con el Dr. Mario Califano es coautora del libro El Chamán Wichí (Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1999), con la Dra. Ruth Corcuera en Tramas criollas (Bs As Ciafic, 2009) con la Dra. Zelda Franceschi es coautora de Etno-grafias (Buenos Aires, Corregidor 2010) y cuenta con numerosas publicaciones en periódicas de su país e internacionales.

Por Eduardo Darío Beccar* y Eduardo Piluso*

¿CÓMO DECIDIÓ SU PARTICIPACION EN LA CONVOCATORIA DE LA FJR? Fue el hecho de contar con experiencia concreta de tres proyectos de investigación cuyos consentimientos informados interpelan al debate bioético. Nos referimos al estudio y prevalencia de la enfermedad de Chagas-Mazza en poblaciones aborígenes y criollas de la Argentina. En ellos, el imperativo de explicar y contar con la libre adhesión de voluntarios con su específica modalidad cultural, suscitó la reflexión sobre el alcance del compromiso de las disciplinas involucradas y su mejor armonización con los postulados bioéticos relativos a la elaboración del Consentimiento Informado. El Premio se planteaba como un desafío sistemático, tanto en lo que concierne al planteo de los principios rectores del trabajo realizado, cuanto a la posibilidad de visualizar a la Bioética como un campo concreto de reflexión, debate y acuerdo en pro de comunes denominadores que hacen de la intercultura un fenómeno enriquecedor y posible.

¿QUÉ RAZONES IMPULSARON LA ELECCIÓN DEL TEMA? El tema se nos impuso espontáneamente, por la exigencia concreta de desarrollar un instrumento ad hoc para llevar a cabo la investigación interdisciplinaria sobre Enfermedad de Chagas, que involucró toma de muestras y exámenes físicos de los voluntarios.

En el tiempo de los proyectos, el Consentimiento Informado Bilingüe era muy poco practicado en el ámbito nacional, y menos aún en el dominio de enfermedades cuyo desarrollo concierne casi exclusivamente bajo la responsabilidad de la Salud Pública y sus equipos vinculados. Por estas razones, los tópicos y reflexiones que se tratan son emergentes de la tarea de su formulación y de la observación de la realidad sociocultural en la que habrían de aplicarse en nuestro caso. También surgen de consideraciones lingüísticas y morales específicas que problematizan y amplían el alcance de aspectos concretos de la demanda bioética concerniente al tema. Nos ha parecido, en tal sentido, que podría ser enriquecedor exponer un camino concreto que produjo una relectura crítica de los aspectos teóricos más difundidos de la Bioética, así como su consideración e interpretación a la luz de sus posibilidades y bondades en la tarea de aplicación en poblaciones cuya especificidad cultural no puede asumirse como un hecho del “sentido común”.

¿CÓMO HA INFLUIDO SU FORMACIÓN ACADÉMICA EN SU INTERÉS POR LA BIOÉTICA EN GENERAL? Mi formación de grado y posgrado en Antropología y una prolongada y continua carrera centrada en la Etnografía de las poblaciones citadas me condujo al estudio de los problemas éticos que la Nación -la sociedad y cultura envolventes de estas comunidades a lo largo del tiempo- han planteado, de hecho o derecho, a estas sociedades. Por ejemplo me refiero a opciones excluyentes que emergen de la misión religiosa (optar por un Dios en lugar de varios y asumir el compromiso de apartarse de su relación al convertirse); de la salud (optar por un sistema que obligó a desdoblar la terapéutica de salud tradicional: unos aplicados a ciertos fenómenos corporales -el Hospital-, y otros aplicados a ciertos fenómenos anímicos -los shamanes y especialistas-); de la educación (donde las horas escolares restaron tiempo -2-

