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Bienestar Emocional

¿Cómo las emociones negativas pueden afectar nuestro corazón? Veamos un ejemplo… Wendy se levantó a las 5:30 am para arreglarse, hacer desayuno y preparar a los niños. Saliendo de la casa se encuentra con el tapón habitual de la ciudad y se va poniendo de mal humor, porque tiene reunión a las 8:00 am, y sabe que no llegará.

Luego de un largo tiempo se parquea y sube corriendo; ve que su jefa está molesta porque es la tercera vez en el mes que se retrasa, siente un nudo en la garganta, pero tiene que seguir.

Trabaja hasta las 2:00 pm, come de prisa porque no ha hecho los reportes solicitados, se estresa de nuevo porque tendrá que quedarse hasta las 5:00 pm; a las 6:00 pm sale corriendo a buscar a sus hijos al fútbol, pero llega a las 7:00 pm, los chicos están molestos y cansados, lo primero que hacen es reclamarle y decirle que necesitan dinero para algo del colegio.

Una vez en casa, ve la cama con deseo de acostarse, pero debe hacer la cena, acostar a los niños y sentarse a contestar los correos pendientes. Se acuesta a las 11:30 pm, ansiosa por quedarse dormida, toma el celular y revisa un rato las redes sociales para relajarse, pero contrariamente se siente incómoda al ver la “maravillosa” vida de sus amigas y se cuestiona, rumiando con la idea de que es fracasada y que las cosas no mejorarán.

Como habrán notado, Wendy tiene una mala administración del tiempo, no hace ejercicios y lleva una vida muy caótica; además, no cuenta con el apoyo del padre de sus hijos, así que toma casi un litro de café diario para mantenerse activa y está rogando que llegue el fin de semana para relajarse y tomarse unas cervezas. Inmersa en esta rutina, comienza a sentirse ansiosa y triste, pero desconoce por qué. Wendy ignora algo específico que esté detonando su malestar.

Partiendo del caso anterior hacemos estas interrogantes: ¿Te identificas? ¿Conoces a alguien en esta situación? Porque algunos estudios demuestran que las personas como Wendy tienen mayor riesgo de de - sarrollar enfermedades del corazón por la constante activación del sistema de alerta y de defensa. El enojo, la tristeza, la ira y el miedo sostenido en el tiempo afectan el sistema cardiovascular y dañan otros órganos aumentando la posibilidad de sufrir el tan temido infarto.

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