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10/27/10
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SÁBADO DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
Un mandamiento, un gran empujón al más allá Deuteronomio 26,16-19; Mateo 5,43-48 Me temo que todos nacemos básicamente egocéntricos. Somos el único punto de referencia que tenemos, por lo menos inicialmente. “Todo gira alrededor de mí, y ¿por qué no va a ser así?” Si mamá y papá nos reflejaron bien, entonces rápidamente desarrollamos “neuronas espejo” hacia la empatía y la amistad con los demás, pero aún así la otra gente puede ser vista como simples medios para beneficio de mi propio poder y placer. Por otro lado, puedo pensar que yo me merezco todo, lo cual es sentir que tenemos derecho a algo. Todos conocemos adultos que parece que nunca han dejado de usar a los demás, inclusive usan a Dios, y parecen tener estancado su desarrollo moral y espiritual. Ellos parecen ser incapaces de recibir algún reflejo verdadero de Dios, y no reflejan amorosamente a nadie. Están atrapados en sí mismos. Las dos lecturas de hoy hablan enérgicamente de mandamientos, inclusive de aquellos mandamientos que nos empujan a ir más allá de nuestra comodidad. Moisés admite que esto va a crear un “pueblo peculiar” “superior a las demás naciones, un pueblo sagrado para Dios.” A menos que exista alguna presión, ya sea social o de los padres, que empuje al niño más allá del principio del placer, la naturaleza humana 40