y aprendizajes familiares compartidos en las actividades prolongadas de caza, pesca, recolección, etc.); de lo laboral (donde los horarios de trabajo asalariado se superpusieron con lapsos de actividades tradicionales de subsistencia autónoma), etc. Pero también me refiero a la inquietud posterior, emergente de comprobar las respuestas que encontraban estos grupos luego de hacer sus opciones. Es decir, que luego de elegir un Dios, un Hospital, una Escuela, un Trabajo asalariado, los miembros de estas sociedades se encontraban disminuidos, dependientes y sin respuesta a problemas que antes podían eventualmente solucionar. Ese estado de orfandad palmaria y el descompromiso hacia ellos no necesariamente hallan respuestas que se cumplan en lo político, económico, social. Con frecuencia los problemas de salud, las tragedias familiares que se desatan por falta de atención, etc. se justifican “criminalizando” a la cultura de estos grupos y rara vez admitiendo las fallas y negligencias del sistema público propio. Hay allí fallas –cuanto menos del compromiso debido-, que trae aparejados dilemas de tipo ético para quienes pertenecen a una cultura con otros parámetros morales. En este contexto, los estudios que realicé como antropóloga llevó a plantearme cómo establecer un modelo de acción -a través del CI-, para demostrarnos que el respeto, la verdad, la justicia pueden concretarse como respuesta adecuada a través de la mirada bioética. La Bioética según la entendemos consiste, precisamente, en establecer –en lo que atañe a la salud y la vida de las sociedades- un campo común y armonioso donde elaborar, dar y exigir respuestas en torno de problemas específicos mediante el mutuo acuerdo a través de la acción. Consecuentemente, si se emplearan sus criterios vinculantes en acciones públicas donde han sido obviados demasiadas veces, acaso muchos de los dilemas que han conmovido la vida de comunidades como las que conozco- serian sobrellevados con mejor apoyo de quien los invitó a “cambiar”. En síntesis, ha sido un despliegue desde el interés por lo ético en la cultura indígena, hacia lo bioético en la cultura -y sociedad en contacto- que trata con ella.

¿Y POR EL TEMA ELEGIDO EN PARTICULAR? En el marco de los proyectos que describimos, los estudios antropológicos concretos de otros estudiosos y los que personalmente había realizado entre estos grupos desde décadas atrás, describieron la complejidad y amplitud del marco de problemas político-económicos y culturales que específicamente caracterizaban a las

comunidades en cuyo seno debería ejecutarse el proyecto, abarcando los temas que podrían ser afectados por éste. La interdisciplinariedad reside no sólo en la naturaleza de las acciones médicas, sino también en el análisis de los trabajos previos de investigación médica, esquemas sanitarios y proyectos de salud anteriormente realizados en el área. Entre médicos y antropólogos se individualizaron aspectos que podrían mejorar el acceso eficaz de estas poblaciones al sistema sanitario.

Es decir que, desde el marco de nuestra formación académica respectiva se trataron críticamente los temas que constituyeron focos centrales para cuidar el cometido ético de la práctica disciplinaria de cada equipo involucrado en proyectos como el que se describe. Los principios de no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia debían ser integralmente considerados no sólo desde diversas perspectivas culturales sino desde los enfoques de la propia profesión.

EL CONSENTIMIENTO INFORMADO ES UN DOCUMENTO DONDE EL SUJETO DE INVESTIGACIÓN MANIFIESTA SU COMPRENSIÓN Y ACUERDO CON LOS PROCEDIMIENTOS QUE SERÁN APLICADOS. ¿CÓMO INFLUYE LA POSIBILIDAD DE UNA PLENA COMUNICACIÓN? La posibilidad de plena comunicación debe ser el objetivo de máxima en la elaboración del C.I. Sin embargo, se puede constatar que –aún en casos urbanos en que se lee y habla el mismo idioma- los vacíos comprensivos entre lo que se lee y lo que se firma son suficientes como para retomar el debate del problema. Basta para ello realizar una breve encuesta a los firmantes -centrada en los contenidos centrales del C.I.- para tomar conciencia de este hiato. El CI, en muchísimos casos se considera un trámite necesario planteado en una situación de emergencia y, por ende, de asimetría.

Tampoco sería correcto decir que en estos C.I. a los que nos referimos en el trabajo sean, eventualmente, un ejemplo de plena comunicación, pero si un procedimiento apuntalado por acciones que nos permitían saber que la persona comprendía, tenía tiempo para reflexionar y hablar con los demás, se experimentaba libre, autónoma, consciente de las acciones y compromisos y libre de presiones para adherir como voluntaria al proyecto.

