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EDITORIAL El mercado venidero

EL MERCADO VENIDERO

La pandemia generada por el Covid-19 ha vuelto a poner la economía nacional en una situación que los españoles no esperaban tras la larga y lenta recuperación de la crisis del 2013, de la que todavía no había salido el sector de la obra pública, la construcción, el movimiento de tierras y la maquinaria en general.

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En esta ocasión, ante el desconocimiento, la ausencia de situaciones similares pasadas y, sobre todo, la incertidumbre, tanto la asociada a la evolución de los contagios y las defunciones como la relacionada con los vaivenes del Gobierno, las empresas tienen difícil organizarse, teniendo que preparar varios posibles escenarios a los que irse acogiendo en función de los avatares que vayan teniendo lugar. Lo que sí es cierto es que mientras que la vacuna no se haya desarrollado, probado e inoculado a la mayoría de los habitantes del mundo, los viajes internacionales, los congresos, los partidos de futbol o los conciertos multitudinarios, entre otros, no podrán desarrollarse con la normalidad a la que se estaba acostumbrado. Hasta entonces, serán parches, chapuzas, apaños o atropos (como se dice en el norte de Palencia) que permitirán acercarse al modelo de vida anterior a la llegada de la pandemia.

Este sucedáneo de vida y, por lo tanto, de actividad económica afecta a todo el mundo, aunque los restaurantes, bares, cines, gimnasios y lugares de ocio son los que peor lo van a tener.

Para atajar todo y, sobre todo, ayudar a toda la gente con negocios parados o puestos de trabajos perdidos, es necesario orquestar una serie de ayudas a todos los niveles. Ayudas necesarias que deben de estar bien orientadas y enfocadas a una realidad existente. municación generalista asustan. 21 millones de personas cobran ya del Estado, lo que significa el 44% de la población. 2,6 millones de funcionarios y 8,9 millones de pensionistas, a lo que hay que sumar el número de parados, que durante los próximos meses seguirán subiendo, así como las bajas médicas, minusvalías, etc., dan como resultado una estructura tan pesada que en algún momento entrará en bancarrota.

Las tres administraciones, las jubilaciones reales a edades tan tempraEl flotador que espera España es el dinero que aporte Europa, para lo cual es necesario que llegue con nombre y apellidos. Si el dinero llega en bruto, este Gobierno lo destinará a nuevas subvenciones y ayudas estrafalarias que seguirán engrosando la lista de los que viven del dinero ajeno. Volver a poner la actividad empresarial en marcha es la mejor manera de reducir el desempleo, activar el consumo y volver cuanto antes a la normalidad. Sería por lo tanto muy interesante que desde Europa llegara dinero para inversiones en obra pública que, aun

El flotador que espera España es el dinero que aporte Europa, para lo cual es necesario que llegue con nombre y apellidos. Si el dinero llega en bruto, este Gobierno lo destinará a nuevas subvenciones y ayudas estrafalarias que seguirán engrosando la lista de los que viven del dinero ajeno. Volver a poner la actividad empresarial en marcha es la mejor manera de reducir el desempleo, activar el consumo y volver cuanto antes a la normalidad

nas, las subvenciones, una ingente clase política rodeada de miles de asesores… son solo una pequeña parte de lo que habría que meter mano urgentemente.

Las obras públicas, como bien sabe todo el mundo, es una de las actividades que más recursos humanos necesita y que, por lo tanto, más ayuda a reducir las listas de desempleados. Es curioso e inaudito que mientras que en otros países se ha contratado obra nueva y las que había en curso ha continuado su ejecución durante la pandemia, lo primero que se hizo en España fue cortar las contrataciones y las obras que había en marcha fueron obligadas a parar, pudiéndose ejecutar únicamente las de emergencia. Por el contrario, las Comunidades Autónomas sí que han estado ejecutando las que tenían en marcha, aunque no han podido tampoco arrancar con obras nuevas. que se puede pensar que está ya todo hecho, quedan importantes obras de infraestructura relacionadas con la distribución y el tratamiento del agua, la construcción de colegios, hospitales y geriátricos, el mantenimiento de firmes y carreteras, la red ferroviaria de mercancías, el sector energético, etc.

La desescalada ha comenzado y la gente, saturada ya de las limitaciones impuestas, está perdiendo el respecto y quiere que todo vuelva a ser como antaño. Falta mucho para conseguir restituir todo lo que se tuvo y, tal y como se ha comentado anteriormente, la verdadera normalidad llegará cuando la vacuna nos haga a todos inmunes y nos permita volver a viajar por el mundo sin preocupaciones. Hasta ese momento habrá que ir adaptándose a las diferentes fases e ir salvando la situación económica como se pueda, lo que seguirá trayendo defunciones empresariales por el camino.

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