10 minute read

Los Inicios de los Temas Ornamentales

Next Article
El Cambio

El Cambio

DETALLE DE LA DECORACION DE LA BOVEDA (cripta) Siglo XVII Temple seco sobre ladrillo revestido de cal. Iglesia de la Compañía de Jesús, Cuzco. literatura, la influencia itálica y clásica y el gongorismo. Intelectualmente, preocupaciones teológicas y retóricas a base de engolamiento, de omnisapiencia, de servilismo [ ... ] [ ... ] El siglo XVIII, el siglo de los Borbones fue distinto [ ... ] [ ... ] En la moda, las pelucas, los rostros rasurados, el minué, los redingotes, los cabriolés, los sombreros a la Chamberg o a la Beauvau. En lo religioso, la expulsión.de los jesuitas, el desprestigio de la Inquisición, el espíritu lice~ci.oso acentuado en el clero. [ ... ] 3.

Parte medular del mundo colonial era la región andina, en cuyo territorio más alejado e inhóspito se.halló el yacimiento minero más fecundo de que se tenga noticia. En las inmediaciones del Cerro Rico surgió la Villa de Potosí, que en el siglo XVII llegó a tener 160 000 habitantes de toda condición, llegados a las minas atraídos por riquezas nunca vistas hasta entonces. Por insólito que parezca, la abundancia de mineral estaba unida a una absoluta escasez de insumos básicos, lo que generaría una gran demanda que se satisfacía con la producción agrícola y manufacturera de la región del Cuzco y de otras igualmente alejadas.

El beneficio económico que generó ese intercambio explica el extraordinario esplendor, la riqueza y el papel protagónico del Cuzco. Al referirse al siglo XVII cuzqueño y transmitir una imagen de su esplendor, Denegri Luna comenta: Recordar las bellezas de los templos o de las nobles mansiones, donde lo grandioso se conjuga a la perfección con lo estético, sería entrar en relaciones interminables, pues toda la ciudad está cuajada de hermosura. La vida lujosa de los cuzqueños exigió artes menores, que amoblaron y adornaron las mansiones señoriales. Nos extasían las características piezas de platería, la rica talabartería o la textilería de lujo donde con exquisitez se mezcla la seda con el oro y la plata 4. En este ambiente de bonanza, cuyas bases se definen en el siglo XVII, la pintura que se hace en el Cuzco y difunde por toda la región andina se va alejando de sus fuentes iniciales, para asumir paulatinamente una interpretación bastante diferente de la expresión vigente en España y Europa en la misma época.

Innegablemente que el manejo del color y el tratamiento de tonos y veladuras se aprendió del arte europeo, a través de las pinturas sobre cobre, de pequeño formato, ejecutadas en Amberes por casas especializadas en la exportación de obras de arte. Al igual que los grabados flamencos, estas planchas metálicas pintadas se popularizaron en el· extenso territorio del virreinato, influyendo en los artistas locales. La pintura española también influyó, a través del envío de obras de los maestros más connotados, orientó la temática y el estilo de los artistas de la época. Además la presencia en el virreinato de pintores formados en Flandes y España, constituyó un factor decisivo para fortalecer la calidad de la pintura que se hacía en esta parte de América. En el caso del arte cuzqueño la influencia de la pintura flamenca, a través de tablas y grabados del siglo XVI, fue determinante en la obra de los artistas que se habían iniciado en el estilo romanista que estuvo en boga hasta las primeras décadas del siglo XVII. A mediados de esa centuria la concepción de la pintura sobre lienzo se aleja de los moldes europeos, para encaminarse a una concepción local del Barroco, caracterizada por la poca importancia que se concede a la perspectiva en beneficio de los escenarios planos, en los cuales los personajes y temas tienen como fondo paisajes idealizados donde abundan las aves de colores, los bosques y montañas lejanas en una atmósfera transparente. Se da paso a una pintura con abundantes elementos decorativos y se deja de lado el realismo claroscurista, para usar los colores brillantes. Se desarrolla el gusto arcaizante del sobredorado o brocateado, que realza los vestidos y cortinajes adamascados. Es precisamente el gusto por telas de seda, los tafetanes y los damascos, cuyo diseño floral resalta por contraste con el fondo brillante, el que originó a partir de la tercera década del siglo XVII uno de los motivos decorativos más difundidos del arte mural de esta región. La decoración imitando doseles y telas finas, se incorpora con la exuberancia característica del Barroco, buscando cubrir totalmente las paredes