Un acercamiento comprensivo a las poblaciones citadas favorece, según se desea poner de manifiesto en el

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de manifiesto en el presente escrito, la libertad y la autonomía de los potenciales pacientes tomando al Consentimiento Informado como compromiso efectivo y recaudo previo a cualquier procedimiento o intervención médica que se propone. Esta condición se concreta satisfaciendo ampliamente los requisitos de una debida información (ya que la ignorancia colisiona directamente con la libertad de la toma de decisiones) y el auténtico respeto por la libertad individual en el proceso de adherir a un proyecto como voluntario. Hay, de hecho, una trama compleja donde el consentimiento informado trasciende un marco contractual para alcanzar la compleja y densa trama de las consideraciones éticas que dan de lleno en la deontología propia de cada disciplina involucrada en el equipo de trabajo interdisciplinario: si tomamos en cuenta que aquellas se retroalimentan con los planteos que cada población con un ethos propio es capaz de plantear directa o indirectamente a los efectores de salud, es claro que tratamos un tema denso y complejo.

que, como entidades estatales relativamente estables, eran capaces de proponer, solicitar, ofrecer o imponer condiciones laborales, territoriales, servicios, alfabetización y educación estatal, salud pública y proyectos económicos.

Si bien la aculturación “clásica” hacía hincapié en la emergencia de una tercera instancia cultural (conformada de modo mixto con los rasgos ya alterados por el contacto entre dos sociedades interactuantes), el énfasis en la asimetría material de los interlocutores tuvo prolongada influencia. Hoy “interculturalidad” describe una situación de vínculo, contacto o relación de hecho entre comunidades de culturas diversas y se aboca al estudio de los fenómenos derivados de dicho vínculo, sus causas y consecuencias.

Como se ha tratado de exponer, no se trata solamente de plasmar en las propias lenguas los Consentimientos Informados que se han elaborado ad hoc para los proyectos en cada caso, sino de adoptar un modelo de trabajo donde los principios bioéticos adquieren dimensiones absolutamente concretas, afectando a la reflexión y acción de todos los involucrados desde sus marcos posicionales relativos. Este es un aspecto que destaca un camino de importancia para alcanzar adhesiones genuinas a prácticas gestadas desde Proyectos que conciernen a la Salud Pública. La posibilidad de comprender el lugar para el cual la población es interpelada y el espacio del que goza en ese sitio es esencial.

Por otra parte, es altamente probable que asegure un impacto positivo de mayor alcance en lo que atañe a los resultados del proyecto.

Multicultural es, igualmente, un sinónimo de esta última perspectiva. Así pues, el trabajo se refiere a la interculturalidad para describir los hechos que tienen lugar cuando las sociedades amerindias o aun las comunidades criollas se hallan en contacto entre sí o con la sociedad nacional, involucradas en una vida civil común, dotadas de rasgos que se mantienen intactos desde tiempos tradicionales y de otros que han sido cambiados por efecto de la convivencia común.

“Pluriculturalidad” describe la coexistencia de culturas diferentes, aun en proximidad pero sin pronunciarse acerca del eventual contacto entre ellas, sino más bien con el fin de velar por su “derecho a sí misma” o resguardar, en cierto sentido, su aislamiento relativo.

EL TRABAJO HABLA SOBRE EL ENCUENTRO DE GRUPOS DE OTRAS CULTURAS, PLURI E INTERCULTURALIDAD. ¿DE QUÉ MANERA DEFINEN CADA UNA Y CUÁLES SON SUS DIFERENCIAS? El estudio del contacto intercultural comprendió inicialmente lo que se denominó “aculturación”, noción empleada -con énfasis en el siglo XX- en el análisis de los problemas emergentes de una situación histórica concreta: la asimetría entre naciones, pueblos y comunidades aborígenes americanas y las sociedades -4-

¿LA “INTEGRACION” ENTRE COMUNIDADES ABORIGENES Y LA QUE LLAMAN UDS. “SOCIEDAD NACIONAL” TRATA DE PROCESOS DE HOMOGEINIZACION CULTURAL EN AQUELLAS O DE UNA MAYOR AUTONOMIA PARA ELEGIR RESPECTO A SU SALUD O A SU HORIZONTE SOCIOECONOMICO?

como a todo ciudadano, los mejores recursos sanitarios estatales, que en este caso debe contemplar el hecho de su diferencia cultural –como expone el presente caso en relación con el C.I.- sin alejarse de sus propósitos médicos (que se beneficien los niveles de vida y reduzcan los parámetros deficientes de salud). Es decir que, como debe aspirarse en el caso de todos los ciudadanos, se debería aspirar a que estos recaudos colaboren en lograr una eficaz y mayor autonomía del individuo y la sociedad para elegir respecto de su salud o su horizonte socioeconómico.

La integración ha sido abundantemente referida con el implícito mensaje de que los pueblos originarios deberían “homogeneizarse” con la sociedad nacional, “volverse los mismos” en los contenidos. Se hablaba de integración con el cometido de que “se volvieran iguales a nosotros” –con nuestros principios políticos, económicos, sociofamiliares, cosmovisionales, lingüísticos, jurídicos, axiológicos-. Que “se integraran” expresaba la intención de que tuvieran la oportunidad de volverse como “los demás”. Este enfoque no debe demonizarse, pero ignora una materia de libertad y elección, pues integrarse no es consecuencia necesaria de asumir unilateralmente que somos un mejor modelo de sociedad que la de cualquiera de ellos.

Desde 1994 existe en la Constitución Nacional el explícito derecho a la propia cultura del que gozan las poblaciones amerindias originarias del territorio que hoy es la Argentina. Esto quiere decir que las personas y las sociedades originarias tienen derecho a honrar los valores en los que han sido educados, hablar la lengua y vivir la costumbre en la que han sido criados, relacionarse con la religión que se les ha brindado, actuar a conciencia según los mandatos de sus culturas. Pero a la vez son ciudadanos argentinos libres, razón por la cual el Estado debe poner a su alcance los mismos dispositivos con los que provee a todos los demás ciudadanos, así como requerirles el cumplimiento de los mismos deberes que nos interpelan. Es claro que su diferencia cultural debe ser contemplada en las instancias antedichas, pues hay no pocas oportunidades de colisión entre estas dos cosmovisiones. Por eso hallamos institutos tales como la Educación bicultural y bilingüe, por ejemplo, pues contempla que el niño habla otra lengua al ingresar a la escuela, y tal fenómeno solicita favorecer su etapa de aprendizaje escolar en castellano, con los soportes necesarios para el pleno goce de su ciudadanía y con sus características particulares, que son pertenecer a un pueblo originario con una lengua propia -cuyo ejercicio es materia de su sociedad inmediata. En este mismo sentido debemos considerar la problemática que atañe a la Salud Pública, donde el trato con pacientes, su diagnóstico, tratamiento y seguimiento debe acercarles,

UDS. SE PREGUNTAN COMO AVANZAR Y COMPARTIR UN ACUERDO COMUN SOBRE OBJETIVOS Y NATURALEZA DE UNA INVESTIGACION EN SALUD, CUANDO LOS MARCOS COSMOVISIONALES Y CONCEPTUALES QUE ATAÑEN A LA SALUD EN ESTAS COMUNIDADES CIRCULAN POR INSTITUCIONES, NOCIONES Y TECNICAS ALEJADAS DE LA PERSPECTIVA DE LA MEDICINA ACADEMICA. ¿CUÁL SERÍA LA RESPUESTA? ¿CÓMO DESARROLLAR PROCEDIMIENTOS Y RESULTADOS SANITARIOS BENEFICIOSOS PARA ESTAS COMUNIDADES SIN DESAUTORIZAR O COLISIONAR CON SISTEMAS TRADICIONALES QUE IMPERAN EN AQUELLAS? La respuesta es consistente con lo que comentábamos recién: es decir, creemos que se debe pugnar por acercar los mejores recursos disponiendo o previendo el mayor

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número de temas concurrentes que puedan obstaculizar el resultado esperado. Al efecto, es claro que es preciso acudir al asesoramiento de los especialistas en la cultura de que se trate, quienes conocen y pueden detectar los aspectos que podrían ser eventualmente involucrados en la materialización de un proyecto aplicado. Si se realiza una investigación médica, es preciso siempre explicarla en detalle con la terminología adecuada para su comprensión y sin faltar a la verdad. Evitar simplificaciones erróneas y acudir a los propios conocimientos que la sociedad posee al respecto, si es que concurren al universo explicativo.

Si no lo hacen, no involucrarse con ellos. La gente elige.

Es función de la Salud Publica demostrar las bondades de su práctica. Este es un aspecto al que todos reaccionan positivamente. Pero si se dice que la medicina del hospital es mejor, debe ejercerse como tal. Por lo tanto, un Hospital sin medios, o mal administrado, o descuidadamente gestionado será un pésimo ejemplo que potencia, razonablemente, la desconfianza de la gente, que en el lapso de una vida ha visto desarrollar innumerables propuestas publicas de funcionarios, universitarios, voluntarios, ONGs. Y si no tienen los recursos adecuados, se generarán otros que obren bien o mal en este ámbito.

Es función de la gestión de Salud (Ministerios, secretarías, etc.) asegurar e inspeccionar in situ el adecuado mantenimiento de condiciones sanitarias bajo su responsabilidad, el cumplimiento de tareas, la asignación de cargos que estimulen el mejor desempeño. Debe favorecer la profesionalización genuina y por supuesto alentarla.

