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Mención Especial Testimonio Histórico DIGNO DEL MISMISIMO JOHN FORD Pablo Alcántara Pérez
Menciones Especiales Testimonio Histórico
DIGNO DEL MISMISIMO JOHN FORD Pablo Alcántara Pérez
“Para mis padres, Inés y Ramón, por todo su apoyo . A mi abuelo Diego, por su memoria . A antifranquistas, obreros y estudiantes, hombres y mujeres, por su lucha y ejemplo .” Mis padres siempre me cuentan que en los años sesenta, lo más normal del mundo los fines de semana era ir a una doble sesión a ver películas del Oeste, los conocidos como westerns . Lo que no sabían era que a pocos kilómetros de donde vivían, el 12 de marzo de 1965, en Mieres, sucedió un hecho de película, aunque todavía no se ha hecho ningún film sobre todo aquello . Esta historia no fue de indios ni de vaqueros, ni ocurrió en Monument Valley . Fue de mineros y policías y pasó en la susodicha villa minera . Aquello fue digno de que lo rodara el mismísimo John Ford . Los mineros querían de dejar de ser los indios de la película, los malos, los que eran peor tratados, los explotados . Llevaban años luchando por unas condiciones dignas de trabajo, desde finales de los cincuenta, haciendo
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huelgas, paros, movilizaciones en las minas . La dictadura y sus secuaces policiales y militares, como si fuera el ejército invadiendo los poblados de los nativos americanos, actuaron de la forma más salvaje . Con represión, despidos, detenciones, torturas, cárcel, destierros . Las mujeres de los mineros también estaban hartas de ser las segundonas, las que eran tratadas como mujeres florero y que no pintaban nada en las películas . Se pusieron del lado de sus maridos, hijos, nietos huelguistas, se enfrentaron a la policía haciendo piquetes delante de los pozos, lanzando maíz a los esquiroles . Las fuerzas de orden público, como si de un trofeo se tratara, arrancaron la cabellera algunas de estas mujeres . Por ello, aquel 12 de marzo de 1965, los mineros, las mujeres dijeron basta ante los despidos, los golpes, los encarcelamientos, los fusilamientos . Ante la detención de unos picadores miembros de la Comisión de Despedidos de las cuencas, miles de hombres y mujeres fueron a buscarlos a la Comisaría de la Policía en Mieres . Recorrieron toda la ciudad, en manifestación, en unos años en los que estaban completamente prohibidas . Pasaron por la Casa Sindical, la Escuela de Capataces, el Ayuntamiento . Para acabar frente a la comisaría, donde se dieron de ostias, armados con cayaos frente a la Policía
Armada y la temida Brigada Político Social . Aquel día, las gorras de los “grises” volaron . Como James Stewart y John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valence, los mineros y las mujeres perdieron el miedo a enfrentarse cara a cara con las fuerzas de orden público . No consiguieron liberar a los detenidos, pero si liberar su rabia . Aquella historia salió en los periódicos . No sólo en los de Asturias o España, sino incluso en The New York Times . Pero nadie se atrevió a hacer una película sobre ello . En aquellos momentos no estaban de moda los films en los que los indios ganaban a los vaqueros, los mineros a los policías . Creo que ha llegado la hora de hacer una película sobre lo ocurrido, como yo he escrito este relato . Que la pongan en una doble sesión y vayan mis padres a verla .