PINTURA CON MOTIVOS TEXTILES

Siglo XVII Temple seco sobre muro de adobe y estructura de madera. Iglesia de Canincunca, Urcos, Quispicanchi, Cuzco. Pintura integrada con la decoración pintada en las ménsulas del coro.

de las iglesias, produciendo un arte ornamental textil en el que la tapicería simulada, preferentemente de tonos ocres y rojos, se representa en paños verticales que en algunos casos se separan con cintas de pan de oro. Esta decoración denominada en su época: "de colgaduras", proviene de la costumbre que se tenía, en los siglos XVI y XVII, de engalanar con guadameciles y tapices las paredes de los salones de las casas o de los presbiterios de las iglesias. Costumbre de la cual dan testimonio los grabados flamencos y las pinturas cuzqueñas sobre lienzo. 5 Esta decoración se solía completar con frisos, que a su vez imitaban encajes de Flandes. Esta forma de expresión mural prueba que la producción artística fue encontrando una estética propia, que se refleja en las variaciones temáticas de las obras coloniales con respecto a las europeas. Esa indiscutible diferencia entre el arte del Nuevo Mundo y el de España, en la misma época, no puede atribuirse a actitudes artísticas inmaduras sino a un afán de volcar experiencias anímicas propias de una realidad diferente. Dentro del tema que nos interesa, destacamos que la pintura mural de este período no se circunscribió al centro urbano más importante, la antigua • capital incaica, sino que se irradió hacia la región del Collao y el Alto Perú, estrechamente vinculadas por el nexo económico, cultural y las jurisdicciones eclesiásticas. Debemos considerar, además, que el Cuzco se convirtió en un centro artístico de producción pictórica en gran escala, que abastecía de lienzos a toda la región. Al convertirse en exportador de pinturas, concentra al gremio de maestros pintores y alrededor suyo muchos artistas que se movilizan por todo ese ámbito geográfico para cumplir encargos y ejecutar obras murales. El tráfico generado por el abastecimiento de Potosí promueve el intercambio y la comunicación permanentes, determinando hábitos y costumbres similares, que en el campo artístico se expresarán compartiendo los mismos gustos de la pintura mural cuzqueña. Aparte de la decoración textil, este período se caracteriza por la expresión pictórica que se da a los faldones y almizates de las iglesias techadas con armaduras de par y nudillo. La decoración interior de las techumbres sigue la tradición iniciada con las cubiertas y artesonados mudéjares de madera policromada, característicos de las obras más tempranas en la misma región. A diferencia de los techos artesonados, que demandaban cuidadosa ejecución de carpintería, la mentalidad barroca proclive a lo ilusorio introdujo una solución que emplea como soporte rústicas maderas rollizas de la cubierta, forradas con cuerdas finas tejidas de paja y revestidas con un mortero de barro.

En esa superficie, con forma de artesa, se desarrollarán los más variados programas pictóricos ornamentales, complementando el tratamiento de los muros de las iglesias. En cuanto a los motivos utilizados en este período, destacamos la pe~vivencia atemporal del repertorio de elementos decorativos del Renacimiento europeo que se emplearon en la segunda mitad del siglo XVI y las dos primeras décadas del siguiente. Nos referimos a los ornamentos tomados de la antigüedad clásica, que dejaron de considerarse motivos paganos al asimilarse al ideario cristiano.

ORNAMENTACION CON MOTIVOS

PICTORICOS MURALES (faldones y harneruelo de la cubierta) Siglos XVII y XVIII Temple seco sobre estructura de madera, juncos y barro con fibras vegetales. Iglesia de Colquepata, Paucartambo, Cuzco.

