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Administración educativa

La administración educativa debe comprenderse como la capacidad de articular de manera eficiente y eficaz los recursos, las estrategias, la estructura, la organización y el funcionamiento de una institución para lograr los objetivos que se proponga.
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La complejidad de la educación nos obliga a comprenderla desde una totalidad,ysideseamos aportaralasoluciónesusmúltiples problemas, solo es posible si consideramos una visión global de las situaciones. Es decir, se requiere de un enfoque interdisciplinario que permita la atención desde distintas miradas. En este sentido, la educación debe ser vista como un sistema donde sus partes están interrelacionadas entre sí, luego entonces los sistemas educativos son complejos en la que se hacen presentes problemáticas que tienen que ver con lo pedagógico, lo político, lo financiero, lo cultural, lo comunitario, etcétera.
Un elemento poco atendido que tiene que ver con la organización del sistema educativo y toda esta complejidad es la administración educativa. La historia nos dice que: “hasta épocas muy recientes, la administración educativa era considerada,conscienteoinconscientemente,comounsubproductodel sistema educativo, es decir, como «algo» añadido al sistema y que como tal carecía de sustantividad propia. Esta concepción era una consecuencia general delpapeldeunaadministraciónqueenel pasado se limitaba a las clásicas actividades de policía y fomento. En especial, por lo que respecta al ámbito de la educación, la Administración tradicional se circunscribía a una actividad de ordenación legal e inspeccióndelsistema”.(M.DePelles,1978).
Y efectivamente, la tradición y enfoques administrativos aplicados en el ámbito de la educación, por lo menos hasta finales del siglo pasado, mostraban esa tendencia fiscalizadora por parte de los administradores educativos.
Con una visión más cerrada de los procesos, problemáticas y prácticas. La tendencia en crecimiento de otros enfoques, como el de gestión y autonomía, vino a marcar una ruptura en la configuración del papel que deben jugar los administradores educativos, particularmente en un contexto donde la democratización, masificación y complejidad de la educación así lo exige.