Debería velar por el destino de los insumos y medicamentos firme y sostenidamente, evitando las marañas burocráticas.

Debe prevenir los problemas, como por ejemplo tener cuatro de cinco ambulancias fuera de uso por falta de repuestos o mantenimiento. Es decir, no se trata de “comprar” equipamiento solamente, sino de velar por su eficaz empleo. Un buen proyecto de salud aborta por una tuerca indispensable o por un decreto mal hecho. O ambos.

También la Salud Pública tiene que afrontar la necesidad de difundir conocimientos de modo claro, para adultos que a la vez repliquen lo que saben, y prever que no puede utilizarse solamente un medio (por ej. Gráfico, pues hay personas analfabetas), sino que debe ser información inteligente, sostenida, abierta a consultas, y desarrollarse independientemente de la emergencia sanitaria. Debe cumplir calendarios previsibles y prever la recepción de las experiencias y el conocimiento de los efectores locales, muchas veces olvidados y sumidos en el destrato. Por su parte, las instituciones tradicionales (hoy con plena

conciencia de su condición intercultural) harán sus adaptaciones haciendo, en el mejor de los casos, un óptimo empleo de unos y otros en beneficio de su salud. Y los individuos potenciarán su autonomía al elegir ya que son, efectivamente, quienes tienen la libertad de hacerlo.

¿CÓMO ENFOCAR ESTOS PROBLEMAS Y GENERAR ADAPTACIONES SIN AFECTAR LOS PRESUPUESTOS BIOÉTICOS QUE ORIENTAN UN PROYECTO DE IVESTIGACIÉN CIENTÍFICA EN SALUD?

Entiendo que estos problemas que suelen plantearse se enfocarían única y adecuadamente desde la materialización concreta de una formación bioética. Si no se puede asumir que el conocimiento del área práctica de salud sea suficiente, mediante esta formación se refuerza la obligación de que no se afecten los principios de Beneficencia, No maleficencia, Autonomía y Justicia.

Y, positivamente, se generarían los mejores y más respetuosos modos de un proceder esencialmente orientado al bien de la salud de las personas.

También, un aspecto que puede afectar un Proyecto científicamente bien estructurado y bioéticamente orientado es capaz de resumirse en la PRESION de los resultados: sea en la definición de los lapsos que se le da a las personas para comprender y adherir, sea en las acciones comprometidas que quedan pendientes luego de la obtención de las muestras (y que vuelven “costosa” una campaña in situ para devolver resultados o realizar estudios de impacto, o reforzar instituciones para su sustentabilidad, etc.).

Otro aspecto que puede vulnerar la optimización de un Proyecto es el riesgo de deslizamiento hacia aspectos que suelen adquirir mayor repercusión social que la investigación científica, y la tentación suele ser grande para los propios desarrolladores de proyectos. Suele ocurrir que estos proyectos se desarrollan en sitios previamente desconocidos y pueden provocar un choque cultural en los propios miembros del equipo interdisciplinario, relajando los criterios científicos y desplazándose hacia otros “humanitarios”, como si la ciencia no cumpliera en este ámbito un fin humanitario. Es preciso tener en claro que nada debe postergar la elaboración e interpretación de los datos y su difusión, juntamente con el retorno del beneficio a la comunidad donde se realizó la experiencia.

Hay aquí consideraciones de ética académica de la

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mayor importancia y no suelen respetarse: hay que enviar los resultados al Hospital local, a los médicos locales que han colaborado, a quienes hay que incorporar en los estudios científicos por su coautoría, etc. Pero no debería esperarse de un proyecto de salud ni más ni menos que sus resultados impacten positivamente en la calidad de vida de una población, en la investigación y en la ética académica.

¿CUÁLES SON, A SU CRITERIO, LAS POSIBILIDADES O DIFICULTADES DE UNA APLICACIÓN PRACTICA DE LAS CONCLUSIONES DE VUESTRO TRABAJO EN LA TAREA COTIDIANA DE LOS BIOETICISTAS? Las posibilidades son, entiendo, tan vastas como sus dificultades. Pues hemos tratado de exponer la condición absolutamente intersticial de la materia bioética en la realidad. Es decir, que, más allá de la sistematización que suele brindar el nivel de enseñanza de la asignatura, y más allá de la función habitual de evaluación de los comités de bioética, lo cierto es que se trata de un universo de problemas a los que debe abocarse y reflexionar en equipo el profesional que es interpelado en un debate bioético aplicado. Esto sustenta y refuerza la idea de que la Bioética es un campo, mucho más que una especialidad disciplinaria. Precisamente porque su inserción en la realidad humana es intersticial, precisa de enfoques que analicen y conozcan sus diversas dimensiones complejas para que se debatan pues, establecidos sus principios, requiere de intercambio y acuerdo para definir su óptima aplicación práctica.

¿QUÉ OBSTÁCULOS A SUPERAR SE PRESENTAN ACTUALMENTE PARA LA APLICACIÓN COTIDIANA DE LA BIOÉTICA, TANTO CLÍNICA COMO DE INVESTIGACIÓN? Si la Bioética se ha desarrollado madurando a un ritmo sincrónico con los cambios sociales -revelando hasta

qué punto las fuentes de su reflexión las provee el progresivo despliegue de fenómenos socioculturales tales como la tecnología, los avances científicos, los derechos humanos “de generaciones”, etc.- un obstáculo a superar lo constituye, seguramente, el conocimiento integral de realidades que se están gestando, cuyo alcance concreto seguramente es incompleto.

En segundo lugar y a su luz, sin duda puede ser un obstáculo el impacto mediático de los problemas a los que se aboca, y discriminar en él cuáles son los argumentos del sentido común y los argumentos de la ciencia, que suelen aparecer politizados como contrarios. Hay, como recordaba hace años P. Bordieu, un deslizamiento político del “sentido común” en el discurso científico, que presiona insistentemente sobre los pronunciamientos de diverso tipo –y por cierto creo que en relación con problemas que deben estudiarse bioéticamente. Este aspecto atañe tanto a la aplicación como a la investigación. Y entiendo que debe ser ciertamente un caudal de presión de gran envergadura para quienes deben reflexionar y pronunciarse sobre los mismos.

Por último, pienso que en sociedades como la nuestra, que hoy exponen su alta susceptibilidad a una tendencia fragmentante -instalada enfáticamente en pro de acciones centradas en grupos, conjuntos, clases como conjuntos cerrados y poco proclives al diálogo-, la bioética se enfrenta con un desafío que, de hallar su mejor resolución, puede ser ejemplar en cuanto a elaborar y hallar marcos mínimos de acuerdo orientados por el bien, lo justo y lo adecuado en cuanto a la acción en evaluación. Es decir, nuevamente, que la dificultad planteada por una problemática compleja, si es salvada cuidando la aplicación de los principios en la realidad especifica de la que trate, puede destacar el lugar de la reflexión bioética como una pedagogía de protección de la salud, la vida y los derechos en convivencia que toda sociedad necesita.

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CUÁLES SON SUS OBJETIVOS ACTUALES Y SUS PROYECTOS EN EL ÁREA DE LA BIOETICA?

¿QUÉ ACTIVIDADES PROPONDRÍA PARA ESTE CÍRCULO?

Mi objetivo próximo consiste en realizar el estudio pormenorizado de los factores que han obstaculizado la programada sustentabilidad de los proyectos realizados y descriptos en el trabajo -ya finalizados hace cuatro años-, al efecto de analizar y reflexionar sobre las conductas institucionales locales, provinciales y nacionales intervinientes desde una perspectiva bioética.

Pienso que, ya que hemos ya tocado el tema bioético en lo concerniente a la práctica en la función cotidiana de instituciones que no pueden excluir esta perspectiva, podría ser fructífera la existencia de un Círculo que convocara a los interesados al debate de temas de interés bioético para que, sea que se hallen legislativamente en discusión o se propongan al efecto, ayuden a su debate, planteo y difusión, siendo el Círculo organizador capaz de formular preguntas, aportar enfoques e inducir al análisis como un modo de ejercicio disciplinario práctico que se inserta plenamente en la sociedad.

A la vez, suscitando un aporte que rara vez se solicita espontáneamente y fuera de la política partidaria.

¿CUÁL ES SU OPINIÓN ACERCA DE CONFORMAR UN CÍRCULO DE PREMIADOS POR LA FJR? Entiendo que puede resultar de interés institucional e individual para sus miembros.

Entrevistadores Eduardo Darío Beccar. Médico. Miembro del Comité de Bioética de Fundación Jaime Roca.

Eduardo Piluso. Médico. Miembro del Comité de Bioética de Fundación Jaime Roca.

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