REPRESENTACION FEMENINA (entrepaño de uno de los faldones) Siglo XVII Temple seco sobre estructura de madera y juncos revestida de barro y fibras vegetales. Iglesia de Chinchero, Urubamba, Cuzco. Dibujo de la pintura.

DECORACION

Siglo XVII Temple seco sobre muro de adobe y estructura de madera. Iglesia de Cay-Cay, Paucartambo, Cuzco. Decoración del muro y las ménsulas de madera que soportan el coro.

De manera inusual en el arte occidental, esos motivos se asumieron y arraigaron profundamente en la decoración, subsistiendo hasta bien avanzado el siglo XVIII, cuando declina el gusto por lo Barroco. La simbología de esas formas clásicas y su sentido alegórico, eran conocidas por los sacerdotes y seglares que inspiraban y dirigían las obras artísticas en iglesias y capillas, medianamente entendida por los fieles a los que estaban destinadas.

De ese lenguaje arcaizante, encontraremos como motivos decorativos y simbólicos en la pintura mural barroca el empleo de monstruos grutescos como parte de frisos, cartones y recuadros. Los mascarones de frente y de perfil con tallos vegetales, los florones y follajería en general, que constituyen la ornamentación fitomorfa, que incluye uvas, granadas y otras frutas.

Las sirenas, canéforas, torsos femeninos como soportes antropomorfos y cabezas de mujeres con coronas y velos, son junto a las representaciones de ángeles y querubines parte de la temática que se asume en ese período.

La llegada al Cuzco del Obispo Manuel de Mollinedo y Angulo en el año 1673 determina la adhesión plena al estilo Barroco, que desde hacía medio siglo se manifestaba en forma incipiente. A su impulso se debe la intensa actividad de reconstrucción de la dudad afectada por el terremoto de 1650. Fue además el promotor de la edificación de iglesias en su extensa diócesis y el mecenas que apoyó decididamente a numerosos artistas que ejercieron sus especialidades para la ornamentación de esos templos.

Como conocedor y coleccionista de arte trajo, al venir de España, un importantísimo conjunto de pinturas de maestros europeos que influyeron en los pintores locales.

En lo que toca a la pintura mural, Mollinedo, habituado a contemplar la pintura al fresco, ejecutada con una gama de colores de matiz que producía una impresión de luminosidad, no vio con agrado la decoración mural ejecutada al temple propia del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII. Los investiga-

dores Mesa-Gisbert que han estudiado a profundidad la obra del obispo dicen al referirse a este tema:

Debieron parecerle desvaídos; [esos murales] y aun más disgustado quedó con los murales de "colgaduras", imitando telas de brocado con franjas doradas que estaban de moda en las iglesias de la zona del Cuzco. Se rebela contra ese estilo y manda cambiarlo, usando el pretexto de la obscuridad de los ambientes espaciales de las iglesias

6.

Los mismos investigadores refieren que el obispo visitó la iglesia de San Jerónimo, cercana al Cuzco, en junio de 1682 ordenando que se blanquee y quite toda "deformidad", refiriéndose a la pintura de "colgaduras". Disposición que tardó mucho en acatarse y sólo se cumplió cuando se designó nuevo párroco.

Los Mesa-Gisbert agregan: Se ve que durante doce años y más, el gusto local luchó contra el nuevo estilo que traía Mollinedo. La nota puesta por el cura en el Libro de Fábrica, no deja de ser irónica: 'Más toda la iglesia que estaba de colorado' y por el 'consiguiente obscura', se raspó, enlució y blanqueó y en todas las portadas y arcos se pintó en forma de piedra de cantería y en el asiento de la pared se le pintó una cinta de colores r Se introdujo el gusto por la pintura mural ejecutada sobre fondo blanco, preparado a base de yeso o cal, sobre el cual se representaba la ornamentación o las escenas religiosas. Esas preferencias del prelado ponen en evidencia que el diseño textil, que cubre las iglesias con tapicería simulada, constituyendo expresión de la exuberancia barroca, se había ejecutado varias décadas antes de su arribo al Cuzco. Fue por su influencia que se empieza a difundir la pintura gris en forma de piedra de cantería, motivo característico del Barroco.

This article is from: